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Parte 12.

Al día siguiente, Elliot me despertó temprano, apenas eran las 7 de la mañana.

Alex se quedaría solo en casa mientras el juicio se celebraba, yo sería mi propia representante legal y si no recuerdo mal Hugo no tenía abogado, por lo que se le asignaría uno de oficio.

Mi madre se había enterado de algún modo y estaba en el mismo salón que nosotros a la espera de que todo empezara.

Presenté fotos, sacadas por la policía el día que fui a denunciar, como prueba de los abusos físicos. De los sexuales no tenía ninguna prueba, pero el juez lo dio por hecho.

Mi as en la manga fue Elliot, el cual había sido testigo de uno de los ataques y me había ayudado a salir de la situación.

Vi la cara de mi madre al vernos juntos, estaba sorprendida pero también feliz de verme luchando por mi vida, con ganas de ser feliz y dando oportunidades a las causas perdidas.

Al terminar el juicio mi madre vino hacia mí nada más atravesar la puerta.

- Mi niña, ¿Por qué no me dijiste por lo que estabas pasando?

- No quería preocuparte, además, Elliot se ha encargado de todo.- le dije sabiendo lo que ella le había dicho aquella vez en el banco.

- Hola, Elliot. Siento mucho lo de aquel momento, no pensé que...

- No se preocupe, todos cometemos errores, yo el primero.- dijo mi pianista incomprendido agarrándome de la cintura.

- Prométeme que esta vez la vas a cuidar bien.- le soltó mi madre.

- Mamá...

- Lo prometo.- me interrumpió Elliot levantando la mano derecha.

Tras esa breve conversación fuimos a casa, pero no sin antes pasar por un lugar de comida para llevar y comprar pizza.

Cuando entramos al ático de Elliot, Alex estaba tocando el violín de forma torpe, creo que intentando practicar una pieza totalmente desconocida para él. Reconocí la pieza, era la que yo había tocado el día anterior, me entró la risa floja, ya que el pequeño intentaba ponerse a mi nivel.

- No te rías, es una partitura complicada.- me dijo Alex refunfuñado.

- Lo sé.- le respondí.- si quieres luego te enseño y la podemos tocar juntos.

- ¿Me permitís que os haga el acompañamiento?- preguntó Elliot.

- No creo que estés al nivel, admite que te has oxidado.- le dije en tono burlón.

Elliot me sacó la lengua como si de un niño enfadado se tratara y Alex nos miraba extrañados. Comimos y me puse con el pequeño a practicar la pieza mientras el mediano de los Scott trabajaba en su despacho.

Alex y yo intentábamos contar cuantas llamadas recibía en una hora, pero nos resultó imposible, ya que más de una vez hablaba con dos personas, por distintos teléfonos, sin perder el hilo de ninguna de las dos conversaciones.

Cuando Elliot salió le dijo a su hermano que un tal Austin vendría a pasar unos días. Yo por mi parte pensaba que esto empezaría a pareces un hotel más que una casa, hasta que Alex me dijo que era el mayor de los hermanos el que venía.

Ahora tendré que lidiar con un desconocido hermano de Elliot que, según Alex, da miedo. No logro hacerme una imagen de cómo será y eso me pone muy nerviosa.

- ¿Cuándo viene?- pregunto casi temblando.

- Dentro de dos horas.

Nada más recibir la noticia corro hacia la habitación para ducharme vestirme y arreglarme el pelo, incluso me maquillé un poco. Quería dar una imagen adulta y refinada para que no se hiciera una mala imagen de mí, me daba miedo lo que Austin pudiera pensar.

Poco después de terminar de prepararme llegó un caballero vestido de traje y cara seria. Aunque da una imagen de viejo amargado se nota que es joven, por la cara más que nada.

Elliot lo saludó con un apretón de manos más propio de un socio que de un familiar. Alex por su parte lo abrazó y le dio la bienvenida, antes de que los ojos de su hermano se posaran en mí.

- No sabía que tenías una nueva ama de llaves.- dijo Austin.

- Es mi invitada, no seas descortés con ella, hermano.- le replicó Elliot.

- Oh, disculpa, un placer conocerte, soy Austin.

- Elizabeth.- respondí con un leve movimiento de cabeza.

- Tienes carácter.

- No lo sabes tú bien.- dijo mi pianista incomprendido por lo bajo.

Austin fue a la habitación adicional y descansó buena parte de la tarde ya que al día siguiente tenía no sé qué de una reunión.

Yo por mi parte me volví a incorporar al trabajo, del que ya me había escaqueado bastante. Tuve que quedarme hasta tarde ya que todo el papeleo se acumulaba en mi mesa más rápido de lo que puedo procesar.

Al salir me encontré con lo que parecía una discusión de enamorados, reconocí a uno de los involucrados como el hermano mayor de Elliot, algo que me sorprendió.

Cuando la chica se fue me acerqué con curiosidad.

- ¿Va todo bien, Austin?- pregunté preocupada.

- No es asunto tuyo, por cierto, ¿Qué haces aquí?

- Trabajo como abogada, si necesitas alguno en ese edificio hay muchos que son buenos en lo que hacen.

- ¿No me recomiendas tus servicios?

- No represento a los que me llaman criada nada más verme, pero si me necesitas estaré en casa de Elliot, adiós.

- ESPERA, te llevo yo.- me dice totalmente serio.

- Gracias, pero sé ir yo solita.

Al entrar en tan magnifica vivienda veo a Elliot en la mesa de la cocina con el portátil y las manos en la cabeza, se le ve frustrado. Voy a por el violín y comienzo a tocar lullaby, no sé de qué autor es, pero es una nana con la que yo siempre me quedaba más tranquila. Veo como el hombre más guapo que conozco se va relajando poco a poco, mirándome con una amplia sonrisa que deja entrever sus hermosos dientes.

- Gracias, siempre sabes lo que necesito.- me dice.

- No siempre. Solo pensé que te vendría bien relajarte.

- Estoy hasta los huevos de todo esto, por lo visto un capullo ha demandado a la empresa por afligir abusos a los empleados.

- No puede ser, eso debería haber pasado por mi despacho.- dije sin poder juntar las piezas a pesar de ser tan obvias.

- Mañana lo arreglaré, hoy no puedo más.

- Tranquilo.- dije sentándome en su regazo y cerrando el ordenador.

Antes de que lograra decir una palabra más me besó con tanta desesperación como pasión, necesitaba aquello, lo deseaba tanto como yo. La falta de aire se hizo presente y tuvimos que separarnos a regañadientes, aunque tras coger aire volvimos a juntar nuestros labios.

Elliot hizo el beso más profundo introduciendo su lengua lentamente en mi boca, estaba explorando con cuidado. Uní la mía al baile y nos propusimos poner nuestra alma en un juego en el que las palabras sobran.

Pocos minutos después estábamos en la cama, reticentes a separarnos. Sin ganas de poner freno a todo esto, Elliot me quitó la blusa, desabrochando los botones demasiado despacio. Mi cuerpo lo desea y el suyo me desea a mí. Tras quitarme la blusa ataca a mi sujetador, algo más grande que el anterior, esta vez en uno talla 100 copa D.

- Esta sorpresa es aún mejor que la última vez, mi lady.

- Para de una vez.- le respondo con una sonrisa.

- No podría para ni aunque quisiera.- me dice haciendo una pausa antes de continuar.- cierra los ojos.

Eso hice, cerré los ojos mientras Elliot me besaba suavemente, de repente no noto sus labios hasta que su aliento roza mi cuello, haciendo que me olvide de su boca. Me empieza a lamer y morder suavemente un lateral del cuello y yo, por mi parte, no puedo evitar suspirar más fuerte que antes.

Como si eso no le bastara, Elliot baja sus manos, por mi torso desnudo, con una suavidad y un cariño que nunca había esperado de él. Tras sus manos fue su boca, dándome besos por los lugares que están a su alcance.

Su lengua alcanzó mi pezón, el cual comenzó a lamer y morder suavemente, pasó su mano por mi mejilla y una imagen de Hugo la primera vez que me agredió pasó por mi cabeza. De repente mi pianista incomprendido se separó de mí y yo abrí los ojos.

- Lo siento muchísimo.- dijo Elliot mirándome fijamente.

- ¿Por qué te disculpas?

Se acercó a mí y me pasó el dedo por la mejilla, con toda la delicadeza posible, luego me lo mostró para indicarme que estaba llorando.

- A que tiene que disculparse soy yo. No quería recordar nada de eso, pero no ha sido posible.

- Soy yo el que te ha hecho recordarlo.- dijo agachando la cabeza.

- Elliot, por favor, yo no quería que pararas.- me acerqué a él.- tú no eres él, no me harás daño.

- ¿Cómo estas tan segura?

- Hasta el momento eres el único chico del que no me arrepiento haberme enamorado, te conozco y te pesaría más a ti que a mí que me hicieras daño.

- Ahí tienes razón.- me dijo antes de besarme de nuevo.

Le agarré del pelo para demostrar mi deseo, para intentar fundirme con él en ese momento.

Mientras seguía besándole bajé mis manos hasta la hebilla de su pantalón, desabrochándolo. Fui bajando lentamente hasta quedar de rodillas ante aquel hombre que no paraba de asombrarme cada vez más.

Me encuentro justo delante de su miembro y mi nerviosismo se hace presente, pero lo agarro y comienzo a mover la mano arriba y abajo, cada vez un poco más rápido. Poco después me lo metí en la boca y comencé a moverme mientras Elliot suspiraba cada vez más fuerte. Me muevo cada vez más rápido y mi "pareja" empieza a hacer ruidos desde el fondo de su garganta indicando que lo estoy haciendo bien.

En algún momento de esta situación, Elliot dice algo parecido a un sí en medio de un suspiro. Poco después me aparta y me atrae hacia él tirando de una de mis manos.

- Sí sigues así vamos a acabar muy mal.- me dice susurrando en mi oído.

- Esa es mi intención, acabar "mal" contigo.- respondí enfatizando las comillas con los dedos.

- Eres incorregible, mi lady.

- Lo tomaré como un cumplido.

Elliot me tomó por la cintura y me empujó hasta acostarme en la cama, volviendo a besarme en cualquier trozo de piel descubierta que encontraba. Volvió a tomar en cuenta mis pezones y en el momento en el que mordió uno de ellos solté un gemido ahogado debido a las atenciones que estaba teniendo mi cuerpo.

Bajó sus manos hasta mi falda y tiró del dobladillo hasta que esta acabó a la altura de mis pies.

- Me da pena que ya no lleves braguitas de seda.- me dice sonriendo con sus labios pegados a mi pecho.

- ¿Sabes qué? Odio que tengas tanta memoria.

Elliot no me hizo caso, simplemente siguió a lo suyo, bajando por mi cuerpo a la vez que deja un camino de besos por mi vientre hasta llegar al borde de mi ropa interior.

Él me miró pidiendo un permiso silencioso y yo asentí levemente con la cabeza, dándole permiso para hacer lo que quiera. Agarró mis bragas, me las quitó y las tiró hasta la otra punta de la habitación.

Elliot separa mis piernas y yo cierro los ojos para disfrutar más de este momento, una fantasía cumplida que hasta ahora solo era un sueño más en mi cabeza. Empezó a masajear mi clítoris mientras me besaba cerca del ombligo, yo por mi parte gemía mientras arqueaba mi espalda. Mi pianista sonreía mientras introducía un dedo dentro de mí, momento en el que gemí de forma aún más sonora.

Unos minutos después ya no era un dedo lo que Elliot introducía en mi cuerpo, sino que ya habíamos avanzado un escalón más en todo esto. Entró dulce y despacio para quedarse inmóvil unos segundos, probando cuan compatibles son nuestros cuerpos. Al ver que me estoy acostumbrando a buen ritmo y que su cuerpo encaja con el mío a niveles insospechados, empieza a moverse, acelerando el ritmo cada vez más.

Después de un rato estamos respirando erráticamente y moviéndonos frenéticamente. Yo estaba rozando las puertas del paraíso y él parecía estar disfrutando tanto o más que yo. Elliot intentaba callar mis gemidos con sus besos, pero solo logró que sonaran aún más eróticos.

Llegué al orgasmo mientras gritaba su nombre y él terminó al mismo tiempo que yo.

- Te amo, mi lady.- susurró mientras yo estaba intentando calmar mi ritmo cardiaco.

- Yo... también te... amo.- respondí con dificultad antes de quedarme totalmente dormida.

Lo último que noté fue el momento en el que Elliot salió de dentro de mí.

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Espero que disfrutéis de la escena en la que por fin los cuerpos de esta joven y enamorada pareja pueden unirse. 

OS QUIERO.

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- Lo que os espera en el siguiente capítulo va a ser muy fuerte.- dijo ella gritando de la emoción.

- No les hagas spoilers o si no ya no te querrán, mi lady.

- Joo, vamos... solo un poquito.- (morritos)

- Que no, deja que lo descubran ell@s [email protected]ó Elliot con todo su autocontrol antes de besarla.- si les cuentas Mira se enfadará contigo.

- vale, tú ganas.

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Un voto por la conversación :)

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