Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20- Alek

Creo que necesitaré mas abrazos ahora.

Nunca había atravezado una ruptura, así que estaba descubriendo lo que se sentía por primera vez. Y era horrible. De alguna manera misteriosa, Cecil se enteró. Aunque yo ya tenía teorías. Como por ejemplo que Vanessa le contó a Melissa y ella no dudaría en contarle a su novio.

Pasé las siguientes semanas siguiendo la misma rutina. Desayunar la comida mediocre de la cafetería, ir a mis clases que cada vez eran más avanzadas, almorzar en la cafetería, matarme en el gimnasio al menos tres horas, ir a la cafetería una vez más porque todo mi dinero lo había estado gastando en las toneladas de helado que me comía en las madrugadas y en las bebidas proteicas que necesitaba para al menos seguir al pie de la letra la guía del gimnasio, y así sentir que hacía algo bueno con mi vida.

Aunque mi vida era bastante deprimente y aburrida, ahora tenía un gran grupo de chicos y chicas que se consideraban mis fans, la mayoría de cursos inferiores y con uniformes azules. Era increíble la manera en la que no se fijaban nunca en lo deprimido que me encontraba. Parece ser que mi cara con ojeras por haber llorado de madrugada era considerada lo normal en mí. Jamás había llorado por nadie, nunca, ni siquiera cusndo falleció mi tía. En algún momento me sentí culpable por eso, pero ahora, me veía a mí mismo como un estúpido por hacerlo.

—Ya puede comenzar, joven Prince —dijo el profesor de fisica gravitacional sacandome de mi trance.

¿Te preguntas por qué tenemos un profesor de química gravitacional? Ya te lo explico.

Un estudiante promedio de la escuela del refugio de cristal tiene al menos diez materias, son cinco materias obligatorias elegidas por el sistema y las otras cinco son elegidas por el estudiante. Los estudiantes "atrasados" como lo éramos Pink y yo en el primer trimestre tienen cinco materias recuperatorios anexadas además de las diez regulares. Ahora, cuando eres un estudiante por encima del promedio te dan la opción de elegir materias extras más avanzadas con el fin de que muchos departamentos de agentes empiecen a poner tu nombre en sus peticiones. Cosa que yo espero ya haber logrado, pero por las dudas y porque los nuevos conocimientos siempre son bienvenidos en mi cabeza, seguiré entrando a las clases extracurriculares.

—Por supuesto, señor —respondí en voz baja levantándose de mi asiento.

Leí y observé atentamente el hechizo escrito en la pantalla que utilizaban como pizarra. Si lo vieran, probablemente se espantarían como cualquier persona no apta para matemáticas al nivel de científicos de la NASA. Si lo escribiera en hojas de papel, muy fácilmente llenaría tres sin dejar espacios por ambos lados de cada una. Varios miembros de mi nuevo club de fans estaban ahora acomodándose detrás y sacando sus móviles para grabarme.

Finalmente comencé a trazar el hechizo en el aire. Las líneas en tonos rojos y escarlatas salieron de mis dedos formando figuras geométricas perfectamente simétricas, acompañadas de símbolos y runas que se iban acomodando en los espacios del salón de clases. Para finalizar y activar el hechizo, hice un chasquido de dedos. Inmediatamente el profesor y los pocos fans que estaban detrás comenzaron a flotar, también los bolsos y cualquier objeto que no estaba adherido al suelo. Luego con otro chasquido, las figuras geométricas brillantes pasaron de ser rojas a ser azules y moradas, todo dentro del salón comenzó a girar de manera orbital, de manera que los objetos giraban al rededor de las personas y las personas daban vueltas muy lentamente por todo el salón en dirección de las manecillas del reloj.

—Aprobado —dijo el profesor tratando de tomar sus gafas que se habían salido de frente a sus ojos por la gravedad cero—. Mañana podrá aplicar a la clase de curanderismo antíguo. Felicitaciones.

Mi pequeño grupo de fans aplaudió. Cosa que me subió levemente el ánimo, aunque fue solo por unos segundos.

—Gracias —dije hacia ellos, dándome cuenta de que algunos todavía grababan.

Con un último chasquido de dedos, el hechizo se deshizo y todos descendieron al suelo cómodamente. Firmé una hoja que me dió el profesor que básicamente era un sello aprobatorio para que yo pudiera asistir a otra clase avanzada de una materia distinta. Luego salí del salón, siendo perseguido por el grupo de estudiantes con uniformes azules —aunque habían un par de otros colores—, hasta que uno comenzó a transmitir en vivo.

Ni siquiera sabía que nuestros móviles tenían la capacidad para hacerlo.

—Buenas tardes, comunidad laminub —empezó la chica de tercer año—. Estamos con Alek Prince que acaba de salir de un examen de nivel especial. Ha sido magnífico verlo crear tantos campos gravitacionales a esa velocidad y sin fallar —comentó para después girar el dispositivo hacia a mí, aunque yo fingí no darme cuenta— ¿Algo que desee compartir nuestro laminub estrella?

Mi cerebro trabajó a toda velocidad durante un segundo para generar una respuesta mientras presionaba el botón del ascensor.

—Mi único secreto es que ando estudiando todo el tiempo que no estoy en clase o en el gimnasio —dije sin expresar emoción alguna y sin mirar a la cámara—. Sobretodo estudiar temas que probablemente afrontaré en la escuela en algún momento.

La chica asintió y luego cerró la transmisión justo en el momento en que se abrieron las puertas del ascensor. Al final, no lo usé. Estaba más lleno que un Traki de Venezuela en un viernes negro. Suspiré tratando de disimular un poco mi molestia y me dirigí por el pasillo a mi izquierda, buscando las escaleras. Ni siquiera estaba seguro de en qué piso me encontraba, ni en qué torre. Así que opté por pedirle ayuda a la pandilla de niños que al parecer no podría quitarme de encima con facilidad y que iban dialogando detrás, comparandome con los laminub estrellas de los años anteriores.

—Tengo una pregunta —anuncié, de manera que se hizo un silencio rotundo y algo incómodo al menos para mí—. ¿Como llego a las duchas?

—Los vestidores con duchas se encuentran en el área deportiva —explicó la influencer.

—¿Pueden llevarme?

—Por supuesto.

Seguido de eso, me tomó por un brazo y me llevó por un pasillo.

Pensarás que la escuela del refugio era una pequeñez solo porque se supone que los mágicos son una "minoría", pero no. Definitivamente no lo era. Eran cuatro enormes torres conectadas por edificios que hacían de puentes entre ellas formando un enorme cuadrado en el que estaba el campo de deportes que tenía más o menos que mismo tamaño que un campo de fútbol americano. En la planta baja estaban el despacho de la directora que solo estaba presente los lunes, el despacho del consejero escolar y áreas donde los estudiantes se ponían a terminar sus trabajos pendientes, a comer, o simplemente a hablar y divertirse como normalmente lo hacían los pasini.

En fin, después de atravesar cinco pasillos, bajar por tres escaleras diferentes y utilizar un ascensor, pudimos llegar al campo deportivo donde unos diez estudiantes estaban practicando el hechizo de las plataformas invisibles. Ya había visto a otras personas hacerlo y me resultaba increíble la concentración que tenían para no caerse.

Caminamos alrededor del campo hasta llegar a una entrada lateral que daba hacia unos pasillos.

—Hasta aquí podemos llegar —explicó la influencer apuntando al último pasillo—. Al final están los vestidores donde se cambian la ropa los deportistas de último año. Normalmente ellos practican los sábados por la tarde, así que justo ahora debería estar casi vacío.

—¿Como sabes tanto? —preguntó otra chica a su lado.

La influencer se puso roja y desvío la mirada con el ceño fruncido.

—Eso no importa.

Aproveché el momento para echarlos muy educadamente.

—Me han seguido desde que salí de mi última clase reglamentaria, eso fue a las once y son casi las dos de la tarde. Deberían ir a almorzar.

—Gracias por preocuparte por tus fans, Prince —dijo la influencer con su sonrisa satisfactoria.

La otra chica dió un paso hacia atrás asintiendo.

—¡Te esperaremos en la entrada después del almuerzo!

Levanté un poco la comisura de los labios en un intento de darles una pequeña sonrisa de despedida mientras ellos avanzaban por donde habíamos llegado. Me adentré caminando por el pasillo observando la cerámica beige del suelo.

Oh no.

Oliver solía vestirse mucho de tonos beige.

La temperatura subía a medida que avanzaba, de manera que supe que había calefacción en los vestidores. Seguí caminando hasta llegar al vestidor como me habían dicho y efectivamente había una entrada a otro pasillo que unos baños. Dos chicos que acababan de vestirse tomaron sus bolsos y salieron después de saludarme con la cabeza. Les devolví el gesto. En cuanto  fueron saliendo por el pasillo, los escuché  dando una crítica.

—Las estrellas de este año son casi todos unos raros —murmuró en criticón número uno.

—A mí Melissa Star es bastante sexy —le respondió el otro como si nada.

Luego siguieron hablando pero no pude escucharlos porque ya se habían alejado bastante.

El vestidor era una sala no más grande que un salón de clases, con dos máquinas expendedoras, una con sobres de jabón y shampoo y otra con toallas blancas. Había un bolso verde y otro rojo sobre un banco para sentarse en el lado de la pared contraria de las máquinas expendedoras y un estante para zapatos donde estaban puestos dos pares de zapatos. Por la información proporcionada gracias a mis sentidos de percepción visual, pude intuir que habían dos chicos en las duchas.

Me encontré a mí mismo rezandole a Dios —el de la tierra— y a los dioses de cristal por que las duchas estuvieran separadas en cubículos sólidos y no tuviera que exhibirme frente a nadie. Me dirigí a las máquinas expendedoras y sorprendentemente me quedaba suficiente dinero como para pedir una toalla y un sobre de shampoo. Dejé mis botas en la zapatera metí mi ropa en mi bolso y rápidamente me puse la toalla blanca. Suspirando de la vergüenza que ya me daba el simple hecho de tener que bañarme en un sitio en el que también se estarían bañando otras personas.

Me adentré en el pasillo que llevaba a las duchas, aliviando un poco mi tensión por el cambio de color en la cerámica que ahora parecía un tablero de ajedrez, con cuadrados blancos y negros. Solté el aire que tenía contenido al ver que mis oraciones fueron escuchadas. Pero rápidamente me decepcioné un poco de mí mismo por no haber pedido más. Pues, me encontré con un Stalactos sentado en el suelo fuera de uno de los cubículos donde agradecí que estuvieran las duchas. Estaba cubierto por una toalla blanca, gracias a Dios. Llevaba una expresión de molestia que cambió por una mirada esperanzada al verme.

—PRINCE —pronunció tan alto que casi puedo jurar que la tierra tembló muy levemente.

No sería extraño, ya que su poder era básicamente, mover la tierra. Y era bastante poderoso.

—Hola, Stalactos —dije deseando que la tierra me tragara—. No esperaba encontrarme contigo.

Y de verdad que no lo esperaba, ni tampoco quería.

—Eres justo la persona que necesitaba —lanzó agarrándome por los hombros—. Necesito tu ayuda.

—Pues justo ahora voy a bañarme, así que puedes decirme más tarde, en el gimnasio.

El castaño negó con la cabeza y señaló al cubículo del que se escuchaba que salía agua. El que estaba al final.

—Es Sunther —soltó—. Está enojado conmigo. Y no quiere salir.

—Pues vete para que se le pase y pueda salir.

—No lo creo. Estaba lloriqueando y no pude entender nada de lo que me decía. Luego se metió ahí y no ha querido salir.

Pensé por un segundo manteniendo la calma.

—¿Ya intentaste disculparte?

—Es que no sé por qué está molesto.

Pues por la forma en que prácticamente te la pasas criticando su cuerpo y su alma, a pesar de que sabes que eres su único amigo y de que sabes lo sensible que es.

Eso quería decirle. Pero me contuve respirando muy hondo.

—Hablaré con él, pero no te prometo nada.

Me acerqué hasta quedar frente a la puerta y di dos toques suaves con el nudillo de mi dedo índice izquierdo. Stalactos estaba a unos pocos metros, lo suficientemente cerca para escucharnos hablar.

—Solo vete —se escuchó tajante la voz del aramus desde dentro.

—Soy Prince —le dije con una gota de sudor bajando por mi frente.

—¿Stalactos está ahí?

—No —le mentí—. Me ha pedido que hable contigo. ¿Puedes salir?

Tres segundos de silencio, solo con el sonido del agua fluyendo.

—¿Que él te ha pedido que hables conmigo? —preguntó tan secamente denotando la furia en su voz de una manera tan terrorífica que dudé de estar hablando con el dulce rubio tímido que semanas atrás se encontraba incómodo respondiendo las preguntas en su entrevista.

—Sí.

Una luz mágica y amarilla salió desde adentro, inundando el lugar con un olor a clorofila. Temí aún más por la estabilidad emocional mágica del chico.

—No te preocupes. Solo estoy descansando y tomando algo de agua caliente antes de salir y volver al frío.

Pensé por un momento.

—Sabes, yo también estuve hace un tiempo con alguien que me hacía sentir cansado.

—¿Ah sí? —sentí que dijo solo por darme una respuesta.

—Sí. Siempre me decía que no estaba dando lo máximo de mí mismo y estaba haciéndome sentir horriblemente insuficiente. Lo peor de todo es que no podía alejarme de ella, porque le quería muchísimo.

Pude ver que Stalactos se cruzó de brazos, acercándose un poco más.

—¿Y como lo lograste?

Me alegré al darme cuenta que ya había suavizado su tono de voz. Aunque vi algunas partículas de polen flotando. Me sentí un poco extrañado con su pregunta.

—¿Lograr qué exactamente?

—¿Como lograste que dejara de decirte cosas así siempre?

—Pues, hablé con ella. Y le conté de lo mal que me encontraba por escuchar eso siempre, de una persona tan importante para mí.

—¿Eso funcionó? ¿solo eso tengo qué hacer?

—Así es. Luego nos dimos un abrazo y todo estuvo solucionado.

El recuerdo de esa noche de películas con mi hermana a mis catorce años vino a mi memoria como si lo hubiese vivido muy recientemente. Llenándome de nostalgia. Haciéndome sentir un vacío un poco extraño en mi pecho.

—¿Crees que si le digo a Stalactos como me siento, podamos seguir siendo amigos?

Miré a Stalactos con mucha seriedad.

—Por supuesto que sí —le aseguré amenazando al castaño con la mirada, al mismo tiempo que hacía sonar mis nudillos.

—En parte, creo que tiene razón cuando dice que soy débil.

—¿Piensas que eres débil? —le solté con tono de reproche—. Sunther, te he visto luchando, no eres nada débil.

—Prince...

—De verdad —le interrumpí—. Eres muy fuerte.

—Pero...

—No lo digo sólo por hacerte sentir mejor —le interrumpí por segunda vez.

—Alek.

—¿Sí? —le atendí.

—Quisiera que mi mente fuera tan fuerte como mi magia. Si fuera así, podría decirle a Stalactos que... me gusta. Y no tendría que usar esa excusa de querer imitarlo para estar con él.

Abrí los ojos como platos y volteé a ver a Stalactos que estaba tan impresionado como yo.

Y para colmo, casi me caigo del susto cuando se detuvo el sonido del agua y Sunther salió. Su mirada chocó con la de Stalactos con pura sorpresa, y el polen en el baño se intensificó. Stalactos se acercó y le dió un abrazo rápidamente al chico. Haciendo que su magia de calmara un poco y el polen desapareciera de repente.

—Pudiste habérmelo dicho antes —oí decir al castaño sin cortar el abrazo—. Y también todo lo demás. No te estaba diciendo cómo ser mejor, pequeño. Solo te estaba diciendo cómo ser como yo, porque pensé que eso querías.

—Pensé que te burlarías de mí.

—Pues no lo hago.

Me sorprendí por el cambio de ambiente tan repentino. Me sentí fuera de lugar que me di la vuelta y me metí a la ducha. Tratando de que todas mis preocupaciones, toda la tensión y mis nervios terminaran de salir de mi cuerpo a medida que el agua bajaba. Por mi cuerpo. Salí agradecido de que ya no hubiera nadie en el vestidor. Me puse mi ropa de nuevo y me dirigí a la salida de la escuela. Fuí a la cafetería y me encontré con mi club de fans otra vez. Solo me pidieron unas fotos y se retiraron a sus hogares. Pedí mi comida y me senté a comer en una mesa junto a una ventana. Donde pude ver que Stalactos le rodeaba los hombros con un brazo a un muy avergonzado Sunther, hacia las residencias de estudiantes. Les deseé lo mejor y seguí comiendo.

Las mesas de la cafetería eran color beige.

Respiré hondo.

—Poco a poco —me dije a mí mismo justo antes de comer la primera cucharada de mi sopa.

Me dí cuenta de que las relaciones son muy complicadas como para haber estado suponiendo el como se sentía Oliver con respecto a mí. Al menos yo estaba seguro de que mis sentimientos habían sido sinceros, por lo que, estaba seguro de que yo estaría bien. Obviamente todavía me sentía mal con la ruptura. Pero al menos ahora comprendía un poco mejor el cómo funcionaba eso del amor y sentía más tranquilidad. Agradecí en mi mente a Oliver por haberme acompañado esos tres meses  y...

Haber sido mi primer novio. Aunque yo no haya sido uno para él.

No podía seguir deprimido. Después de todo, era una simple ruptura. No podía darle tanta importancia.

***

Estaba con Vanessa revisando los papeles impresos, llenos de escritos clasificados. Apenas habíamos tenido tiempo de verlos, así que no habíamos recabado tanta información. La mayoría de los papeles eran recibos de pago de empresas que no conocía, pero supuse que eran las que producían la ropa, la comida y básicamente todo lo que usábamos los refugiados.

La albina me puso una hoja impresa al frente.

—Observa esto.

Leí atentamente la hoja desde arriba hasta que encontré el nombre de Niko Prince entre los párrafos. Casi me caí de la silla cuando encontré más nombres en aquella lista de enviados a la tierra. Un hombre y una mujer además de ellos también fueron enviados sin poder ser regresados al planeta vida. Mi teoría de que el accidente automovilístico de mi padre fue muy planificado tenía muchísimo más valor.

Me llevé el cabello hacia atrás.

—Entonces dos personas fueron enviadas un mes después que él.

—Bueno —dijo la albina—, te lo mostré porque es información relacionada con tu padre. Pero también porque puede significar que la dictadora los envió para que evitaran su regreso. Realmente quería eliminar a Niko del mapa.

—Porque mi padre era el único que la detendría cuando ella comenzara a contener a los mágicos. Por lo que sé, él luchaba para que tuvieran los mismos derechos.

Pasaron unos segundos. Vanessa se quedó tan callada que volteé a verla con curiosidad. Noté de inmediato la tristeza en su mirada.

—¿Sucede algo? —le pregunté acercándome a ella.

—No realmente —suspiró—. Es que... hemos encontrado tanta información de tu padre, y yo ni siquiera se los nombres de los míos.

—Perdón. Podemos continuar mañana, si quieres.

—Descuida —volvió en sí con tono hermético—. Tenemos que anotar lo importante en algún lugar.

—¿En el móvil? —sugerí.

—Negativo —me cortó—. He comenzado a desconfiar de los equipos electrónicos. No creo que sospechen de que nosotros seamos los informantes por excelencia de la rebelión, pero en cualquier momento pueden hacer una búsqueda y no dudarán en revisar archivos privados.

—Buen punto —asentí—. Entonces, buscaré un cuaderno.

Efectivamente, conseguí un cuaderno. Casi me pareció extraño tomar un lápiz y escribir como hacían los estudiantes normales en escuelas sin tanta tecnología. Luego seguí leyendo las impresiones hasta que encontré una sección con imágenes, códigos de ADN, fórmulas y muchas otras cosas relacionadas a la creación de las bestias artificiales.

Resulta que tenían alrededor de veinticinco años con la investigación y la experimentación con animales. Más que todo, animales domésticos como perros, gatos, hámsters, etc. Al principio, los liberaban porque no mostraban resultados. Grave error, porque cuando una criatura ya tenía la genética alterada, las características que no desarrollara, podían ser transmitidas a su descendencia con una gran posibilidad de activar los genes mágicos. Eso fue lo que desencadenó que surgieran avistamientos de bestias mágicas mutantes.

Aunque eso le generó un gran problema a toda la nación, fue lo que hizo que los científicos avanzaran mucho más en sus experimentos. Descubrieron que no debían liberar a los animales de prueba, en su lugar, decidieron reproducirlos en masa en granjas cuyas ubicación estaba puesta en coordenadas que no lograba comprender. Invirtieron cantidades exorbitantes de tiempo y dinero todos esos años de investigación. Hasta que comenzaron a intentar crear destinados a través de una especie de clonación. Gracias a los dioses, todas los intentos eran fallidos por los momentos.

Respiré profundamente.

Estaba seguro de que la mayoría de los científicos hacían eso por algún beneficio sin pensar si lo que hacían estaba moralmente bien. Probablemente tenían familias que no estaban al tanto de estas irregularidades laborales. Pero igual no pude evitar desearles algo muy feo.

Vanessa se levantó al ver la hora.

—¡No puede ser! —chilló—. Ya casi amanece.

—Dudo que te vaya mal en los exámenes si te duermes en clase.

Ella volteó a verme con una expresión tan preocupada e intensa que de no haber estado muy cansado y con dolor muscular, me habría echo reír un poco. Que extraño, yo riéndome.

—No es eso, Alek. Es que nuestros fans vendrán a buscarnos a nuestros respectivos hogares en cualquier momento, y yo estoy en tu departamento. Estamos solos.

Tardé un poco en caer en cuenta de lo que me estaba diciendo. Pero cuando lo hice, abrí los ojos como platos y me levanté de la silla. Todo el sueño se me había ido de repente.

—¡Recoge tus cosas y vete! No quiero propagandas románticas sobre tú y yo.

—¿Y crees que yo sí? —cuestionó ella metiendo una decena de libros en su bolso.

—Al menos Melissa y Cecil no están aquí. Sería el colmo.

Creo que mencionar a Melissa le dió una idea a Vanessa, porque cantó dos notas y se volvió invisible. Era increíble que dominara por completo ese hechizo. Abrió la puerta y se marchó. Se escuchaban sus pasos afuera en el pasillo, casi corriendo, pero no se podía ver a nadie.

Me dí una ducha caliente rápido y me puse el uniforme de repuesto. Ni siquiera me peiné y salí del departamento porque la verdad prefería que se me juntaran veinte críos camino a la escuela, que esperar a que aparecieran cincuenta afuera de mi puerta.

Oh, Alek. Tienes alas. ¿Por qué no vas volando a clases?

No te gustaría ver videos virales de ti volando hacia la escuela. En realidad, no me gustaba ser el foco de atención. Ya no podía pasar desapercibido en el refugio aunque quisiera, ni siquiera afuera del refugio porque la última vez que caminé por la ciudad, ví una gran pantalla de anuncios con mi cara y la de las otras cinco estrellas. Lo más loco, es que no recordaba en qué momento me sacaron esa foto. Pero definitivamente no me gustaba que cientos o tal vez miles de personas vieran mi cara a diario. Mucho menos que buscaran mi nombre en su navegador web. Tampoco podía evitarlo, prácticamente era obligatorio participar en las elecciones por ser de los estudiantes con calificaciones más altas. Soy más competitivo de lo que parece.

Efectivamente, al llegar a la cafetería ya me habían saludado muchas personas.

—¡Abran paso! —dijo un chico detrás de mí, haciendo que los de la fila se apartaran al verme.

Un beneficio enorme de ser famoso, es que la gente quería hacer cosas por ti. Como por ejemplo, dejarme ir hasta al frente de la fila. Lástima que no soy ese tipo de famoso.

—No hace falta —dije con voz baja, pero lo suficientemente alto como para que me escucharán al frente—. Puedo hacer fila como todos.

—Este chico sí pasará al frente —dijo una voz masculina muy pero MUY familiar y agradable a mis espaldas.

Me volví hacia atrás.

—Trevor, y también Jason —dije mirando al pelirrojo de ojos dorados que me dio un corto abrazo.

—Oh, tiempo sin verlo, señor Prince. Me más de un mes entero, pero logré que me aprobaran la estadía en el refugio como cuidador del príncipe Jason.

—Me parece magnífico.

Pude ver que ya había gente sacando sus moviles para grabar. Después de todo, éramos el príncipe no oficial y el heredero al trono. Jason se escondió detrás de Trevor, tratando de ocultarse de las cámaras. Comprendí su sentimiento de inmediato y pude ver que Trevor también cuando avanzó al frente y pidió tres desayunos de una vez. Me entregó uno y salimos de la cafetería.

—Ahora que vivo aquí dentro, puedo comprender por qué Niko los apreciaba tanto. Y también puedo comprender por qué sus hijos están siguiendo sus pasos.

—Claro —dije sin darme cuenta de lo que decía. En mi defensa, no había dormido absolutamente nada.

—Alek —dijo Jason con sus ojos dorados muy abiertos.

Haciéndome caer en cuenta de nuevo de lo que acababa de oír. Trevor se detuvo frente a la entrada de la escuela riendo

—¿Lo sabes? —le dije casi en un susurro.

—Señor, su padre tampoco pudo ocultarme sus secretos. Y la chica de pelo azul, la agente de élite, me lo contó.

Morenyt. La mataría luego

—No le cuentes nada a los del palacio, por favor.

—Descuide. No les conté nunca de cuando Niko se llevó una botella de alcohol de la despensa del palacio. Mucho menos les contaré de lo que hacen la princesa y usted.

Solté todo el aire contenido. Supe que podía confiarle hasta mi vida a Trevor.

—Muchas gracias.

—Bueno, ya entren —dijo él, sonriendo cálidamente—. No querrán llegar tarde a sus respectivas clases.

—Hasta luego —dijo Jason adentrándose en la escuela.

Me separé de él para evitar que mis seguidores le hicieran preguntas y me fuí hacia el lado contrario. Buscando algún sitio para sentarme a comer. Feliz de que el desayuno de esa mañana incluyera fruta fresca y surtida.

¿Mi hermana también estaría comiendo esto?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro