Parte 8.
Al día siguiente abrí los ojos debido a la luz que entraba por mi ventana. No había nadie a mi lado ni en la habitación, Elliot se había marchado dejándome completamente sola.
Mi primer pensamiento fue que se había largado con Natalie, pero mi cerebro desecho esa idea tan rápido como se me había ocurrido.
Fui al baño para ducharme a fondo, ya que en parte me sentía sucia. Al salir divisé una nota en la mesita de escritorio, al lado de mi cama.
Nos vemos más tarde, tengo cosas que hacer.
Ten cuidado y no te metas en líos.
Te quiero Eli...
Atte. Elliot.
¿Qué no me meta en líos? Ni que yo fuera como él.
Incluso con esos pensamientos sonrío al volver a leer la carta, no es que me parezca bien que ni siquiera me haya despertado, pero por lo menos se ha molestado en dejar una nota.
Salgo de la habitación cuando en ese mismo momento sale Natalie.
- Buenos días.- me dice con una inesperada sonrisa que no tengo el placer de devolver.
- Hola. ¿A qué tanta felicidad?- le digo lo más seca posible.
Realmente no estaba nada interesada, pero mis modales y la cortesía que me había inculcado mi madre me dominaban.
- Solo es que tuve una muy buena noche, ¿Cómo fue la tuya?
- No me quejo.
No quería concretar más de lo que ya había dicho.
- Créeme, como para que te quejes después de no dejar de gemir toda la maldita noche. ¿Estabas con Ethan?
- Eso no es asunto tuyo.
- Bueno yo estuve con Elliot, por si querías saberlo.
Yo sonreí de forma inconsciente, ya que era imposible. Elliot había estado conmigo, haciéndome sentir de maravilla mientras esta zorra se moría de envidia.
- Me alegro de que lo pasaras tan bien con él, hasta otro momento.- le dije antes de marcharme por el pasillo con la cabeza bien alta.
El solo hecho de que tenga que mentirme para sentirse bien al pensar que me hunde la vida me gusta. Lo mejor de todo es que me importaba poco lo que dijera y sabía que había mentido descaradamente.
A lo largo del día oigo rumores sobre Natalie y Elliot, cosas como que estás saliendo o que se escuchaban ruidos en la habitación por la noche. Mi mente empezaba pasarme malas jugadas. ¿Podría ser cierto algo de los rumores? Era imposible, el jodido Elliot había estado conmigo, la única que había gemido esa noche era yo.
Aun sabiendo la verdad sentía que parte de mi cordura se iba perdiendo con cada nuevo rumor y cada persona que sentía que me miraba. Me estaba quedando paranoica con todo esto.
En algún momento de todo esto me choqué con alguien, al alzar la vista reconocí a Luke, el cual se me quedó mirando extrañado.
- Elizabeth ¿no? Nos conocimos ayer.
- Sí.- dije con una sonrisa automática.- siento mucho haberme chocado contigo, no estoy en mi mejor día.
- Tranquila, la verdad es que yo tampoco. ¿Qué tal si vienes conmigo a la cafetería? Así podremos contarnos nuestras penas como dos muchachitas enamoradas.
No tuve otra opción que reírme sin control ante semejante estupidez, pero acepté y así fuimos a comer algo.
Mientras él devoraba un bocadillo y yo una magdalena de chocolate de las grandes nos hacíamos bromas. Luke me dijo que le encantaban las chicas con apetito y que no estén mirando todo el maldito tiempo cuantas calorías se echan al cuerpo. Yo por mi parte nunca había estado atenta a ese tipo de cosas y nunca pensé que alguien elogiara algo así.
De repente otra persona apareció en donde estábamos, yo no estaba segura de quien era, pero tenía una ligera idea que se confirmaría unos segundos después.
- Luke tío, hacía mucho que no nos veíamos.
- ¡Ethan!- dijo este alegremente mientras chocaban sus manos.
- Vaya, no sabía que conocías a Eli.
- ¿vosotros también os conocéis?
- Por desgracia.- salté yo sin pensármelo dos veces.
- Bueno Luke, ¿Sabías que Elliot y Natalie están saliendo?
