2: Bublé
¿Conoces a Michael Bublé? Según escuché por ahí es uno de los mejores cantantes que ha tenido América, bueno, quizás exagero un poco pero para Dean realmente lo era. En Coramora no se solía hablar mucho de él, quizás no era tan conocido como se debía y por eso Dean no podía contar a las personas que expresaran que son fans. Esa es la razón por la que Marie lo mantuvo atento siempre, porque desde hace mucho no conocía a alguien quien cantara las bellas melodías de Bublé.
Era martes y Dean se encontraba en la Universidad, ya casi acababa su última clase del día y se iría de allí a almorzar por las áreas del campus con su mejor amigo. Liam no era de su carrera, sin embargo se habían conocido desde jóvenes por lo que nunca se separaron a pesar de estar distantes en varias ocasiones.
—Entonces pensé que sería bueno hacerle un dibujo a Marina como muestra de mi amor por ella pero soy un asco en eso, ¿Podrías ayudarme? —le preguntó su mejor amigo quién lo había estado esperando cerca de su salón.
— ¿Cuánto me pagarás? —Liam subió una ceja.
— ¿Cuánto quieres?
—Cien dólares—le dijo, él lo miró atónito.
— ¡Eso es mucho dinero!
—No dijiste lo mismo cuando decidiste pagarle a Zac Hoffman para que fuera la cita de Lea en San Valentín—le reclamó, el castaño rodó los ojos.
Ambos caminaron hasta una de las mesas del campus, Dean sacó de su mochila su almuerzo y Liam hizo lo mismo—. En mi defensa, Lea terminó devolviéndome el dinero así que no gasté nada—le dijo—. Vamos Dean, ayúdame con esto. Hazlo por Kloss.
—No metas a Kloss en esto, Liam—le dijo—. Deja de lloriquear que sí te ayudaré con tu dibujo, sólo dame tiempo porque ando en busca de mi musa.
—Creí que la chica del café que nombraste como cien veces el viernes se había convertido en tu nueva musa.
—Se sabe las canciones de Michael Bublé, eso es simplemente fascinante, ¿No lo crees?
—Pues la verdad es que no, a mí no me gusta él—se encogió de hombros—, aunque si a ella le gusta, puedes usarlo como una excusa para acercarte y hablarle—dijo—. ¡Ya sé! Pídele que sea tu modelo para tus dibujos, invéntale una historia de que te pidieron dibujar personas en clases y eso.
—Eso ya está muy usado—comentó otro de sus amigos llegando a su lado—. Si la chica es lista, rápidamente descubrirá tu plan, aunque si acepta es porque quiere también usar eso como excusa para pasar tiempo contigo, cosa que sería muy bueno para ti, Dean—comentó para tomar de su gaseosa.
— ¡Apoyo eso! —dice Liam animado—. Por eso es que Levi tiene a todas las chicas interesadas en él. —el castaño negó riendo y miró a Dean.
— ¿Has vuelto a ir al café? —le preguntó—. Creo que tengo un vago recuerdo de ella, estoy seguro de haberla escuchado varias veces cuando he ido pero normalmente estoy con alguien, así que casi no le presto atención a lo que sucede alrededor.
—Quería ir hoy—se encogió de hombros—, ¿creen que es muy apresurado?
—No—dijo Levi al mismo tiempo que Liam contestó que sí. El pelinegro los miró con un gesto de duda y negó—. Pienso que hacer eso muestra interés y es mejor que la chica sepa que estás interesado en ella.
—Invítala a salir y la llevas a Sunny Ice, yo te consigo el descuento de empleado—dijo su mejor amigo.
—Secundo esa idea—comentó Levi—, ¿lo harás?
—No—los dos chicos rodaron los ojos—, entraré en pánico.
—No te entiendo Dean—comentó Liam—. Tú eres muy seguro de ti mismo, no te da pánico hablar con las chicas.
