Parte 6.
Cuando llegamos a la academia fuimos directamente a mi habitación porque Elliot dijo que no quería ir a la suya. Al final le convencí para que fuéramos, puesto que estaba siendo terco incluso con el hecho de cruzar el pasillo.
Al llegar me puse el pijama en el baño de su cuarto y estuvimos hablando un poco sobre lo del concurso, se nos notaba emocionados por la oportunidad que el profesor nos había brindado.
En algún momento, no sé cuál, acabamos hablando de la familia.
- Tu padre era profesor de piano, ¿no?- me preguntó Elliot.
- Sí, él fue el que me motivó a aprender algo sobre música, pero cuando llegó el momento de enseñarme nunca estuvo.
- Vaya, que mala pata.
- Para nada, si no hubiera aprendido a tocar el violín nunca hubiera estado aquí y tampoco te conocería en este momento.
- Lo ves de una manera demasiado positiva.- me dijo con una sonrisa que no pude resistir devolverle.
- Lo veo como es.- le respondí mirándole fijamente.
- ¿Y tu madre?
- ¿Mi madre? Ella es muy sobreprotectora conmigo ya que soy hija única. Es la directora del banco más grande de la ciudad.- tras una pausa más larga de lo que me gustaría admitir por mi parte añadí.- bueno ya hemos hablado bastante de mi familia, ¿qué hay de la tuya?
- Mi padre es concejal de no sé qué jilipollez y mi madre es la fundadora de Banks & Co.
- Mi madre trabaja en una sucursal de Banks &Co. ¿quieres decir que tu madre es la jefa de la mía?
No podía estar más sorprendida de lo que estaba ahora mismo, no creo que la madre de este chico que al principio parecía tan distante y creído pero que resultó ser la persona más humilde y duce de este planeta sea el hijo de la jefa de mi madre.
- Eso parece, el mundo es un pañuelo.- dijo el tranquilamente, aunque con una mirada fría y tan distante que dejaría atrás la de la primera vez que nos vimos.
Poco después dejamos la conversación, ya que a los dos nos perjudicaba hablar de las cosas que tenían que ver con los familiares.
Antes de irnos a dormir, Elliot me pidió que le tocara algo con el violín, el cual había llevado al cuarto por si se daba la ocasión. Respondiendo a su petición lo saqué del estuche, le di un par de ajustes en lo que a afinación se refiere y le pregunté si tenía alguna pieza que quisiera escuchar. Elliot dijo que cualquiera que fuera tranquila iría bien, por lo que comencé una interpretación elegante y sentimentalmente adecuada de la suite nº 3 de Johann Sebastian Bach.
Cuando la interpretación terminó, me fijé en que Elliot estaba profundamente sumido en sus pensamientos, así que cuando coloqué el violín en su lugar de descanso me acerqué a él y o saqué de sus cavilaciones.
Mi pianista incomprendido relajó su expresión nada más verme, lo cual me dio esperanzas al pensar que a lo mejor había encontrado a esa persona especial con la que sueñas al escuchar la original de Para Elisa de Beethoven.
Unos momentos más tarde nos quedamos dormidos en la cama de Elliot, cada vez que me movía un poco, él se ajustaba a mí para tenerme lo más cerca posible. En ningún momento me sentí incomoda o atrapada, de hecho daba gracias por poder dormir con él esta noche, después de un día de ensueño y un beso que nunca olvidaré.
A la hora en que el sol amenazaba con seguir molestando a no ser que abriéramos los ojos sentí una mano en mi espalda, formando pequeños círculos que me dieron escalofríos agradables y maravillosos. Recé para que no terminaran pero Elliot me despertó suavemente. El girarme para decirle buenos días me besó inesperadamente, algo que nunca había vivido y que no me importaría que pasara más a menudo.
Nos vestimos para ir a clase, durante casi toda la mañana no nos vimos ni un momento, él tenía sus clases de piano y yo estaba preparando una pieza para la clase de violín.
A la hora del descanso fui a la cafetería, donde me crucé con Ethan, algo que no pasaba desde lo del asalto en la puerta de mi habitación. Evité mirarle a la cara, pero no tuve éxito. Él se empeñó por todos los medios en pararme en medio del pasillo.
- Hola Elizabeth, ¿Cómo te va?- me preguntó con la misma sonrisa con la que le conocí.