- Lo que me faltaba.- dije en un tono más alto del que pretendía.- ¿queréis dejar eso ya? Elliot estuvo conmigo anoche.
Todo a mí alrededor quedó en silencio, las personas que por ahí transitaban estaban atentas a lo que decíamos nosotros.
Estaba cada vez más nerviosa pero la ira llenaba cada rincón de mi cuerpo y mente, así que me dio igual que se enterara medio mundo.
- Ya sabía yo que la estrechita de Eli se estaba creyendo la diosa del lugar. ¿Acaso crees que por haber follado con Elliot eres mejor que otros?
Mi cuerpo fue más rápido que mi mente por lo que cuando quise darme cuenta, vi a Ethan en el suelo, gritando y llamándome de todo menos bonita.
Luke me sacó de la cafetería antes de que hiciera alguna otra locura. Me llevó a un pequeño espacio entre dos de los edificios, donde empecé a darle patadas a lo primero que pillé.
- ¿Estás bien?
- CLARO QUE NO.- grité antes de hacer una pausa para respirar hondo.- Lo siento mucho Luke, no tienen la culpa de nada.
- Solo una pregunta de nada, ¿de verdad estuviste con Elliot anoche?
- Sí, estuve con él toda la noche, aunque cuando me desperté no estaba por ninguna parte.
- Quizás yo pueda ayudarte con eso. ¿Qué tal si lo llamamos a su móvil y le preguntamos?
- Puede que a mí me mienta y... no tengo su número.
- Yo sí que lo tengo.- dijo sacando su teléfono.
- ESPERA, mejor no lo llames.
- Ya es tarde.- dijo justo antes de que sonara el primer tono.
Mi nerviosismo aumentaba mientras que Luke estaba lo más tranquilo que nunca he visto a nadie. Un par de tonos más tarde descolgaron al otro lado del teléfono.
- ¿Luke? ¿va todo bien?
- Bueno, ¿si con bien quieres decir que tu chica la lía por donde pasa? Sí, todo va de puta madre.
- ¿Elizabeth está bien? ¿ha salido herida?
- Estoy bien, el que ha salido herido es Ethan.- dije yo tomando a Elliot totalmente por sorpresa.
- ENSERIO, esa es mi chica.- respondió antes de reírse con todas sus fuerzas.
- ¿Dónde estás, tío?
- Estoy en mi casa, mi madre me llamó esta mañana diciendo que era urgente.
- ¿Ha pasado algo?- pregunté adelantándome a Luke.
- Tranquila mi lady, solo son negocios. Prometo que estaré de vuelta dentro de unas 3 horas.
- De acuerdo.- dije con resignación al darme cuenta de que pasaría otro buen rato sin verlo.
Luke y Elliot se despidieron y colgaron los teléfonos, cortando toda comunicación.
- ¿Te ha llamado mi lady?
- Sí, es una mala costumbre que tiene.
Luke se rió de mí y yo por mi parte le di un codazo amistoso antes de unirme a sus encantadoras carcajadas.
El resto de la tarde fue medianamente normal hasta que me encontré de nuevo con Ethan. Era lo único que me faltaba ese día, volver a verlo.
Cuando el notó mi existencia se sorprendió y sin pensarlo se puso en pie, justo en frente de mí. Me miraba con una cara que haría retroceder a cualquiera que se atreviera a hablarle.
- ¿Me dejas pasar?- le pregunté sin ganas de pelea.
- ¿Qué te deje pasar? ¿Estás loca? Claro que no te dejo, me debes una... y grande.
- No te debo nada, seguro que tienes a una mejor para desahogarte.
- Ninguna a la que le tenga tantas ganas como a ti.
- Déjame en paz, Ethan.
- Vamos, Elliot no está hoy para sacarte las castañas del fuego. Nadie te ayudará hoy.
- ¿Estás seguro?- dijo una voz al fondo del pasillo.
Elliot se acercaba a nosotros a pasos agigantados y con los ojos llenos de ira, parecía que mataría a Ethan en ese mismo instante.
Este se fue echando humo dejándome de una maldita vez.
- Muchas gracias, Elliot, ¿no te cansas nunca de salvarme?
