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13- Alek

La directora nos llamó. Cero de magia para ella.

—Alek Prince y Pink Prince —llamó una voz por los altavoces de la escuela—, a dirección por favor.

Mi hermana y yo nos vimos compartiendo una mirada fría que ocultaba mucho nerviosismo.

—Adelante, chicos —sugirió el profesor de física mágica.

Salimos con nuestras mochilas. Era casi la hora de salida, así que no iríamos después de ver a la dictadora.

Durante toda la mañana pudimos escuchar como llamaban a varios estudiantes. Entre ellos escuché el nombre de Vanessa. Lo único que pude identificar es que estuvo llamando solo a los estudiantes con mayor rendimiento académico. Pero el hecho de que nos llamarán por últimos me generó algunas dudas y algo de sospecha. Comenzaba a desconfiar aún más del tío Leroy. Debí tener algo más de cuidado con eso e investigar mi apellido directamente en internet.

Terribles problemas los que tengo.

—Aquí estamos directora Olson —anunció mi hermana.

La puerta de cristal pigmentado se abrió deslizándose a un lado automáticamente.

—Buenas tardes, estudiantes —dijo sin despegar la vista de su computadora—. No tardaremos mucho. Pasen, sin miedo. Tomen asiento.

—Gracias —respondió Pink.

Entramos y nos sentamos frente a su escritorio/computadora. Ella levantó la vista y se quitó los anteojos para vernos directamente.

—Debo reconocer que saben actuar muy bien —dijo con la mirada seca—. Me engañaron completamente.

Una gota de sudor, llena de desesperación bajó por mi sien. Hice lo posible por no alterar mi expresión seria. Mi hermana decidió preguntar cómo si nada.

—¿A qué se refiere?

—La gente habla de ustedes de una manera increíble. No puedo creer, que no pude darme cuenta de lo que tenía en frente la primera vez que los ví.

Pink levantó una ceja.

—No comprendo.

—¡Están entre los diez mejores estudiantes de la escuela! —se emocionó Mariah con una sonrisa—. ¿Han escuchado sobre el safari invernal?

—Me es familiar ese término —dijo mi gemela—, pero no sé que significa exactamente.

—Verán. Mañana iniciarán las vacaciones de  invierno. Tendrán tres semanas libres para estar con sus familiares hasta el primer día de enero. Pero hasta donde tengo entendido, ustedes no tienen familiares a los cuales acudir.

—Exacto —asintió mi hermana con una rara cara de alegría.

—Pues desde hace unos años comenzamos a hacer viajes durante esos días. Los únicos requisitos son, tener un dominio de la magia aceptable, haber aprobado todo el trimestre, estar en último año; y por último, no tener alergia a las abejas. Aunque ese último se puede manejar. Solo veinte estudiantes de esta escuela pueden ir a este viaje. También irán algunos agentes y destinados de otros refugios. Ustedes están calificados, deberían ir también. Solo serán tres semanas llenas de diversión en un ambiente natural.

Pink lo pensó por un momento y puso su menor cara de lamentación.

—Aprecio la invitación, pero yo tengo muchos compromisos para este mes. Así nuestra respuesta es NO.

—Habla por ti misma —dije causando que ambas chicas abrieran los ojos como platos—. Yo sí iré. Necesito un descanso.

—Excelente —asintió la directora volviendo a teclear en su escritorio táctil—. Mañana a primera hora en los límites de la ciudad. Les darán las indicaciones para ir.

***

—¿De verdad piensas ir? —preguntó Oliver haciendo cara de cachorrito mientras me pintaba las uñas en negro.

—Lo pensé bien. De todos modos tú también viajarás con tu familia a su granja en los campos.

—Pues sí, pero yo quería invitarte a venir conmigo.

—¿Ya lo habías hablado con tu familia? —inquirí.

—No. Pero estoy seguro de que no armarían un escándalo. Hay espacio de sobra en la granja. Tú, yo, mis otros cincuenta familiares cuyos nombres apenas recuerdo... ¿No te gustaría?

La verdad es que no quería ser un estorbo para él. Estar conmigo lo había distanciado de sus padres y su familia en general. Quería que él pasara algo te tiempo con ellos durante estás vacaciones.

—La verdad es que no disfruto los lugares con tanta gente. Además son todos familiares tuyos y me sentiré fuera de lugar. Ve tranquilo. ¿Cuando saldrán?

—Mañana temprano. Ya mis maletas están hechas en casa. ¿Pink irá contigo?

—No. Tiene compromisos.

—¿Cecil? ¿Vanessa? ¿Algún otro amigo misterioso?

—Creo que Vanessa irá. Tampoco tiene familiares a los cuales visitar. Cecil creo que irá con sus hermanos o quizá estará de fiesta todo el mes bebiendo alcohol y trayendo chicas mientras no estoy.

—Se lo ha ganado. Me ha soportado los últimos dos meses.

Cecil decidió dar señales de vida.

—No eres una molestia, aunque a veces hacen mucho ruido cuando llego como a las dos de la mañana —explicó desde la cocina comiendo snacks con proteínas y carbohidratos en forma de corazón—. ¡Y no hablen de mí como si no estuviera aquí!

Oliver se sonrojó de la nada.

—Pensamos que a esa hora aún estás fuera.¿Trepas las rejas electrificadas a las dos de la madrugada?

Cecil ladeó la cabeza.

—No. Hay fiestas dentro del refugio. ¿Acaso no escuchan la música los viernes por la noche?

—Sí, pero creímos que preferías bailar con las chicas No Mágicas de la ciudad.

—Sí, pero creo que ya me negaron la entrada a todos los bares y discotecas de la ciudad.

—¿Por acoso sexual? —me burlé.

—Porque aparecían luces de colores sobre mi cabeza cuando bailaba mejor. Eso no le gusta mucho a los cristalences. Y los niños mimados no hacen fiestas en otoño —dijo refiriéndose a los que vivían en esas caras residencias al norte de la ciudad.

—Sí, ya llevo un tiempo sin ir a una de esas —se quejó mi novio—. El tiempo que pasaba en fiestas ahora lo paso con ustedes.

Tomé la oportunidad para bromear un poco.

—Mejor así. Las fiestas son una mala influencia para ti —hice una pequeña sonrisa—. Te contaré algo Cecil. La primera vez que ví a Oliver, él me llevó a su casa y luego me invitó a entrar al baño con él para...

Antes de poder terminar, recibí un cojín en la cara. Por cortesía de Oliver.

—Pues eso te pasó por irte con el primero que te invitó a su casa. Podrías haber terminado en un aquelarre de brujas, siendo sacrificado para extraer tu poder. No tienes idea de cuántos usuarios de magia ocultos hay en esta ciudad.

—¿Hablas de destinados que fingen no ser destinados? —cuestionó Cecil.

—No —negó Oliver—. Hablo de personas que sacrifican bestias y destinados para adquirir su magia. La tía Aretha me habló sobre ellos una vez, en los campos son más comunes al no haber un sistema de leyes bien establecido.

Me puse algo nervioso.

—¿Cuánto tiempo viviste en los campos?

—Hasta los doce. Mis padres siempre han trabajado mucho, así que prefirieron traerme a la ciudad con ellos cuando vieron que ya podía estar solo sin incendiar la casa. Hasta ese entonces viví con mis abuelos en los campos.

—Y ahí fué cuando te convertiste en un adolescente citadino.

—Como nosotros —convino Cecil—. Y no Alek, no te creeré si me dices que eres campesino porque no te imagino viviendo sin tecnología moderna.

—Tú ganas —confesé.

—Ahora, si me permiten —anunció Oliver—; las rejas se cerrarán en media hora y seguro mis tías en casa están preocupadas. Así que... —me dió un beso en la mejilla— nos vemos en tres semanas.

—¿Eso es todo? —bromeé— Pensé que me besarías más. Tres semanas son veintiún días que no podremos vernos. Y no sé si habrá recepción al sitio al que iré.

—Viviste dieciséis años sin mí —dijo acomodándose la bufanda—. Podrás soportar unos días. Adiós.

Y salió por la puerta.

—Lo extrañarás mucho —dijo Cecil—. Me tomaré estás vacaciones para recuperar el tiempo perdido con mi hermano. Buenas noches.

Me comí mis tortitas con mermelada de fresa y fuí directo a la cama. Dormí bastante bien, la verdad. Eso era raro si te ponías a analizar la situación en la que me encontraba.

Desperté con mucha energía y preparado para el viaje. Ví las indicaciones de equipaje en la app de la escuela. Saquitos de tela, dos botellas de agua mineral, unas barras dietéticas para comer, era todo lo que pedían. Luego estaba mi lista de cosas que no podía dejar: Mudas de ropa, cepillo de dientes, liga para el cabello, cargador y porsupuesto ropa interior limpia. Todo cabía dentro del bolso deportivo, gracias a un hechizo de equipaje. Decidí también llevar una camiseta de Oliver porque me haría falta su presencia.

Cuando ya estuve completamente listo y llegué hasta las rejas me vino a la mente un detalle muy importante: no llevaba nada de dinero. Eran las cinco de la mañana y los destinados no podían tomar el autobús sin pagar. Podría haberle pedido algo de dinero a Cecil, pero no tenía mucho tiempo para caminar a casa y volver tan rápido. Hasta que pasó en frente de mí la salvación. Los otros diecinueve estudiantes junto con un gran grupo de adultos.

Se me hacía realmente extraño ver a tantos agentes con ropa de civil.

—Buenos días —me saludó Vanessa—. Tu hermana manda a decir que eres un idiota y que ahora nos odia por dejarla sola por tres semanas a tantos kilómetros de distancia.

—Lo suponía —pronuncié secamente—. La verdad es que tiene que aprender a arreglarselas por sí sola mientras que no estoy. Toda la vida me ha pedido ayuda para casi todo y por primera vez en la historia estaremos tan separados.

—Al principio no lo noté —dijo Vanessa—, pero es bastante inmadura.

—Sí... —pensé un poco esas palabras— Te diré la verdad. No tengo nada de dinero y no sé cómo llegaré al área limítrofe.

—No te preocupes, enviarán un autobús privado para nosotros. De hecho, ya debería estar aquí.

Seguido de eso se escuchó la bocina de un autobús y las rejas electrificadas comenzaron a abrirse. Tuve que darle el mérito a Vanessa.

—Justo a tiempo.

Nos subimos todos al autobús llenándolo por completo. Pude ver qué Morenyt y Azael también subieron y se sentaron frente a nosotros.

—¿Cómo están? —saludó Azael.

—Bastante bien —contesté.

—Yo igual que siempre —respondió Vanessa.

—¿Están preparados? —cuestionó Morenyt, iba vestida con ropa de invierno casual— Volaremos cómo cuatrocientos kilómetros.

—Sí, estamos bien... —no había analizado bien sus palabras hasta que— Un momento, ¿Cómo que volaremos?

Azael soltó una risa burlona.

—Ya verán.

—Yo solo espero que no me lancen en una catapulta —confesó Vanessa.

—No hay ningún hechizo cristalence para volar —comenté— ¿o sí?

—Hasta dónde yo sé —articuló Vanesa—, no ha habido nunca un hechizo para volar hecho por cristalences antiguos.

—Están en lo cierto —convino Morenyt—, no hay hechizos cristalences para volar, pero un destinado conoció a unas hadas hace unos pocos años y con ayuda de ellas creó un hechizo que te permite volar a cierta altura por un corto tiempo.

—¿Quién fué capaz de atravesar el área salvaje hasta llegar al bosque de las hadas?

—El Aramus más poderoso de la nación —explicó Azael—. Es decir, yo.

Vanessa levantó una ceja.

—¿No te amenazaron con ofrecerte como aperitivo a un dragón?

—Soy bueno hablando con criaturas de la naturaleza.

—Además —terminó Morenyt—, los dragones solo comen setas luminosas y flores fosforescentes.

Vanessa rio irónica.

—Gracias, lo anotaré en mi lista de datos sobre criaturas mágicas altamente peligrosas.

El autobús se llevó al menos media hora para llevarnos al otro lado de la ciudad. Mientras avanzaba, muchas cosas pasaban por mi mente. Quería ver el viaje como unas vacaciones. Para divertirme, despejar mi mente y dejar de planear asaltos. Veía los altos edificios forrados de vidrio y las calles hechas de alguna mezcla azulada de cemento con las aceras blanquecinas.

"Solo serán tres semanas"

El autobús frenó justo frente al la entrada en la muralla de cuarzo. Bajamos y pasamos por la apertura para dar con el viento de invierno. Los campos ya no parecían campos. Estaba todo cubierto con una gruesa capa de nieve. Llegaron dos autobuses más de manera que ya no éramos solo unos pocos destinados en el lugar. Eso me hizo preguntarme cuántos seríamos al llegar al área salvaje, y como se conseguiría comida para todos. Reconocí a varios agentes en el lugar. Entre ellos estaba Strike.

El del parche examinó el terreno.

—Me temo que tendremos que atravesar unos quinientos metros de nieve, compañeros —dijo cruzando los brazos—. Las setas que necesitamos están un poco más adelante.

—No será problema —dijo un hombre comenzando a escalar la primera colina de nieve—. Está lo bastante sólida para ir encima.

Strike asintió haciendo un gesto con la mano para que lo siguieramos.

—Pisen con cuidado, está algo resbaloso.

Caminamos un poco por el frío sendero cubierto de nieve. Deseé haber traído unas botas más adecuadas para la ocasión. Las que traía mantenían mis pies calentitos y secos, pero no ayudaban demasiado a no caerme de culo por las bajadas. Nos adentramos a un bosque con robles y unos árboles bastante conocidos que desprendían un olor característico. Estoy hablando de los pinos. Finalmente llegamos al sitio que buscaban: una pequeña entrada rocosa a una cueva subterránea.

—¿Entraremos ahí? —preguntó Vanessa alzando las cejas.

Otras chicas se le unieron.

—Se ve oscuro —comentó una pelirroja.

—Y peligroso —convino otra.

Azael se rió de la situación.

—No hay ningún Dragón ahí abajo. No cabría por la entrada.

Yo los ignoré y me metí primero a la cueva. Habían rubíes y zafiros ahí abajo. Los demás avanzaron tranquilamente a paso rápido. Bajamos unos cuantos metros hasta que llegamos a una parte de la cueva en la que se extendía por varios túneles. La única fuente de iluminación era la luz mágica que desprendían los rubíes y el cabello azul radiactivo de Morenyt. Al parecer a todos nos daba pereza hacer un hechizo de iluminación. Aunque la verdad no hacía mucha falta. Llegamos a una cueva bastante alta con estalactitas y estalagmitas por las paredes rocosas, rubíes y zafiros en formación en el techo, pero en el suelo había algo distinto.

Había una capa de musgo por todo el suelo. Había setas en varios colores y tamaños. Mi hermana habría gustado de ver el bonito lugar. Setas verdes, amarillas y lila creciendo desde el musgo.

—¿Esto es una cueva normal? —pregunté en voz baja a Vanessa que caminaba a mi lado.

—Hay cientos de cuevas con cristales mágicos por toda la nación —dijo señalando un grupo de rubíes—, pero las setas y este musgo no son de aquí.

—Este musgo fue creado en un laboratorio —explicó Morenyt—. Más específicamente, en el laboratorio azurita, con ayuda de la magia de Azael. Es parecido al musgo del área salvaje pero con unas alteraciones que le permiten sobrevivir a la magia de los cristales.

—¿Que no toda la magia proviene de los cristales? —dudé.

—La verdad es que los cristales son los que canalizan la magia a la superficie y hacen efecto en mujeres embarazadas, causando el nacimiento de destinados —explicó Vanessa—. Pero no son la única fuente de magia en el mundo. Las criaturas del Área salvaje, obtienen magia de alguna manera misteriosa. Las brujas la extraen de bestias y destinados con rituales de sacrificio.

—Y la realeza de la nación del mar, nace con magia también por alguna razón —continuó la de pelo azúl—. Según lo que hemos podido investigar, hay magia siempre que haya vida y algún componente externo especial. En nuestro caso, son los cristales.

—¡Comiencen a tomar setas! —gritó Azael— ¡Pero solo las amarillas, y dejen algunas para que se sigan multiplicando!

Todos le obedecieron sin rechistar y tomaron una seta amarilla por persona. Las guardaron en pequeños saquitos de tela —con que para eso los habían pedido—, Hice lo mismo antes de que Azael viniera a verificar que estábamos haciendo lo que nos mandó.

—¿Ya todos tienen una? —preguntó— Levante la mano quien no tenga una seta.