Esa sonrisa ahora me parecía más repugnante que encantadora. Su aspecto no había cambiado en absoluto, seguía siendo guapísimo, pero de alguna manera ya no me parecía tan bueno ni tan dulce. Ahora le miraba con otros ojos, como si fuera un delincuente y un pervertido machista sin remedio.
- Pues hasta hoy me iba muy bien, ¿Por qué lo preguntas?
- No seas tan dura conmigo. Mira, quería disculparme por lo que pasó esa noche, no estaba en mis cabales y había bebido.
- Entiendo que no estabas en plenas facultades, pero no entiendo por qué tuviste que venir a mí para soltarme todo aquello. Ya no veremos, por desgracia. Adiós Ethan.- dije yéndome por el pasillo sin miramientos.
Noté durante un momento la mirada de Ethan en la nuca, posiblemente me estuviera siguiendo con la mirada.
Poco rato después, vi a Elliot hablando con otro chico de segundo, "por lo visto tiene amigos al fin y al cabo". Al parecer la conversación era divertida y jovial.
Yo por mi parte tenía que pasar justo por delante de ellos, por lo que seguí caminando.
Elliot me llamó justo cuando pasaba por delante de su campo de visión.
- Eli, ¿Qué tan tu clase de violín?
- Tan aburrida y básica como siempre. ¿Y tus clases?- le pregunté más interesada de lo que quisiera admitir.
- Según el profesor he mejorado mucho y todo eso te lo debo a ti.
- No es para tanto Elliot.- le dije avergonzada por el halago.
En ese momento el amigo de mi pianista incomprendido le dio un pequeño golpe en el brazo. Era uno de esos toque que se dan los chicos como diciendo "¿no me la presentas?"
En ese momento Elliot le dedico una mirada de pocos amigos a su compañía, pero tuvo a elegancia de presentarnos.
- Un placer.- me dijo Luke muy amablemente.
- El placer es mío.
Estaba sorprendida de la amabilidad de este chico, aunque algo en su mirada hacia que una parte de mí fuera reticente a querer conocerlo más a fondo.
- ¿De qué conoces a esta chica tan simpática?- le preguntó Luke a Elliot.
- De la clase de orquesta, ella me enseñó a coordinarme mejor con otros músicos.
- Vaya eso tiene mucho mérito.
- Anda ya, tampoco es que fuera manco.
Ellos empezaron a tener una de esas discusiones de chicos que te hacen pensar que en cualquier momento se la sacan para ver quien la tiene más grande.
Desde mi punto de vista todo era tan divertido que no tuve otra opción que echarme a reír sin control alguno. En ese momento estos dos "machitos" pararon su absurdo parloteo y se quedaron mirándome, Luke me observaba divertido mientras que Elliot tenía más bien una mirada ensoñadora.
Más tarde, cuando las clases finalizaron fui de nuevo a la cafetería para merendar cualquier cosa y tomar mi té favorito. Allí vi algo que me sorprendió más de lo que quisiera decir en voz alta, digamos que me quedé en shock ante semejante escena. Vi a Elliot con Natalie, no hablando, sino dándose uno de esos besos que cortan la respiración. Al muy imbécil no parecía disgustarle, de hecho, parecía estarlo disfrutando a base de bien.
Aun así entré con toda mi cara bonita, pasando justo por delante de él. Elliot paró en ese mismo instante, sabía en su interior que había hecho algo que para mí era imperdonable.
- Eli yo...- me dijo mientras agarraba mi mano para que no me escapara.
- No te cortes por mí, puedes hacer lo que quieras con tu vida, pero no con la mía.
Cuando terminé de dejar las cosas claras por mi parte me solté de la mano de Elliot y seguí mi camino, aunque esta vez hacia la puerta.
No sé qué me había hecho pensar que soportaría la presión que se había formado en mi pecho cuando vi eso. Creí que podría hacerme la fuerte ante ese tipo de cosas, después de no haber llorado en años esta era la primera vez que las lágrimas amenazaban con recordarme que tengo corazón. Fui a los baños, me encerré en uno de los compartimentos y lloré como nunca antes había llorado.
Unos minutos después oí una voz que venía desde fuera de mi escondite.
- ¿Hola? ¿estás bien?- decía una voz femenina desde fuera.
- Sí, todo va bien, gracias por preocuparte.- respondí ahogando un sollozo.
Cuando salí del compartimento vi a una chica de segundo fuera, llevaba un pañuelo en la mano, el cual me tendió para que me secara la cara.
- Gracias.- le dije con la voz entrecortada.
- No hay de que, soy Bea.
- Un placer conocerte, soy Eli.
- Si quieres puedes contarme lo que te ha pasado Eli, te escucharé encantada si eso puede ayudarte.
Tras contarle todo lo que había pasado, Bea echaba humo por las orejas mientras me aseguraba que Natalie era una chica con la que tener cuidado. Me dijo que la zorra esa se especializaba en robar chicos que estuvieran medio enamorados y que posiblemente Elliot no tuviera culpa. También me contó que la madre de mi pianista incomprendido y su madre eran amigas de la infancia, por lo que ellos también se conocían desde hace tiempo. Por lo visto ella sabía cómo era Elliot de verdad, ignorando por completo al idiota que parecía a veces, era muy agradable hablar con ella ya que no era superficial ni nada parecido. Además tocaba la viola, por lo que era normal que nos lleváramos bien.
· Nota informativa.: Una viola es como un violín pero un poco más grande y emite un sonido algo más grave. La viola es considerada el primo más cercano al violín.
Al volver a mi habitación de alguna manera me encontraba más tranquila y todo era gracias a Bea. Me había decidido a que la próxima vez que viera a Elliot le dejaría explicarse, ya que todo el mundo merece en beneficio de la duda.
En medio de mis pensamientos alguien tocó en la puerta. Fui rápidamente con la esperanza de que fuera el mismo chico que anoche me estaba besando en la playa mientras caía la noche, pero en vez de ver a Elliot me encontré con Natalie.
- ¿Qué quieres?- le dije más seca de lo que he sido nunca con alguien de mi mismo género.
- Quería que supieras que Elliot me ha pedido salir, así que te agradecería que te alejaras de él en todo momento, ahora es mío.
Sus palabras llegaron a lo más honde de mi corazón, el cual con cada silaba que salía de su boca se rompía un poco más. No podía creerlo, no quería creerlo, después de todo lo que había pasado, después de que tocáramos de aquella manera, de que se colara en mi cuarto, de que me tratara así de bien, de que me salvara de Ethan aquella vez y de que me besara con tanta dulzura y pasión la noche anterior. Ese beso que ahora parecía tan lejano en el fondo de mis pensamientos.
Después de unos momentos en los que todas aquellas ocasiones hermosamente perfectas pasaban por mi mente como si fuera un álbum de videos guardados como oro en paño, pude responderle a este bicho que se empeñaba en hacerme la vida imposible.
- Pues que te vaya muy bien con él, pero lo único que te prometo es que si él es el que se acerca a mí yo no voy a rechazar su compañía. Que pases una buena tarde Natalie, adiós.- le dije cerrándole la puerta en las narices y escuchando sus pasos al entrar en su cuarto.
Después de eso me deslice hasta quedar de espaldas a la pared, sentada en el suelo y volviendo a llorar hasta quedarme sin lágrimas. Cuando el dramatismo desapareció fui hacia el cuarto de baño. Tenía una imagen horrible, los ojos rojos e hinchados me daban una imagen demacrada, hasta yo me daba pena a mí misma.
Volví a escuchar como llamaban a mi puerta, esta vez alguien con más fuerza e ímpetu en que le abrieran. Por un momento pensé en que pasaría algo malo, hasta que escuché la voz de Elliot suplicando que le abriera, lo cual hice sin vacilar a pesar de mi aspecto.
- Gracias a dios que me abres, pensé que no querrías ni verme.- me dijo con un aspecto casi tan penoso como el mío.
Él no había estado llorando ni nada, pero parecía desesperado y lleno de contrariedades que seguramente yo ni comprendería. No sabía que pasaría, pero le dejé pasar a mi cuarto.
- No me malinterpretes, solo quiero que te expliques.
- Eso es más que suficiente.- dijo más seguro que lo que yo esperaba que estuviera.- te juro que ella se me echó encima, yo no hice nada malo, lo siento muchísimo de verdad, nunca te haría daño, te quiero Elizabeth.
Me quedé congelada, petrificada por esas palabras que mi cabeza no era capaz de procesar. Ese te quiero cruzó mi mente varias veces, haciendo eco hasta que lo asimilé. Aunque todavía no sabía cómo actuar ante esa situación solo fui hacia él y lo abracé como si me fuera la vida en ello.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro