
T R E I N T A Y U N O | L A S P E S A D I L L A S D E A V A 🌂
«No soportaba verla sufrir y saber que no dejaba que nadie la ayudase a sujetar sus maletas más pesadas»
Tiger Davenport.
La oscuridad envolvía las calles solitarias mientras Ava caminaba con paso alegre, tarareando una melodía. Las farolas proyectaban sombras alargadas sobre el pavimento, creando un juego de luces y sombras que no le preocupaba. Se sentía feliz, ligera, como si nada pudiera perturbar su paz.
Todo parecía ir perfecto, hasta que lo vio.
Su silueta emergió de las sombras como un espectro de su pasado, una figura que reconocería en cualquier parte. No necesitaba ver su rostro para saber quién era; el hombre que había convertido su vida en un infierno.
Su sola presencia bastó para que el aire se volviera denso, irrespirable.
—Por fin te encuentro. —Su voz áspera atravesó la noche como una navaja—. Has estado huyendo durante mucho tiempo, pero eso se acabó. Vas a pagar por todo lo que has hecho.
Ava retrocedió instintivamente con su corazón martilleando contra su pecho. Las piernas le temblaban, pero logró mantener la compostura.
—Por favor —susurró, intentando que su voz no delatara el terror que sentía—. Lo siento si hice algo que te molestó. Solo... Solo déjame ir.
Una risa cruel fue su única respuesta.
—¿Dejarte ir? —Se burló él, acercándose más—. No, no esta vez. No volverás a escapar.
Antes de que pudiera gritar, una mano áspera cubrió su boca. El pánico la invadió mientras luchaba por liberarse. A lo lejos, escuchó una voz familiar gritando su nombre, cada vez más cerca...
—¡Ava! ¡Ava, despierta!
Sus ojos se abrieron de golpe, desorientada y jadeante. El sudor frío empapaba su piel, y su corazón latía tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos. Ya no estaba en aquella calle oscura, sino en una enorme habitación, y junto a ella, Tiger estaba sentado al borde de la cama, con el torso desnudo y vistiendo solo un pantalón de pijama. Su rostro reflejaba una profunda preocupación mientras la observaba con esos ojos que parecían poder ver a través de su alma.
Era la viva perfección en esa noche bajo la penumbra.
—Solo fue una pesadilla —murmuró él con voz suave, como si temiera asustarla más—. Ya está, estás a salvo.
Ava asintió débilmente, intentando regular su respiración. Las imágenes de la pesadilla aún danzaban en su mente, demasiado vívidas, demasiado reales.
Tiger la observó con preocupación. Habían pasado tres días desde su regreso del campo, y las pesadillas se habían vuelto más frecuentes. Él no podía evitar pensar que tenían relación con el ataque de Drake, pero algo le decía que había más, mucho más detrás de esos terrores nocturnos.
—¿Quieres hablar de ello? —preguntó con cautela, su mano flotando indecisa cerca de la de ella, como si no estuviera seguro de si el contacto sería bienvenido.
Ava negó con la cabeza, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Lo siento —susurró—. No quería molestarte a esta hora.
—No. —La interrumpió Tiger con firmeza—. Nunca te disculpes por esto, Ava. No es tu culpa. Además, ya estaba despierto, trabajando. Ya sabes que suelo funcionar con pocas horas de sueño.
Desde que habían vuelto del campo, había decidido volver a dormir en camas separadas. Las palabras de su tío Charlie resonaban en su mente: "Estás enamorado de ella, Tiger, y eso te aterra" justo antes de marcharse de la casa de campo para volver a la ajetreada vida en la ciudad. Y tenía razón. Después de lo que había pasado con aquella única novia de Tiger, después de la traición y el dolor, la idea de volver a entregar su corazón lo aterrorizaba. Sabía que Ava era diferente, lo sentía en cada fibra de su ser, pero el miedo era más fuerte que la razón.
Sin embargo, viéndola así, vulnerable y asustada, supo que no podría mantener esa distancia por mucho tiempo más. No quería dejarla sola, no cuando las pesadillas parecían acecharla cada noche.
—Estaré en la biblioteca si me necesitas —dijo, levantándose con reluctancia—. Cualquier cosa, por pequeña que sea, solo tienes que llamarme.
Se inclinó para acomodar la manta sobre ella, asegurándose de que estuviera bien arropada. El gesto, tan simple y doméstico, hizo que algo se apretara en su pecho.
Antes de salir, se detuvo en la puerta y la miró una vez más. La luz tenue de la luna que se filtraba por la ventana iluminaba su perfil, y por un momento, Tiger pudo ver las cicatrices que marcaban su piel expuesta. Cicatrices que contaban historias que ella nunca compartía, secretos que guardaba tras esa sonrisa valiente.
Mientras caminaba hacia la biblioteca, su mente no dejaba de dar vueltas. Las pesadillas parecían empeorar, y tenía la sensación de que había algo más, algo que Ava no le estaba contando. Cada cicatriz en su cuerpo era un capítulo de una historia dolorosa que él anhelaba conocer, no por curiosidad, sino porque quería ayudarla a sanar.
Se dejó caer en su sillón de cuero, frente al escritorio lleno de documentos que esperaban su atención. Pero no podía concentrarse. Su mente volvía una y otra vez a Ava, a sus gritos ahogados durante la pesadilla, al temblor de sus manos cuando despertó.
Tiger sabía que había más que el incidente con Drake, más que el trauma reciente. Las cicatrices en su cuerpo hablaban de un pasado más oscuro, más profundo. Algunas parecían antiguas, otras más recientes, pero todas contaban una historia de dolor que ella guardaba celosamente.
Tomó su teléfono y revisó la hora, eran las 5 de la madrugada. El silencio de esa noche pesaba sobre él mientras escuchaba atentamente, esperando no oír más gritos desde la habitación. Se prometió a sí mismo que volvería a dormir en la misma habitación que ella. El miedo a sus propios sentimientos no podía ser más fuerte que su necesidad de protegerla.
Porque si algo tenía claro, era que haría cualquier cosa por mantenerla a salvo, incluso de sus propios demonios. Aunque eso significara enfrentar sus propios miedos en el proceso.
La noche avanzaba lentamente mientras Tiger permanecía en vigilia, dividido entre el deseo de volver a su lado y el respeto por su espacio. Las palabras no dichas pesaban en el aire, secretos y miedos que ambos guardaban, esperando el momento adecuado para salir a la luz.
Y mientras el amanecer se acercaba, Tiger tomó una decisión; estaría allí para ella, sin importar lo que costara. Porque algunas batallas no se pueden luchar solo, y él estaba determinado a ser su apoyo, su refugio, aunque eso significara arriesgar su propio corazón en el proceso.
🌂
El reflejo en el espejo le devolvía una mirada nerviosa. Ava se contempló una vez más, ajustándose el corto vestido oscuro que brillaba bajo las luces del camerino. Sus dedos temblorosos recorrieron el borde del escote, asegurándose de que todo estuviera en su lugar.
Treinta minutos.
Solo treinta minutos la separaban de su primera actuación en el cabaret.
El camerino, un espacio íntimo pero elegante con paredes color borgoña y luces cálidas alrededor de los espejos, parecía encogerse a su alrededor. El aire estaba cargado con el aroma dulce del maquillaje y el perfume de las otras bailarinas que se preparaban para el espectáculo. Sus compañeras se movían con la confianza que otorga la experiencia, mientras ella permanecía anclada frente al espejo, su mente un torbellino de dudas.
—50 personas —murmuró para sí misma, repasando mentalmente el número una y otra vez—. Solo 50.
No era nada comparado con el teatro donde solía bailar, pero aun así, la idea de exponerse ante ese público, de mostrar una faceta más sensual de su baile, hacía que su estómago se retorciera con ansiedad. El vestuario, más revelador que cualquier cosa que hubiera usado antes, no ayudaba a calmar sus nervios.
El sonido de tacones acercándose la sacó de sus pensamientos. A través del espejo, vio a Victoria aproximándose. La líder de las bailarinas, con su porte elegante y su característico cabello recogido en un moño perfecto, se detuvo detrás de ella. Sus miradas se encontraron en el reflejo, y aunque su relación había comenzado con frialdad, Ava pudo detectar un destello de comprensión en los ojos verdes de Victoria.
Las bailarinas empezaban a marcharse, dejando solas a ambas mujeres. todas ellas tan relajadas, parecían que iban a ensayar y no a hacer la actuación de sus vidas, o así era como Ava lo sentía.
—La primera vez siempre es la más difícil —dijo Victoria, apoyando una mano en el hombro de Ava—. ¿Sabes? Mi primera noche aquí fue un desastre total en mi cabeza. Estaba tan nerviosa que casi vomito en los bastidores.
Ava se giró, sorprendida por la confesión. Victoria, siempre tan segura y dominante en el escenario, ¿nerviosa?
—¿Tú? Pero si siempre pareces tan... perfecta.
Una risa suave escapó de los labios de Victoria.
—Oh, cariño, todos empezamos siendo un manojo de nervios. Mi primera noche, tropecé con mi propio vestido durante el ensayo final. Pero ¿sabes qué? En el momento en que la música comenzó y las luces me bañaron, todo cambió. Es como si el escenario tuviera su propia magia.
—No sé si puedo hacerlo —confesó Ava, jugando nerviosamente con el borde de su vestido—. No soy buena mostrándome ante el público. No de esta manera.
—Tonterías —respondió Victoria con firmeza—. Tienes un talento natural, Ava. Lo he visto durante los ensayos. Sería un crimen desperdiciar ese don por miedo. El escenario es tuyo; tómalo.
El teléfono de Ava vibró en ese momento. Era un mensaje de Grayson, su mejor amiga, acompañado de una foto del escenario iluminado;
Grayson; ¡Ya estoy aquí! Todo saldrá perfecto, pequeña bailarina. ¡Vas a brillar!
Ava soltó un largo suspiro, intentando expulsar parte de su ansiedad.
—¿Cómo te sientes después de... lo de tu ex? —preguntó Victoria con cautela, mencionando el incidente que todas conocían pero del que nadie se atrevía a hablar directamente.
Ava tensó los hombros instintivamente ante la mención de su ex, pero asintió levemente.
—Estoy... sobreviviendo.
—Escúchame bien —dijo Victoria, girando a Ava para que la mirara directamente—. No estás sola en esto. Los momentos oscuros pasan, siempre pasan. Y mientras tanto, tienes a todas nosotras contigo. Somos una familia aquí, aunque a veces no lo parezca. —Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios—. Por cierto, tienes una visita esperando fuera. Le diré que pase.
Victoria se alejó con elegancia, y antes de que Ava pudiera procesar sus palabras, la puerta se abrió nuevamente. Tiger entró, llevando un enorme ramo de rosas rojas que casi ocultaba su rostro. Su traje negro hecho a medida contrastaba perfectamente con su porte elegante, y sus ojos brillaban con una mezcla de admiración y algo más intenso cuando la vio.
Y nada más verlo, juró sentirse mucho más relajada que segundos antes.
Si impecable sonrisa se mostró por completo en ese momento mientras que Tiger adoro ver los ojos brillantes de Ava en ese momento.
—Para la estrella de la noche —dijo, extendiendo el ramo hacia ella.
Ava sintió que sus mejillas se encendían mientras tomaba las flores. El aroma dulce inundó sus sentidos, mezclándose con la fragancia única de Tiger, esa mezcla de sándalo y algo indefiniblemente masculino que siempre la hacía sentir mareada.
Los ojos de Tiger recorrieron su figura sin disimulo, deteniéndose en las curvas que el vestido resaltaba. Descubriendo ese ese camerino estaba vacío, donde solo se encontraba Ava y él en ese momento, Tiger cerró la puerta y se acercó a la joven.
Se acercó lo suficiente para murmurarle;
—Si bailas tan bien como luces esta noche, tendré que comprar el cabaret entero solo para tener funciones privadas.
El rubor de Ava se intensificó, y un escalofrío recorrió su espalda ante la intensidad de su mirada y el tono sugerente de su voz.
—No sé ni siquiera si podré salir allí... —susurró temerosa.
Y entonces, el magnate se acercó más a ella y colocó su mano sobre la mejilla de ella, acariciándola con dulzura mientras notaba como ella temblaba de los nervios.
—Necesitas relajarte antes de la función, Bella —susurró Tiger con ese tono mientras se relamía los labios al ver el espectacular vestido que llevaba puesto—. Permíteme ayudarte en ello.
Bajó su mano con lentitud, mientras Ava, deseosa por ello, se quedó quieta, intrigada en que es lo que él iba a haber con ella.
Con sus labios, se acercó al cuello de la joven, besándola mientras su mano continuaba bajando y ella ya no sabía ni qué hacer.
Cuando se separó los labios del cuello de ella, susurró;
—Ábrete de piernas.
Y Ava acató sus órdenes sin rechistar en lo absoluto.
Se abrió dé piernas un poco cuando sintió los dedos largos de Tiger entre sus muslos, haciéndose paso hacia las bragas de la joven, para con un movimiento, meter uno de sus dedos dentro de ella y conseguir que Ava gimiese en voz alta, tratando de morderse el labio al recordar donde se encontraba.
Pero Tiger no quería que amortiguase sus gemidos, no con él.
—Permíteme escucharte, Ava... Quiero escuchar el placer que te doy —contestó con la voz ronca y metió otro de sus dedos dentro de ella, consiguiendo que gimiese ahora si en voz alta.
La cabeza de ella se pegó en el cuello de Tiger mientras trataba de amortiguar sus gemidos a la vez que Tiger continuaba moviendo sus dedos dentro de ella y de qué manera lo hacía. Iba a lograr que el maquillaje que ella llevaba puesto se corriese por su culpa y, probablemente, Tiger estaría encantado de verla de esa manera tan vulnerable.
Y no supo si era por los nervios o porque Tiger era un amante más que habilidoso, que Ava se corrió en los dedos de él al poco de todo.
Agotada por ello, vio como Tiger retiraba los dedos de dentro de ella y luego, sin dejar de mirarla, se metió los dedos en su boca para saborear el sabor de ella.
Y con ello, dejando a Ava con las mejillas sonrojadas, respondió;
—Buena suerte, Bella —susurró Tiger. —Lo harás genial. —Rozando sus labios contra su mejilla antes de retirarse, dejando tras de sí una estela de su perfume y el cosquilleo de su toque.
—¡Cinco minutos! —anunció una voz desde el pasillo.
El camerino se convirtió en un frenesí de última hora. Las bailarinas se alinearon, cada una haciendo sus rituales personales antes de salir. Ava colocó cuidadosamente las flores en su tocador y se unió a ellas, sintiendo que su corazón latía tan fuerte que temía que pudiera escucharse por encima de la música.
—¡Todas juntas! —exclamó Victoria, y el resto del elenco formó un círculo, incluyendo a Ava—. Esta noche brillaremos.
El telón aún estaba abajo cuando tomaron sus posiciones. Ava podía escuchar el murmullo del público al otro lado, el tintineo de copas, risas ocasionales. La música comenzó a sonar suavemente, una melodía seductora que prometía intensificarse.
Cuando el telón comenzó a subirse, Ava sintió que el tiempo se ralentizaba. Las luces la cegaron momentáneamente, y cuando sus ojos se ajustaron, pudo distinguir las siluetas del público. Tiger estaba en una mesa cercana al escenario, su presencia magnética imposible de ignorar. A su lado, Grayson le sonreía con todo el apoyo del mundo.
La música se intensificó, y Ava comenzó a moverse. Los primeros pasos fueron mecánicos, su cuerpo respondiendo al entrenamiento más que a la emoción. Pero entonces, algo cambió. Quizás fue la calidez de las luces, o el ritmo hipnótico de la música, o la manera en que Tiger la miraba como si fuera la única persona en la habitación.
Sus movimientos se volvieron más fluidos, más naturales. El miedo se transformó en adrenalina, y la adrenalina en pura energía creativa. Cada giro, cada pose, cada movimiento sensual fluía de ella como si hubiera nacido para este momento. El vestido captaba y reflejaba la luz, creando destellos que parecían seguir el ritmo de sus movimientos.
Desde su posición privilegiada, Tiger no podía apartar la mirada. Sus ojos seguían cada movimiento de Ava con una intensidad casi predatoria. La transformación era fascinante; la joven tímida del camerino se había convertido en una sirena que comandaba la atención de toda la sala. Sus nudillos se blanquearon alrededor de su copa mientras la observaba ejecutar una serie de movimientos particularmente seductores.
La coreografía alcanzó su clímax, y Ava sintió que todo su ser vibraba con la música. Ya no existían el miedo ni las dudas, solo el puro placer de la danza y la libertad de expresión que nunca había experimentado en el ballet clásico.
Cuando el telón finalmente bajó, Ava permaneció en su pose final por un momento más, su pecho subiendo y bajando con respiraciones agitadas, una sonrisa de pura felicidad iluminando su rostro. Las otras bailarinas se acercaron para abrazarla y felicitarla, Victoria entre ellas, con una sonrisa orgullosa.
—¿Ves? Eras exactamente lo que este lugar necesitaba. —Le susurró Victoria mientras se dirigían hacia los camerinos.
Ava apenas podía contener la emoción. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente libre sobre un escenario. El miedo que Drake y su pasado habían instalado en ella parecía haberse disuelto, al menos temporalmente, bajo las luces del cabaret.
Mientras caminaba hacia su camerino, podía sentir que algo había cambiado en ella. Esta noche no solo había superado sus miedos; había descubierto una nueva faceta de sí misma, una que no sabía que existía. Y por la forma en que Tiger la había mirado, estaba claro que él también lo había notado.
La noche apenas comenzaba, y Ava sentía que, por fin, estaba lista para cualquier cosa que el destino pusiera en su camino. El cabaret había dejado de ser un lugar que le provocaba ansiedad para convertirse en un espacio de liberación y redescubrimiento. Y mientras se preparaba para la segunda parte del show, supo que esta era solo el principio para superar su miedo escénico.
***
Aquí tenéis un nuevo capítulo de Ava y Tiger.
¿Que les ha parecido?
¿Las pesadillas de Ava?
¿Tiger queriendo intentar algo más con Ava?
¿Ava y Tiger?
¿La escena del cabaret?
Nos leemos el miércoles :3
Patri García
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