D I E C I S É I S | J E T P R I V A D O 🌂
«Por mucho contrato que tuviésemos, el tiempo que pasaba con él me agradaba hasta tal punto como nunca lo había experimentado. Y me encantaba pasar tiempo con él»
Ava Delacroix.
Con una hermosa joven caminando junto con uno de los millonarios más impresionantes que habían en esa época, un chófer mayor se acercaba a la puerta trasera del Range Rover tras guardar la única maleta que Ava llevaría a Barcelona.
Ava mentiría si dijese que no estaba nerviosa, porque todo estaba a flor de piel. Era la primera vez que subiría a un avión y, sobre todo, que saldría de Inglaterra hacia otro país. Lo que más nerviosa la traía era viajar al lado de semejante hombre tan perfecto que hasta costaba creerse que era real. Pero Tiger tenía defectos como cualquier otra persona, y quizás Ava los descubriese en algún momento de esos meses de contrato que tenían.
Cuando la muchacha se subió, notó lo increíblemente cómoda que se sentía en ese coche. Con los asientos de cuero que parecían recién puestos, un agradable olor a limpio y con las ventanas tintadas de oscuro donde solo ella podía ver desde dentro. Fuera nadie podía verlos y significaba tener toda la intimidad posible para ambos.
Sonriente, observó el lugar mientras se colocaba el cinturón de seguridad.
Tiger se sentó a su lado en los asientos traseros y, desabrochándose la chaqueta que se acababa de poner, miró a la joven que la notaba algo nerviosa.
—¿Bien?
Sabía a que se refería con aquella pregunta y era a como se encontraba después de la primera vez de ella con un juguete sexual como aquel. Lo cierto es que sus piernas flaqueaban, tanto que hasta Tiger tuvo que ayudarla a bajar el edificio, pero poco a poco iba recuperándose.
Apretándose las piernas en aquella falda que llevaba puesta, sonrió con las mejillas totalmente rojas y, al mirarlo, pudo ver aquellos impresionantes ojos oscuros mirándola. Su cabello estaba peinado pero, a la vez, algo rebelde. Se veía que era un hombre joven y muy atractivo, pero el estrés de tener una empresa tan grande se le notaba y quizás, aquella falsa relación, le vendría bien para relajarse de vez en cuando.
Cuando Ava le dedicó una increíble sonrisa que derritió al magnate, supo que debían volver a repetir lo de hacía unos minutos.
—Con ganas de ver que más cosas tienes por enseñarme, Tiger —contestó con una voz seductora que hizo que Tiger tan solo la observase con la boca entreabierta.
Sin poder evitarlo ni un solo segundo más, se acercó al oído de ella para murmurarle;
—Créeme que en Barcelona te esperan los mejores placeres, Bella.
Con el chófer en silencio y una suave canción moderna sonando en la radio del coche, se dirigieron hacia el aeropuerto. Lo que no se esperaba la joven era que en vez de viajar en un avión comercial, viajarían en jet privado, el cual esperaba impaciente a que el coche del señor Davenport aparcase frente a dicho avión.
Cuando Ava observó desde su ventana el jet privado, se quedó totalmente callada, impresionada incluso mientras que observaba aquel avión como si fuese un calco de Tiger Davenport.
—Sin duda ya sé de que color te envolveré el regalo de tu cumpleaños —murmuró divertida una joven Ava.
Tiger, que no había dejado de mirarla, se quedó sorprendido al escuchar aquello de ella. Solo había una persona en su vida que le hacía regalos de cumpleaños y ese era su tío. Los demás, como sabían que era un hombre de muchos recursos, tan solo querían ir a alguna fiesta que él hiciera y regalarle cosas caras que ni le interesaban. Pero Tiger, al escuchar aquello de aquella joven, deseó conocerla mucho más.
—¿Preparada?
La voz de él hizo que ella lo observara nerviosa.
Su pierna empezaba a temblar y que su primera vez en un avión fuese en un jet privado le daba algo más de miedo.
Con aquel avión perteneciente a Tiger, totalmente de color negro, y con el logotipo de la empresa Davenport, la muchacha carraspeó y asintió, no muy segura, mientras el chófer empezaba a abrir el maletero del coche para poder sacar las pocas maletas que los acompañarían ese fin de semana.
—Espera aquí —murmuró él.
Tiger bajó del coche, rodeándolo para luego colocarse la chaqueta elegante que llevaba puesta y abrirle la puerta a la dama que había dentro esperándolo, con aquella falda que lo traía bastante mal al poderoso magnate.
Cuando este le abrió la puerta, una hermosa mujer salió de este, aceptando la mano que le ofrecía ese hombre.
Asombrada y mirando hacia todos lados, vio como el avión, de ese color totalmente negro con las letras del logotipo en amarillo, le hacía ver lo poderoso que era ese joven de casi 30 años. Se sentía que estaba en una historia que no existía, pero al ver lo cerca que estaba aquel hombre a su lado, todas aquellas ideas se esfumaron mientras subían juntos hacia aquel sitio.
Viendo lo amplio que era el avión por dentro y como el hombre que la acompañaba le decía que se sentase donde deseara, esta buscó un asiento cerca de la ventana y, tan rápido como se sentó, se puso el cinturón de seguridad. Se quedó agarrada en el sillón tan cómodo de cuero y cerró los ojos, suspirando suavemente mientras Tiger la miraba algo divertido.
—¿Otra primera vez, Ava? ¿O es solo miedo a volar?
Ava abrió uno de sus ojos cuando vio que el hombre se había estado delante de ella, con una mesa de por medio y mostraba una de sus mejores sonrisas. No sabía diferenciar si era más guapo cuando sonreía o cuando ponía rostro de seductor. Cualquiera de ambos era increíblemente atractivo.
—Nunca me he subido a un avión... Y mucho menos he salido de Inglaterra —susurró con la voz temblorosa, mirando hacia la ventana donde aún estaban aterrizado en aquel aeropuerto.
Volvió a suspirar y pegó su cabeza en la almohada que tenía aquel sillón tan cómodo y parecía hundirse en él como siguiera ocultándose de aquella manera.
Las manos de Tiger se pusieron sobre la mesa mientras el atardecer estaba ahí, dejando unas increíbles vistas a la joven y, con las manos expuestas con aquellos dedos tan largos, Tiger dijo;
—Dame tus manos.
Ava realmente quería colocar sus manos sobre los de él, pero estaba tan nerviosa que apenas pudo moverse del asiento. Una pequeña sonrisa nerviosa salió de su garganta, haciendo que el magnate sonriese mucho más de felicidad.
—Ojalá pudiera, pero mi cuerpo ya no reacciona.
Él asintió y se levantó unos segundos de su asiento.
Tan rápido como él se movió, ella quiso decir algo, no quería quedarse sola en su primer viaje en avión, pero prefirió no parecer una idiota por ello. Así que se quedó callada mientras veía como el magnate se acercaba a un cajón, abriéndolo para luego sacar una caja alargada y fina. Sin entender nada, este volvió a sentarse, colocándola sobre ella.
Juró que era la mitad de un tablero de ajedrez, pero cuando pasó eso, el piloto dijo por micrófono que iban a despegar. Ahí ella se olvidó de todo y volvió a agarrarse más a ese asiento.
Tiger volvió a extender sus manos sobre la mesa.
—Ava, dame tus manos —murmuró nuevamente con aquella voz, ahora mucho más suavizada.
Y esta vez, Ava totalmente nerviosa mientras escuchaba el ruido de avión, hizo lo que pudo.
Movió sus manos y se acercó a Tiger, colocando sus manos sobre las enormes de él y los dedos largos de Tiger recorrieron las manos de la joven, que disfrutaba como nunca de esa sensación.
"Me vuelves loca, Tiger". —Se decía a sí misma mientras que este la miraba mientras el avión empezaba a despegar.
Cuando ella intentó hacer un movimiento para alejarse, este no la dejó, para que centrase en los ojos de él y no en la ventanilla. Así el despegue sería mucho mejor para ella y no se pondría tan nerviosa más tarde. Sabía que era su primera vez en un viaje en avión, así que quería compartir esa primera vez con ella.
—Si pudieras verte de la manera en la que te miro a ti, créeme que conseguirías relajarte mucho más —murmuró con aquella voz tan grave del mangante.
Su cabello, algo rebelde después del viento antes de haber entrado al jet privado minutos previos, Ava no dejaba de mirarlo a los ojos. Y lo increíblemente guapo que era aquel hombre, con aquella mandíbula algo pronunciada, aquellos labios no muy gruesos pero que deseaba volver a probarlos como la última vez. Los hombros era lo que más loca la traían porque se podía ver la fuerza de ese hombre. Y sus dedos... Vaya con sus dedos, tan largos que no dejaba de recordar lo que le habían hecho en su primera vez en la ópera.
Si, deseaba verlo de una vez ya sin ropa. Eso era atracción sexual por una persona y ambos sentían esa atracción sexual aunque ambos tenían un contrato en el que ponía que cosas debían no hacer para no saltarse las reglas. Pero nuestro querido Tiger ya tenía sus ojos perdidos en los de aquella joven bailarina tan hermosa y bella como él la describía.
Cuando el avión ya se puso en marcha y se encontraban en el aire, si no fuera porque una de las azafatas dijo algo, ambos seguían mirándose de aquella manera tan perdidos el uno por el otro.
—Bueno, he traído una cosa para despejarte durante el viaje —contestó él tras soltar la mano de ella, aunque le costó bastante poder hacerlo.
En cambio, Ava miró nuevamente la ventana del avión y tuvo que cambiar su vista hacia la del tablero de ajedrez para no ponerse nerviosa ante tanta altura que se encontraban. Tiger sonrió al ver su expresión con dulzura.
—No sé si seré una buena compañera de juegos, señor Davenport —murmuró con apenas un hilo de voz.
Tiger, que empezó a sacar las fichas blancas y negras, las cuales tenían imanes para poder pegarse bien al tablero, ya que estaba diseñado para viajes largos como la de esa tarde que se enfrentarían ambos. Que sería casi un viaje de 3 horas hasta Barcelona.
—¿Sabes jugar al ajedrez? —cuestionó elevando una ceja.
Ella asintió sin dejar de mirarlo.
—Pues serás una gran rival, Bella. —Empezó a colocar algunas fichas y le preguntó. —¿Blancas o negras?
Aquella pregunta la hizo divertir a la muchacha.
—Me da que siempre te gusta jugar con las fichas de color negro. Así que me quedaré con las blancas.
Él sonrió sin dejar de mirarla mientras le daba la vuelta al tablero en dirección de ella y Ava empezaba a colocar perfectamente sus fichas blancas del ajedrez.
Y decidió hablar;
—El color negro es el mejor en la paleta de colores, Ava. Pega con absolutamente todo, aunque la gente erróneamente lo asocie con la soledad, la tristeza o el propio luto —murmuró. —A mi me encanta.
Ava, que levantó sus ojos para poder comprender más a ese magnate, no hizo ni un solo gesto. Tan solo vio como Tiger movía sus fichas de color negro para colocarlas sobre el tablero, pero en los ojos oscuros de ese hombre vio algo. No sabría decir el que, pero dijo con total transparencia;
—Creo que te enseñaron a estar solo, a creer que la gente que te rodea tan solo quiere aprovecharse de ti y estoy segura de que te han hecho daño... No sé cuantas veces, pero lo puedo ver en tu rostro —murmuró ella consiguiendo que este dejase de colocar las fichas para mirarla—. Veo que has creado muchos muros y está bien, pero también hay que dejar una pequeña puerta para dejar entrar a las personas que siempre estarán ahí, Tiger. No sé como son tus cicatrices, pero todas las personas no son iguales y no te harán daño.
Ella, con sus ojos clavados en los de él, tardó unos segundos para volver hacia sus fichas y terminar de colocar la ficha de la reina de color blanco para luego colocar sus brazos cruzados sobre la mesa, aún con el miedo en el cuerpo de sobrevolar fuera de su propio país.
Y ahí, pudo ver que había dado en el clavo con Tiger Davenport.
Hasta el propio magnate pudo verse totalmente atónito ante lo que acababa de decir aquella mujer tan joven de casi 22 años y que parecía ser mucho más madura mentalmente que otras mujeres de más edad que él.
Carraspeando por notar como Ava calaba en lo más hondo de él, dijo;
—Te han hecho mucho daño, ¿verdad, Ava?
Ella no contestó.
Eso ya era entrar en algo más profundo. Quizás ella se metió en un lío al hablar sobre lo que pensaba, porque ella era así, le gustaba hablar de lo que pensaba en voz alta y no se arrepentía. Pero en el contrato de ellos ponía no entrar en detalles de cosas como esa. Aunque ella no le había dicho ninguna pregunta, solo estaba suponiendo cosas que ella sentía al ver a Tiger. Pero él en cambio si le preguntó, y cuando ella no le contestó, él supo que estaba rozando en romper una regla, y decidió solucionarlo.
—Yo veo una mujer independiente, que está luchando por conseguir lo que desea hacer en la vida... Y hasta pondría las manos en el fuego para decir que te han hecho mucho más daño del que nadie en su vida se imaginaría... Pero, aún así, quieres atreverte a experimentar las relaciones... —murmuró él. —El blanco es tu color por la pureza tuya, por ser trasparente, por tu mirada tan inocente a pesar de todo lo que podrías haber vivido... Pero no todos los hombres son como tu ex novio y muchos desearían demostrártelo...
Ava siguió sin decir nada, asombrada por lo que estaba escuchando y por como estaba tornando aquella conversación.
Por un momento, se olvidó de que lugar se encontraba y aquel lugar parecía un sitio donde conocerse mucho más, fuera de ese contrato que habían firmado.
—Y yo tengo la suerte de poder demostrarte todo eso y más. Tengo la suerte de poder enseñarte que la vida es hermosa a pesar de los clavos que te encuentres en el suelo —murmuró.
La joven, carraspeando al sentirse de aquella manera con ese magnate, miró hacia el tablero y dijo;
—¿Comenzamos?
Aquello significaba cambio de tema y Tiger lo captó rápidamente. Pero, a pesar de todo, le gustó aquella conversación con la joven Ava. Aunque deseó conocerla más, alejando el contrato y entender cosas que se le escapaban. Al ver la mirada de ella cuando hablaban de ciertos temas le hacía pensar que mierda le había hecho aquel estúpido de su ex. Pero lo que Tiger no sabía es que no era solo su ex. El ex novio de Ava era solo la punta del iceberg y era un mundo muy oscuro para un hombre como Tiger, así que Ava prefería que nunca ese hombre supiese el infierno que ella había vivido en vida.
—Te aviso que nadie en muchos años me ha ganado al ajedrez —contestó divertido.
Ava asintió con una increíble sonrisa, pero no le dijo absolutamente nada.
Tan solo empezaron a mover las fichas mientras que los minutos pasaban y, cuando ya la partida estaba más que avanzada, faltaban menos fichas en el tablero, Tiger, totalmente divertido, dijo;
—Estoy a nada de ganarte.
Colocó una ficha frente a otra, y estaba a 2 movimientos de hacer jaque, cuando Ava hizo un único movimiento con su reina, el cual lo desestabilizó por completo, haciendo que el magnate se quedase totalmente quieto, asombrado por ello.
Cuando en los labios de la bailarina salió una palabra.
—Jaque.
Tiger, que tuvo que tomarse más de un minuto, preguntó;
—¿Como...? —Después de tantos años sin perder ni una sola partida de ajedrez, estaba viendo como una mujer de casi 22 años le estaba ganando aquella tarde en su jet privado—. Me has despistado.
—Ese es el truco.
Él intentó hacer un movimiento, pero había otra ficha de ella acechando que él no vio y terminó por perder por primera vez en muchos años.
—Jaque mate.
La hermosa sonrisa de la muchacha, mostrando todos sus perfectos dientes ante un atónito Davenport que lo único que intentaba era pensar en que demonios había fallado para perder.
¿Acaso se había estado despistando ante la belleza natural de Ava? ¿O simplemente es que Ava era mucho mejor jugadora de ajedrez que él? Sin duda, pronto lo sabría Tiger, ya que esto no iba a quedar así sin más e iba a poner toda su atención en ese tablero.
—¿Cuanto hacía que no perdías, Davenport?
Tiger sonrió de aquella manera y volvieron a jugar otra.
Y otra.
Y otra.
Y de más de 6 partidas, él solo ganó una y porque Ava se dejó ganar sin que él lo supiera hasta que el piloto anunció que aterrizarán y ya volvía ponerse el rostro de mustia a la joven Ava Delacroix, que se puso el cinturón y se agarró al sillón. Pero nuevamente, Tiger colocó sus manos sobre las de ella y esperaron a que aterrizara.
Una vez terminado, recogieron todo y bajaron de avión con un coche ya esperándolos, pero el cual esta vez conduciría Tiger con 2 guardaespaldas escoltándolos en otro coche.
Viajando por las calles de Barcelona, dejando a una joven Ava asombrada por ello, ya que era su primera vez en España, llegaron al hotel en el que se alojarían y sin duda, era un hotel de lo más elegante. Se acercó el magnate hacia el recepcionista y le dijo;
—Soy Tiger Davenport. Tengo una reserva a mi nombre para una suite.
Ava, que estaba a su lado escuchando la conversación, no entendía nada, ya que empezó a hablar en un perfecto español y solo entendió "suite".
—Por supuesto.
El joven empezó a teclear sobre el ordenador, cuando miró a la joven que estaba al lado de Tiger y sonrió delicadamente. Sin duda se veía hermosa, aunque ante los ojos de Tiger que ese hombre la estuviese mirando de aquella manera no le gustaba. Pero prefirió no decir nada para no hacer reír nuevamente a Ava sacando la broma de los celos, porqué él se creía que no era un hombre celoso.
Le entregó una tarjeta y se despidió de ellos para luego ambos subir al ascensor.
Nuevamente, el ascensor tenía algo que la tentación entre ambos era palpable. No ayudaba a que esa joven siguiera teniendo aquella falda que le había levantado con anterioridad en el piso de ella para jugar y de que manera. Aún no dejaba de darle vueltas al increíble orgasmo que ella había tenido gracias a las habilidades de ese hombre y Tiger quería seguir escuchando ese sonidito que ella hacía cada vez que llevaba al orgasmo.
Una vez entraron a la suite, una increíble amplitud, junto con elegancia de aquel lugar tan enorme, hizo que Ava lo observase con ojos nuevos, observando el enorme salón con unas increíbles vistas desde una terraza enorme que tenían para ellos solos. Sin poder evitar mostrar su asombro, caminó con sus zapatillas viejas sobre aquella suite, para luego empezar a darle vueltas a que estarían 2 noches juntos en ese lugar.
¿Acaso compartirían cama? Ellos firmaron un contrato en el que una de las reglas era no dormir juntos, entonces... ¿Habría camas separadas? Le estaba dando el pánico a la muchacha que solo esperaba tener intimidad para ella, para que el señor Davenport nunca descubriese sus cicatrices, aquellas cicatrices que tenía en la parte baja de su espalda y que siempre trataba de disimular.
Hasta ahora no las había descubierto, pero Ava no podía pretender tener una relación con derechos con semejante hombre y que en alguna de ellas no descubriese aquel mapa que tenía en su espalda. Aunque ya tendría alguna idea para poder evitar preguntas de Tiger.
—¿Vamos a dormir en la misma cama? —Ava se giró, dejando que su cabello suelto se esparciera como una hermosa bandera para luego ver como el magnate no se había apartado la vista de ella—. Creo recordar que una de las reglas es no dormir juntos.
Con sus manos en los bolsillos, Tiger contestó;
—Tendremos camas separadas. Tu dormirás en un cuarto y yo en otro. En la suite que contraté tiene 2 habitaciones.
Asombrada por el dineral que debía de costar una noche en esa suite, no se quería ni imaginar ya 2 noches, hizo que suspirase, totalmente tranquila de que ese suceso de dormir juntos en la misma cama no sucediera.
—Bien... —contestó con tranquilidad.
Aquello hizo elevar la ceja al joven que tenía frente a ella.
—Cualquiera diría que estas tranquila de no dormir conmigo.
Tan rápido como lo dijo, ella negó rápidamente para apresurarse luego en contestar;
—No es eso... Es que dormir con alguien... ya es algo muy íntimo.
En eso tenía toda la razón la joven y Tiger lo entendió. Habían firmado aquel contrato y la idea de no dormir juntos era del propio Davenport. Pensaba igual que ella, ya que dormir juntos implicaba que había una relación real entre ellos y ninguno de los 2 querían eso.
De tal manera, Tiger tan solo dijo;
—Tienes razón.
Con los ojos de la mujer sin poder evitar mostrar su sorpresa por el lugar, miró la hermosa terraza que tenían para ambos solamente y como la noche caía en la ciudad de Barcelona, desde lo más alto de aquel hotel. Las vistas eran de lo más hermoso, donde el sol empezaba a esconderse y como el cielo empezaba a teñirse de un tono mucho más oscuro mientras que empezaba a escuchar unos pasos a sus espaldas. Ava se giró.
Al ver como Tiger la miraba con aquella sonrisa, ella le regaló otra para luego ser guiada por el propio magnate, quien la llevaba hacia su cuarto, moviendo la puerta hacia un lado, dejando que ella entrase para luego dejar sus pertenencias cerca de la cama de esa joven. El cuarto de él estaba frente al de ella, al otro lado del salón.
Ava, más impresionada todavía, viendo lo grande que era aquel cuarto, al girarse se encontró con un Tiger apoyado en la puerta con sus manos en los bolsillos.
Ella habló;
—Este cuarto es más grande que mi departamento entero.
Se la veía cómoda y tranquila, mostrando su belleza natural cuando estaba tan relajada y todo gracias a ese hombre que quería descubrir cada parte de ella. Lo que no sabía era los secretos tan oscuros y difíciles que tenía Ava.
Si, bien cierto era que Tiger había vivido cosas difíciles con unos padres que solo veían a un adolescente en aquella época que ganaba dinero fácilmente gracias a la mente tan prodigiosa que tenía. Y que las relaciones de amistad no eran verdaderas, ya que solo se interesaban por su dinero. Por lo demás, tenía un tío increíble, trabajadores que daban lo mejor de sí, una vida acomodada y sin traumas del pasado. Pero ella...
Ava tenía muchos secretos que ni siquiera le había contado ni a su mejor amiga Grayson. Aquello era lo más difícil y esperaba no tener que decírselo nunca a nadie. Pero su cuerpo mostraba las marcas de aquel pasado duro y oscuro que siempre llevaría consigo misma para siempre.
—¿Por que no te tomas una ducha rápida? Yo pediré algo de cenar y te explicaré un poco el tema para mañana en la conferencia tecnológica —confesó, queriendo tener más tiempo con ella y charlar un rato, sin hacer nada más.
Sabía que debía de estar cansada y quería ir poco a poco con ella. Tenían tiempo en aquellos cuatro meses para descubrirse, así que tan solo quería que lo que ocurriría al día siguiente saldría bien.
Ava asintió sonriente y, cuando ella se giró, él se fue a marchar, hasta que llamó la atención como ella se hacía un recogido para la ducha, viendo lo que creyó que era una pequeña cicatriz en la nuca, en un sitio donde justo estaba muy cerca del cuero cabelludo. Si no fuese porque poseía una buena vista lejana, no lo habría diferenciado y aquello lo preocupó.
Pero entonces ella se giró, sin percatarse de que Tiger le había visto algo que ella no querría que descubriese nunca. Mostrando su hermosa sonrisa, dijo;
—Gracias, Tiger.
Él sonrió para luego marcharse con la sensación de que aquella cicatriz era algo mucho más.
Cuando cerró la puerta de su cuarto, empezó a darle vueltas y al mirar la puerta cerrada del cuarto de Ava, se dijo a sí mismo;
—¿Que misterios son los que tienes, Ava? —murmuró para si mismo mientras empezaba a caminar hacia su cuarto y, cuando se giró, volvió a mirar su cuarto y concluyó. —Solo espero que no sea lo que me imagino.
🌂
Mientras se secaba su largo cabello al salir de la ducha con la bata blanca que tenía del hotel, empezó a caminar por su cuarto, hasta que el sonido de 2 toques sonaron tras la puerta de su cuarto.
—La cena está lista. Espero que te guste la comida mediterránea —contestó la voz de aquel hombre que derretía a nuestra protagonista.
Una hermosa mujer recién salida de la ducha con aquella bata, abrió la puerta de su cuarto, encontrándose con un impecable Tiger Davenport con unos pantalones deportivos y un suéter de tiras de color negro que dejaba a la vista sus impresionantes músculos, dejó totalmente embobada a una Ava Delacroix que empezó a pensar en darse otra ducha.
En cambio, ante los ojos del señor Davenport, solo podía ver a esa mujer con tan solo una bata puesta y que rezaba porque esa mujer tuviese algo más de ropa debajo de aquella bata. Porque lo más probable es que si descubriría que no tuviese algo más, terminaría haciéndoselo en esa cama, primero con la boca y luego ir más allá.
Pero tuvo todo su autocontrol para seguir con su plan de ir poco a poco con esa mujer.
—Me encanta. ¿Me dejas que me cambie?
Él sonrió con aquella sonrisa perfecta y dijo;
—¿Para que? Si estás perfecta con esa bata —murmuró, haciéndole un gesto con la cabeza para que ambos fuesen al salón juntos.
Con Ava colocándose mejor la bata para cerrársela, observó el banquete que tenía ese hombre sobre la mesa.
Se sentaron en aquel cómodo sofá con la televisión encendida, puesta en una película de dibujos animados con el volumen no muy alto y ella tomó uno de los platos con el apetito abierto.
—¿Debo saber algo a parte de fingir ser la novia del señor Davenport de Davenport Technology? —bromeó, consiguiendo que Tiger se acomodase, más de la cuenta que solía mostrar.
Con sus piernas algo más abiertas en aquellos pantalones de gimnasia, se recostó en el sofá mientras empezaba a comer. Al mirarla, pudo sentirse más cómodo que con ninguna otra y tan solo dijo;
—Tan solo dar buena impresión, aunque ya la das.
Ava, algo preocupada ya que no estaba acostumbrada a tanta atención, miró al magnate que parecía un hombre totalmente distinto sin aquella ropa tan elegante, más relajado y con un aspecto espectacular cuando no estaba serio cuando debía hacer sus negocios.
Pudo decir que le gustaba ver más a ese Tiger y deseó verlo en más ocasiones de esa manera. Sobre todo, con ese cabello perfecto revuelto. Pero su preocupación se la hizo ver al preguntarle;
—¿Tengo que hablar con gente? —Sus piernas empezaban a temblar de tan solo pensarlo. Su miedo escénico viajaba a mundos mucho más allá de lo que nadie se creería—. No sé... No soy buena compañía de conversación.
Tiger la miró sin pestañear.
—Yo creo que eres mejor que ninguna otra persona. —Trató de tranquilizarla, pero Ava no había nadie que la tranquilizara—. Después de la conferencia que daré, irás a acompañarme a una cena de gala con unos empresarios. Disfrutaremos de la noche.
—¿Tengo que aprenderme algún tema? —Se apresuró en decir.
Se la veía preocupada totalmente y Tiger no quería verla así. Quería que disfrutase, que viviese el momento, que tuviese experiencias.
Empezó a sonar el teléfono de Tiger y, cuando desde su posición vio de quien se trataba al ver el número de su madre, suspiró y apagó el teléfono, tirándolo por algún sitio del sofá. Aquello se percató Ava que le preguntó;
—No tienes buena relación con tu madre, ¿verdad?
—Es... complicado —murmuró. Al volver toda su atención en ella, concluyó. —Ava, sé tu misma. Les encantarás.
—¿Y si no?
Él negó mientras veía como ella estaba totalmente distraída.
Un pequeño secreto de Tiger es que le gustaba ver dibujos animados para relajarse. Quizás podría parecer que no era para un hombre de negocios ni para adultos, pero a él le daba igual. También es cierto que no se lo decía a nadie y era la primera vez que lo hacía delante de alguien a quien apenas conocía y con la que pasaría una gran parte del día.
—Y si no, pues que se larguen, porque no merecen ni un segundo de tu compañía. —Aquello la hizo tranquilizarse un poco, arrancándole una sonrisa a esa joven—. Me gustaría saber de donde viene esa falta de confianza en ti misma —respondió preocupado sin indagar más.
Pero la nula respuesta de ella le dio a entender que era mejor cambiar de tema.
Y lo hizo.
—No quiero hablar de ello, Tiger.
Él asintió, volviendo a arrepentirse por casi romper aquella regla.
—Lo comprendo...
Pero no podía evitar sentirse preocupado por ello.
Entonces, para tratar de cambiar el rostro tan serio y lleno de preocupación de la joven, se acercó más a ella, quitando todo el espacio que había entre ellos, rozándose codo con codo y le confesó;
—¿Sabes? Te contaré un secreto.
Aquello la intrigó a más no poder.
—Dime —murmuró con una sonrisa Ava.
—Cuando estoy preocupado o nervioso por alguna conferencia, reunión o entrevista, la noche antes veo dibujos animados... Me distrae y me relaja —contestó siendo totalmente sincero con ella.
Aquello le hizo ver que Tiger tenía un corazón mucho más dulce del que hacía ver a los demás. No era tan frío, ni tan distante, ni tenía un muro enorme en el cual era imposible ver lo que había tras él. Si, era difícil acceder a él, pero con Ava era todo tan fácil...
Y ella, empezando a comprenderlo un poco más, murmuró colocando su mano sobre la mano de él;
—Mañana todo saldrá bien. —Consiguió tranquilizarlo mientras ambos se miraban de aquella manera—. Eres increíble haciendo conferencias.
Lo cierto es que ella había visto alguna que otra desde que lo conoció por vídeos de internet. Quería saber algunas cosas de él, porque la intrigaba y por la noche, cuando estaba totalmente cansada del día, disfrutaba de las vistas del señor Davenport mirando conferencias que tenían grabadas y entrevistas que había ofrecido en alguna que otra cadena de televisión famosa.
—Creí que no me conocías cuando nos conocimos —respondió al recordar la expresión de ella la primera vez que se chocaron.
Ella dejó de mirarlo con cierta sonrisa.
—Quizás te he estado espiando un poco por internet. Eres mucho más famoso de lo que creía. —Aquello hizo reír por completo a nuestro magnate, que juró disfrutar y mucho de esa noche como hacía años que no lo disfrutaba. Y ella le susurró. —Gracias por confiar en mi para contarme ese secreto.
—Pero que quede entre nosotros.
Y siguieron viendo la película.
Cuando acabaron de cenar y la película había acabado, el magnate miró para Ava, descubriendo que ella se había quedado dormida tras un largo viaje siendo su primera vez viajando en un avión. Más después del juego que hicieron aquella tarde en el departamento de Londres de Ava.
Sin pensárselo 2 veces, la tomó entre sus brazos y se la llevó dormida hacia el cuarto de ella. Cuando llegó a su cama, la acostó, tapándola un poco con la manta y juró que le costó alejarse de ella.
Acariciando el cabello de la muchacha que se le había puesto sobre su hermoso rostro, se marchó, no sin antes darle las buenas noches.
Y aquella noche, Ava no tuvo ninguna pesadilla.
***
Bueno, bueno, lo que se viene.
¿Que les parece esta pareja?
¿El jet privado?
¿Tiger Davenport?
Nos leemos.
Patri García
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