11: Feria del libro
Dean permaneció observando por unos segundos la pintura que había hecho, le gustaba pero no se sentía completo. Había dibujado a Marie y se había pintado a él besándola, o eso creía. Estaba de espaldas y cubría a la chica con un largo abrigo por lo que no podía detallar quién era el chico en realidad, sin embargo su mente le pedía a gritos que él fuese el chico que estaba a su lado.
—Hermoso—comentó y sonrió, era esa una de las pocas veces que él se sentía completamente a gusto con lo que hacía, a pesar de sentir que algo le faltaba, la pintura estaba magnífica, no necesitaba un cambio, sólo quizás hacer otra para reflejar una nueva emoción que se encontraba.
Levi lo había llamado esa mañana pidiéndole que fuera a la feria del libro pero Dean no estaba interesado en ninguno de los autores que estarían allí. Había respondido a su petición explicándole que a menos que lograran revivir a Julio Verne, él no mostraría ningún interés en ir.
Su amigo refunfuñó pero terminó aceptando lo que le había dicho, podría buscar a alguien más para ir a la feria.
El pelinegro continuó admirando su pintura y la dejó secar para guardarla en el closet de pared, ahí solía guardar todo lo que era relacionado con la pintura, había quitado toda su ropa y prefirió guardarla en otro lugar para que ese sólo fuese su pequeña bodega artística.
—Hijo, ¿te apetece una taza de chocolate?—le dijo su madre entrando a su habitación con una bandeja, en ella habían dos tazas para café. Dean asintió y se acercó a ella para ayudarla—, ¿pintando un poco?
—Digamos que sí—tomó un sorbo de chocolate—, esto está muy bueno—dijo y se limpió un poco la boca pasandose la lengua por los labios, su mamá se sentó en la cama y tomó de su taza también.
—Gastón me dijo que tienes un problema amoroso.
—Gastón se está juntando mucho con la vecina chismosa del piso de arriba—comentó el pelinegro y su madre rió—. No es un problema amoroso, sólo que él no está de acuerdo conmigo en ese tema—continuó hablando, se sentó a su lado—, ¿recuerdas a la chica del café?—ella asintió—; he estado saliendo con ella. Sé que no es como amigos aunque mi intención es serlo.
—¿Estás ilusionando a esa chica?
—No, digo sí —suspiró—; no sé, no sé lo que estoy haciendo en realidad. Quiero estar con ella porque me llena de alegría y me inspira a dibujar pero siento que si empezara una relación, sólo me aburría sería algo muy monótono y sabes que yo no sirvo para eso—su madre asintió entendiendo lo que su hijo decía.
Comprendía su situación, ella la había vivido cuando salía con un chico mucho antes de conocer a su padre; el chico era increíble sólo que no le daba adrenalina a su vida. Y eso era lo que Dean sentía con Marie, ella era genial pero no lograba voltearlo de cabeza.
—Debes dejarle claro a esa chica lo que quieres—contestó—, porque si no lo haces, ella podría terminar con un corazón roto y yo crié a mis hijos para que fueran francos con las mujeres. Bueno, Gastón es un poco más franco y sincero de lo que me gustaría pero al menos deja en claro sus intenciones siempre, tú debes hacer lo mismo.
«Si te gusta esa chica entonces debes ser sincero y decirle, quizás puedan tener algo a futuro o quién sabe qué pueden hacer, pero si no te gusta, lo que quiero es que seas lo más sincero posible, y no seas un patán, si ella quiere seguir contigo entonces es cosa de ella, ya tú cumpliste con decirle tus intenciones. Sólo no quiero que ninguno salga lastimado en esto.
Dean sonrió y abrazó a su mamá, no era de esos hijos que solían contarle todo a sus padres pero el hecho de poderle hablar de Marie lograba hacer que él se sintiera más en calma, como si necesitaba escuchar las palabras que ella le había dicho.
Quizás eso era lo que debía hacer con Marie, decirle lo que realmente sentía, decirle que ni siquiera estaba seguro de lo que le sucedía.
—Debo ir a buscar a tu padre al trabajo hoy—le dijo—, cuando llegue podemos seguir hablando de esto—el pelinegro asintió y su mamá se despidió para salir de la habitación.
Dean permaneció sentado en su cama pensando en qué podía hacer en ese momento. ¿Y si iba a la cafetería a ver a Marie? Era una buena idea, lo que se lo impedía eran sus pensamientos que le estaban confirmando lo que su corazón no quería aceptar del todo.
Él la quería. De cierto modo la quería.
La quería porque era su musa, la chica que hacía que él se inspirara, la que lo ponía nervioso con sólo pensar en ella. La quería porque su corazón se aceleraba mientras la dibujaba, la quería porque cuando le habló por primera vez sintió que ella era la indicada, que ella era la que acabaría con su sufrimiento de artista.
Y no estaba equivocado
Por eso decidió ir a verla, se quitó su ropa para pintar y se colocó algo más presentable, no quería verse mal, nunca quería hacerlo. Guardó sus lápices y su cuaderno de dibujo en su mochila para poder dibujarla mientras trabajaba, y así se fue a la cafetería.
Llevaba un paraguas en la mano porque el clima le indicaba que pronto llovería; caminó hasta una parada de autobús y tomó el primero que vio que de seguro pasaba cerca del parque y se bajó para continuar caminando hasta el café.
Al llegar no la encontró en ningún lado, se acercó a la barra y pidió una malteada de plátano, cuando la chica que estaba atendiendo la caja le entregó el vaso, él aprovechó en preguntarle por ella.
—No sé dónde está en realidad —le respondió ella—, pero la estoy cubriendo porque prácticamente me obligó; cosas de hermanos mayores parece—negó, Dean se rió y la detalló, sí se parecía a Marie, mismo color de cabello, mismo color de ojos, la misma sonrisa que la caracterizaba, esa chica era casi el reflejo de su amiga pero a menor escala.
—¿Eres su hermana?—era una pregunta tonta pero aún así la hizo, la chica asintió.
—Soy Maia, imagino que eres Dean.
—¿Cómo supiste?
—Tienes cara de artista—se encogió de hombros—; ella me dijo que pintas, eso es genial—Dean asintió y le agradeció.
Tomo su malteada y decidió quedarse un rato sentado en una de las mesas dibujando, no estaba Marie pero podía imaginarla un poco y plasmarla en la hoja.
Le gustaba enfocarse en su rostro, dibujarla con todo y detalles, quería que se viera lo más real posible, y quería esta vez que ella viese su dibujo.
Quería que pudiese decirle si estaba bien o no, si le gustaba o si reflejaba quién ella era. Dean pensaba que un dibujo podía mostrar incluso lo que tú no ves en ti mismo, te podría mostrar lo que el resto ve en ti, lo que el artista vio en ti que logró cautivarlo hasta el punto de dibujarte.
Él no se tomaba el arte a la ligera porque el arte era algo serio, algo real que debía reflejar lo que uno es realmente.
Su teléfono sonó, se dio cuenta de que Levi le había mandado un par de mensajes reflejando su emoción al conocer a su escritora favorita, y cuando tomó el teléfono para responderle, él llamó.
—Estoy muriendo—le dijo el castaño—, estoy prácticamente muriendo. ¡Estoy enamorado de ella!
—¿De la escritora?
—Quiero que sea la madre de todos mis hijos.
—Pensé que esa iba a ser Nicole Kidman—escuchó un murmuro de alguien más pero no entendió lo que decía.
—Mei dice que debes venir.
—¿Estás con Mei?
—Sí, su novio también está aquí —comentó. «Pásamelo» escuchó a Mei decir, Levi negó y volvió a escuchar el murmullo.
—¿Todo bien?
—Mei quiere hablar contigo—dijo de mala gana y le pasó a la chica el teléfono.
—Debes venir, Dean—habló ella—, es de suma importancia que estés aquí—Dean frunció el ceño, ¿por qué debía ir? Sólo era una feria, no era la gran cosa ir.
—¿Para qué? No me gustan los libros, no es mi estilo leer—respondió y se encogió de hombros, empezó a hacer garabatos en una hoja en blanco de su cuaderno.
—Bien, velo de este modo, ¿has dejado tu pintura del concurso aquí?—Dean negó, su pintura se la había dado a Liam—. Entonces creo que debes venir y ver tu pintura—confesó.
—¿Mi pintura?
—Sí, tu pintura. La pintura de la chica en el parque, la pintura con tu firma y con tu nombre en ella, la pintura que se encuentra justo al lado de la sala en donde Joanne Jones se encuentra dando su charla sobre su nuevo libro.
—Es imposible que esté mi pintura, yo se la di a Liam y él no...—se detuvo—. Dime que Liam no está allá.
—Lo vi con su novia cuando llegué—el pelinegro suspiró, ¿qué había hecho Liam ahora?
—Espérame en la puerta, voy para allá —comentó y colgó para tomar un taxi hasta el centro en dónde se había hecho la feria.
Al llegar notó a Mei y su novio esperando en la entrada. Se acercó para hablar pero ella tomó su mano antes y lo llevó hasta un grupo de gente que se encontrada aglomerada.
—Ahí está tu pintura—le dijo señalando la pared—, y ahí está Liam—Dean volteó a verlo y estaba recostado en una de las paredes cerca observando con una sonrisa a las personas, suspiró y caminó hacia él.
—¿Qué hiciste con mi pintura?—le preguntó con el ceño fruncido.
—Te dije que iban a reconocer tu arte, Deandré—respondió—, sólo necesitabas un pequeño empujón y ya te lo di, llegué más temprano que el resto y colgué tu obra para que todos la vieran y por lo visto les está encantando —señaló a una señora que le estaba tomando foto—¡Oiga! No se aceptan fotos con flash —le dijo Liam a la mujer, ella sólo asintió.
—No me pediste permiso.
—No me lo ibas a dar si te preguntaba—respondió—, eres muy cerrado a las oportunidades, debes dejar de esconder tu arte.
—No lo escondo, sólo que...
—Le temes al rechazo, pero Dean los artistas viven del rechazo. No a todos les gustará lo que haces porque incluso las grandes obras de arte han sido criticadas por años.
Dean iba a responder cuando Levi llegó a ellos, tenía una sonrisa en el rostro y estaba más alegre de lo normal, quizás un poco eufórico.
—¡Joanne Jones quiere verte!—le dijo al pelinegro—. Seguro es por tu pintura, no la he podido ver pero tú siempre haces cosas geniales, a ella debió encantarle.
—¿En dónde está ella?—preguntó Liam, Levi sonrió y los llevó hasta dónde una chica de pelo castaño claro que encontraba de espaldas hablando. Él se acercó a ella y justo cuando la chica volteó el mundo de Dean se estremeció por completo.
Ella, ella era simplemente hermosa. Dean conocía mucho de belleza, como artista siempre se había encargado de ver las diferentes bellezas que el mundo mostraba pero esa chica era inusual, no podía describirla sin embargo se sorprendió tanto que cuando se dio cuenta de que ya la conocía provocó que su corazón se acelerara.
—¿Tú eres Joanne Jones?—ella sonrió y asintió.
—Un gusto en conocerte Dean—le habló—. Vi tu pintura, tienes mucho talento. Sé que te preguntarás porqué quería verte.
Dean le dio una mirada más y volteó a ver a su mejor amigo quien estaba igual de sorprendido al verla
—Eres la chica de mi pintura.
Ella volvió a sonreír y se acercó un poco a él.
—Entonces ya sabes porqué quería verte.
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