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V E I N T I U N O | L O S M I E D O S D E T I G E R 🌂

«A veces no era una buena compañía. Y cuando sucedía prefería estar solo aunque significaba aislarme del mundo"»

Tiger Davenport.

El crepúsculo caía sobre aquel bosque cuando Tiger y Ava cruzaron el umbral de la casa. El interior era un estudio en contrastes líneas modernas y superficies pulidas que se mezclaban con elementos naturales y texturas cálidas. Era como si el bosque circundante hubiera encontrado su camino dentro de la vivienda, creando un refugio que respiraba tanto sofisticación como serenidad.

Como no, no podía faltar el color predominante que era el negro, lo cual daba un toque perfecto y meticuloso al estilo tan único de Tiger, lo cual muchos de esos colores se mezclaban con colores blancos rotos y algún gris.

Tiger guió a Ava a través de las distintas estancias, cada una más impresionante que la anterior. La cocina, con sus electrodomésticos de acero inoxidable y encimeras de granito negro, parecía salida de una revista de diseño. El comedor, con su mesa de madera maciza y sillas de cuero, evocaba la imagen de cenas íntimas y conversaciones que se extendían hasta altas horas de la noche.

Lo cual hizo pensar a Ava que ese lugar le vendría bien algo de color, quizás un cuadro, una decoración o, incluso, algún recuerdo que le diese algo más de vida a aquello.

Pero fue la biblioteca la que capturó por completo la atención de Ava. En el momento en que Tiger abrió las puertas dobles de madera oscura, ella sintió como si estuviera entrando en otro mundo. Las paredes estaban forradas de estanterías que llegaban hasta el techo, cada una repleta de libros de todos los colores y tamaños imaginables. El aroma a papel y cuero viejo llenaba el aire, mezclándose con el sutil perfume de las velas de vainilla estratégicamente colocadas alrededor de la habitación.

—Este es mi lugar favorito de toda la casa —confesó Tiger, su voz suave y reverente, como si temiera perturbar la paz que reinaba en aquel santuario literario.

Pero no dejaba de mirar a Ava para captar la atención de ella y poder quedarse siempre en su memoria la primera impresión que se llevaría ella de su casa, ya que era la primera mujer que pisaba ese lugar.

"El mío también" —se dijo a sí misma Ava en su mente antes de escuchar a Tiger a sus espaldas;

—Aquí es donde vengo a escapar del mundo, a sumergirme en otras épocas y lugares.

Ava recorrió con la mirada los lomos de los libros, sus dedos rozando suavemente las cubiertas.

—Es impresionante —murmuró, aún maravillada—. ¿Cuáles son tus favoritos? —preguntó intrigada.

Cuando lo miró, juró que Tiger tenía una mirada distinta sobre ella, una que nunca le había dedicado, como si lo hubiese pillado infraganti en un momento dado.

Tiger sonrió, acercándose a una de las estanterías, habiendo más cercanía entre ellos.

—Me inclino por los de misterio e historia. Hay algo en desentrañar un enigma o sumergirse en el pasado que encuentro fascinante.

Ava asintió, comprendiendo.

—Yo soy más de novela romántica —admitió con una sonrisa tímida.

La sonrisa de Tiger se ensanchó en una chispa de diversión bailando en sus ojos.

—¿Por qué no me sorprende? —bromeó suavemente.

Mientras Tiger continuaba hablando sobre sus autores favoritos, Ava se acercó al enorme ventanal que dominaba una de las paredes de la biblioteca. La vista era impresionante.

El bosque se extendía ante ella como un mar de sombras y misterios, la luz de la luna bañando las copas de los árboles en un resplandor plateado. Frente al ventanal descansaba una robusta mesa de roble, su superficie pulida reflejando la luz tenue de las lámparas.

Quiso imaginarse ver esa ventana en el frio invierno de Inglaterra, con cada árbol cubierto de una manta blanca mientras se sentaba a disfrutar una de esas lecturas que Tiger tenía en esa biblioteca. Pero una sensación de tristeza le recordó que eso no era para ella, que Tiger y ella jamás serían nada, que tan solo debía teñirse al contrato y no tener sentimientos sobre el magnate, porque acabaría dañada, más de lo que ya estaba.

Dejó de pensar en ello y bloquear esos pensamientos que nunca sucederían para continuar disfrutando de la experiencia.

No muy lejos de la mesa, Ava divisó un sillón orejero de cuero marrón oscuro. Sin pensarlo, se acercó a él, dejando que sus dedos acariciaran el cuero suave. Se imaginó a sí misma acurrucada en ese sillón, con un libro en el regazo y una taza de té humeante a su lado, perdiéndose en mundos de ficción mientras el bosque susurraba sus secretos fuera. Nuevamente, su mente era incapaz de bloquear esos pensamientos.

—Sería un lugar perfecto para leer —murmuró para sí misma, su mente ya divagando hacia tardes perezosas dedicadas a la lectura.

Tiger, que la había observado en silencio, se acercó a ella.

—Me encantaría verte sentada ahí mientras trabajo —dijo suavemente con una voz cargada de una emoción que Ava no pudo identificar del todo.

Ella se giró para mirarlo, sorprendida por la intensidad de su mirada. Por un momento, el aire entre ellos pareció cargarse de electricidad, una tensión palpable que ninguno de los dos se atrevía a romper.

Era imposible sentirlo, más cuando ese hombre estaba tan cerca de ella, y sobre todo, para Tiger, quien deseaba volver a tocarla y demostrarle que merecía todo lo bueno que el mundo podía ofrecerle.

Iba a besarla y lo deseaba, realmente deseaba besarla, pero sabía que no debía ir más allá de contrato estipulado y ceñirse a lo que habían acordado. Más porque quizás ella no querría que él la besara.

Cuan equivocado estaba Tiger.

Finalmente, Tiger aclaró su garganta.

—¿Qué te parece si vamos al salón? Podríamos ver una película.

Ava asintió, agradecida por el cambio de tema. Lo siguió fuera de la biblioteca, lanzando una última mirada anhelante al sillón antes de que Tiger cerrara las puertas.

El salón era un espacio acogedor, dominado por un enorme sofá de cuero y una pantalla de televisión que ocupaba casi toda una pared. Tiger se dirigió a la cocina abierta adyacente al salón.

—Voy a preparar un chocolate caliente —anunció. —¿Por qué no eliges una película mientras tanto?

Ava asintió y se acercó a la impresionante colección de películas que Tiger tenía en formato físico. Mientras buscaba algo que pudiera gustarles a ambos, no pudo evitar lanzar miradas de reojo a Tiger, que se movía con sorprendente destreza en la cocina. Había algo fascinante en ver a este poderoso magnate tecnológico realizando una tarea tan mundana como preparar chocolate caliente.

Finalmente, Ava seleccionó una película que creía que ambos disfrutarían. Una mezcla de romance y suspense que prometía mantenerlos entretenidos. Cuando Tiger regresó con dos humeantes tazas de chocolate, ella ya había puesto la película y estaba cómodamente instalada en el sofá.

Mientras la película comenzaba, Ava no pudo evitar preguntar;

—¿Qué tal va todo con el nuevo móvil que lanzaste al mercado? Debe ser emocionante ver el fruto de tu trabajo.

Tiger sonrió, claramente complacido por su interés.

—Va extremadamente bien, la verdad. Las ventas están superando nuestras expectativas y las críticas han sido muy positivas. Parece que hemos dado en el clavo con algunas de las nuevas funciones.

Ava escuchaba con genuino interés mientras Tiger le explicaba algunos de los desafíos técnicos que habían enfrentado durante el desarrollo del teléfono. Aunque gran parte de la jerga técnica estaba más allá de su comprensión, le fascinaba ver la pasión con la que Tiger hablaba de su trabajo. Y le encantaba escuchar su voz, potente y esa forma tan suya.

A pesar de que ya habían hablado de la empresa de Tiger, Ava parecía querer saber más y más de él, pero Tiger también quería conocer mucho más de ella, por lo que le dijo;

—Quiero saber más de ti, Bella... ¿Como te enamoraste del baile?

Ella rio por ello y negó con la cabeza.

—En realidad fue una historia muy estúpida.

Pero Tiger le hizo querer saber mucho más.

—Las cosas se cuentan o no, pero nunca se quedan a medias —bromeó.

Aquello hizo reír a la joven Ava que estaba a su lado, disfrutando de esa noche, con el chocolate caliente, con una película de fondo y con las hermosas vistas que el bosque les proporcionaba en las ventanas enormes del lugar.

—Digamos que fui a un campamento un verano... Fue el mejor verano de mi vida antes de que mi vida cambiase... Era mucho más pequeña y una de las actividades era bailar —murmuró en voz baja mientras Tiger la escuchaba con mucha atención—. La profesora era una profesional, la cual se lesionó y ahora se dedicaba a impartir clases de baile. Pero... El como se movía, la destreza, lo fácil que lo hacía ver... Aquello me enamoró.

Escucharla tenía algo totalmente tranquilizante para Tiger, quien no dejaba de observarla mientras que ella seguía hablando y lo adoró. Realmente se sentía él mismo cuando estaba a su lado y eso le hizo ver que las cosas eran totalmente mágicas a su lado. Y más siendo la primera vez que llevaba a alguien a su casa que no fuese su tío.

Para Tiger que alguien entrase en su casa era como algo sagrado que era irrompible, pero sabía que podía confiar en Ava. Lo sabía muy bien y cada minuto que pasaba, esa joven se lo demostraba.

A medida que avanzaba la noche y la película continuaba en la pantalla, Ava sintió que sus párpados se volvían cada vez más pesados. El calor del chocolate, la comodidad del sofá y el sonido reconfortante de la voz de Tiger se combinaron para acurrucarla hacia el sueño. Sin darse cuenta, se fue deslizando hasta que su cabeza descansó sobre el pecho de Tiger.

Tiger, sorprendido por el repentino peso en su pecho, miró hacia abajo para encontrar a Ava profundamente dormida. Una sonrisa tierna se dibujó en sus labios mientras observaba su rostro relajado. Con cuidado de no despertarla, alcanzó una manta que descansaba en el respaldo del sofá y la cubrió con ella. Luego, en un gesto que sorprendió incluso a él mismo, rodeó a Ava con sus brazos, acercándola más a su cuerpo.

Mientras la película llegaba a su fin, Tiger sintió que sus propios ojos comenzaban a cerrarse. La calidez de Ava contra su cuerpo, el suave sonido de su respiración y la paz que inundaba la casa lo llevaron lentamente hacia el sueño.

🌂

La mañana llegó con un suave rayo de sol que se coló a través de las ventanas, mezclada con las sombras de los árboles del bosque, acariciando el rostro de Ava. Ella parpadeó, desorientada por un momento antes de recordar dónde estaba. Se incorporó lentamente, notando que estaba sola en el sofá, cubierta por una suave manta.

Al principio no sabía donde se encontraba. Estaba totalmente desorientada y parecía hasta que no sabía ni en que año vivía.

Pero el aroma a café recién hecho y a tostadas la guió hacia la cocina, donde encontró a Tiger preparando el desayuno. Él la recibió con una sonrisa cálida.

—Buenos días, Bella —bromeó. —¿Qué tal dormiste?

Ava se sonrojó ligeramente, recordando que se había quedado dormida sobre él.

—Muy bien, gracias —susurró empezando a morderse el labio de la vergüenza que sentía—. Lo siento por quedarme dormida durante la película.

Tiger rio suavemente.

—No te preocupes. Aunque me temo que te perdiste el gran final —contestó con su cabello totalmente desordenado que atrajo a una Ava que empezaba a despertarse demasiado al ver el cuerpo escultural de ese hombre—. Resultó que el mayordomo era en realidad un agente secreto disfrazado y la protagonista era su hija perdida hace mucho tiempo.

Ava lo miró boquiabierta por un momento antes de darse cuenta de que estaba bromeando. Ambos estallaron en risas, el sonido de su alegría llenando la cocina.

Tiger recién despierto era como ver a un semidiós despeinado por el viento. Con su camisa algo arrugada y desabrochada, Ava podía disfrutar de esas vistas de ese hombre sin apenas ver aún el cuerpo completo y desnudo de Tiger. No podía mentir porque realmente deseaba verlo de una vez desnudo ante ella.

Mientras compartían el desayuno, charlando animadamente sobre sus planes para el día, el teléfono de Tiger sonó repentinamente. La expresión relajada de su rostro se transformó en una máscara de seriedad en cuestión de segundos.

Se alejó de la mesa, su voz tornándose dura y cortante mientras hablaba con quien fuera que estuviera al otro lado de la línea. Ava observó con preocupación cómo la tensión se apoderaba de su cuerpo, sus hombros rígidos y su mano libre cerrada en un puño.

Tras colgar, Tiger hizo otra llamada rápida.

—Necesito que vengas a recogerla —dijo en voz baja pero firme—. Ahora.

Cuando finalmente volvió a la mesa, su rostro era una máscara impenetrable.

—Lo siento, Ava, pero ha surgido un problema en la empresa. Debo marcharme inmediatamente.

Ava se puso de pie con la preocupación evidente en su rostro.

—¿Está todo bien? ¿Puedo ayudar en algo?

Tiger negó con la cabeza, evitando su mirada.

—No, es mejor que te vayas. Mi chófer está esperando fuera para llevarte de vuelta a la ciudad. Lo siento, pero en este momento no soy una buena compañía.

Antes de que Ava pudiera protestar, Tiger ya se había alejado, desapareciendo en las profundidades de la casa. Ella se quedó allí, en medio de la cocina, sintiendo como si un abismo se hubiera abierto repentinamente entre ellos.

Con el corazón pesado, Ava recogió sus cosas y salió de la casa. Efectivamente, un imponente todoterreno negro la esperaba en el camino de entrada. Mientras se subía al vehículo, no pudo evitar lanzar una última mirada a la casa, preguntándose qué habría ocurrido para cambiar tan drásticamente el humor de Tiger.

Mientras el coche se alejaba, serpenteando por el camino boscoso, Ava sintió una mezcla de preocupación y tristeza. La noche anterior había sido casi mágica, un atisbo de una intimidad que iba más allá de su acuerdo inicial. Y ahora, en cuestión de minutos, todo eso se había desvanecido, como si una hoja de papel cayese sobre una hoguera, quemándose y desapareciendo como si nunca hubiese existido.

El bosque fue dando paso gradualmente a campos abiertos y luego a los suburbios de Londres. Ava miró por la ventana, su mente repasando los eventos de las últimas veinticuatro horas. Desde los desafíos de su primer ensayo de cabaret hasta la calidez de la noche con Tiger, y ahora esta abrupta separación.

Se dio cuenta de que, a pesar de todo el tiempo que habían pasado juntos, todavía había mucho que no sabía sobre Tiger Davenport. El hombre de negocios implacable que había vislumbrado esa mañana era muy diferente del Tiger cálido y atento que la había acogido en su refugio.

Mientras el coche se adentraba en el bullicio de Londres, Ava se prometió a sí misma que llegaría al fondo de ese misterio. No solo por curiosidad, sino porque, de alguna manera que aún no comprendía del todo, Tiger se había convertido en alguien importante para ella. Y no estaba dispuesta a dejarlo enfrentar solo lo que fuera que estuviera perturbándolo.

Con esa resolución en mente, Ava se preparó para enfrentar un nuevo día, uno lleno de ensayos de baile y, esperaba, algunas respuestas sobre el enigma que era Tiger Davenport.

🌂

El sol de la tarde se filtraba por los amplios ventanales de la academia de baile, proyectando sombras alargadas sobre el suelo pulido del pasillo. Ava, con su cabello recogido en un moño desordenado y su ropa de ensayo ligeramente arrugada, se encontraba apoyada contra la pared. Su mirada perdida en algún punto invisible más allá de las paredes del edificio la hacía ver totalmente distraída ante cualquiera.

Su belleza era tal, que muchos la observaban en silencio, pero Ava había tenido tantas complicaciones en su vida, tantas malas experiencias y personas que le demostraban que no servía, que su autoestima se había evaporado por completo. Tan solo Tiger la estaba haciendo ver que eso no era así.

A su lado, Grayson, su mejor amiga, discutía animadamente con Ryder.

La voz de Grayson, melodiosa y llena de vida, contrastaba con el silencio pensativo de Ava, creando una disonancia que no pasó desapercibida para sus amigos.

Ryder, con su energía contagiosa y su sonrisa fácil, intentaba incluir a Ava en la conversación, pero sus palabras parecían rebotar en una barrera invisible que rodeaba a la joven bailarina. Preocupada por el mutismo de su amiga, Grayson intercambió una mirada significativa con Ryder antes de decidirse a actuar.

Con un movimiento rápido y preciso, Grayson dio una pequeña palmada frente al rostro de Ava, sobresaltándola y arrancándola de su ensimismamiento. Los ojos de Ava, antes desenfocados, se centraron en los rostros preocupados de sus amigos.

—¿Estás bien, Ava? —preguntó Grayson con una voz teñida de preocupación.

Ava parpadeó, como si estuviera despertando de un sueño profundo.

—Sí, estoy bien —respondió automáticamente, pero la falta de convicción en su voz traicionaba sus palabras.

Antes de que pudieran indagar más, una profesora apareció en el pasillo, llamando a Ryder para discutir un trabajo de clase. El joven se despidió con una sonrisa comprensiva, dejando a las dos amigas solas en el pasillo que ahora parecía demasiado grande y silencioso.

Grayson, aprovechando la intimidad del momento, se acercó más a Ava. Su voz, suave pero firme, rompió el silencio.

—¿Qué está pasando, Ava? ¿Es por ese magnate con el que estás saliendo?

La pregunta actuó como una llave, abriendo las compuertas de las emociones contenidas de Ava. Sus hombros se hundieron ligeramente, y un suspiro escapó de sus labios antes de que las palabras comenzaran a fluir.

—No lo sé, Gray —confesó, su voz apenas un susurro. —Esta mañana recibió una llamada que lo cambió todo. Sé que hay un problema, pero no sé cuál es. Es como si una nube oscura hubiera descendido sobre él. La noche anterior había sido increíble, como siempre, pero hoy esa llamada lo hizo ver de una forma que nunca lo había visto.

Grayson escuchó atentamente, su ceño fruncido en concentración. Con un movimiento ágil, sacó su teléfono y comenzó a buscar, sus dedos danzando sobre la pantalla con la misma gracia que mostraba en el escenario. De repente, su expresión cambió, una sombra de comprensión cruzando su rostro.

—Creo que sé lo que está pasando —dijo, girando la pantalla hacia Ava.

Los ojos de Ava se agrandaron al leer los titulares

"Desastre en el nuevo modelo de móvil de Davenport Technology".

"Móviles de Davenport Technology arden por mala batería".

"Davenport Technology, ¿fin de una era?".

Cada palabra era como un golpe, resonando en su interior y dando forma a la nebulosa preocupación que la había envuelto todo el día.

La realización cayó sobre ella como un telón pesado al final de una función. Ahora entendía la tensión en la voz de Tiger durante esa breve llamada matutina, la urgencia en sus palabras cuando le dijo que estaría ocupado. El mundo de los negocios, tan ajeno a su realidad de piruetas y compases, había irrumpido en su vida como un tornado, arrastrando consigo la tranquilidad de Tiger y, por extensión, la suya propia.

El resto del día transcurrió en un borrón de movimientos automáticos. Ava se movió por inercia, su cuerpo repitiendo los pasos ensayados mientras su mente vagaba lejos, en una casa al borde de un acantilado donde sabía que Tiger estaría enfrentando solo la tormenta mediática.

Después de las clases, del segundo ensayo de cabaret siendo un completo infierno como el día anterior, la noche finalmente cayó sobre Londres.

Ava se encontró en un taxi, dejando atrás las luces brillantes del lugar y las risas de sus compañeras del cabaret. El vehículo avanzaba por calles cada vez menos transitadas, adentrándose en un paisaje que gradualmente se volvía más salvaje y solitario.

Al bajar del taxi, a cierta distancia de su destino final, Ava se encontró envuelta en un silencio tan profundo que casi podía escuchar los latidos de su propio corazón. El camino hacia la casa de Tiger serpenteaba entre árboles antiguos, sus ramas extendidas como brazos que parecían querer proteger los secretos que guardaban.

A su derecha, el terreno se abría repentinamente, revelando una vista que robaba el aliento. El acantilado se alzaba imponente. Más allá, un manto de bosque se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Era un recordatorio silencioso de la insignificancia de los problemas humanos frente a la majestuosidad de la naturaleza.

Con cada paso que daba hacia la casa, Ava sentía crecer su determinación. Las luces encendidas eran como faros en la oscuridad, guiándola hacia su destino. Cuando finalmente llegó a la puerta, se detuvo un momento, respirando profundamente antes de tocar.

No estaba acostumbrada a hacer cosas así. Era bastante tímida y se notaba, pero con Tiger parecía surgir una nueva Ava, más atrevida que se quedaría para ella siempre.

Dio 3 toques y esperó pacientemente. Los segundos siguieron parecieron estirarse eternamente hasta que, finalmente, la puerta se abrió. Tiger apareció en el umbral, una sombra de su habitual presencia imponente. El cansancio y la preocupación habían tallado líneas en su rostro, oscureciendo sus ojos usualmente brillantes.

Llevaba una camisa remangada con un chaleco negro a juego con su camisa. Su cabello estaba algo desordenado y se le veía totalmente cansado.

—Ava —dijo con una mezcla de sorpresa y resignación—. No deberías estar aquí.

Pero Ava, impulsada por una fuerza que ni ella misma comprendía completamente, ignoró sus palabras. Con una suavidad que contrastaba con su determinación, empujó ligeramente a Tiger, adentrándose en la casa como si fuera su propio hogar.

Tiger, claramente no de humor para juegos, insistió;

—No soy una buena compañía ahora, Ava. Deberías irte. —En su voz se notaba que estaba pasando un día de mierda.

Ava se giró para mirarlo, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y comprensión.

—¿Recuerdas la regla que firmamos en el contrato, Tiger? Si una de las partes ve al otro mal, se quedará aunque no hablemos del tema.

Sus palabras eran suaves pero firmes, un recordatorio gentil de un acuerdo que, en ese momento, parecía más que un simple contrato.

Antes de que Tiger pudiera protestar, Ava se dirigió con paso decidido hacia la cocina.

—No sé cocinar —admitió con una voz flotando en el aire—. Pero hago unas sopas preparadas bastante buenas —bromeó, mostrando la bolsita de sopa que iba a preparar esa noche para ambos.

Tiger, todavía en el umbral de su propia cocina, observó a Ava moverse con una gracia natural, incluso en un entorno tan ajeno a ella como aquella cocina de diseño. Una sonrisa involuntaria se dibujó en sus labios, suavizando las líneas de preocupación en su rostro.

—Aun sabiendo que te traté mal esta mañana, ¿sigues aquí? —murmuró, más para sí mismo que para ella.

Tiger se había comido la cabeza el como la había tratado esa mañana y no había dejado de pensar en lo idiota que había sido con ella cuando la noche anterior había sido mágica.

Ava, sin dejar de moverse entre los armarios y la estufa, respondió con una ligereza que contrastaba con la pesadez del ambiente;

—Todos tenemos días malos, Tiger. No me trataste mal, pero no voy a dejarte solo cuando me necesites.

Esas palabras, simples pero cargadas de un significado profundo, golpearon a Tiger con la fuerza de una revelación. Esa joven, con su determinación silenciosa y su presencia reconfortante, era diferente a cualquier persona que hubiera conocido antes. No era como las mujeres que su madre constantemente intentaba presentarle, ni como los asociados que lo rodeaban por interés. Ava estaba allí, simplemente porque quería estarlo.

—Gracias —dijo Tiger, su voz apenas un susurro. —Gracias por estar aquí a pesar de que no soy una buena compañía. —Hizo una pausa, como si las siguientes palabras le costaran un esfuerzo enorme—. Siempre me he aislado del mundo cuando algo va mal, para no preocupar a los demás.

Ava se giró para mirarlo, una cuchara de madera en la mano y una sonrisa suave en los labios, mientras que Tiger estaba frente a ella, en la isla de la cocina, observándola de aquella manera, aunque se le veía algo desastroso después del día que había tenido.

—Eso ha cambiado, Tiger. No debes vivirlo solo.

Por un momento, Tiger se preguntó si Ava estaba allí solo por el contrato, por esa regla que habían firmado. Pero al ver la determinación en sus ojos, la forma en que se movía por su cocina como si perteneciera allí, supo que iba más allá de cualquier acuerdo legal. Contrato o no, Ava habría venido de todas formas y aquello le hizo latir con fuerza su corazón.

Minutos después, con dos tazones humeantes de sopa en las manos, se dirigieron al sofá. Ava, con una sonrisa dulce, puso una película de animación, sabiendo por experiencias pasadas que los colores vivos y las historias simples tenían un efecto calmante en Tiger.

—¿Y? —preguntó Ava, sus ojos brillando con anticipación mientras Tiger probaba la sopa.

Una risa genuina, la primera en todo el día, escapó de los labios de Tiger. Y eso que era difícil sacarle una sonrisa al magnate cuando tenía un muy mal día. Ava lo había conseguido en muy poco rato.

—Es la mejor sopa preparada que he comido —declaró, añadiendo con un guiño—. Pero la próxima cocino yo.

Ava rio como un sonido musical llenando la habitación.

—Nunca he tenido tiempo para aprender a cocinar —confesó, su voz teñida de una nostalgia que hablaba de una vida llena de desafíos y sacrificios.

—Pues me gustaría cocinar para ti muchas veces —susurró el magnate.

Mientras la película avanzaba, llenando la habitación con colores brillantes y música alegre, Tiger sintió cómo la tensión abandonaba lentamente su cuerpo. Miró a Ava, quien parecía completamente absorta en la pantalla, y se maravilló de cómo su presencia había transformado lo que prometía ser una noche sombría en un momento de paz.

—Supongo que ya sabes lo de mi empresa —dijo finalmente, rompiendo el cómodo silencio que se había instalado entre ellos.

Ava asintió, con sus ojos dejando la pantalla para poder observar al magnate.

—Sí, pero no eres ni serás el único al que le ocurre algo así con sus móviles —contestó ella.

Tiger suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—No fueron personas cualquiera quienes lo publicaron, Ava. Fueron periódicos digitales muy famosos, incluso una revista de electrónica reputada. Las ventas han caído drásticamente. —Hizo una pausa, como si el peso de sus siguientes palabras fuera demasiado para soportar—. Mi agente me aconsejó no salir por unos días, hasta que el tema se calme un poco. Pensaba quedarme aquí, aislado. Nadie sabe que vivo en este lugar, es tranquilo y está alejado de todo.

Ava lo miró, su ceño fruncido en concentración.

—¿Sabes a cuántos móviles les pasó exactamente?

—A tres, que yo sepa —respondió Tiger—. Y ocurrió justo cuando salía al mercado un nuevo modelo de móvil de nuestra competencia, que ha perdido popularidad desde que mi empresa comenzó a crecer—. Su voz se llenó de frustración—. Lo que me parece extraño es que nuestra batería está más que preparada para evitar ese tipo de problemas.

Los ojos de Ava se iluminaron con una súbita comprensión.

—Tiger, ¿has considerado que podría ser un boicot de la otra empresa?

La realización golpeó a Tiger como un rayo. Había estado tan inmerso en su preocupación que no había considerado esa posibilidad. Sin perder un segundo, tomó su teléfono y marcó un número.

—Investiga el asunto internamente —ordenó a la persona al otro lado de la línea—. Y mira a la competencia. Podría ser un boicot contra la empresa—. Tras colgar, apagó el teléfono, determinado a dejar el mundo exterior fuera por el resto de la noche.

Cuando volvió su atención a Ava, una sonrisa genuina iluminó su rostro.

—Lo único bueno de este día horrible... —dijo suavemente—. Fue abrir la puerta y encontrarte ahí, a pesar de que te dije que te marcharas.

Ava respondió con una sonrisa hermosa, cálida y reconfortante. Sin necesidad de más palabras, volvieron su atención a la película, sus cuerpos inconscientemente acercándose en el sofá.

Así, en una noche que había amenazado con ser una de las más oscuras para Tiger, encontró un faro de luz en la presencia silenciosa pero constante de Ava. Mientras los personajes animados danzaban en la pantalla, Tiger se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, no estaba enfrentando sus problemas solo. Y esa realización, más que cualquier solución temporal a la crisis de su empresa, fue lo que finalmente le trajo paz.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de Ava y Tiger.

¿Que les ha parecido?

¿Queréis más?

¿Que piensan de Tiger?

¿Y Ava?

¿Y lo que sucedió con los móviles?

¿Queréis más?

Nos leemos ;)

Patri García

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