Parte 25
Hola mis queridas lectoras, nada más para darles aviso que estaré subiendo capítulo todos los días para ya darle fin a la historia así que en cualquier momento puede acabar.
Gracias por todo. Besos y disfruten
Mis ojos iban al compás del movimiento de James por todo el departamento, lo observaba mover el sofá grande, la mesa de las pinturas, los cuadros todavía inconclusos, lo único que podía permanecer en su lugar era la máquina del aerógrafo que parecía tener un valor único entre todas las cosas de la habitación. Estaba parada con los brazos cruzados mirando a James volar entre el aire, tan ocupado, concentrado en que todo pudiera quedar a su gusto, me sentía mucho mejor si yo no andaba cerca molestado aquella autentica concentración. Estudie con mucha curiosidad como tomaba los botes de pintura, los deslizaba sobre el suelo y los abría con una sola mano, de inmediato las chispas coloridas se impregnaron en el suelo de madera como un toque de luz, James ya tenía su propio toque pintado en su mejilla.
—Creo que con eso será suficiente, el espacio es amplio y no habrá nadie que pueda estar observando desde la ventana —miramos al mismo tiempo las ventas completamente cubiertas por las cortinas color caqui.
Suspiro.
—Todo esta en orden.
—Eso parece, aun debo llenar la maquina con pintura ¿Esperarías? —me preguntó con ligeras arrugas en su frente, un perfecto reflejo de preocupación.
Río entre dientes pero de inmediato conservo seriedad, mis manos sudaban a causa de tanta impaciencia que ya era mucho más fuerte, era una tensión sobre mi espalda que no me dejaba en paz.
—Claro, sabes no se si deba preguntar esto pero ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Qué es lo que hacen tus modelos cuando tú preparas los materiales?
Se mantiene quieto por unos segundos, titubea al tratar de mirarme a la cara y luego frunce el ceño, su voz esta en total calma.
—Ellas... —carraspea, su rostro se nubla entre la sombra de la confusión —Se...Bueno, esperan las ordenes.
—¿Ordenes? —inquirí, gesticulando.
—No necesitas desnudarte.—me aclara con tono de aplomo, su rostro al fin se encuentra con el mío —Tú no eres ni serás como ellas, esto es muy especial y lo haré de manera diferente.
Trago saliva, me sostengo de lo más cerca que tengo y trato de respirar lo más tranquilo posible, asiento y de nuevo me quedo como la audiencia del espectáculo, mirándolo tomar pintura, abrir más botes hasta que todo se convierte en una urgencia, me quedo sin decir nada y aguardando el momento lo mejor que puedo. Refunfuño y de repente mis actos deja de corresponderme a mí, todo se vuelve un caos bajo presión, apenas estoy dándome cuenta que me estoy deshaciendo de mi blusa dejándome en mi brassier, luego me quito los zapatos, los calcetines para finalizar con mis vaqueros medios gastados, todo lo dejo sobre el piso haciendolos bolita en un rincón.
James levanta la mirada completamente anonadado, sus labios se transforman en una sonrisa jovial, aun así noto en sus ojos el querer una explicación a todo esto.
—Estoy lista —le aviso, mirándome a mi misma que he quedado en ropa interior.
Se carcajea, su sonrisa de oreja a oreja me deja sin respiración, me hacen prisionera de nuevo entre la inestabilidad de mi frenético corazón.
—Yo también —afirma.
Me acerco a pasos cautelosos, el piso helado me hace dar saltitos, lográndome poner de puntitas a cada paso, mis manos comienzan a sudar de nuevo, el sentimiento de la emoción se agrupa en mi costado revoloteándome como el aleteo vibrante de un colibrí. Jadeo cuando James se agazapa frente a la máquina y se saca la camisa, la deja sobre el suelo igual que yo y de repente mi cuerpo se consume en la emoción, se me dificulta tanto el respirar que no se sí intentar tomar aire pueda funcionar.
—Mancha la ropa —susurra regalándome otra sonrisa.