- Para nada, siempre es un placer salvar a mi dama de un apuro.
- No soy ninguna dama.- le dije con un gesto de enfado.
- Yo no lo diría así, braguitas de fresas.
- No se te ocurra volver a decir eso en voz alta.
Él se partió de risa delante de mí. Era una sonrisa encantadora pero aun siendo tan cautivadora no llegó a sus ojos, los cuales reflejaban un gran pesar.
- ¿Va todo bien?- le pregunté realmente preocupada.
- Sí, bueno, mi visita ha provocado un gran revuelo en casa, mi hermano menor casi me mata a preguntas y el mayor me cargó de trabajo de la empresa.
- Vaya... tu hermano mayor asusta.
- No te haces una idea.
El resto del día fue más bien pacífico, sin trabas ni encuentros desagradables.
Una vez en mi habitación, Elliot estaba más raro de lo normal, no se metía conmigo ni hacía bromas sobre mi conducta.
- ¿Tengo monos en la cara?- me preguntó medio en burla.
- No es eso, es que te noto raro desde que volviste y si te soy sincera, pensé que me habías abandonado.
- No me pasa nada nena... y que se te quite de la cabeza eso de abandonarte, nunca haría algo asía a no ser que fuera por algo de fuerza mayor.
No estaba segura de si debía creerme todo eso, pero la mirada de Elliot era totalmente sincera, y si es verdad eso de que los ojos son el espejo del alma, esta también estaba siendo sincera conmigo.
Pasamos el rato viendo una película bastante buena, de acción y esas cosas. Nunca me había interesado ese género cinematográfico, pero le estaba cogiendo el gustillo.
Varios días después nos dieron los temas que debían seguir las piezas del concurso al que nos había inscrito el profesor de orquesta y nos pusimos a ensayar en cuanto decidimos lo que íbamos a tocar el día de apertura.
Tras una semana en la que pasamos casi todo el santo día en la misma sala de ensayos y las noches en la misma cama, alternando entre nuestras habitaciones, comenzó el concurso. El día de la apertura quedamos primeros y cuando esa jornada terminó, mi madre fue corriendo a donde estaba.
- Me siento muy orgullosa hija mía.- me dijo en un fuerte abrazo.
En ese momento Elliot se acercó también a mí sin saber que estaba con mi querida progenitora.
- Eli, has estado fenomenal, tenemos que seguir así.- dijo este antes de fijarse en mi madre.- lo siento, ¿interrumpo algo?
- Elliot, esta es mi madre, mamá, este es Elliot Scott.
- Scott, el apellido me resulta familiar.
- Es que es el hijo de tu jefa en el banco.- solté yo como quien no quiere la cosa.
- NO FASTIDIES, un placer conocerte jovencito.
- El placer es mío, señora Greene, tenía muchas ganas de conocerla después de que Elizabeth me contara que es muy cariñosa y agradable. He de admitir que por un instante no pensé que fuera su madre, más bien parece su hermana.
No podía creer que Elliot intentara camelarse a mi madre, ella no caería con algo como eso.
- Oh, que chico tan educado.- dijo ella mirándome con esa cara tan típica de ella que me decía que me "juntara" con Elliot.
- Cualquier cosa sería poca para usted.
- Tutéame, por favor.
- Por supuesto, será un placer en cuanto me diga su nombre.
- En ese caso, llámame Ann, tu eres Elliot, ¿no? Es que soy malísima para los nombre.
- Sí madre, se llama Elliot.
- Supongo que estáis ocupados, me voy ya, suerte mañana chicos.
Cuando mi madre se fue, mi acompañante la elogió hasta la saciedad. Me dijo que se parecía mucho a mí en comportamiento, aunque también que teníamos muchas diferencias en cuanto a físico.
Al finalizar todas las jornadas anunciaron que los ganadores del concurso éramos nosotros, en un ataque de felicidad extrema Elliot me besó cuando nos dieron el premio, justo cuando estábamos en el punto de mira de todos los presentes. Ese día conocí a su madre y a su hermano menor.
Su madre parecía era y parecía una mujer de negocios bastante dura, pero en cuanto habló dio una imagen jovial y divertida, sobre todo porque pensó que su hijo y yo manteníamos una relación totalmente formal. Mantuvimos eso debido a la euforia y alegría que parecía producirle. Por otra parte, su hermano menor era el típico adolescente que no se quita los cascos ni para dormir... solo dios sabía qué tipo de música estaba escuchando.
La madre de Elliot apartó a su hijo para un asunto importante y yo que quedé allí, sola con su hermanito.
- Tocas es violín muy bien.- me dijo para mi sorpresa.
- Muchas gracias, esto...
- Alex. ¿Tú eres Elizabeth, no?
- Prefiero que me llames Eli, es un placer conocerte Alex.
- Seguro que mi hermano no te lo ha dicho pero, bueno... yo también toco el violín, aunque en otra academia.
- Me alegra saber que también te apasiona tal instrumento, seguro que eres muy bueno.
- Que va, soy bastante mediocre, nada comparado contigo.- me respondió con una sonrisa muy semejante a la de Elliot.
Alex tenía unos 14 años y era casi tan agradable estar con él como con su hermano mayor, aunque este no se reía de mí tanto como Elliot.
Unos minutos más tarde mi querido pianista incomprendido volvió con una mirada más oscura que con la que se fue, me agarró por el brazo y me sacó de allí tan rápido que apenas pude despedirme de Alex y de su madre.
Y así pasó un mes de lo más extraño, cada día que pasaba Elliot me trataba con más frialdad y se distanciaba de mí a pasos agigantados.
Yo por mi parte tenía una sorpresa para él, para que olvidara lo que le tenía preocupado y volviera a ser el mismo conmigo. Me había presentado a un evento de canto más popular de la academia y tenía pensado cantar la canción que escuche el mismo día en el que conocí a Elliot en el pasillo. Ahí no acababa todo, también pensaba dedicársela abiertamente delante de todos, rezaba cada día porque no se enfadara y que todo acabara tan bien como me lo imaginaba.
La noche anterior al evento Elliot se negó a dormir conmigo con la excusa de que estaba ocupado y no quería molestarme, lo cual fue muy decepcionante.
Si hubiera sabido que el día siguiente sería mi último día de felicidad habría insistido muchísimo más.
Cuando la mañana llegó y no había dormido nada y por primera vez en mi vida utilicé maquillaje para tapar las ojeras que se me habían formado durante la noche. Tenía mucho sueño, pero al no estar con Elliot no pude cerrar los ojos.
Unas horas antes de que el recital comenzara me encontré con Luke. Este me preguntó si Elliot y yo nos habíamos peleado ya que lo había visto como un alma en pena los días anteriores. Le expliqué que no tenía ni idea de lo que le pasaba, por lo que no le dio mucha importancia y me deseó suerte en el evento.
Justo antes de subirme al escenario Elliot me paró y me confirmó que mi mayor miedo, recién descubierto, iba a hacerse realidad.
- Elizabeth, voy a tener que irme una larga temporada.
- ¿Acaso te vas de vacaciones?
- Ojalá solo fuera eso, pero no, tengo que mudarme a Inglaterra, no podré volver en unos años.
- No puede ser.- le dije entre sorprendida y a punto de llorar.
- Lo siento muchísimo, si hubiera otro modo de hacer esto...- en ese instante la voz del único chico del que de verdad me he enamorado se quebró.
- Bueno, si no hay otra opción...- no pude terminar esa frase, pero la siguiente me decidí a decirla antes de que me llamaran.- Te quiero, Elliot.
Subí a la tarima y expliqué a los que se habían congregado que iba a cambiar la canción por otra, la cual era muchísimo más pausada y triste. También omití toda la sorpresa que había preparado para mi único amor, que estaba a punto de abandonarme. Canté dernière dance de Indila.
LETRA EN ESPAÑOL:
Oh mi dulce tormento,
¿Por qué vuelves de nuevo a ensañarte?
No soy más que un ser sin importancia
Sin él, estoy un poco paranoica
Deambulo sola en el metro
Un último baile
para olvidar mi pena inmensa
Quiero escapar, todo para empezar de nuevo,
Oh mi dulce tormento
*Remuevo el cielo, el día y la noche
Bailo con el viento, la lluvia
Un poco de amor, un poco de miel
Y bailo, bailo, bailo, bailo, bailo, bailo
Y en el ruido, corro y me da miedo
¿Este es mi turno?
Viene el dolor
en todo París, yo me abandono
y vuelo, vuelo, vuelo, vuelo*
Sin esperanza
en este camino en tu ausencia
Aunque curré duro, sin ti mi vida no es nada más que un brillante decorado, vacío de sentido
*estribillo*
En este dulce tormento
en la que he pagado todas sus ofensas
Escuché lo inmenso que es mi corazón
Soy un niña del mundo
*estribillo*
Y esa fue la última vez que yo me sentí viva. Lo único que quedó dentro de mí fue el tacto de sus manos y la música. Había días en los que simplemente me dedicaba a todas todas las piezas que habíamos interpretado juntos, con la esperanza de que mi corazón no se rompiera, pero no funcionó.
Cuando él desapareció justo después del recital mi corazón y alma se fueron tras Elliot, dejándome vacía por dentro. Mis noches fueron un infierno, la escena de Elliot diciéndome que tenía que irse se repetía como un sueño en bucle y me despertaba llorando o con la almohada empapada. Había días en los que no dormía para evitar recordarlo, pero eso tampoco dio resultado.
Él se había ido y yo había muerto por dentro. Me preguntaba cada día que estaría haciendo y si se sentía igual que yo, aunque lo dudaba, me alegraba pensar que cabía la posibilidad de que se acordara de mí. Había veces en las que me imaginaba que los dos pensábamos en el otro al mismo tiempo.
Mi madre intentaba consolarme de todas las maneras que sabía e incluso creo que se inventó algunas nuevas, pero ninguna dio resultado y yo seguí como un alma en pena. Escuché la canción que sonaba en el coche de Elliot el día de nuestro primer beso hasta saciarme, guardé todos los recuerdos que conservaba de nuestros encuentros en lo más profundo de mi mente para que no se dañaran.
De repente, un día como otro cualquiera, sonó mi teléfono, no conocía el número, pero aun así contesté.
- Buenas. ¿Con quién hablo?
- Pensé que no me cogerías el teléfono.- dijo alguien con cierto acento inglés al otro lado del teléfono.
- ¿Elliot?
No podía estar más sorprendida que en ese momento, no tenía ni idea de cómo había conseguido mi número, pero por un momento volví a sentirme viva, como si nada hubiera pasado.
- ¿Cómo has...
- Me lo dio Luke, no sabía que tuviera tu número, pero me dijo que te llamara y me lo envió en un mensaje.
- ¿Cómo te va todo por allí?- le pregunté aguantando mis lágrimas, las cuales, por primera vez en mucho tiempo, eran de felicidad.
- Aquí hace un frío que pela, creo que pronto nevará, ¿por ahí que tal?
- Bueno, el tiempo está bien aunque yo no estoy en mi mejor día.
- Yo tampoco es que esté muy bien, dentro de poco tendré que llevar el negocio de mi madre, ella quiere retirarse. He tenido que dejar la música un poco de lado, aunque sigo tocando de vez en cuando.
- Yo estoy a punto de terminar mi segundo año, seguiré a ver si puedo sacar algo de ello.
- Con tu talento te será fácil. Lo siento pero tengo que colgar, me alegra haber podido oír tu voz aunque fuera solo por un momento, volveré a llamarte, lo prometo. Por cierto, te mando una foto del paisaje de aquí.
Elliot colgó a toda prisa y poco después recibí la foto. Él salía con una gran sonrisa, su pelo había crecido un poco y llevaba perilla de un par de días, estaba aún más guapo de lo que recordaba, si cabe. Le mandé una foto mía, claramente intenté que no saliera mi cuerpo, ya que desde su partida había bajado muchísimo de peso y estaba casi en los huesos, me maquillé para no parecer tan raquítica y para disimular mi aspecto demacrado.
Esperé durante meses a otra llamada, incluso lo llamé varias veces, pero no volví a saber de él en mucho tiempo.
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