Nadie levantó la mano.

—Andando.

Salimos de la cueva a recibir de nuevo la luz del sol y al mismo tiempo el frío del invierno.

—¡Escuchen con atención los nuevos! —ahora gritaba Morenyt. Eran tal para cual— El hechizo solo funcionará si siguen las instrucciones. Pongan la seta en su mano como si estuvieran a punto de entregarla a alguien —hizo una posición levantando una mano abierta con la seta en ella— Justo así.

—Ahora todos debemos recitar juntos el hechizo de extracción que publicamos —ordenó de nuevo la planta humana—. Pueden leerlo en su móvil si es necesario, pero mantengan la mano en la posición indicada. ¿Listos?

El hechizo no era tan difícil. No estaba escrito en idioma cristal antiguo ni había que escribirlo en escritura runica. Todos comenzamos a pronunciarlo al unísono.

El poder místico de las hadas del sur invocamos.

Con la promesa del elegido de la vida silvestre.

Los cuatro vientos queremos surcar.

Alas salvajes del sur, vengan a mí.

—¿Que...? —Se fascinó Vanessa, levantando las cejas hasta el crecimiento del cabello. Era la primera vez que la veía impresionada por algo mágico.

Las flotaron y se deshicieron transformándose en mariposas amarillas luminosas. Unas voces celestiales hablaron desde todas direcciones.

"Su ofrenda ha sido aceptada por las hadas del sur"

Las mariposas amarillas se situaron en nuestras espaldas, creciendo hasta volverse cuatro alas en forma de diamante.

—Los felicito, chicos —dijo Azael con una gran sonrisa de satisfacción—. Ahora volemos hacia el sur sin mirar atrás. ¡Este es el poder de un destinado! No intenten volar más de noventa metros de altura, por favor.

Y todos estallaron en vitores cómo gritos de  guerra.

Para mover las alas solo tenías que pensar en volar y en qué dirección ir. Controlarlas era bastante fácil. Nos elevamos unos metros sobre la capa de nieve y surcamos el cielo a gran velocidad. A las tres horas nos detuvimos en la montaña en la que se encontraba el refugio de la ciudad de Rodonita. Al tocar el suelo las alas desaparecieron temporalmente. Salté para comprobar que seguían guardadas dentro de mí. Acerté.

Desayunamos en el refugio y me encontré con Floyd en la plaza central.

—¿Fascinante volar cierto? —dijo mostrando sus propias alas— también iré al viaje de fin de año.

—¿Y chispitas? —pregunté refiriéndome a Owen.

—Prefirió ir a visitar a su familia. Desde aquí se puede ver su casa, si la buscas con cuidado. Capuchino está con él. Me dijeron que no podía llevarlo a dónde iremos.

—Hola chicos —saludó Nora, poniendo un panecillo en mi mano y un vaso de leche en la otra. La que nos recibió en su casa la vez que pasamos la noche en este refugio.

—Hola, Nora —dije devolviéndole el saludo— ¿También irás al safari invernal?

—No tengo nada mejor que hacer. Mi madrastra no me quiere en casa desde que me vió cocinando con magia. Mucho menos querrá que pase la temporada. Y papá no tiene el carácter suficiente como para decirle que tengo derecho a pasar tiempo con él.

—Terrible —dije sin más para seguir comiendo.

—Como sea, oí que este viaje es más que solo unas vacaciones y que algo grande nos espera. Serán tres semanas llenas de diversión supongo.

Ya no éramos un gran grupo. Ahora éramos una pequeña población.

—¿De casualidad tienes una estimación de cuántos seremos al llegar? —le pregunté a Floyd.

—Varía entre setecientos y mil. El refugio de la capital es el menos poblado en realidad. De aquí partiremos unos ciento cincuenta. Más ustedes ya somos como trescientos. Suma a eso tres refugios más y que en uno de ellos se concentra la mayor cantidad de agentes.

—¿Cómo nos alimentarán a todos?

—Han de tener algún truco bajo la manga —aseguró la chica.

