Capitulo 10
La tranquilidad de la vida de Rocco se vio interrumpida una tarde soleada cuando un grupo de niños mayores irrumpió en el jardín, persiguiendo a un gato. El gato, asustado, trepó a un árbol, pero los niños, en su intento de atraparlo, comenzaron a tirar piedras.
Rocco, instintivamente, sintió la necesidad de proteger al gato. Recordaba su propio pasado, su lucha por la supervivencia en las calles, y no podía soportar la idea de que el gato sufriera el mismo destino.
Sin dudarlo, Rocco salió corriendo hacia los niños, ladrando con fuerza para detenerlos. Los niños, sorprendidos por la reacción de Rocco, se detuvieron un momento, observándolo con una mezcla de asombro y miedo.
Rocco, con su cuerpo pequeño pero con una valentía inesperada, se interpuso entre los niños y el gato, protegiéndolo con firmeza. Ladró una vez más, con un sonido profundo y amenazante, que dejó claro a los niños que no debían acercarse al gato.
Los niños, finalmente, desistieron y se fueron corriendo, dejando al gato en paz. Rocco, respirando con dificultad, se acercó al gato y lo observó con ternura. El gato, calmado, bajó del árbol y se frotó contra las patas de Rocco, como si le agradeciera su ayuda.
La mamá de Mateo, que había presenciado la escena desde la ventana, salió corriendo al jardín, preocupada por Rocco. Al ver que estaba bien, lo abrazó con cariño, alabando su valentía y su nobleza.
Esa noche, acurrucado en su cama, Rocco sintió un profundo sentimiento de satisfacción. Había superado un desafío inesperado, había defendido a un ser indefenso y había demostrado su coraje y su lealtad. Había demostrado que, a pesar de su pasado en las calles, ahora era un perro valiente, leal y protector. Su nueva vida le había enseñado no solo a recibir amor, sino también a darlo.
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