No puedo evitarlo, ni siquiera cuando intento ignorarlo, mis ojos estudian con tanta afinación sus hombros, su pecho torneado, sus brazos, la anchura de su espalda que me hace gritar, el vello que le recorre hacia el camino directo a la más gloriosa perdición que haya podido existir, es imposible, es una enfermedad el desear tanto a una persona al grado de olvidar de que estas hecho, de donde vienes y que tú alma queda en juicio de su existencia.
Se levanta con movimientos lentos y luego me toma de la cintura, me jala solo un poco más cerca de donde esta y se queda parando observándome de pies a cabeza, nuestras miradas se cruzan, entrelazándose, mi respiración se hace tan sonora que ambos podemos escuchar toda la sensación eufórica que nos hace sentir está situación.
Logra sonreírme, sus labios tiemblan tan cerca de mí que la tentación sube, sube cada segundo que ya no puedo encontrarme entre las paredes de esta frustración. Toma el aerógrafo, la acerca a donde estoy y de repente solo me percato de un crujir de la máquina, zumba, hace un sonido tan extraño que ni eso logra sacarme de mis pensamientos, de mi sentimiento, de todo lo que llevo dentro, en segundos puedo sentir la pintura aferrarse a la piel de mi abdomen, es tan fría, pero tan ligera que me hormiguea hasta la punta de los pies, cierro los ojos dejándome transportar por el viaje dulce de la sensación, de los sonidos, del olor y de las manos de James que me sostienen para no caer.
Me estremezco cuando siento la presión de la pintura más fuerte sobre mi piel.
—Eso se siente bien —añado, me percato del sonido de mi voz como si fuera la única cosa que pudiese escucharse, además del sonido de la máquina.
Escucho reír a James, me percato de su movimiento cuando se levanta y el chorro de pintura se alza también, trato de no temblar por el frío ni para cuando mi cuerpo se derrite al sentir una de las manos de James sobre mi espalda, trato de entender que es lo que quiere hacer cuando hace varias líneas sobre mi espina dorsal, me pregunto como no pierde control de la otra mano que sostiene la pintura en aerosol.
Abro los ojos, su rostro esta tan cerca del mío que puedo sentirlo y ahí va, sus ojos verdes brillan con la intensidad de la oscuridad de la habitación cuando se ve reflejado en mi mirada, ya no puedo controlarme, ni intento hacerlo, al paso que doy prefiero morir en sus brazos si estoy en el borde de una muerte.
—Tan delicada, tan perfecta...—susurra con voz dulce, su aliento cae a tientas en mis labios que reciben su delicadeza como una señal.
Mi aliento es expulsado como un volcán sobre su rostro, sonrío a medias y tomo la pequeña pistolita de donde sale la pintura, la agito y le pinto el pecho con la pintura color rojo, veo como su vello se eriza frente a mis ojos, mi corazón da un salto fascinado, rápidamente le logro pintar lo que puedo del pecho y me voy hacia sus pantalones que garabateo con líneas sinuosas.
—Mancha la ropa ¿No? —le recuerdo con una ceja alzada.
Me regresa el gesto.
—Cierto —contesta y en el acto se desabrocha el botón de sus pantalones, le ayudo a desalojarse de ellos con una sola mano.
Dejo caer la pistola de pintura y abalanzo mis manos hacia su cuello, levanto mis pies para lograr alcanzar sus labios al acto más fulminante, jadeo sin controlarme, sus labios se despliegan sobre los míos con la ferocidad pero con la delicadeza que merece, sus manos aprietan mi cuerpo al suyo apasionadamente que encuentro mi propio espacio en el suyo. Me hecho encima de él que no considero que apenas se puede sostener, caemos al suelo y cerca de la mesa de madera en donde se encuentran los botes abiertos de pintura, a continuación botes de pintura caen sobre nosotros llenándonos de la espesa mezcla.
—¡Maldita sea! —gruño, chorros de pintura azul, verde y amarilla cae sobre mi cabeza y mi espalda.
Me levanto y me miro caer gotas de pintura mezclada en distintos colores en el suelo, mi ropa interior negra no se logra salvar como esperé, ni tampoco la de James, su bóxer azul claro se llena de pintura azul que combina bastante bien. Ríe entre dientes mientras se levanta, se echa un vistazo de pies a cabeza, se agita el pelo para quitarse la pintura pero eso solo logra salpicarme más.
Me cubro con las manos, arrugando la nariz.
—Ya estoy suficiente cubierta, gracias —protesto, mirándolo a los ojos y dejo caer una sonrisa sobre mi rostro.
—Iré a buscar algunas toallas, estoy seguro de que tengo bastantes en el baño para limpiarnos —me sonríe de oreja a oreja, sale caminando de la habitación hacia el baño.
Veo con carcajadas sumiéndose desde mi pecho al ver el desastre que hemos dejado, hay un montón de pintura sobre el piso, inclusive llego a caer un poco sobre el sofá marrón, mis manos están frías al igual que mi cuerpo, el olor es abrumante, un dolor de cabeza comienza a prosperar con cada inhalada que doy, realmente me haría bien retirarme unos cuantos metros de la escena. Doy pasos silenciosos hacia el baño, donde de repente se oye abrir la llave de la regadera, el sonido de un chorro de agua que cae sobre el piso de mármol me hace pensar que debe ser James limpiándose el cabello, me apresuro hacia el baño, abro la puerta y veo como efectivamente se esta quitando el resto de la pintura que lleva impregnada en el cabello con agua caliente, el vapor comienza a salir dejando el gran espejo empallado, todo se ve como una neblina ligera tan cálida, embriagante y relajante
Entro sin que pueda escucharme, apenas y me doy cuenta yo misma que hago ruido, avanzo hasta llegar a donde esta, tiene la cabeza sumergida en el chorro de la regadera que cuando alzo mi mano para dejarla sobre su espalda descubierta se sorprende, levanta su cabeza chorreando agua por el piso, las gotas de agua me cae en los pies, le sonrió, se queda estudiándome unos segundos y me regresa la sonrisa.
—¿Quieres entrar? —me pregunta fascinado.
Lo contemplo con el cabello mojado, me aprieto los labios y luego miro hacia la regadera, el agua se siente exquisita, perfecta para quitarme todo esta pintura congelante. Doy un paso dentro y de repente ya no respondo, me meto dejando caer el agua sobre mi cabeza y sobre mi cuerpo, doy un gemido cuando de repente el agua se siente tibia, doy saltitos y me cubro con los brazos.
—Se ha puesto fría —le digo alejándome del agua.
James le da vuelta a una de las dos llaves que están sobre la pared, de inmediato el agua vuelve a su temperatura de antes y yo lo único que hago es suspirar, relajarme y el trabajar con aquellas manchas de pintura que se están quedando pegadas sobre mi piel, tomo una esponja y tallo con mucha fuerza y rapidez.
—Creo que el experimento con pintura y aerógrafo no fue lo que esperabas —suelto una carcajada.
Se encoje de hombros y toma otra esponja para ayudarme a quitarme las manchas sobre la espalda, se ríe junto conmigo.
—Yo diría que fue de lo mejor, ahora hemos rediseñado mi departamento —sus pupilas comienzan a destellar con ese vibrante brillo de sus ojos que me convierte en su mas fiel esclava. —Y he aprendido una nueva lección, no hay mejor modelo que tú, contigo siempre me pregunto que es lo que va a pasar y ahora, míranos, hemos encontrado nuestro Picasso interior.
Le saco la lengua y meneo la cabeza.
—Lo dirás por ti, Picasso me odiaría si viera el desastre que he hecho —me ruborizo.
—Pues sería un imbécil si él lo hiciera, me has dado las mejores ideas hasta ahora.
Me vuelvo a carcajear, sería una tontería si James pudiese tener ideas nuevas con una mega mancha de pintura sobre el suelo de su sala, la única nueva idea que podría tener sería cambiar el piso ya que esa madera quedaría chirriante después de tanto tallarla.
Resoplo.
—Eres un mentiroso —me vuelvo para mirarlo —Esa mancha de pintura no daría ni siquiera una alagacion de Picasso, inclusive yo doy mi vista negativa y por supuesto te ayudaré a quitarla.
—Felicity —murmura mi nombre en un tono de reproche.
—¿Piensas hacerlo tu solo?
No hay respuesta, lo miro fijamente y me doy cuenta que se ha cohibido una sonrisa, alzo una ceja y espero con urgencia alguna palabra.
—¿Es en serio? —frunzo el ceño.
—Pensaba más bien —se detiene, da una larga pausa dejando la esponja con la que me ha tallado la espalda y se seca las manos —Que podríamos experimentar alguna otra cosa más con aquella pintura.
Los latidos del corazón me baten con fuerza el pecho, suelto un jadeo y luego trago saliva con mucha fuerza, me quedo quieta y en silencio, escuchamos juntos el agua caer en un chorro que me estremece
—Me gustaría mucho complacer esos experimentos tuyos—susurro, dejando más fuerte el sonido del agua caer.
Se muerde el labio, lo único que puedo hacer es contemplar, contemplarlo hasta que nuestro deseo se sumerja en nuestros cuerpos.
—Creí que te resistirías.
Alzo una ceja
—¿Crees que soy una novata? —le pregunto dando una sonrisa a medias.
—¿Y tú crees que me quedaría duda de eso? —una sonrisa seductora se asoma desde sus labios hasta mi corazón.
Reímos en complicidad y entonces le tomo de los brazos y lo jalo hacia mí junto al chorro de agua que ahora cae sobre los dos, la pasión me quema hasta las venas cuando me abalanzo sobre él y pego mis labios a los suyos con un beso encendido que me deja sin aliento, los brazos de James se estrechan sobre mí, me dejan en los universos más perfectos cuando sus labios me comen la boca con urgencia y con la necesidad que yo sentía hace unos momentos, quiero gritar, quiero que se aferre a mi hasta los días de eternidad, el agua se siente mucho más caliente o es que mi cuerpo se consume entre las llamas que me devoran a cada caricia ansiosa que deja sobre mi piel.
Me recarga la espalda sobre la pared de granito de la regadera, jadeo, mi cabeza junto con mi cuerpo están en un delirio que no me hace pensar, me aferro a su cuello cuando me acaricia los muslos y luego los sube para entrelazarlos en su cadera, alzo la cabeza para dejar correr el agua sobre mi garganta junto con las huellas de sus labios que dejan humeante los poros de mi piel, aferro mis uñas a su nuca cuando sus labios se encuentran con el hueco de mi garganta, siento la suavidad, la delicadeza y el grosor de su boca, me aprieto más y más a su cuerpo como un instinto de placer.
James ronronea sobre la piel de mi garganta.
—Oh Felicity, me haces encender en un segundo, me haces enloquecer —gruñe —Te quiero, aquí, por favor.
Me inclino hacia su oído con mi respiración estremeciéndose cada vez más y más.
—Hazlo, tómame aquí, ya —hundo el rostro sobre su hombro.
—Oh, Felicity —su boca se transporta hacia la mía de súbito, me da un beso apasionado que me destroza los latidos, siento la abrigadora caricia de su aliento sobre sus labios cuando vuelve a hablar —Lo haré, no habrá nada que pueda apagarme.
Incorporo mi cabeza para mirarlo cara a cara, apenas y se cruzan nuestras miradas cuando una de sus manos descienden por mi cintura y luego hasta la liga elástica de mi braga, la jala hasta sacarla y luego dejándola caer al piso mojado, suelto un grito ahogado.
—Hum... —le suplico a jadeos —Por favor, no te detengas.
Suelta una risa entre dientes y luego me despega de la pared solo unos centímetros para lograr pasar sus manos por detrás, logra zafar los seguros de mi brassier, ahora soy yo quien me lo quito, quito mis manos de su cuello y me deshago de el dejándolo caer junto con mis bragas al piso, no tardan en humedecerse.
Mis manos sostienen su rostro atrayéndolo al mío, le clavo los ojos que se están agonizando por el hecho de que termine haciendome suya en este momento.
—Hazme tuya, por favor, quiero ser solo tuya —admito. Pongo los ojos en blanco echando la cabeza hacia atrás contra la pared de granito.