Y era cierto, Dean no era la clase de chico que solía ponerse nervioso con personas del sexo opuesto, tampoco era un galán, sólo era alguien muy seguro de sí mismo. No vivía la vida como Levi quien pasaba ratos coqueteando con una chica pero tampoco era como Liam quién duró un par de años para hablarle a la chica que le gustaba. Él era Dean, el más tranquilo de los tres, un Dean un poco curioso y quizás extravagante cuando de arte se hablaba.
Era un chico muy artístico y siempre le veía el lado interesante a las cosas, quizás por eso quería tener alguien agradable como su musa y pues Marie lo era, o eso pensaba él.
—Pero con Marie sí, no quiero que piense mal de mí.
—La conoces de hace menos de una semana, tampoco es que te gusta, ¿o sí? —preguntó Levi con el ceño fruncido.
—Define gustar—pidió el pelinegro, Levi negó.
—Eres un idiota—Dean iba a quejarse pero su amigo lo interrumpió—.Eres un idiota porque si te parece interesante una linda chica, ¿por qué deblin no le has hablado realmente? Y no es como si pedir un café sea justamente hablar con ella—dijo—. Tienes ya algo en común, háblale de Michael Bublé, cántale una canción o dedícale una.
— ¿Esa es tu técnica con las chicas?
—Sí, debes averiguar lo que le gusta si quieres hablarle de algo específico, sino, te saltas ese paso y le hablas para que ella misma te diga lo que le gusta.
—Vale, iré hablarle—dijo levantándose—. Y esta vez de verdad.
Dean se levantó de la mesa y tomó sus cosas para marcharse, entró a clases y estuvo allí dentro el resto de la hora que le quedaba en la universidad. Al salir decidió ir a La Clave de Sol para ver a Marie, en su última clase había hablado con su profesora sobre ella y esta le indicó que no la dejara ir; pero no como una chica sino como su inspiración porque no siempre uno encuentra la musa en una persona que te guste, a veces la encontramos en las personas más comunes que vemos en la calle. La musa siempre está presente, el trabajo del artista es saber descifrar en dónde se encuentra.
Al entrar a la cafetería logró ver a Marie cantando el álbum nuevo de Michael Bublé. Ella lo hacía tan excepcional que volvía a Dean un ser incapaz de darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor cuando la escuchaba. ¿Amor? No realmente, yo lo llamaría admiración, él admiraba la manera en que ella podía desenvolverse en un escenario, lo hacía de la misma manera que él se desenvolvía en una hoja en blanco, ella hacía música, él tal vez un poco de pintura, al final ambos hacían una misma cosa, arte. Y el arte es la razón por lo cual nosotros existimos.
La escuchó cantar hasta la última canción de su hora, luego intentó hacer como si no la hubiese visto todo ese tiempo para fingir asombro al verla—. Vaya el espectáculo el de hoy, Marie—le dijo Dean luego de que ella le tomara la orden—. Quedó increíble. —ella le sonrió.
—Gracias Dean, me alegra saber tu opinión—le guiñó el ojo y anotó su pedido para luego ir a entregárselo al chico de la barra.
Dean se quedó revisando su teléfono, su mejor amigo le había mandado varios videos de gatos maullando una canción de Kloss con un comentario de Gatikloss por whatsapp, rodó los ojos al verlos, él a veces se volvía un tanto inmaduro, pero aun así seguía siendo su mejor amigo. También tenía un mensaje de Levi quién le había preguntado si ya había invitado a salir a la castaña pero sólo le respondió que dejara de ser un entrometido para luego bloquear el teléfono.
Marie llegó a su lado con su pedido, lo dejó en su mesa y se marchó sin antes regalarle una sonrisa coqueta, Dean sacó su libreta y rápidamente empezó a hacer rayas en la hoja en blanco, era ella de espaldas; era un lindo ángulo.
—Que chica—susurró mientras terminaba de dibujar su cabello—, es toda una obra maestra—elevó la cabeza para verla y sonrió cuando se dio cuenta de que ella lo estaba mirando—. Actúa normal Dean, no la asustes—pensó y continuó con la mirada fija en ella.
Marie se sonrojó por eso y caminó un poco tímida hacia su mesa—. ¿Quieres pedir algo más?
