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T R E C E | D E P A R T A M E N T O D E S O L T E R A 🌂

«Iba a demostrarle que merecía ese papel y que iba a ser una increíble bailarina»

Tiger Davenport.

Bailar cabaret significaba tener que mezclar varios ritmos, improvisar, bailar la danza de vientre y hasta bailar algo de ballet. Tan solo Ava necesitaba familiarizarse con el baile para luego improvisar algo el jueves para la audición.

Y si bien no estaba acostumbrada a esos bailes, sin duda aprendía bastante rápido. Lo que su mejor amiga Grayson lo sabía a la perfección.

—Casi lo tienes, Ava. Tan solo tienes que divertirte y hacer todo lo que de dije. No te memorices una coreografía para la audición —contestó. —Podemos hacer algunos pasos para que los tengas claros, pero si improvisas impresionarás más.

—Ya...

Ava, todavía estaba sin dejar de pensar en que le había colgado el teléfono al apuesto magnate, después de criticarlo por creer que él había sobornado a su propia profesora a de baile para que fuese el papel protagónico. Ni siquiera el baile la ayudó a pensar en otra cosa como siempre hacía y no dejaba de pensar que había cometido un grave error, incluso no paraba de pensar en que Tiger estaría enfadado con ella por haberlo colgado y que quizás quería romper el contrato con ella después de aquello.

Así, a la velocidad de la luz, corría la mente de la joven de 21 años, temerosa y miedosa por su poca seguridad en si misma.

Grayson, cruzándose de brazos mientras veía como ella recogía sus cosas, dijo;

—A ver, ¿que le pasa a esa cabecita tuya, nena?

Ava negó, mirando a Grayson ya que apenas era incapaz de mentir en nada.

—Estoy algo preocupada, solo eso —respondió.

En parte no mentía, pero camuflaba otra cosa. Lo que hizo creer a Grayson que su preocupación era por la obra y por la audición, no por cierto hombre de negocios.

—Ava, todo saldrá bien. La función será a final de mayo y la audición te saldrá increíble. —Grayson, sonriéndole a Ava, continuó. —Ya verás que eso te va a venir bien.

Ava, mirando a su amiga y devolviéndole la sonrisa, se despidió de ella, volviendo caminando a su casa tras un día lleno de cansancio y con dolor en los pies por el baile.

Lo primero que haría sería darse una larga ducha, echarse cuidados para proteger sus pies y luego tener el valor de llamar a Tiger Davenport para disculparse con él por su malpensar. Lo que no sabía es si él aceptaría sus disculpas después de todo.

Cuando subió las escaleras de su edificio, nunca creyó que alguien la estuviese esperando en la puerta de su propia casa. Pero cuando llegó a su planta, se sorprendió al encontrarse al apuesto hombre, apoyado en el marco de la puerta de la joven.

Tan increíble, con su ropa tan elegante ceñido a su atlético cuerpo mientras observaba a la bailarina caminar hacia él algo temerosa. Y la sonrisa de él la tranquilizó un poco.

—Señor Davenport, ¿que hace aquí? —Volvió con las formalidades.

—Creí que habíamos superado esa época en la que me llamabas "señor Davenport", Ava.

Ella carraspeó y asintió, dándole toda la razón al magnate que la miró con aquella sonrisa tan suya.

Ava, pensativa y dejando de lado sus miedos, se dirigió hacia él y le murmuró;

—Lo siento por colgarte y por creer que habías sobornado a la señora Bonnet —contestó siendo sincera mientras que Tiger tan solo la miraba—. Me impactó verme en todas las portadas...

Tiger se acercó a ella. Elevó su mano hacia un mechón de pelo de ella que tenía suelto y se lo colocó tras su oreja, sin su permiso. Pero Ava no necesitaba que le diese ese permiso. Le fascinaba que él hiciera eso, como nadie lo había hecho antes.

Carraspeando nerviosa por tenerlo tan cerca, bajó sus ojos hacia la camisa desabrochada de él de color blanco, mezclado con su chaqueta negra por el frío.

—¿Has estado dándole vueltas toda la tarde a nuestra conversación? —Lo expresó en tono de pregunta, pero sabía muy bien la respuesta de ella.

Al levantar su mirada, ella asintió.

—Siempre pienso más de lo que debería.

Tiger no hizo ni un solo movimiento, tan solo acarició con dulzura la mejilla de ella para luego alejarse un poco y sacar el brazo que tenía escondido tras su espalda. Frente a ella puso un hermoso clavel rojo, el cual Ava le hizo mucha más ilusión que cualquier otra cosa y la aceptó sin rechistar.

Entre sus dedos, mirando aquel bello clavel, lo olió con delicadeza mientras Tiger observaba cada gesto que hacía. Y le fascinaba lo que veía.

—El clavel simboliza la pasión, el anhelo y el afecto. Sin duda, debía regalarte una, Ava —susurró con aquella voz que derretía a cualquiera.

Al ver que ella no respondía a lo que él le decía, le hizo un gesto con la cabeza hacia el piso de ella, deseoso de conocerlo.

—¿Me dejas pasar?

Ava, aún sin creerse que ese hombre estuviese ahí, miró la puerta cerrada y luego asintió rápidamente, sacando las llaves.

—Claro.

Al abrir la puerta y pasar ella, dejó que Tiger se adentrase al lugar de aquel departamento de soltera y observó cada rincón de ese diminuto sitio, llamado hogar que a Tiger le fascinó por lo cálido y reconfortante que se veía.

Todo se veía a simple vista, exceptuando su cuarto y el baño. Las ventanas daban una pequeña vista de lo que se podía ver en aquella calle, de algún lugar de la ciudad de Londres. La noche ya estaba cayendo, por lo que el apartamento de ella se veía con tonos anaranjados por la tarde, estando el sol a punto de esconderse.

Cuando se giró, vio como Ava todavía seguía mirándolo con sus mejillas algo encendidas.

—No es gran cosa.

Tiger, acercándose a la joven, respondió;

—Es un hogar.

Ella no dijo nada, tan solo observó el clavel que él le había dado en la entrada de su piso y luego se quedó en silencio, sin saber que más decir.

Tiger, en cambio, no paraba de observarla, de ver lo hermosa que estaba y lo delicada que parecía. Como una flor en medio de una batalla campal. Pero a pesar de ello, sabía como conseguir disuadir cualquier lucha innecesaria. Incluso, Tiger nada más verla, podría jurar que había sufrido mucho más de lo que realmente demostraba.

Quizás no había contado muchas cosas de su ex novio y había sido mucho peor de lo que ella le había contado. El apuesto magnate tampoco quería decir cosas que no estaban claras y quería que Ava se las fuese diciendo poco a poco. Porque que esa relación fuese falsa no implicaba que no querría saber nada de ella. Aunque así lo firmaron.

Quizás habían reglas que no eran necesarias cumplirlas, pero de igual manera, las cumpliría por ella.

—Ava, quiero que tengas más confianza en ti misma —contestó, haciendo que la joven lo mirase—. No sé si fue ese ex novio idiota tuyo, o si fueron otras cosas... Pero quiero que estés mucho más segura que nunca. —Y, dejando claro la verdad, lo nada que habló con la señora Bonnet, siendo la profesora quien decidiera el futuro de la obra, contestó. —Nunca me atrevería a hacerte eso, nunca sobornaría a una profesora para que te diese un papel, tienes que ganártelo, aunque te cueste.

Ava notó la mano del joven colocándose por debajo de su barbilla, haciendo que levantase la cabeza para que esta lo mirase a los ojos. Aquellos oscuros ojos de Tiger tan llamativos y perfectos que podría ver nadie.

La sensación de necesitar conocer más a esa mujer llamaba a lugares recónditos de ese magnate, y quería dejar claro su posición al respecto. Que estaba preocupado por ella y quiso venir a verla para saber como se encontraba.

Comprendía lo duro que debía de ser para alguien no acostumbrado a las cámaras y a la atención mediática lo que suponía que salieses en portada de no una, sino la gran mayoría de las revistas y periódicos del país. La comprendía muy bien y quería hacerla sentir cómoda.

—Y no, no estoy molesto porque me colgases. Estaba preocupado por como estarías y quise venir aquí.

Ava sonrió, mientras Tiger seguía con su mano bajo su barbilla, colocando el pulgar en el labio superior de la joven bailarina y, con delicadeza, dejando un rastro de roces que la dejaban con ganas de más.

Observando los labios de ella, juró que necesitaba volver a probarla, a saborearla como la noche de la ópera y que los periodistas habían sacado fotos del momento como si les fuese la vida en ello. Siendo una discusión acalorada con su madre por dicha foto y él nunca se arrepentiría por ello. Nunca.

Su pulgar le costó separarse de sus labios, hasta que bajó al labio inferior de Ava, bajando el labio de ella, entreabriendo la boca de la joven para luego soltársela, aún con muchas más ganas de probarla por segunda vez.

—¿Acaso quieres romper el contrato tras las fotos? —preguntó casi temeroso—. Puedo llegar a comprenderlo, Ava.

Tan rápido como lo dijo, la mujer arrugó su frente y negó, deseosa de que ese hombre no se separase de ella.

—Firmé un contrato en el que se acaba a final de mayo. No me voy a echar atrás por mis inseguridades, Tiger.

Y es que escuchar el nombre de él en los labios de ella fue su propia perdición.

Tratando de encontrar un motivo para alejarse de ella, observó la cocina y luego caminó hacia la isla de la cocina mientras Ava lo observaba en la distancia. Notando a más no poder la lejanía de ese hombre. Pero Tiger se sentía igual.

Necesitaba alejarse, porque si no incumpliría varias reglas.

—Quería invitarte a un congreso de tecnología este fin de semana.

Ava, arrugando su frente mientras caminaba por su piso, se quedó frente a él, tras la isla de la cocina, cada uno frente al otro.

—Tengo clases y ensayos.

Tiger sonrió.

—Lo sé. Te recogería después de clases el viernes. Estaríamos hasta el domingo y luego volveríamos a Londres —contestó él, apoyando sus brazos cruzados sobre la mesa de la cocina.

Ella, sonriente por ello, aunque algo insegura por las cámaras y las fotografías, preguntó;

—¿Y donde vamos?

Un sonriente magnate, contestó;

—Barcelona.

🌂

En ese efímero instante, Ava y Tiger eran inconscientes de que había una persona fuera, vigilándolos.

En aquel frío invierno de Londres, con el sol cayendo en aquella hermosa tarde de febrero, las personas caminaban haciendo su vida, saliendo del trabajo, paseando, quedando con amigos, con sus propios problemas. Exceptuando una persona que se hallaba de pie, frente a aquel edificio de ladrillos, en la cera que había enfrente.

Alejando el hecho de que había un coche deportivo color verde mezclado con otros coches normales y de muy baja gama, siendo el más llamativo, aquella persona solo tenía ojos para aquel edificio. Más precisamente para cierta ventana que conocía bastante.

Apretando sus puños, cabreado por ver aquella escena, podía ver desde lo bajo, como en aquella ventana se encontraba una hermosa mujer de casi 22 años, sonriente, riendo incluso mientras charlaba con lo que parecía otro hombre, que incluso la tocaba en el hombro de vez en cuando. Y ella ni se molestaba en lo absoluto que él la pudiese tocar.

El hombre estaba de espaldas y desde lejos apenas podía ver de que color era el cabello de ese hombre. Solo podía ver como ese idiota la hacía reír, mostrar aquella sonrisa como nunca lo había visto. Y lo cierto es que esa persona que vigilaba a aquellas 2 personas nunca había hecho sonreír a Ava Delacroix.

Enojado de ver esa escena, deseó entrar en aquel edificio y mostrarle a Ava que ambos seguían teniendo la misma química que hacía un tiempo.

—No sabes como odio verte con otro hombre, Ava —respondió Drake, mirando desde allí la escena.

Como una persona enferma de celos, a pesar de que ya hacía mucho que no estaban juntos, sobre todo por su comportamiento, por serle infiel, por decir cosas privadas de lo que hacían en privado... Seguía creyendo que Ava era su novia. Cuán equivocado estaba.

Y más porque no sabía con quien se estaba metiendo. Desconociendo al hombre que estaba al lado de Ava en ese momento, aquel apuesto magnate que con un chasquido podría hacer que acabase en la cárcel si tocaba a Ava sin su consentimiento.

Decidido a no tener que ver más aquella escena, Drake Mills decidió marcharse, prometiéndose que Ava volvería a ser su novia.

Pero de nuevo, desconocía quien era el hombre que quería conocer a Ava Delacroix.

***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de LMDM.

¿Que les está pareciendo?

¿Tiger?

¿El ex novio de Ava?

Patri García

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