29: El amor es simple, las personas no.
—Yo creo que deberías aceptar y estar con él—dijo Axel abriendo un paquete de twistos, Griffin agarró un poco y le ofreció a Marie pero ésta se negó—. Si te gusta y tú le gustas a él, no le veo problema de que estén juntos.
— ¿No crees que estoy siendo tonta por eso? —preguntó ella.
— ¿Por qué serías tonta? Tonto sería que dejaras pasar el momento, luego te arrepientes—le dijo Griffin esta vez—. No es tonto quien le apuesta todo al amor.
—Amor—repitió Axel—. Si lo dejas pasar te volverás igual de miserable que yo—le dijo y suspiró—. ¿Lo quieres?
—Sí, pero tengo miedo de que vuelva a hacer lo mismo.
—Pues si lo vuelve a hacer, ahí sí lo dejas, acabas con él y con toda relación que tengan, te vienes con nosotros y te damos helado para que pases tu pena de amor—respondió Griffin, Marie le sonrió y éste hizo lo mismo.
Griffin era uno de los mejores chicos que había conocido, su forma de ser, su manera de pensar y de actuar...nunca se imaginó que sería de esa forma. No aparentaba ser de esa forma en la televisión. Su relación con él era cada vez más cercana, incluso sentía tanta confianza que podía confesarle todas sus manías e imperfecciones, era como si se conocieran desde hace mucho tiempo a pesar de sólo llevar un mes de hacerlo.
—Le escribiré un mensaje para vernos hoy—comentó y sacó su teléfono.
—Coloca emojis, los emojis siempre hacen todo mejor—Axel se rió pero no dijo nada, sólo permaneció ahí comiendo de sus twistos.
Marie: ¿Estás ocupado?
Dean: No, ¿qué sucede?
Marie: Quiero verte
Marie: Que tal si vamos a Sunny Ice en una hora?? ☺
Dean: Sí
Dean: yo también quiero verte
Dean: <3
Marie sonrió ante el mensaje pero no le respondió, no era necesario hacerlo. Se levantó del sillón y Griffin tomó su mano deteniéndola.
— ¿Ya te vas? —le preguntó.
—Sí, Dean me dijo que sí podemos vernos. Tengo que ir a Sunny Ice en una hora—respondió—. Debo ir a acomodarme.
—Pero te ves bien así, quédate un rato más—Axel observó a Griffin con una sonrisa cómplice en el rostro. Al parecer él se había dado cuenta de algo que ellos dos todavía no.
—Griffin...
—Marie...
La chica suspiró y lo miró un tanto inquieta, ¿qué quería él que hiciera? No podía quedarse más tiempo, debía verse con Dean y sabía que si decidía quedarse con ellos, el tiempo pasaría tan rápido que ni cuenta se daría de ello.
—Debo irme—le dijo, Griffin suspiró para luego asentir.
—Está bien—respondió—, me dices que tal te fue—le sonrió. Marie se acercó a despedirse con un beso en la mejilla e hizo lo mismo con Axel para irse luego de allí.
Tomó un autobús que la llevase a su casa, le quedaba media hora solamente así que tomó un suéter verde que tenía en el armario y un par de jeans negros para meterse al baño y asearse un poco. Al salir se cepilló el cabello para atarlo a una coleta alta y pasó a maquillarse un poco los ojos y los labios con su pintura roja favorita.
Luego de eso, se dio cuenta que ya estaba sobre la hora por lo que decidió llamar un taxi e ir a Sunny Ice en donde Dean ya la estaba esperando dentro.
—Hey—le dijo llegando, Dean se levantó de la mesa y se acercó a ella para saludarla con un abrazo.
—Hey—le dijo—. Ven, vamos a comprarnos unos helados, ¿de qué lo quieres?
—Yo invito hoy—se adelantó ella a decir.
—Puedo pagar yo—le dijo Dean, Marie negó y sacó de su bolso su cartera para sacar el efectivo.
—Dean, en serio quiero hacerlo. Las veces que salimos siempre pagas tú, déjame hacerlo una vez—pidió, el pelinegro suspiró y terminó por aceptarlo. Marie sonrió y pidió los dos helados a la cajera.
Ambos regresaron a la mesa, Marie comenzó a comer de su helado y Dean sólo se la quedó mirando. Le parecía tan bonita, tan simple e increíble. Cualquier chico seguro se enamoraría de ella si la conociese.
— ¿Qué? —preguntó ella en una risa nerviosa.
—Te extrañaba.
—No me fui a ningún lado, me viste hace poco.
—Pero siempre me sacabas a patadas de tu zona—respondió—. Me gusta que podamos estar bien, tú y yo, hablar y todo eso.
—Sí, creo que es un bien necesario. Todos al final nos damos cuenta de lo que necesitamos.
—-Joanne Jones me invitó a una de sus firmas de libro, le dije que si podía llevarte también y aceptó, ¿quieres ir? Es en una semana, aquí mismo en Coramora. Debe presentar su nueva idea al público y quieren reunir a un gran grupo de gente.
—Sí, me gustaría ir. Así conozco qué tiene de grandiosa Joanne Jone y quién sabe si me termino comprándome uno de sus libros.
—Ella es un poco superficial pero es agradable. Creo que eso lo hace la fama.
—Griffin es mucho más famoso y sigue siendo humilde—comparó a ambos—, la superficialidad no se mide por la fama sino por la persona.
—Sí, en eso tienes razón—aceptó y comió de su helado.
Ambos continuaron hablando sobre sus estudios para luego continuar con diferentes temas, hablaron sobre la película que habían visto el día anterior, Marie le contó sobre la banda de sus amigos y Dean quedó en escucharlos un día, intercambiaron ideas sobre cómo podría ser la nueva película de Holly Hollister y miles de cosas más.
De cierta forma Marie tenía miedo de haber perdido esa confianza con Dean, y aunque al principio quizás se vio un poco acabada, se dio cuenta de que al rato todo volvió a cómo era antes, a esa tranquilidad al escucharlo hablar.
Dean y ella caminaron hasta su casa, Marie le ofreció entrar y ella lo llevó hasta su cuarto. Su hermana estaba en la sala junto a su novio y sus padres seguramente andaban trabajando.
—Así que ésta es tu habitación—habló Dean observando las paredes—. Es bonita—se acercó un piano que estaba cerca de la puerta.
—Aquí tengo mi improvisado pequeño estudio para grabar lo que hago—le comentó—. Aquí está el cerebro de todo—le mostró el ordenador que estaba en su escritorio y lo prendió para mostrarle una de sus canciones.
Le pasó un audífonos para ella colocarse el otro y ambos escucharon la última canción que ella había hecho. Era un sonido suave de piano junto a su voz y una guitarra. La letra no la conocía, así que supuso que era algo original.
—A veces cuando me frustro mucho, me pongo a componer un poco y se me pasa, tengo un cuaderno lleno de letras de posibles cosas—le dijo y se acercó para buscar en el pequeño librero que tenía su cuaderno—. Ten puedes leerlas—se lo entregó y se fue a sentar en el borde de la cama.
Dean se sentó a su lado y abrió el cuaderno para empezar a leer la primera canción que había. Le gustó mucho y continuó leyendo, se enfocó en los títulos y uno le causó mucha curiosidad.
«Pintada en acuarelas»
—Es una canción sobre ti—le confesó ella, Dean sonrió y decidió leer la canción completa.
«Míralo, míralo como se encuentra al llegar
Parece hecho de creyones de colores y sin ninguna tinta negra
Míralo, su mirada se encuentra en una hoja blanca
Parece que pinta, que pinta con acuarelas.
Pero lo veo y ninguna pintura es suficiente
Él está lleno de colores y yo no sé cuál me gusta más
Siempre hace lo mismo, sentarse y dibujar
Me mira y siento que estoy pintada en acuarelas.»
—Me gusta—le dijo, ella se sonrojó un poco.
—No sé rimar, soy mala con las letras pero intento mejorar—respondió y le agradeció—. No es la mejor canción que hay...
—Me gusta así como está—le sonrió—. ¿La tienes hecha? O sea, en tus trabajos...
—No completa—respondió—. Pero te puedo mandar por correo lo que tengo.
Él asintió alegre y dejó el cuaderno en sus piernas para acercarse a ella lentamente y atrapar sus labios en un beso. Marie pasó sus manos a su cuello y se acercó un poco más para acortar el espacio entre sus cuerpos, Dean logró que se recostara en la cama y se posicionó sobre ella para continuar besándola.
Marie aprovechó para subirle poco a poco la camiseta que llevaba puesta mientras que él bajaba sus jeans. Los besos de Dean la hacían suspirar y quizás no pensar adecuadamente cómo tenía planeado. Él logró quitarle el suéter y acarició su cuerpo con delicadeza, le gustaba Marie y le gustaba cómo estaba con ella en ese momento.
—Mi hermana y su novio están abajo—le dijo ella al separarse, su respiración estaba un poco agitada. Dean le sonrió con picardía.
—Pues espero que no suban—le respondió él para besarla nuevamente.
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