Parte 3
Gracias por leerme una vez más, espero que el capítulo de hoy les guste mucho, si hay errores de ortografía pido disculpas, como dije no tengo word en esta computadora y es muy difícil escribir así.
El auto de Beth me espera afuera del edificio, es una furgoneta en buenas condiciones, plateada y con neumáticos reforzados, perfecta para sus necesidades, deseaba tener una como esas para poder pasarme un rato en mis tiempos libres por la cuidad. Le saludo cuando me subo y me coloco mi cinturón de seguridad, enciende el auto y comenzamos a andar por las calles hasta la avenida principal.
—¿Cómo amaneciste Felicity? —me pregunta mientras se inclina hacia la radio, tratándola de hacerla funcionar.
Evito mirar el pequeño problema que tiene con la radio y pongo en orden mi trabajo de ayer en una simple carpeta de plástico para entregarla a primera hora.
—Bien gracias, ¿Qué tal tú?
Tuerce la boca en un gesto, nos detenemos en una luz roja y saca de su bolsa un lápiz labial rosado, se pinta los labios haciendo un raro ademan.
—Fue cansando, hice el trabajo de hoy hasta la madrugada, me quede dormida —alza las cejas —Fue un tormento, debí haberle pedido a Ben que me ayudara.
La observo cuando se pone mascara de pestañas y rubor en las mejillas, hasta que un hombre detrás de nosotros hace sonar la bocina y Beth maldice en voz alta. Me río entre dientes.
—¡Hijo de...!
La detengo antes de que pueda completar.
—Gracias por traerme, me ahorraste tomar un taxi.
Con tanto que los odio. Me sonríe con dulzura y avanza.
—Para mí fue más que un placer Felicity, es bueno tener a alguien con quien platicar rumbo a la escuela, Ben tiene su propio auto así que me queda un asiento libre.
Recuerdo el momento de ayer en la cafetería, la forma en la que él la miraba, como la besaba y ella se sentía tan cómoda y feliz, parece no tener intención de hacerle daño.
—Lo quieres mucho, por lo que veo -añado con voz apacible.
Suspira y se ve que le brilla el rostro con tan solo recordárselo.
—Sí, en tres meses cumplimos ocho meses, es un lindo, aunque a veces puede ser un pedazo de imbécil —remarca con voz lenta.
Suelto otra risita, me agrada la mentalidad de Beth.
—¿Tú tienes novio? —me pregunta de repente.
Me quedo inerte ¿Yo? ¿Novio? Eso tiene referencia a estar cerca de los chicos, tocarlos y hablar con ellos asi que definitivamente ¡No!. Jamás me he llevado bien con ellos, no suelo ser muy buena para tener conexión con chicos.
—No —respondo de inmediato —Jamás
Me mira, se que mi tono no fue nada agradable ¿Y cómo? Si tan solo pensar en hombres es disgustante.
—¿No me digas que aun piensas que los chicos son asquerosos como en el jardín de infantes? —se carcajea —Eso sería algo tonto.
No me vuelvo, trago saliva y sigo mirando hacia el frente.
—No me refería a algo así, no trato mucho con chicos, eso es todo.
—Bueno te tengo noticias, en la universidad tendrás que convivir con chicos, no puedes escapar de ellos.
Bajo la mirada.
-—Lo sé —susurro con voz baja.
Sigue mirándome hasta que observa hacia la calle cuando vamos a pasar por la avenida hasta llegar al estacionamiento.
—No te preocupes, si un chico te rompió el corazón, yo te ayudare a encontrar a tu príncipe. Me tienes a mi ahora —admite con dulzura.
Si tan solo supieras Beth, no solo rompió mi corazón, me arruino la vida y fue un hombre, un maldito, Beth se estaciona cerca de la entrada del campus, bajamos y nos encaminamos hacia el edificio, trato de recordar mi siguientes tres horas, no tendré almuerzo hasta las once, tal vez pueda encontrar una hora libre e ir a la biblioteca por ese diccionario. Mi primera hora es con Beth, en nuestro tiempo libre charlamos hasta que llega el profesor y pide nuestro trabajo luego seguimos con la clase, parece una eternidad, el reloj avanza solo un segundo cuando pego la mirada, es demasiado frustrante, en sí me da gusto que el maestro casi al final de la clase nos da una lista de libros para comprar, Beth me pide acompañarla a la biblioteca y yo encantada acepto.
Salimos y ella refunfuña.
—¡Es un nefasto! No sabe cuánto odio leer. Carajo —se contiene cuando quiere romper la lista a la mitad.
—Puedo ayudarte —me ofrezco amablemente —Escoge solo los libros que contengan lo que necesites, y si quieres llámame por cualquier duda que tengas, si quieres puedo darte los capítulos que él maestro pide.
—Eres un encanto Felicity, pero necesito ponerme al tanto si quiero ganarme una buena nota, aunque tomare tu palabra para cuando necesite tu ayuda.
Me despido de ella, tengo que entrar a segunda clase antes de llegar tarde, no quiero terminar atrasada, a pesar de que al comenzar llevare mucho trabajo a casa. Mi segunda clase es tranquila, no hago otra cosa más que concentrarme, tal vez si no sigo preocupándome por el tiempo sea más fácil llegar a la hora del almuerzo. Mi tercera hora termina, Beth va acompañada de Ben, los tres caminamos hacia el comedor, esta vez decido comer algo más de lo normal, la cena de ayer me ha dejado con algo de hambre.
Después de que Beth ve mi bandeja vacía se levanta.
—¿Quieres ir conmigo a la biblioteca?
Miro el reloj de pared, nos resta media hora de almuerzo, tiempo suficiente de buscar los libros que necesitamos, además sería un pretexto perfecto para bajar la comida, me levanto junto con mis libros y la sigo. Salimos de la cafetería, el tiempo esta perfecto para caminar a Beth parece incomodarle el calor, se limpia el sudor con un pañuelo y camina hacia el oeste del campus.
—¿Dónde queda la biblioteca? —le pregunto.
—Solo unos cuantos metros, cerca de la dirección, espero que memorices el camino Felicity —sonríe.
Seguimos unos metros, yo trato de recordarlo por si alguna vez tengo que volver por libros, pasamos unos edificios, esos deben ser los departamentos de los que residen en el campus, después de ahí nos giramos a la derecha hasta llegar a otro edificio, alzo la vista y logro ver un cartel con letras de bronce que dicen "Biblioteca" en la parte superior. Ella me abre la puerta, en cuanto entro puedo percibir el embriagador olor a libros nuevos, todo esta en silencio, a excepción de la mujer que atiende a los visitantes, es una pequeña recepción de madera, una mujer de gafas enormes y lápiz labial rojo es quien esta detrás.
Ella levanta la vista de la computadora y se quita las gafas.
—Buenos días ¿Les puedo ayudar?
Beth saca la lista que nos dio el profesor, se la entrega a la mujer.
—Venimos por estos libros, los necesitamos para esta tarde ¿Habrá posibilidad de sacarlos por dos semanas?
—Cuatro días —murmuro.
Beth se vuelve hacia a mí y me mira con disculpa.
—Yo no puedo leer tan rápido. —me explica.
Me ruborizo, había olvidado que ella es una de esas personas que tardaran semanas en leer solo un capitulo. Asiento.
—Lo lamento.
La mujer comienza a escribir en la computadora, desliza su mouse y comienza a escribir en una gran libreta.
—¿Me permiten sus tarjetas de estudiante?
Comienzo a rebuscar en mi mochila, suerte que llevo todo mi papeleo conmigo, le entrego la tarjeta, no dejar de escribir, la pasa sobre una maquina y nos entrega un boleto, nos pide firmar sobre la libreta.
—Bien, pueden llevárselos, aunque debo decirles que deben entregarlos a tiempo, si no tendrán una multa. —nos entrega las tarjetas —Pueden buscarlos empezando por la sección "DE" si tienen problemas pueden llamar a uno de nuestros empleados.
Este lugar es enorme y lleno de libros ¿Cómo podremos encontrar la sección "DE"? Beth y yo caminos por cada pasillo buscando título por título, definitivamente esta no es la Sección "DE" y tardaremos horas en encontrarlos. Beth toma libro por libro con un gesto en los labios, temo que explotara en cualquier momento por el enojo.
—¡Que estupidez! Nunca los vamos a encontrar, será mejor llamar a un empleado —resopla.
Se que terminara por desesperarse asi que será mejor que terminemos con esto rápido, adiós a la posibilidad de encontrar el diccionario.
—Iré a buscar a uno —le respondo.
Corro por los pasillos repletos de libros, esperando encontrarme con alguien que pueda ayudarnos antes de que Beth explote de la frustración, no veo a nadie y realmente esto a mi también me pone furiosa ¿Dónde esta la gente cuando se necesita? Estoy girando para entrar al siguiente pasillo cuando de repente ¡Bam! Apenas logro establecerme, la tapa dura de varios libros me han golpeado la cabeza, yazco en el suelo rodeada de libros y con los ojos totalmente desorbitados, parpadeo varías veces hasta encontrarme con una mano alzada hacia a mí.
—¡Cuánto lo siento, señorita! —lo escucho disculpándose.
Verifico que no tengo daño en la frente, nada de sangrado, perfecto, tomo la mano de quien sea que es y me levanto despacio, suspiro, eso si fue un gran golpe.
—Perdone, yo estaba distraída —le contesto, me arrodillo para levantar unos libros.
—No se moleste, es mi trabajo —su voz es suave, cálida y es la de un chico.
Levanto la mirada y me encuentro algo que jamás imagine, no en un chico, no en un hombre, es algo hermoso y esta ahí, sonriéndome y no se quien demonios es, lo único que se es que es hermoso, que me ha detenido el corazón y esta parado frente a mí, sonriéndome de oreja a oreja, disculpándose, sus relucientes ojos verdes destellan junto con la blancura de sus dientes, sus mejillas ruborizadas por la vergüenza y esos labios gruesos que perfora con una mueca.
¿Quién eres? Y porque...¿No tengo deseos de ignorarte? Oh dios, baja la mirada avergonzado, sigue recogiendo los libros aun con una sonrisita escondida. ¿Por qué siento un cosquilleo en el cuerpo? Se levanta y clava sus ojos en mi rostro, debo respirar, respirar....respirar.
—Perdone tanto ¿La lastime?
Todo lo contrario, logro tomar aire de la nariz y niego, me paso un mechón de pelo por la oreja y me acomodo mi ropa.
—En absoluto —contesto con un hilo de voz.
Me sonríe a medias y alza las cejas, sus cejas negras que hacen juego con su cabello castaño oscuro ¿O cobrizo?
—Perdone de nuevo. ¿Busca algo en especial? ¿Le puedo ayudar?
Oh ¿Así que eres empleado? Justo lo que necesito. Me recobro, pero vuelvo a caer cuando sus ojos se vuelven penetrantes, me siento una completa idiota con el hecho de solo respirar, trato de recordar que es lo que puedo decirle ¡los libros!
Busco en mi mochila y le entrego la lista, ¡Dios! Sus manos, tienen la apariencia más suave del mundo, si tan solo pudiera rozar aquella textura sobre mis torpes dedos. Lee la lista y me mira de nuevo.
—¿Quiere todos estos libros?
—Y un diccionario —susurro.
Me sonríe de nuevo, el cosquilleo se hace más intenso.
—Sígame por favor....—se que aun no le he dicho mi nombre.
—Felicity
Sonríe más fuerte aun.
—Por aquí Felicity.
Su voz es la más exquisita melodía de la lujuria, es tan fina, suave y elegante que mi simple voz sería un insulto. Le sigo por varios pasillos, se detiene para leer la lista otra vez y toma dos libros del mismo estante, luego se dirige al siguiente pasillo y recoge otro más hasta terminar por el quinto libro y es cuando buscamos mi diccionario, es fácil encontrar este porque hay una sola sección específica, me pregunta si lo deseo en ingles o francés, opto por el más completo, lleva los cinco libros y mi diccionario en sus brazos, apenas noto lo grande, alto y fuerte que es.
—¿Sería todo señorita Felicity? —me pregunta
Asiento, alzo los brazos para ayudarle pero él retrocede.
—No se moleste, si lo desea puedo llevarlos a recepción.
—Am...Seguro pero ¿No son pesados?
Niega, el cabello se mese sobre su cabeza en un ágil movimiento salvaje.
—No si estas acostumbrado —me guiña el ojo.
Me quedo sin aliento, es inevitable que la sangre me recorra en cosquilleo por la cara hasta hacerme ruborizar, apenas siento las rodillas y el pasillo me da vueltas. Trago saliva de nuevo y nos encaminamos hacia recepción con él siguiéndome, dejamos los libros sobre la repisa mientras la recepcionista guarda mis libros en una bolsa de plástico, notó que sigue mirándome de reojo, me quedo quieta hasta cuando la mujer me desea buenos días.
El chico toma la bolsa antes de que pueda tomarla, me la entrega el mismo y me sonríe.
—Que tenga buenos días señorita.
Mis labios tiemblan en un intento inútil de sonreír pero parezco lograrlo.
—Gracias...—alzo una ceja.
Asiente.
—James.
Me muerdo los labios.
—James —que placentero cosquilleo me pasa sobre la lengua al mencionarlo.
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