El verano llegó con sus días largos y soleados, llenando el jardín de la casa de Mateo con una exuberante vegetación y el zumbido de las abejas. Rocco, Luna y Mateo pasaban horas jugando entre las flores y los árboles, disfrutando de la libertad y la alegría del verano.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Mateo les presentó a un nuevo miembro de la familia: una pequeña gatita, de pelaje negro y ojos verdes, a la que habían llamado "Nube". Nube era tímida al principio, pero poco a poco fue ganando confianza, jugando con Mateo y acercándose a Rocco y Luna.

Al principio, Rocco y Luna se mostraron un poco cautelosos con Nube. Eran perros, después de todo, y los gatos no siempre eran sus mejores amigos. Pero Nube, con su dulzura y su inocencia, logró conquistar sus corazones.

Con el paso del tiempo, Rocco, Luna y Nube se convirtieron en los mejores amigos. Jugaban juntos, dormían juntos y compartían sus momentos de alegría y de tranquilidad. Era una familia inusual, una familia compuesta por un perro, una perra y una gata, pero era una familia unida por el amor y la amistad.

El jardín se convirtió en su territorio, un lugar donde podían jugar, explorar y disfrutar de la compañía mutua. Rocco, que había pasado tanto tiempo solo, sentía una profunda gratitud por esta nueva familia, por el amor y la aceptación que lo rodeaban.

Una tarde, mientras observaba a Nube jugar con Mateo, Rocco sintió una profunda sensación de paz y felicidad. Había encontrado su lugar en el mundo, un lugar lleno de amor, de amistad y de un futuro prometedor. Su pasado en las calles era solo un recuerdo lejano, un recuerdo que lo había fortalecido y lo había preparado para la alegría y la felicidad de su nueva vida.