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Parte 26

Hola a todos, siento no haber subido ayer pero es que tenia muchas cosas que hacer en mi cuarto que lo estan arreglando entonces tuve que limpiar y ordenar. Disculpen pero acá les dejo capítulo nuevo.

—¿Por qué estás tan nerviosa? Es solo una visita al doctor, no veo el problema -insistió conduciendo su lindo Mini Cooper hacia el hospital central donde conocía a la doctora, mi ginecóloga personal desde este momento.

Ayer le había pedido a James que me permitiera llevar a Emily conmigo a la visita al ginecólogo, accedió como esperé, no quise incluir a Beth porque no sabía realmente como lo hubiera tomado James, no es que a James le desagradara Beth pero creo que ambos nos sentíamos mejor si fuese una persona con la experiencia necesaria en estos casos y Emily era la persona perfecta, ya estaba a punto de graduarse de su carrera de Medicina y a mi me fascinaba llevarla, era como mi hermana.

La mire con mala cara.

—No es un doctor es un ginecólogo, creí que notarías la diferencia —repuse con tono frustrado.

Ella puso los ojos en blanco, condujo sin que tomara mucho en cuenta mi comentario

—Tengo algo para ti —me dijo con la comisura de los labios alzándose en una sonrisa amplia —abre la guantera, es un regalo de cumpleaños muy atrasado ¡Lo siento! —se mordió los labios.

Enarque las cejas y me incline para abrir la guantera, me encontré con una bolsita de plástico de un color morado metálico, cerrado con un nudo de un listón rosa pastel que estaba hecho en divertidos y movibles chinos, los agite para que se movieran, desgarré el papel sin siquiera deshacer el nudo y me encontré con un certificado de regalo para Amazon, me pregunté como supo Emily que yo era una loca compulsiva de las compras por internet, le eche una vistazo y me sonrió.

—Ahora podrás comprar todos los libros electrónicos que quieras para tu Kindle.

Mire la cantidad que me había depositado en el certificado ¡100 dolares! Emily estaba al tanto de todo, quien hubiera pensando que ella sabía muy bien sobre mí.

—Gracias Emily es increíble, muero de ganas por entrar y ver el nuevo top ten de los libros más vendidos y poder descargarlos —me apreté los labios por la ansiedad —¡Es maravilloso!

Se rió entre dientes.

—Sabía que te encantaría, James pensó que era mucho mejor que un perfume Calvin Klein que pensaba regalarte o las cremas corporales de Victoria Secret, me dijo que tu preferías algo más, algo menos costoso —hizo una mueca con la boca.

Solté una risita, seguí mirando con adulación la certificación de regalo que moría por gastar, el estar distraída ayudo mucho a Emily pues cuando alcé la mirada hacia el parabrisas ella ya se estaba estacionando cerca del hospital central, el estomago se me revolvió y apenas pude respirar, me puse inmóvil sobre mi asiento mientras ella apaga el auto, cuando deje de sentir el movimiento del motor me quede con las piernas y los brazos completamente ajenos.

—¿Felicity? Tenemos que bajar, llegaremos tarde a la cita —me informo ya afuera del auto con la puerta del conductor abierta.

Tome una bocanada de aire. No puede ser tan malo, Emily esta aquí, si algo sale mal le echaré la culpa. Tal vez pensar en ello me haría sentir más segura, baje del auto con el certificado en la mano, lo mire y lo guarde en mi bolsa de mano, Emily se acerco a mí y me dio una palmadita en el hombro, mire a la gente que entraba y salía del hospital, podía estar segura de que ya comenzaba a oler de esa manera tan extraña, a desinfectante y alcohol, el pensarlo solo me hacía sentir peor. Cuando entramos seguí a Emily sin despegarme de ella, me mantuve a su lado como si presintiera una amenaza cerca, muy cerca.

La recepcionista que llevaba un uniforme color menta nos recibió.

—¿Puedo ayudarlas?

—Tenemos cita con la doctora Audrey Stone esta tarde, dígale que soy Emily Hawkins, ella y yo quedamos de vernos.

—¿Vienen a consultar?

—Sí, yo soy una vieja amiga y la paciente es ella —me tomo del brazo para colocarme frente a la recepcionista —Felicity Hunter.

—De acuerdo —termino de decir la recepcionista con una sonrisa amigable.

Deduje que Emily había dicho su nombre a la recepcionista para que así pudiéramos pasar más rápido, aunque lo dudaba nosotras ya contábamos con una cita ¿Verdad? Todo esto me tenía tan nerviosa, la gente, el olor, el lugar, era peor que venir al dentista, no se porque me deje convencer por James pero ¿Qué más podía hacer? Lo único que no quería era que se preocupara y el venir con Emily pensé que sería más fácil pero creo que todo resulto igual.

La recepcionista hablaba por teléfono, cuando termino nos miro a ambas.

—Pueden pasar, la doctora las espera —aseguró con voz amable.

Emily y yo asentimos al mismo tiempo, seguí pegada al hombro de Emily cuando subimos por el ascensor hacia el consultorio de la doctora, cuando el ascensor se sucumbió di un grito ahogado. Se quedo alarmada.

—Felicity, por dios, parece como si te estuviesen torturando, es solo una visita ¿Por qué estas tan nerviosa?

—Es mi primera vez —le respondí con los ojos ligeramente dilatados.

Me indago con la mirada y se mantuvo fija en mi rostro.

—Estás pálida, eso preocupara a la doctora. —murmuro.

Ahora lo que menos me preocupaba era lo que la doctora pensara, suspire y me trate de calmar moviendo los pies. Emily estaba a punto de alegar otra cosa pero en ese momento se abrieron las puertas, me aferre al brazo de Emily y a esta no pareció molestarle que la estuviera tomando como escudo, llegamos hacia otra recepción y la secretaría no fue para preguntarnos nuestros nombres, nos dio el acceso hacia el consultorio.

Nos acercamos a la puerta y ella solo dio dos toques y la abrió, me quede congelada cuando escuche una voz femenina bastante aguda como la de Emily.

—¡Emily! Adelante.

Las piernas comenzaron a temblarme como gelatina, no podía evitarlo, el olor, el color de las paredes tan blancas y limpias me daban pavor, lo único que deseaba era salir corriendo, olvidarme de esta tontería de ginecólogos y olvidarme de los parches si eso dejaba a raya a James y sus ideas. Una mujer de cabello corto color negro, la piel clara con hoyuelos sobre las mejillas, ojos cafés algo tristones y una sonrisa afable me miro por detrás de su escritorio de madera, la mire y me sentí fuera de conocimiento, desconecta de mi mente que no supe que responder cuando ella pregunto por mí nombre.

—¿Felicity Hunter? Tú debes ser la chica de la que Emily me hablo esta mañana. Mucho gusto —se levanto de su silla y puso su mano a mi dirección.

Di dos pasos y le tome la mano, estaba helada, trague saliva.

—¿Por qué no se sientan? ¿Qué puedo hacer por ustedes?

Levante la vista hacia Emily y ella se ruborizo, le dedico una sonrisa a Audrey que no supo que pensar.

—Las dejaré solas, creo que ustedes necesitan hablar —dio unas risitas avergonzadas y se fue directo hacia la puerta para salir.

Audrey y yo nos quedamos solas, ella puso sus manos sobre su escritorio y me miro firmemente para que pudiera hablar, no sabía que decir, no sabía como decírselo, era tan vergonzoso, tan embarazoso que ni siquiera a mi madre pudiese contárselo ¿Cómo podría sentirme confiada de esta mujer? Tal vez porque sabía mas que yo de esto, más que Beth sin duda.

Audrey rompió la tensión cuando hablo primero.

—¿Qué puedo hacer por ti, Felicity? ¿Hay alguna cosa que quieras decirme?

La mire a los ojos, creo que ahora que podía verla a la cara la valentía me sumergía desde una parte de mi que me hacía pensar las cosas con más claridad y certeza, me aclare la voz y hable con voz nítida pero audible para que pudiera escucharme

—Estoy usando un parche anticonceptivo, una amiga fue quien me los recomendó porque a ella le están sirviendo muy bien y me aseguro que no habría problemas —abrí mi bolsa para sacar uno de los parches que no estaba usado, el único que tenía.

Audrey lo tomo, no dijo nada pero lo miro de forma extraña, no supe definir que podía estar pensando. La examine hasta que hablo.

—Estos son parches de libre venta así que no habría problemas para tú amiga, seguramente el doctor que la estudio dedujo que eran lo mejor y los más efectivos para ella pero eso no significa que también lo sean para ti. ¿Cuántos años tienes?

—Veintidós.

Saco un bloc de notas de uno de los cajones de su escritorio y comenzó a anotar en su pluma que saco de su bata extremadamente blanca, no me quise inclinar para ver que era lo que estaba escribiendo.

—Emily me contó que salías con su hermano, James, escucha, no quiero que piensas que soy una entrometida, estás cosas son muy delicadas y necesarias para darte un diagnostico seguro y efectivo ¿De acuerdo?

Asentí.

—¿Hace cuanto tienes relaciones sexuales con él?

Me quede petrificada en la silla, sentí mi boca encogerse, el corazón acelerase tan rápido que me impedía respirar, no sabía a donde mirar, podía sentir sus ojos clavándose en mi hasta que pudiera darle una respuesta, tenía que dársela, no habría forma de eludirlo ni tampoco podía mentirle.

Un nudo en la garganta me atravesó fulminantemente cuando trate de responderle.

—Unos tres meses —baje un poco la mirada.

—¿Se habían estado cuidado esos tres meses?

Me ruborize, cada vez era más insoportable contestar estas preguntas, me recordé que no podía ser tan grave, ella vivía escuchando estas cosas, era su trabajo, ella no se podía sentir incomoda.

—James es quien se cuidaba, hubo una vez en la que no se cuido, fue el día de mi cumpleaños. Hace un mes.

Asintió para si misma y seguía anotando en su bloc de hojas.

—De acuerdo, entonces este parche ¿Lo llevas puesto? ¿Cómo te has sentido?

—Bastante bien —admití con tono rápido —No parece que me sienta mal, lo probé apenas ayer.

—Necesitamos hacer algunas pruebas, no tomaran mucho tiempo ¿Me permitirías?

Una sonrisa sin ganas se me escapa de la boca.

—Claro.

Las pruebas son bastante inofensivas, comienza por tomarme la presión, luego el peso, me examina el parche sobre mi hombro izquierdo y luego un cuestionario rutinario, me es más fácil contestar estas preguntas, me pregunta sobre mi saludo, la de mis padres y si había estado consumiendo algunos otros métodos, sobre mi regla, si es regular o no, cada cuando viene y si sufría de algún trastorno.

Volvemos hacia nuestros lugares, ella no deja de escribir en su bloc.

—Parece que todo esta en orden, te mandaré a hacer una prueba de sangre y luego de embarazo.

Jadeo, mis ojos se dilatan y lo único que hago para no caer de lado a causa de la sorpresa es sostenerme firme de la silla, ella se echa a reír y me mira sin preocupación.

—No te alteres, es solo para descartar algo, llevas usando el parche solo un día, debemos ver como esta actuando y como van tus hormonas. ¿O prefieres que te haga la prueba de embarazo aquí mismo? Es más fácil y rápido.

—Bueno -mi voz se quiebra a la mitad de frase —No veo el problema, así nos descartamos de dudas ¿No?

Después de haber ido al baño de su consultorio y haber orinado sobre una prueba de embarazo de esos que vas y compras en una farmacia, que por cierto parecía no funcionar porque ni siquiera había marcado nada, me pregunté si había servido de algo que me hubiese tomado un bote de agua y el haber estado encerrada en ese baño por media hora.

Audrey se sentó, agito el palito blanco y me lo mostró, solo había unas rayas rojas o eso me parecía ver.

—No lo entiendo. —entrecerré los ojos.

—No estás embarazada, eso es buena señal, creo que solo te tomaremos esta muestra de sangre, te haré la cita para dentro de un mes, estamos llenos así que no podré hacértela de inmediato. —arranco la hoja del bloc de donde escribía y me la entrego —Dejarás de usar esos parches, no soy buenos para tu peso y tu presión arterial, necesitarás unos que no alteren tus hormonas, tampoco puedo recetarte pastillas o inyecciones ya que tu has elegido el parche.

—¿Y porque no puedo usar pastillas? —pregunté con escepticismo.

—Ya no puedo recetarte otra cosa dentro de tres meses, en ese lapso de tiempo serán solo los parches, después de los tres mese hablaremos de otros métodos que quieras usar. Por ahora. —me clava los ojos y me habla con voz de aplomo —No quiero que dejes de utilizarlos, los vas a usar cada siete días, ni más ni menos, si los usas como se deben son completamente efectivos, si no se usan en un tiempo de siete días, no esperes que puedan tener algún efecto.

Le echo una hojeada a la receta y la vuelvo a mirar, James tenía razón, era mucho mejor que fuese con un ginecólogo para quitarme de dudas y evitarme una catástrofe, me levanto de la silla, le vuelvo a dar la mano y le agradezco.

—No se preocupe, lo haré como se debe —le prometo.

Asiente y me sonríe.

—Eso espero Felicity, me dio un gusto conocerte, nos vemos en un mes.

Cuando salgo Emily se levanta de uno de los tantos taburetes que están en la sala de espera, caminamos juntas hacia el ascensor, aprieto el botón hasta que se ilumina y se escucha el subir de la maquina.

—Te dije que no era tan malo. -me renegó con voz chiflada, como si quisiera echármelo en cara.

—No importa -me encogí de hombros —No pienso volver a menos que sea una emergencia.

Aunque en realidad no había sido tan malo como lo pensé.

(...)

—Supongo que irás a la cena de esta noche ¿Verdad? —me preguntó Emily al dejarme frente a la puerta del departamento, aun sostenía como una niña chiflada el certificado de regalo que me había dado, aquello me había quitado el sabor amargo del viaje al ginecólogo.

El recuerdo de Peter pidiéndome que aceptara ir me vino a la mente como una espesa manta, inclusive me había olvidado que hoy era sábado, con tantas cosas que había pasado lo único que se me pudo haber ocurrido que podía hacer hoy era ir finalmente a la casa de los Hawkins, era una cosa extremadamente extraña.

—Sí, iré porque tu padre me lo pidió -le recordé con tono renegón. —Lo más gracioso es que James me lo pidió después y resulto muy gracioso haberlo tomado por sorpresa.

Me eche a reír y Emily me miro con una sonrisa plantada en el rostro, rápidamente abrí la puerta del departamento, todo estaba oscuro así que supuse que Beth no estaba en casa, apenas me había dado cuenta de que eran pasada de las seis de la tarde, seguramente debía estar pasándola en grande con Jonathan, invite a Emily a pasar, ella entro junto conmigo.

—¿Ya tienes idea de que ponerte para la reunión? -me pregunto, dejando su bolsa sobre la mesita de centro de la sala.

Ni siquiera me había parado frente al closet y verificar lo que podía ser apropiado para la ocasión, había pensando un vestido de franela y unos zapatos de tacón plateados que pensaba pedirle prestados a Beth pero como ella todavía no llegaba, no sabía quien podría ayudarme a verme bien.

Fui meditándolo sirviendo limonada en dos vasos de cristal hondos y cortando queso en cubitos como refrigerio, ella comenzó a hojear el periódico que yo había comprado aquella vez que mis sospechas fueron tomando sentido, ella estaba leyendo la primera plana. Jadee, tome los vasos de limonada y me acerque casi corriendo para que dejara el periódico a un lado.

—Limonada —le tendí el vaso con una sonrisa nerviosa, ella lo tomo y me agradeció.

—¿Entonces? ¿Tienes algo que ponerte esta noche?

Me apreté los labios con mucha fuerza, Emily puso cara de pocos amigos y me miro llena de culpabilidad, no podía mentirle, no a Emily.

—No.

Puso los ojos en blanco, hizo un gesto con la boca y luego se quedo mirando hacia la nada fijamente, supuse que estaba pensando en como arreglar las cosas, esa era la forma en la que Emily le gustaba.

—Bien, te ayudaré, en fin ¿Para que sirven las amigas? —añadió con voz cantarina, me guiño un ojo, me tomo de la mano y me llevo detrás suyo hasta mi recamara.

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