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P R Ó L O G O 🌂

ADVERTENCIA; Vuelvo a dejar una advertencia de que será una historia dura de leer con escenas difíciles y escenas eróticas [+18]. Habrá lenguaje vulgar y violencia. Quedan avisados.

«Siempre me había sentido sola. Quizás por eso aceptaba todas las cosas malas que me ocurrían y me seguirían ocurriendo»

Ava Delacroix.

York, Inglaterra;

Una mujer asustada se encerró en su cuarto, con las manos temblorosas en una noche de lluvia.

Intentando cerrar las 3 cerraduras que tenía con las manos sin dejar de moverse, era una de las cosas que más le complicó a la muchacha.

La primera la cerró a la perfección, sin ningún tipo de problema. La segunda tampoco le costó nada, en lo absoluto. Pero cuando llegó a la tercera, fue la que más dura estaba, quizás porque era la que más tiempo llevaba o porque quizás venía así de fábrica. Los temblores de sus manos tampoco la ayudaban en nada para poder cerrarlo. Mientras que los insultos, las provocaciones y el sonido de una botella de cristal cayendo al suelo, rompiéndose en mil pedazos, la hizo ahogar un grito de desesperación.

Tan rápido como sus piernas la dejaban y las fuerzas que le quedaban, consiguió colocar la última cerradura y correr hacia la pared más alejada, cerca de una ventana. Sin pensarlo, tomó la única cosa dura que tuviese cerca como defensa, siendo un simple paraguas de color violeta, por lo que lo utilizó para protegerse mientras aquellos dichosos pasos seguían y seguían acercándose.

—¡Zorra! Vas a aprender a no inmiscuirte en mis malditos asuntos —escupió el hombre, que estaba tras el otro lado de la puerta.

Las lágrimas de ella caían, temerosa de que le ocurriese algo peor que la última vez, que esa vez no lo contase y el miedo pudo con ella más que nunca.

"Por favor... Otra vez no" —dijo en su mente, diciéndolo como un mantra todo lo que podía mientras que solo era capaz de respirar con fuerza, irregularmente.

Cualquiera podía escuchar la respiración de ella, como su nariz inspiraba y expiraba todo el aire que le entraban a sus pulmones jóvenes, mientras que el terror que tenía en su rostro era más que evidente.

La mujer deseó estar en cualquier otro lugar que no fuera ese y largarle lejos, muy lejos de ese lugar, de esa ciudad, tan solo para encontrar su anhelada libertad. Pero no era tan fácil como deseaba.

Mientras, el sonido de un cinturón saliendo del pantalón se escuchaba a la perfección al oído tan definido de la joven. Y sabía muy bien que es lo que significaba. Iba a pagarlo con ella esa borrachera y esa agresividad que tenía siempre. Y ella se estaba imaginando como amarraba el cinturón alrededor de su mano, dispuesto a utilizarlo contra ella, como era de costumbre.

Lloró desconsoladamente, esperando que esa vez no consiguiera abrir la maldita puerta como en las otras ocasiones y los pasos, de pronto, pararon.

Ya estaba frente a la puerta. A escasos metros de ella, separándolo una puerta con 3 cerraduras que había puesto hacía unos días para evitar que volviese a hacerle lo mismo.

Aún el dolor de su espalda por los últimos latigazos no se le habían recuperado.

Por unos segundos, pensó en abrir la ventana y escaparse, pero estaban en un edificio alto, sin árboles alrededor, cosa imposible. Miró hacia todos lados en un acto de desesperación, pensando en esconderse bajo la cama, en el armario y hasta detrás de un mueble, pero en cualquiera de ellos la encontraría. Lo sabía a la perfección.

En cualquiera de todos esos escondites él lograría sacarla de su escondite y utilizar ese cinturón en la espalda ya dañada de ella.

Tapó su boca con la mano libre, mientras  con la otra seguía sujetando con todas sus fuerzas el paraguas de color violeta y, aguantando la respiración, escuchó;

—Tan idiota como tu madre... Aprenderás a no meterte en mis cosas —contestó con rabia, lleno de ira y tan borracho como de costumbre.

Y ahí empezó a darle patadas con todas sus fuerzas a la puerta.

Ella aguantó la respiración, ahogando un grito en su garganta mientras veía como la puerta se movía, junto con las paredes, de tanta fuerza que tenía tras, seguramente, drogarse y emborracharse como de costumbre.

Maldijo el momento en el que se acercó a su habitación, tan solo para ir al lavabo y poder recoger su móvil que lo había dejado olvidado. Pero, por desgracia, ese hombre estaba en su cuarto, hablando de sus trabajos ilegales, de la corrupción que estaban e iban a cometer junto con otro amigo por teléfono.

Y según ese señor, ella era una "zorra" porque él las llamaba a todas las mujeres así, sobre todo a ella que estaba aterrorizada en su cuarto.

Lloró porque era la única que sabía todo el daño que había hecho ese hombre, todas las barbaridades que hacía y que la gente le dejaba hacer. Lo que la había hecho sufrir a ella y a su madre, la cual ya no vivía. Si acaso lo supiesen... Si tan solo supieran quien era ese hombre que supuestamente era "tan importante"...

La puerta sonó varias veces más, pero ninguna de las cerraduras parecía moverse y aquello la salvó de tener otra fuerte paliza, hasta que dio un fuerte puñetazo y dijo;

—De esta no te escapas. —Y volvió a escuchar como sus zapatos sonaban en el lujoso piso en aquel suelo de moqueta.

Asustada y sin poder pegar ojo durante el resto de la noche, mirando la puerta abrazada a su paraguas y pensando en como huir de allí antes de que él despertase, fue lo único que la mantuvo despierta. Aunque sabía que iba a ser fácil, no cuando no tenías absolutamente nada.

Suspiró y lloró mientras seguía sujetando el paraguas entre sus manos.

***

Buenas noches queridas lectoras :3

Aquí tenéis el prólogo de esta historia. Y con ello subiré cada miércoles 1 capítulo nuevo, como los días que actualizaba mi novela "Experimenta Conmigo".

¿Que les ha parecido?

¿Que esperáis de esta novela?

¿Queréis saber más?

Nos leemos el próximo miércoles :3

Patri García

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