Después de que todos habíamos comido, despegamos de nuevo hacia el sur. A lo lejos pude avistar la ciudad de topacio y el castillo real. El mal recuerdo de la princesa obligándome a abrir ese cofre encantado y las fotos de mi madre. Aún estaba algo resentida con Gwendolyn. Pero sobretodo con el tío Leroy por haber abierto la boca. Sé que Jason no fué quien le contó a la princesa sobre nosotros porque él mismo a su corta edad trata de mantenerse alejado de los asuntos de la realeza.

Nos adentramos en la selva conocida como el área salvaje siguiendo a los agentes de élite, que eran unos treinta y cinco. Ya estábamos algo cansados y seguro que pensarás que volar no suponía ningún esfuerzo. Pues estás completamente equivocado.

Cuando aterricé fué como si mi cuerpo hubiera olvidado la existencia de la gravedad y el como caminar. Sentía las piernas como de gelatina y un dolor muscular en la espalda que me quedaba de maravilla. Me recosté sobre el suelo por un momento y conté mentalmente hasta diez. Cuando levanté la cabeza para observar a mi alrededor, pude apreciar la selva nocturna las rocas cubiertas de musgo en dónde crecían hongos como los vistos en aquella cueva, los árboles enormes llenos de hojas. Pude sentir como la temperatura había disminuido en nuestro viaje hacia el sur.

Caminamos más hasta llegar a un punto en el que se podían ver luces muy a lo lejos. Luces diferentes a los hongos o las muchas luciérnagas que habían por todo el bosque. Podía ver torres hechas con unos materiales petrificados, la vegetación enredándose en las torres y la luz azul de las flores luminiscentes. La estela azul iluminaba el bosque hasta cierto punto y dejaba una vista hermosa a los ojos humanos.

No fué, sino hasta que llegamos, que los agentes de élite explicaron lo que veíamos.

—En esta ciudad vivieron los primeros cristalences —dijo Strike en voz alta—, o más bien, los que conquistaron las tierras que ahora conocemos como la nación de cristal.

Se pudo escuchar a la gente de muy atrás que protestaba por no escuchar nada. Razón por lo que los otros tres agentes de élite —Azael, Morenyt y otra chica cuyo nombre desconocía— tuvieron que entregarle un megáfono. Creo que tampoco sirvió de mucho con todo el terreno que estábamos abarcando, pero al menos la gente dejó de quejarse tanto.

—Aquí vivieron los colonos de cristal —dijo Strike comenzando a caminar entre la multitud—. Cuando exploraron al norte, pudieron encontrar las cuevas con los cristales que funcionan como recurso mágico. Ahora usamos este sitio como campamento y es seguro estar aquí, pero hay ciertas cosas que deben saber. Ya casi son las siete de la noche, justo a esa hora despertarán los hermanos de Azael. No son peligrosos, pero eso no quiere decir que no debamos tener respeto. Así que nada de matar árboles ni arruinar la vegetación. Solo tomarán leña de los troncos caídos en el suelo y pidan permiso antes de tomar frutas de los árboles. De lo contrario, serán EXPULSADOS DEL CAMPAMENTO Y DEVUELTOS A LOS CAMPOS SIN NINGÚN EQUIPO DE EXPLORACIÓN.

Azael estaba a mi lado viendo su reloj, esperando la hora en que su "familia" despertara.

—En tres, dos, uno...

Sentí que algo cayó de un árbol tras de mí. Me volví hacia atrás para comprobar de qué se trataba. Esa fué la primera vez que tuve un ejemplo de lo increíblemente extenso que era el mundo que me rodeaba. Frente a mí, una chica de pelo verde como lo llevaba Azael en verano, con la piel marrón como el tronco de su árbol y las orejas puntiagudas. Sus ojos eran verdes y brillantes, llevaba un vestido rosa como las flores que adornaban su cabello.

—Oh, llegaron más temprano de lo que esperaba —dijo la chica pasando de largo hasta estar junto a su hermano— ¡Chicas, Azael ya llegó!

¿Nunca han visto a un grupo de chicas adolescentes corriendo hacia una celebridad y pidiéndole autógrafos? Pues eso era algo muy parecido a lo que sucedió. La diferencia es que la cantidad de chicas que saltaron de los árboles hacia el agente de élite era descomunalmente más grande. Incluso algunas salieron del musgo de arriba de las torres y saltaron hacia abajo. Muchas de distintos colores y olores. Una mezcla de olores de flores, musgo y hierbas medicinales invadió mis fosas nasales como si de una botella de alcohol se tratase.

Cuando por fin todas se acomodaron pude hacer una estimación de su número exacto. Eran alrededor de cien, ahora solo necesitaba una explicación detallada de quienes eran. El cabello castaño de Azael brilló volviendo a su color verde y unas azaleas también crecieron por todo su cuerpo.

—¡Hermanito! —gritó una.

—Elegido de la tierra —dijo otra.

—Chicas, chicas —las calmó Azael—. ¿No sería adecuado que se presentaran ante los nuevos?

—Buena idea —convino la primera que ví, la del vestido rosa— ¡Ejem! —fingió tos tomando el megáfono de las manos de Strike—. ¡Hola! Mi nombre es Azalea. Somos las ninfas de este bosque y por ende, hijas de la tierra. Así que los ayudaremos a instalarse y sobrevivir aquí. Sabemos dónde hay agua, tenemos comida por montones y antes de que lo pregunten, no todas somos chicas —después de eso último, miró hacia un lado y tomó mucho aire—. ¡Debes presentarte tú también, sopenco!

Una voz masculina se quejó desde arriba de otro árbol.

—¿Enserio tengo que bajar? —gritó desde alguna parte del bosque— ¿Que no me presenté ya el año pasado?

—Hay gente nueva, Sauce —explicó Azael.

—¡De acuerdo, ya voy! —respondió.

En un abrir y cerrar de ojos, estaba frente a mí un chico con el cabello verde, lacio y largo hasta la cintura, con la piel color corteza de árbol, las orejas puntiagudas y una rama a ambos lados de su cabeza como cuernos. Vestía un pantalón verde hecho de algún material orgánico y un suéter de la misma textura. Le arrancó el megáfono a Azalea y comenzó a hablar con una actitud muy seca.

—Soy Sauce y soy una dríade masculina. Lo que significa que soy básicamente el hombre de la familia. Somos yo y mis ciento veintiséis hermanas. Antes de que se instalen en el lugar, deben saber que ninguno de nosotros sabe sobre los humanos que vivieron aquí porque nacimos hace aproximadamente un siglo y la vez que vinieron unos tipos a revisar este sitio casi terminan matándonos a todos incendiado el bosque. Por suerte pudimos contactar con unas melíades que trajeron lluvia. El mensaje es, que no cometan un error parecido. Si necesitan ayuda espiritual, vayan al sauce y llámenme. Adiós.

Y tan rápido como apareció en el sitio, se fué de él. Al menos ya sabríamos dónde buscarlo.

—Sin más que decir —anunció Strike con el megáfono otra vez en su poder—, pueden construir su propia tienda de campamento con ayuda de las dríades o dormir dentro de las torres. Si eligen la segunda, tengan cuidado con serpientes y ratas. La mayoría de ustedes ha lidiado con Téras —así la gente de los campos llamaba a las bestias—, los animales de este bosque no son ni el diez por ciento de peligrosos, así que intenten no matarlos a menos que sea por comida estrictamente necesaria y con permiso de las dríades.

Todos comenzaron a moverse para conseguir sitio de descanso. Yo me pegué a Floyd, Vanessa y Nora como un lobo siguiendo a su manada. Conseguimos sitio en un lugar que debió ser una vieja herrería o sala de tortura. Dudaba entre las dos por el pozo de piedra volcánica que alguna vez fué lava y las armas petrificadas en las paredes y el suelo. Ya habían colchones viejos con un año sin usar que limpiamos y cubrimos con las telas que nos dieron las dríades.

Pude comer algo más antes de dormir. ¿Las dríades reunieron recursos durante todo el año para hospedar a mil destinados? Creo que sí. Y tenía ganas de saber cómo conservaron esa carne de ciervo, no sabía a conservantes ni a inyecciones. Y el zumo de frutas también estuvo delicioso.

Finalmente estábamos todos en nuestros colchones, listos para descansar de tantas horas de vuelo y pensar un poco.

¿Que estarían haciendo mi hermana en ese momento?

¿Cecil estaría con su hermano jugando videojuegos?

¿Oliver estaría extrañándome?

¿Cómo estaría todo después de tres semanas de viaje?

¿Cuál era el propósito de que yo haya llegado al planeta vida en primer lugar?

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