Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Parte 10.

Al día siguiente cuando abrí los ojos, Hugo ya se había ido a su empleo y yo me puse a practicar la pieza de este fin de semana.

Una llamada del bufete para el que trabajo me sacó de mi concentración y me tuve que ir hacia la nueva empresa del dueño y señor Elliot Scott.

Al llegar la dichosa recepcionista me dejó pasar sin decir ni una sola palabra, al parecer Elliot la había reprendido por la conducta que había tenido hacia mí el día anterior. Cuando estaba en la puerta de su despacho esta estaba abierta y Hugo se encontraba dentro hablando con su nuevo jefe.

- Gracias por volver a admitirme, señor, prometo que no lo defraudaré.

- Estoy seguro de ello, la abogada del bufete me ha dicho que cometía un error al despedirte.

- Vaya, no sabía que tuviera una aliada tan poderosa a mi favor.

- Yo tampoco.- dijo Elliot con una sonrisa jovial y encantadora más propia de un amigo y no de un jefe.

Vi como Hugo miraba la foto de la mesa, la misma que yo me había quedado mirando ayer.

- Disculpe si me inmiscuyo en lo que no me interesa pero esa foto...

- Es de hace unos años, yo y la chica que aparece a mi lado ganamos un concurso cuando íbamos a la academia de la ciudad, ella era buenísima con el violín y yo le hice los acompañamientos en piano.- decía Elliot mientras yo repasaba ese momento en mi mente desde el otro lado de la puerta entreabierta de su despacho.- Elizabeth Greene, nunca la olvidaré, tenía tanto talento que me cuesta pensar que no se ha hecho famosa.

Será idiota más que idiota, ¿Cómo se le ocurre decir mi nombre completo? Ahora Hugo sabría todo, sabría cómo fui capaz de convencer a su jefe, incluso era posible que me dejara por volver a caer ante su encanto o por formarse una imagen equivocada.

Lo único que pude hacer fue salir corriendo hacia el baño hasta que Hugo se fuera de ese maldito lugar.

Cuando estuve segura de que mi novio estaba en su lugar de trabajo entré en el despacho de Elliot pillándolo por sorpresa.

- Elizabeth, no esperaba verla hoy.- me dijo regalándome su mejor y más bonita sonrisa, la cual devolví con ganas.

- Vengo a decirle que han demandado a la empresa de manera anónima, pero no se alarme, por lo que he visto no llegarán muy lejos ya que la demanda no tiene ningún fundamento de apoyo.

- ¿Puede traducírmelo? Estoy algo espeso hoy.

- Que la demanda no va a llegar a nada porque no tiene fundamento.

- Entonces no hay nada de lo que deba preocuparme. Lo único que me faltaba ahora es que hubiera algún otro problema.

- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?

- No creo, a no ser que te enteres de números y cuentas.

- ¿Bromea? Me especialicé en empresas precisamente porque me entero de números, déjeme ayudarle.

Sin darnos cuenta se nos hizo de noche y ni siquiera habíamos comido, por lo que tras cenar en el primer lugar que encontramos cada uno se fue a su casa.

Estuve hasta las tantas intentando localizar a Hugo debido a que no llegaba, llamé a todos los amigos que conocía e incluso algunos salieron de sus casas a buscarlo diciéndome que me quedara en casa y que los avisara si volvía.

A la mañana siguiente entró por la puerta tambaleándose y un miedo terrible recorrió mi cuerpo tan rápido como un rayo.

- ¿Qué cojones te ha pasado Hugo? Llevo toda la noche llamándote y buscándote.- le dije más segura de lo que me sentía por dentro.

- Me ocultaste lo de mi maldito jefe.- dijo atropelladamente debido a los efectos del alcohol.- ¿Es que acaso ya sabias quién era? ¿Te lo estás cepillando, verdad?

- Pero qué coño, claro que no, te lo oculté porque quería enterrarlo para siempre.

En mi fuero interno sabía que tenía más cuernos que el papá de bambi pero siempre me había hecho la loca porque lo único que deseaba era ser feliz con alguien que me diera cariño y amor.

- ¡Mientes!, seguro que te lo cepillas.

- ¿Acaso crees que todos somos como tú? Jamás te he puesto los cuernos, soy la única aquí que los lleva con orgullo.- dije en un ataque de ira, del que después me arrepentí.

Hugo vino hacia mí y me cruzó la cara de una bofetada, con la que me desequilibré y caí al suelo.

De repente tocaron en la puerta, me levanté y con el poco orgullo que me quedaba la abrí.

- Siento presentarme así, le he pedido tu dirección al bufete por una duda de la... ¿Qué te ha pasado en la cara?- dijo Elliot en el momento en el que se fijó en el golpe que cubría la mitad de mi rostro.

- No es nada, me he resbalado hace un momento y me di con no sé qué la verdad, no es nada de lo que debas preocuparte.

- Bueno, yo solo quería darte una cosa.- me dijo extendiendo su tarjeta de la empresa junto con un dosier de documentos legales.- ¿Te importaría revisarlos? Para cualquier cosa mi número de móvil está en la tarjeta.

- Muchas gracias, te avisaré en cuanto los mire.- le dije cerrando la puerta con una sonrisa.

Cuando la puerta estuvo cerrada, Hugo me agarró fuertemente por el brazo y me gritó a pocos centímetros de mi cara que si era una puta y que si había conseguido que lo admitieran chupándosela al "señorito Scott".

En el momento de responderle otro golpe cayó en el mismo lugar que el primero, pero esta vez no me caí, por lo que me agarró del pelo y siguió propinándome golpes hasta saciarse.

- Me das asco, no sé por qué sigo contigo.- fueron sus últimas palabras antes de volver a marcharse.

Comencé a llorar desconsoladamente en el suelo de mi habitación cuando sonó mi teléfono. Era el número de Elliot, no respondí, siguió llamándome hasta que inconscientemente descolgué y llevé el móvil a mi oreja mientras intentaba no hacer ruido al llorar.

- ¿Hola? ¿Eli, estás ahí?

Ya no tenía nada que perder, ni pareja ni vida, por lo que contesté.

- Sí, aquí estoy Elliot.- dije rezando porque mi voz a través de la línea no se pareciese demasiado a la normal.

- Me alegra tanto poder escucharte de nuevo, siento muchísimo no haber cumplido mi promesa de volver a llamarte.- Dijo rompiéndome aún más por dentro al hacerme saber que no era porque se había olvidado.

- Por lo que a mí respecta la estás cumpliendo ahora.

- Un punto para ti, oye... ¿Has estado llorando? Tienes voz de llorar.

¿Cómo era posible que me siguiera conociendo tan bien después de tanto tiempo?

- Digamos que no estoy en mi mejor día.

- Yo tampoco, creo que a mi abogada del bufete le pasa algo y por cierto... me recuerda muchísimo a ti.

Mierda, mierda y más puta mierda. No solo sospechaba que me pasaba algo si no que estaba a punto de colocar las piezas del puzle.

- Seguro que ella sabe salir sola del problema.- le dije intentando desviar el tema.

- ¿Qué pensarías tú si una chica con la cara golpeada te dice que se ha resbalado y se ha golpeado en un accidente?- me preguntó de repente dejándome en un apuro.

Si le decía que era posible Hugo podría seguir agrediéndome, pero el mentirle no estaba en mi vocabulario, por el contrario, si le decía la verdad él acabaría en medio de este embrollo y en el proceso seguro que se daría cuenta de que yo y su abogada de bufete éramos la misma persona.

- Pues es una de las excusas más viejas para el maltrato de pareja, pero también es posible que fuera un accidente.- le respondí intentando que no sacara nada en claro.- debo irme Elliot, ha sido un placer hablar contigo.

Colgué el teléfono y volví a mi triste realidad, una en la que sabía que él no me salvaría.

Varios días y golpes después fui a la empresa para hablar de los papeles que me había dado hacía ya casi una semana.

Elliot estaba en la puerta de la empresa con un cigarrillo en la boca.

- No sabía que el señor Scott fumara.- le dije con una amplia sonrisa y un rostro alegre a pesar del maquillaje que lo cubría.

- Culpable.- me dijo antes de guiarme a su despacho aunque ya me conocía el camino de memoria.

Al llegar a su despacho me cogió y con una toallita húmeda de la que aún no sé su procedencia apartó la base de mi maquillaje, dejando al aire los moratones, mordiscos y marcas que Hugo había dejado en mi blanca piel.

- No creo que eso haya sido otra caída, ¿Quién te ha hecho eso?

Me sorprendí a la par que me derrumbaba, caí rendida, de rodillas y llorando desconsoladamente mientras él, que se había colocado a mi lado, me abrazaba y secaba mis lágrimas con la mayor de las suavidades.

- Por favor Eli, cuéntame que te ha pasado.

- No me llames Eli, te lo suplico, no me llames así.- le dije mirándolo fijamente a los ojos.

- ¿Por qué? ¿Te he ofendido?

- No es eso, no tenías que volver, se suponía que iba a ser feliz el resto de mi vida.

- ¿De qué hablas?

Elliot me miraba como si acabara de perder lo que me quedaba de cordura, yo también me sentía así, pero yo me entendía.

- Yo soy Elizabeth Greene, yo soy la violinista con la que ganaste el concurso, me llamaste hace tres años y hace una maldita semana.- dije mientras veía que los ojos de mi compañía se iban abriendo de la sorpresa.

- No puede ser, ¿Por qué no me lo dijiste cuando te vi por primera vez?

- Pues porque quería olvidarte, pero te empeñas en poner mi vida y mis ideas patas arriba. Y además...

No me dejó terminar la frase, ya que me agarró por la cintura, me levantó y sin pensárselo ni por un segundo me besó, metiendo su lengua en mi boca, hasta el punto en que nos quedamos sin aire.

- Lo siento, ha sido un impulso. ¿Puedes contarme de una vez quien te hizo eso?

Bajé la mirada, no quería que me viera con ese aspecto, aunque no parecía importarle que me viera horrible.

- Ha sido Hugo, mi "pareja" actual, te dije que le readmitieras cuando vine por primera vez.

- ¿Ese tío? Me cago en todo lo que lo rodea, te juro que me lo cargo como te vuelva a tocar un puto pelo.

- No le hagas nada, lo único que le pasa es que está celoso.

Seguimos hablando tranquilamente de nuestras cosas, poniéndonos al día con lo que habíamos vivido en esos cuatro años. Claramente omití mi bajada drástica de peso y mi profunda depresión. Él me contó que había estado trabajando duro para poder volver lo más pronto posible y buscarme e incluso, si era necesario, reconquistarme.

Me llevó hasta la puerta del edificio donde se encontraba mi apartamento, me bajé del coche y me fui directa a mi piso, que aún compartía con Hugo.

Poco después él llegó, ya lo veía más como un monstruo que como el chico que un día amé. Fue directamente hacia mí y me agarró, me levantó en el aire y me llevó a la habitación, me tiró a la cama y comenzó a desvestirme mientras me golpeaba.

Comencé a gritar a pleno pulmón, cuando, de repente escuché como la puerta caía abajo. Hugo fue a ver qué ocurría, pero seguí escuchando jaleo del típico que hace que tus vecinos llamen a la policía, al asomarme por la puerta del cuarto vi a Hugo con el labio y la ceja partida, Elliot solo tenía el labio. De repente Hugo cayó al suelo inconsciente y Elliot corrió hacia mí, me dijo que cogiera lo necesario y me llevó con él hasta su casa.

- No te preocupes, mañana te llevaré al cuartel de la policía y lo denunciaremos, no dejaré que te vuelva a tocar.- dijo Elliot mientras que yo solo estaba allí de forma corpórea, mi mente por su parte se había desconectado de forma irracional, ni siquiera me enteraba de lo que mi salvador me decía.

- ¿Nunca te cansas de salvarme?- logré balbucear después de un rato.

- Creo que ya te dije una vez que era un placer salvar a mi chica de un apuro, sobre todo si eres tú, mi lady.

- Creo que es la primera vez que no me molesta que me llames así.

Prometo que no me enteré de nada de lo que decía ni de lo que me decía él, mis respuestas eran totalmente generadas por la parte automática de mi cerebro.

Al llegar a su pedazo de ático en uno de los edificios más grandes y lujosos del centro. No cabía en mí del asombro, pero también se encontraba muy inquieta. Después de guiarme hasta la habitación principal me tiende una de sus camisas para que la use de pijama, ya que yo me había olvidado del mío en mi ex residencia.

Tras ducharme entera intentando quitarme la sensación de suciedad, veo que la mesa tiene dos platos de comida con una pinta mucho más que deliciosa.

- No sabía que supieras cocinar.- le dije cuando lo encontré asomado a la ventana de la cocina con el cenicero al lado.- ¿Quieres dejar de fumar? O si no, dame uno.

- ¿Fumas?

- Bueno, tuve mi época.

En vez de darme uno apagó el suyo y nos sentamos a comer mientras charlamos de cosas varias.

Cuando terminamos recojo la mesa y lavo los platos en señal de agradecimiento, me voy a la habitación principal, ya que Elliot me ha dicho que esa noche quiere tenerme cerca y como la cama es de matrimonio no me asusto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro