T R E I N T A Y O C H O | D E B I S T E D E C Í R M E L O 🌂
«No podía creerme lo que había hecho a mis espaldas... Debía habérmelo dicho»
Ava Delacroix.
El despacho de Tiger Davenport olía a cuero y café recién hecho. Las paredes de vidrio dejaban ver la ciudad de Londres como un mosaico de cristal y acero, reflejando la luz de una tarde gris de mayo. Frente a él, sentado con una libreta y un bolígrafo negro, estaba Marcus Grayson, un periodista conocido por su integridad y su capacidad para desenmascarar escándalos políticos.
—Lo que voy a contarte no puede salir de esta habitación hasta que estemos listos —advirtió Tiger con su voz profunda y controlada.
Marcus asintió, sus ojos verdes brillando con la anticipación de una información explosiva. Conocía a Blackwood lo suficiente para saber que cuando algo llegaba a sus manos, valía la pena prestarle atención.
—Estoy hablando de Ivan Sterling —comenzó Tiger—. Fue alcalde de York hace algunos años, y actualmente es la mano derecha de Jules Black.
Aquello último lo dejó totalmente sorprendido al periodista.
Un silencio denso se instaló entre ellos. Tiger sacó de un archivador una carpeta marrón, gruesa, repleta de documentos y fotografías. La deslizó sobre el escritorio de roble.
—Aquí hay pruebas de corrupción, desvío de fondos públicos, contratos amañados. —Su dedo índice señalaba diferentes páginas—. Pero hay algo más grave.
Marcus hojeaba los documentos con una expresión cambiando de escepticismo a una creciente sombra de asombro. Facturas trucadas, transferencias a cuentas, informes de auditoría manipulados.
—¿Estás seguro de todo esto? —preguntó el periodista.
—Completamente —respondió Tiger—. Ivan no solo es corrupto. Es peligroso. Ha destruido vidas, ha manipulado sistemas completos de gobierno.
Un dato tras otro, Tiger fue desgranando la historia de Ivan Sterling. Un hombre sin escrúpulos que había escalado posiciones políticas mediante la intimidación y la manipulación. Un depredador que había usado su poder para beneficio personal, sin importar a quién aplastara en el camino. Pero sobre todo, por todo el daño que le había dicho a Ava.
Marcus tomaba notas, su bolígrafo casi no dejaba de moverse sobre el papel. Cada palabra de Tiger era un martillazo contra la reputación de Ivan.
—Quiero que publiques esto —dijo Davenport—. Pero hay una condición.
—Siempre hay una condición. —Sonrió Marcus.
—No menciones a nadie más. Nadie puede saber de dónde vienen estas pruebas. Y especialmente, nadie puede relacionar esta información con una persona en particular.
El periodista comprendió el mensaje. Había un nombre, una historia personal detrás de toda esa documentación. Y Tiger la protegería a toda costa.
—¿Qué ganas tú con esto? —preguntó Marcus.
Tiger miró por la ventana. La ciudad seguía su ritmo, ignorante de la bomba informativa que estaba a punto de estallar.
—Justicia —respondió simplemente.
Después de una hora de detalles, de pruebas, de conversación estratégica, Marcus guardó sus documentos. Sabía que lo que tenía entre manos podría cambiar el panorama político de Inglaterra.
—Publicaré la información —confirmó—. Pero ten por seguro que le destruiremos la carrera política a Ivan. ¿Estás seguro de ello?
Tiger asintió. No era suficiente. Quería verlo en prisión.
—Un hombre como él merece pudrirse tras las rejas —sentenció.
Cuando Marcus abandonó el despacho, Tiger miró su reloj. Ava saldría de la academia en pocos minutos y quería ir a recogerla.
Su Aston Martin verde lo esperaba en el estacionamiento, brillante bajo la luz gris de Londres. Conducir hacia la academia de danza era como un ritual. Un ritual que últimamente se sentía diferente, tenso.
La conversación con su madre resonaba en su cabeza. Su insistencia en que Ava no era el partido adecuado. Todo un intento de manipulación que solo había conseguido distanciar más a Ava.
El coche se deslizaba por las calles como una sombra verde. Tiger revisaba mentalmente cada detalle. Había protegido la identidad de Ava. Nadie sabría que era hija de Ivan. Nadie podría relacionarla con ese pasado oscuro. Esa era la condición, pero haría justicia por todo el daño que había cometido.
La academia de danza apareció. Un edificio moderno, con grandes ventanales que dejaban ver el interior luminoso. Y allí estaba ella. Ava.
Tan bella como siempre.
Su cabello totalmente esparcido, dejando oleadas de ondas por el viento mientras su mejor amiga caminaba a su lado. Ambas totalmente absortas por el cansancio del ensayo y de Ava por sus nervios previos a la obra de teatro.
Fue ahí cuando Tiger salió de su coche y se apoyó en su moderno coche con sus manos en los bolsillos, con su camisa negra remangada, con varios botines desabotonados, dejando verlo como un espectacular modelo mientras varias mujeres no pasaban desapercibido ante tremendo hombre.
Ava, sin ser consciente de que Tiger se encontraba allí, no dejó de pensar en las cosas que la madre de Tiger le había dicho aquel día, hacía ya algunas semanas.
Fue ahí cuando Grayson susurró;
—Ahí está tu hombretón, nena.
La joven bailarina, levantando la mirada del suelo, se quedó Tita,entre de piedra.
Tiger la observaba de reojo, consciente de la distancia que se había instalado entre ellos como un muro invisible.
Ava esbozó una sonrisa tensa, apenas un movimiento de labios. Grayson se despidió, y Ava se acercó a Tiger y con la mirada se dijeron todo. Absolutamente todo. Cuando Tiger le abrió la puerta del coche para que esta se sentase, un gesto de cortesía que ahora parecía un protocolo más que una muestra de afecto. Tiger estaba nervioso y quería hablar con ella, saber que le ocurría porque sabía que era después de lo que sucedió con su madre aquel día.
—¿Qué tal tu día? —preguntó él, rompiendo el silencio.
—Bien —respondió Ava—. Nerviosa por la función de la Bella y la Bestia. En dos semanas tendremos la representación.
Cuando llegaron a su apartamento tras un viaje bastante silencioso, Ava rompió el silencio una vez dentro.
—¿Quieres café? —ofreció ella, como si la pregunta pudiera borrar la tensión.
Y él asintió, sintiéndose en casa, en un hogar siempre que estaba a su lado. Ava encendió la televisión para escuchar un poco de sonido en ese momento y no sentirse tan nerviosa.
Tiger la ayudó, colocando galletas en un plato. Gestos cotidianos que Tiger adoraba y Ava también.
—Ava —comenzó él—. Estás distante conmigo.
Ella fingió no entender. Un movimiento de hombros, una mirada esquiva. Pero Tiger no era de los que se rendían fácilmente.
—¿A que te refieres? —preguntó ella, nerviosa.
—A esto. —Señaló el espacio entre ellos—. A cómo me esquivas.
Sus palabras eran suaves, pero cargadas de una intensidad que hacía temblar el aire. Ava sintió que se derretía. Tiger sabía cómo decir las cosas, cómo atravesar sus defensas.
—¿Te dijo algo más mi madre? —preguntó él.
Un largo silencio. Ava bajó la mirada, jugueteando con la cucharilla del café.
Pero no habló.
—Ava, te conozco —susurró con un suspiro el joven magnate mientras se apoyaba en la barra de la cocina y la observaba, algo temeroso por la respuesta de ella—. Sé muy bien cómo es ella y odio saber que haya podido decirte algo que pudiese dolerte.
Ava se echó un mechón de pelo tras su oreja y luego lo miró a los ojos. Lo guapo que estaba ese día, como todos, pero también estaba cada día más enamorada de él.
Y entonces, se abrió.
—Me ofreció dinero. —Soltó de golpe—. Una suma considerable para que te dejara.
La reacción de Tiger fue inmediata. Una mezcla de furia y dolor atravesó su rostro. Negó con la cabeza, como si aquella propuesta fuera una ofensa personal.
—Lo siento —murmuró—. Lo siento mucho.
Ava lo miró. Sus ojos reflejaban una vulnerabilidad que trataba siempre de evitar mostrar, pero con Tiger todos esos muros que ella había construido por todo lo que había sufrido en su vida.
—No pasa nada —dijo—. Pero me sorprende el poco amor que has tenido en tu vida.
Era un reproche suave, pero certero. Tiger la miró con intensidad.
Y aquello era lo que la había dejado totalmente mal, el pensar que ni su propia madre deseaba que él encontrase un amor verdadero, aunque durase poco tiempo. Que experimentase el verdadero amor.
Tiger, sorprendido por la respuesta de Ava, susurró;
—Tengo tu amor —respondió—. Y tú necesitas más amor del que has recibido. Y voy a demostrártelo.
Sin poder evitarlo, su mente viajó a las cicatrices en la espalda de Ava. Marcas de un pasado que Ivan, su propio padre, le había dejado.
La televisión interrumpió el momento. Un boletín informativo comenzó a sonar, y de repente, el mundo pareció detenerse.
—Terremoto en Inglaterra —anunció el presentador—. Muchas pruebas revelan los oscuros negocios de Ivan Sterling, mano derecha de Jules Black.
Ava palideció. Inmóvil. Como si cada palabra la atravesara.
El periodista siguió;
—Pruebas de delitos, agresiones. Un posible asesinato que implica a la madre de una víctima desconocida.
Tiger contuvo la respiración. Eso no había sido parte del acuerdo.
Varias imágenes de Ivan en su época de alcalde, fotografías en duchas pruebas y mucho más, hizo que Ava mirase hacia Tiger sin poder creerse todo lo que estaba escuchando en las noticias. En las noticias de última hora.
Y sin poder creérselo, habló;
—¿Fuiste tú? —preguntó Ava en un susurro quebrado.
Tiger, que no se esperaba que saliera todo aquello, solo la información que le había entregado a ese periodista del que nunca más confiaría.
—Ava...
—¿Enviaste la información a alguien? —preguntó totalmente afectada—. ¿Investigaste a ese hombre?
Y él se quedó quieto, mirándola, con la vergüenza totalmente visible en su rostro.
Y no podía mentirle.
—Quería hacer que ese hombre cumpliese años de cárcel por lo que te hizo, por todo, que hubiese justicia.
—Pero... —Se quedó totalmente callada y ni siquiera parpadeó—. No tenías derecho, Tiger.
—No fue así, Ava... Nunca mencioné tu nombre —insistió—. Quería protegerte. Solo le di información de corrupción para que saliera de la política y los jueces lo investigasen y se alejara de ti.
Pero Ava no lo veía así. Para ella, era una traición. Una exposición de su pasado más oscuro sin su consentimiento.
—Debiste hablar conmigo —lloró—. Esto es enorme. Nadie debería saberlo.
El miedo brillaba en sus ojos. Un miedo antiguo, de años de silencio y dolor.
Tiger intentó acercarse. Ella retrocedió.
—Necesito tiempo —sentenció—. Vete.
Y entonces sucedió, Ava caminó hacia la puerta, con las manos temblorosas y abrió la puerta, ofreciéndole a marcharse al magnate de su pequeño y diminuto hogar con las lágrimas en sus ojos. Tiger no quería marcharse, pero sabía que había hecho mal en no decírselo, en confesarle que es lo que iba a hacer y se arrepintió de ello.
—Ava...
La puerta se cerró. Tiger del otro lado. Ava en el interior. Dos corazones rotos. Dos almas separadas por la verdad.
El silencio los envolvió, un testigo mudo de un amor que parecía desmoronarse.
***
Aquí tenéis un nuevo capítulo de Ava y Tiger y ya quedan pocos capítulos :(
¿Que les ha parecido?
¿Que Tiger hiciera eso?
¿El enfado de Ava?
¿Lo que apareció en las noticias?
Nos leemos el miércoles
Patri García
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