—Estoy bien por hoy—le sonrió, vio su reloj y creyó que debía regresar a su casa—. Temo que debo irme, me ha gustado mucho tu presentación hoy.
—El viernes vuelvo a cantar a Michael Bublé, tocaremos Everything; una de mis canciones favoritas.
—Amo esa canción—le dijo—, vendré a verte—tomó sus cosas y las guardó en su mochila para luego saludar con la mano a la chica e irse.
Dean tomó el autobús hasta su casa, y pasó todo ese rato viendo sus dibujos, los dibujos que había hecho de Marie. ¿Qué tan raro pudiese ser el hecho de que se sentía atraído hacia ella con tan sólo unos días de conocerla? Muy raro ¿no crees? Pero estaba bien, todo siempre estará bien mientras que ella no se enterara de tal cosa porque si eso fuese así, lo más probable fuese que Dean lo pudiese regresar a ese lugar por la vergüenza que sentiría.
El autobús lo dejó a mitad de su calle y caminó hasta su casa esperando que la lluvia no lo mojara tanto; cuando llegó se dio cuenta de que su padre estaba sentado en la sala viendo un documental sobre ciencias que a él no le interesaba y su mamá seguramente andaba en la cocina preparando algo para cenar.
Decidió ir a la cocina a ayudarla pero al entrar logró observar a su hermano ayudándola mientras le estaba contando una historia que había seguramente ocurrido con la chica que le gustaba; cómo no era algo que le importara tanto se sentó en las sillas de la mesa que estaba allí dentro y sacó su libreta para terminar con un dibujo del Rolling Ball que había empezado hace mucho y por falta de ganas había dejado a un lado.
—Me dijeron que hay una chica, Dean—le dijo su mamá, el pelinegro volteó a ver a su hermano.
—Eres un chismoso, Gastón—le dijo, el chico se rió y se encogió de hombros.
—Tú hiciste lo mismo con Keyla, ya estamos a mano—le respondió y siguió cortando los vegetales para luego echarlos al sartén.
—Entonces—habló su madre—, ¿no me dirás quién es?
—No es alguien en realidad, es sólo una chica que me inspira a dibujar.
—Una musa—dijo su madre sonriendo.
—Algo así—se encogió de hombros sin saber qué más decir—. No somos nada, sólo voy a verla cantar.
—Y toma café—comentó Gastón y su madre lo miró sorprendida—Lo sé, yo también puse esa misma cara cuando supe—miró a Dean con una sonrisa burlona, el pelinegro sólo rodó los ojos por lo fastidioso que podía llegar a ser su hermano.
—Anda a besar a Keyla—le dijo.
—Anda a hablarle a Marie, a ver si así puedes tener chance de besarla algún día.
—Gastón—le dijo su madre en tono de regaño, él rodó los ojos y continuó cocinando—¿Te gusta esa chica? —le preguntó a Dean.
—Es algo más de me gusta como se ve porque quiero que mi chica en los dibujos se vea igual—le respondió—. Es algo más de admiración que otra cosa, no creo que pueda llegar a tener algo con ella.
—El artista siempre se enamora de su musa.
—Y más si canta Michael Bublé—volvió su hermano a meterse en la conversación—, ya me callo.
Y era cierto lo que ambos habían dicho, el artista siempre termina enamorándose de su musa, pero quizás no era un amor de parejas como muchos suelen pensar, la relación que un artista tiene con su musa es algo muy diferente, es algo platónico; porque no siempre el artista—sea pintor, escultor, músico o escritor—posee una relación con esa persona mágica, a veces el artista se enamora en silencio y observa a su musa caminar de una lado a otro, la observa hablar con el resto de las personas, la observa reírse, bailar, llorar, incluso la observa mientras se imagina tantas cosas que pudiese ocurrir si tan sólo se animara a hablarle, pero el artista no lo hace por la sencilla razón de que le gustan las cosas como están y prefiere no cambiar nada para que su inspiración siga.
Y Dean era de esa clase de artista, de la clase que se enamora rápido de su musa y más cuando canta una bella canción de Bublé.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro