Q U I N C E | E X P E R I E N C I A S 🌂
«Sin duda, Ava Delacroix era una joven llena de misterios, los cuales quería conocer cada rincón de ella, aunque tuviese que saltarme una de las reglas más claras que teníamos. Pero Ava tenía algo que hacía desear querer conocer más»
Tiger Davenport.
—¡AVAAAAA! Me alegro muchísimo, tía —contestó Grayson abrazándola y casi dejándola sin aire a la pobre Ava, mientras esta trataba de buscar la salida de emergencia más cercana para encontrar el aire que le faltaba en ese momento.
Era viernes, lo cual significaba que nada más acabar las clases de la academia de ese día, Tiger Davenport iría a recogerla a su piso para irse a España para un congreso de tecnología que tenía el magnate. Lo que implicaba ser su acompañante allá a donde fuera.
Y si bien quería conocer que más cosas tenía en mente aquel apuesto joven, no dejaba de ponerse nerviosa ante su presencia.
—No se yo si es buena idea... Tenías que ver al grupo de bailarinas, como si fuese una inútil... Seguro que me harán la vida imposible.
Grayson, elevando su ceja por ello, contestó;
—Pues sé como ellas cuando te traten así. Debes sacar la víbora que llevas dentro, Ava y demostrar que vales. Si estás ahí, es porque lo mereces. —Y ahí estaba Grayson, siempre siendo tan ella que le fascinaba a la bailarina Ava.
La bailarina, sonriente por ello, le devolvió el abrazo a su mejor amiga mientras que, desde el fondo de la última clase de aquel día se encontraba de brazos cruzados un Drake Mills bastante enfadado por ver lo bien que encontraba a Ava Delacroix. Era como si viese brillo en sus ojos, como si hubiese encontrado a un hombre para ella sola y eso lo ponía celoso a más no poder.
Drake era de esos ex novios tóxicos que, a pesar de saber que había cometido grandes errores, le daba exactamente igual y la quería para él solo. Pero estaba muy equivocado, Ava Delacroix era dueña de su propia vida. Nadie más mandaba sobre ella, solo ella misma ponía sus propios límites. Ni Drake, ni ningún otro hombre, haría todo lo contrario para ello.
—¿Hacemos algo esta noche para celebrarlo? —preguntó Grayson, colgándose del brazo de Ava mientras salían del aula donde bailaban.
Ava, quien todavía no le había dicho que tenía una relación extraña con cierto magnate, prefería ocultarlo por el momento, pero lo único que logró decirle fue;
—Este finde tengo planes.
Entonces, Grayson elevó su ceja con entusiasmo y preguntó;
—¿Con cierto magnate?
Ava, que empezó a sonreír como una idiota, hizo que su mejor amiga descubriese que algo había entre ellos.
Pero antes de que se ilusionase mucho más su amiga, se apresuró en responder;
—No es lo que piensas.
—Ay, cariño... Las cosas que dices que no son, terminan siéndolo. —Caminaron juntas y concluyó. —Pero como te rompa el corazón, te prometo que tendrá que vérselas conmigo. Y me da igual que sea el hombre más rico de Europa.
De pronto, la profesora Bonnet se puso frente a ellas, con sus gafas justo un poco por encima de la punta de su nariz y con la cabeza baja, para poder mirarlas a los ojos sin aquellas gafas, ya que eran de cerca y se había acostumbrado a mirar de aquella manera por encima de sus gafas enormes.
—Señorita Reed, Delacroix, estáis haciendo unos ensayos muy buenos para la función de final de curso. Las felicito —contestó cortésmente mientras que ambas amigas se miraban entre si con cierta sonrisa.
Con una tarjeta entre sus manos, como la última vez, la profesora se lo entregó a su alumna estrella, la cual ni siquiera Ava lo sabía, ya que Bonnet nunca decía cual era su mejor alumno. Observado la tarjeta, que ponía una dirección, elevó la ceja para mirarla.
—¿Es para otra audición, señora Bonnet? —preguntó casi con miedo.
Con cierta sonrisa divertida, Chloe negó rápidamente para decirle;
—No, señorita Delacroix. Esta es la dirección a la que debes ir a partir del lunes a las 5 de la tarde. 2 horas de ensayo serán suficientes para las 2 funciones que harás —contestó la mujer—. Sorprendiste a Jade Thomas y eso muy pocas lo hacen. Recuerda que irás de lunes a miércoles a esa dirección, las otras bailarinas te ayudarán con tu aprendizaje. Mientras, los jueves y viernes irás a ensayar al propio establecimiento para que te habitúes al escenario. Los sábados y domingos son para descansar.
La profesora se fue a marchar, cuando Ava contestó;
—No creo que sea bienvenida entre las bailarinas.
La mujer, mirándola nuevamente con aquellas gafas por debajo, bajando la cabeza para tener mejor acceso para mirarla sin gafas y, tras unos largos segundos mirando la inseguridad de su alumna, se quitó dichas gafas y las puso sobre su cabeza, como una diadema.
—Ava, en este negocio encontrarás todo tipo de bailarinas; las que quieran ser tus amigas, las compañeras y las víboras. Créeme, cuanto antes conozcas a las víboras, será mucho mejor para tu aprendizaje —contestó la mujer—. Y no tengo ninguna duda de que lo harás genial en el cabaret.
Sin decirle nada más, se marchó para meterse en su despacho un rato trabajando, mientras que sus alumnas empezarían su fin de semana.
—¿Ves? Hasta Bonnet lo dice.
Suspirando, Ava negó con la cabeza de los nervios mientras que no paraba de pensar en lo que le vendría encima con aquellas bailarinas que tan solo la estaban criticando, sobre todo la líder de aquellas mujeres; Victoria Brown.
Pero Chloe Bonnet tenía razón. Si quería dedicarse a esto debía habituarse a toda clase de personas, como en todos los trabajos. Y aunque le costase, lo conseguiría.
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Antes de que el reloj diesen las 5 de la tarde, el timbre sonó, haciendo que la joven Ava caminase disparada hacia la puerta de su piso con la maleta ya lista para marcharse. Lo último que se pensaba que sería era al apuesto magnate, ya que él mismo le había dicho que llegaría sobre las 5 y faltaba casi media hora para ello.
Pero al abrir la puerta de su diminuto hogar, un atractivo magnate, con tan solo una camisa blanca remangada, unos pantalones negros que le llegaban por encima de su cintura y sujetando su chaqueta elegante en su brazo, estaba detrás de dicha puerta, observando con aquella mirada a la enigmática Ava Delacroix.
Con su mano libre en el bolsillo, mostró aquella sonrisa genuina que poseía Tiger y su cabello, algo revuelto por el viento que había en la calle, le dejaba un toque perfecto que hizo morder el labio a la delicada Delacroix.
Ese hombre era irresistible por todos los medios y no sabía el magnate lo que deseaba poder verlo sin aquella camisa de una vez.
—Buenas tardes, Bella... Te veo perfecta.
Ava, casi sin poder nombrar ni una sola palabra, observó el reloj de su pequeña cocina y luego volvió a mirar a los ojos de su atractivo hombre de negocios.
—Aún no son las cinco...
Tiger, divertido, elevó su ceja mientras se hacía paso hacia el interior del apartamento de esa bailarina y sin hacer ni un solo movimiento más, murmuró;
—Siempre me gusta venir antes a los sitios. Podríamos tomar un café antes de salir, ¿no crees?
Ava, elevando su ceja, sonrió de tal manera mientras caminaba hacia la cocina, pero la mano del multimillonario la frenó.
—No he dicho que vayamos a tomar café realmente, Ava... Sin duda, me gustaría pervertirte —susurró con aquella voz que dejaría seca a cualquier mujer.
Si bien en lo que llevaban de esa relación falsa Tiger solo había cumplido una vez su trato del contrato, era un hombre lleno de sorpresas. La cual, Ava no se esperaba en que momento desearía llegar a ciertas partes de su cuerpo y hacerla explotar totalmente.
Mientras el magnate dejaba su chaqueta sobre el sofá de ella, esta se quedaba de pie con sus piernas demasiado apretadas bajo aquella falda que se había puesto para ese día. Ya empezaba a notar el latido de su sexo mientras miraba al apuesto magnate con aquella camisa que se la arrancaría de una. Se notaba que hacía bastante gimnasio, no sabía por cuantas horas, pero se veía que estaba en una forma espléndida, y deseaba descubrir todo de ese hombre en cuanto a la intimidad. Pero a veces su vergüenza podía más con ella.
Pero Tiger Davenport estaba ahí para enseñarla y conseguir lo que nadie había conseguido.
Empezó a caminar frente a ella y la observó de arriba abajo, mordiéndose el labio mientras lo hacía.
—Eres una obra de arte, Bella... Y las obras de arte se miman.
Su mano derecha la levantó, colocándola sobre la mejilla de Ava y con su pulgar, comenzó a acariciarla en pequeños círculos sobre su suave piel. El tacto de ese hombre, la química sexual que había en el interior de aquella casa, lo delicado que le gustaba ser Tiger e ir poco a poco, era lo que la hacía desear mucho más. Si por ella fuera, lo empujaría al sofá y empezarían de una vez, pero Tiger no quería eso. Quería tomarse su tiempo, conocer que le estimulaba a ella, que le gustaba y hacerla disfrutar y explorar orgasmos increíbles que en su vida, Ava, había descubierto.
Con ese magnate lo conseguiría y de que manera.
Con su pulgar, empezó a bajar hasta la barbilla de ella y, lentamente, tocó los labios de la joven, los cual saboreó como mejor había deseado la noche de la ópera. Y vaya si lo disfrutaron mutuamente. Tanto que fue hasta un escándalo para ciertas personas en los que Tiger solía frecuentar en fiestas y galas de otros adinerados. Pero le dio exactamente igual. Desde aquella noche, desde la noche de la ópera, ambos irían juntos a cualquier evento y harían todos los escándalos que hicieran falta sin importar lo demás.
Delicadamente, se hizo paso entre los labios entreabiertos de la joven y lo fue metiendo poco a poco mientras Ava lo observaba. Consiguiendo que ella empezara a lamérselo para luego hacer un gesto que lo dejó totalmente mal, Tiger tuvo que sacar su pulgar de su boca para luego levantarla del piso y caminar hacia la isla de la cocina.
Sentándola allí, se volvió a morder el labios unos segundos para luego decirle;
—Quiero que experimentes los juguetes sexuales, Ava. Para que te vayas habituando a ellos y así conocer tu límite —murmuró con aquella voz que dejaba a cualquiera de una manera ardiente.
Ava, algo alarmada, miró las manos de Tiger, pero este parecía no mostrarle lo que tenía preparado. Quería darle sorpresas y hacer juegos con ella.
Al ver que empezó a alarmarse, levantó su mano hacia su mejilla y susurró;
—No haremos nada que no quieres. Si empiezo y no te gusta, solo dímelo... Pero pruébalo —contestó y esta asintió.
Tiger, colocando sus manos sobre las caderas de ella, se sintió de maravilla al descubrir que tenía falda.
—Recuéstate y lo demás me encargo —dijo con aquella voz.
Ava, no acostumbrada a que otro hombre le diese placer, asintió e hizo lo que él le había pedido.
Observando el techo, notó como las manos de Tiger la jalaron más hacia él, teniendo ya su sexo casi pegado a cierta zona íntima del magnate. Observándolo desde allí, notó como Tiger sacaba algo de su bolsillo, algo alargado que había visto en ciertos comercios pero que en su vida se pensaba que utilizaría.
El rostro de Tiger se acercó al de ella y murmuró;
—Tu segundo orgasmo conmigo lo tendrás antes de las cinco.
Ava, que no era capaz de articular palabra, lo miraba deseosa de saber que es lo que iba a hacer, cuando notó aquel objeto algo frío entre sus piernas, subiendo por su muslo y llegando a su clítoris. Notando cierta sensación de excitación, quiso saber mucho más, notar mucho más de ello mientras que la otra mano de Tiger la hacia mirarlo directamente a él para poder disfrutar de las vistas de darle placer.
Poniéndolo en marcha, Ava dio un respingo, pero enseguida se quedó quieta, aunque sus caderas empezaban a moverse por los movimientos que ese hombre le empezaba a hacer con que objeto.
—Esta vez quiero que grites, que te desahogues, no quiero que ocultes ese orgasmo... Quiero oírlo —susurró nuevamente dejándola peor.
Y en ese momento, cuando ya sus bragas estaban completamente empapadas por culpa de él y su juguete, le quitó las bragas con una maestría que nunca en su vida había visto y empezó a pasar aquel juguete por los labios íntimos de ella, haciéndola gemir por ello.
—¿Quieres que continúe?
Ella asintió sin apenas poder hablar y, de pronto, la idea de usar juegos sexuales le parecían de lo mejor que nunca había imaginado en su vida.
—Quiero que me lo digas, Bella.
—S-si... Ah —contestó en cuanto notó que empezaba a enterrar lentamente aquel objeto en el interior de la joven, consiguiendo que ella gimiese en voz alta por ello.
Los labios de Tiger se posaron sobre el cuello expuesto de ella, mientras que el objeto entraba y salía de ella dándole vibraciones que la dejaban totalmente loca.
Tiger sabía como encender a una dama y de que manera lo conseguía.
Ava empezaba a notar que sus caderas se movían inconscientemente hacia los movimientos que Tiger hacía con aquel objeto y el orgasmo estaba apunto de arrasar, notando ciertas cosas en su estómago.
—Tiger... Estoy... —murmuró mientras que Tiger la miraba, disfrutando de las vistas.
—No te resistas... Quiero oírte, nena.
Empezó a hacer movimientos más rápidos, entrar y salir mientras que Ava ya era incapaz de controlarse, perdiendo el control de su propio cuerpo mientras el culpable seguía ahí, deseando escucharla y que le diese aquel segundo orgasmo.
Ava estaba a punto de alcanzar el cielo, tocar las estrellas y ganar un campeonato mundial y todo, en tan solo un rato con ese hombre tan único.
Incapaz de poder aguantar ni un segundo más, acabó por correrse, gritando el nombre de Tiger con aquel sonido que dejó a un Tiger bien duro de tan solo escucharla y fue música para sus oídos. Con varios espasmos, Tiger esperó a que Ava acabase aquel largo orgasmo que acababa de tener para retirar aquel objeto ahora empapado por ella.
Sin alejarse de la joven, le dio un delicado beso en la mejilla mientras estaba era incapaz de poder pensar, tratando de recuperarse de aquel increíble orgasmo que en su vida había tenido.
No era nada comparable a lo que se daba a sí misma, en lo absoluto. Y lo que tenía pensado Tiger era tan solo el principio.
¿Como sería en futuras escenas íntimas? Ya estaba deseosa de descubrirlo.
—La manera en como gritas mi nombre espero escucharla muchas más veces —murmuró. —¿Que te ha parecido tu primera vez con este objeto?
Ava, aún recuperándose del orgasmo, al mirarlo, murmuró;
—¿Cuando repetimos?
Tiger soltó una pequeña carcajada que fascinó a nuestra protagonista y, ayudándola a bajarse de la isla de la cocina, le contestó;
—Paciencia, Bella... Tengo muchas cosas en mente contigo.
Vaya, vaya...
¿Que les ha parecido?
¿La escenita entre ambos?
¿Que se vayan a Barcelona?
¿Esa relación falsa no tan falsa?
Nos leemos el miércoles :3
Patri García
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