James pasa sus manos por mi cintura de nuevo y cuando se a donde realmente se dirigen mi deseo delirante hierve en mi cuerpo como agua quemante. Suelto un grito cuando introduce uno de sus dedos en mi sexo y toca mi interior, menea su dedo cada vez más y más proporcionándome el orgasmo a lo total.
—Felicity, vamos... —musita con voz arrulladora.
—¡Oh!, adelante, adelante —farfullo.
Una risa suya suena de nuevo, deja un beso húmedo sobre mis labios y luego sobre mi frente, cierro los ojos con fuerza, apretándolos cada vez más.
—Sostente fuerte —me pide.
Aferro mis brazos a su cuello, me recargo sobre la pared manteniéndome erguida lo mejor posible, dejo escapar otro jadeo y un sentimiento florece en mi alma cuando me da un beso, siento como saca el dedo de mi sexo y como se deshace de sus bóxers llenos de manchas de pintura, me muerdo los labios, ya puedo saborear el placer hundido en mi boca.
—Quiero hacerte mía —y entonces sostiene firmes mis caderas y me apoya en su regazo introduciéndose en mí de golpe. —¡Oh! Te quiero así.
Aullé sobre su oído cuando el clímax se aproximo de golpe a mi sistema, me he quedado sin voz, sin aliento, mis manos tiemblan sobre su piel, mis uñas se clavan en su espalda dejando marcas de mis rasguños cuando me sostengo lo más fuerte que puedo, él se sostiene tomando mis caderas pero cambia de agarre cuando se va hacia mis pechos, los toma firmes, los aplasta con las palmas de las manos y pellizca mis pezones, apenas recuerdo quien soy.
—Grandiosa idea la del parche —gime, saborea una vez más mis labios y vuelve a hablar —Te podré tomar cuando quiera, cuando lo necesite, todos los días, a cada hora...
Le respondo dejándole otros besos, acariciando su pecho con las gotas del agua hirviendo dejandole marcas de lujuria.
—Cuando me desees —declaro, con la voz mas gentil, estremeciéndose en mi lengua.
Se carcajea.
—Eso es siempre, mi amada Felicity —afirma dejándome besos sobre el pecho, sobre las mejillas, sobre el cuello y al final un beso que se roba toda mi fuerza.
Logro sonreír, abro los ojos y me encuentro con los suyos, nos arropamos en nuestro calor interior durante un rato y entonces me cubre el rostro con el suyo en un beso impaciente, delicadamente me acaricia y de improviso sale de mí, dejándome caer entre las estructuras de sus brazos.
(...)
—¿La mancha de pintura seguirá ahí? Creo que deberíamos ir a quitarla —murmure yo con muy poca convicción, la idea de separarme o de al menos incorporarme he ir a echar un vistazo me provoca odio conmigo misma.
El estar acostada sobre el pecho de James y el manteniéndome cubierta con el cubrecamas que si apena podía cubrirnos a los dos, me parecía maravilloso, aun estábamos húmedos por el agua, nuestro cabello estaba mojando las almohadas nuestros cuerpos el colchón, la ropa que también se vio afectada descansaba en un rincón cerca de la ventana nuestras manos entrelazadas al igual que nuestros cuerpos mientras miramos algún lugar indefinido por la habitación.
Suspire y él se estremeció.
—¿De verdad quieres ir a limpiar una mancha de pintura cuando podemos disfrutar de esto durante mucho tiempo? -me pregunto, me acaricio el hombro y luego se detuvo cuando miro el parche anticonceptivo. —Aun tengo bastantes preguntas respecto a esto, no me parece de muy buen gusto.
—¿A que te refieres? — levante la cabeza para mirarle con más reafirmación, aun llevaba mechones pegados a su frente.
Hizo un gesto con la boca y de inmediato regreso a un semblante más considerable, destensando la preocupación de su mirada.
—No niego que fue una gran idea, me gusto, lo disfruté en serio pero el que no hayas ido con un ginecólogo no me deja tranquilo, tú y Beth son muy diferentes, por favor necesito que vayas a consultar con uno y que te recomiende lo indicado a tu cuerpo.
—Pero me siento bien —admití.
Se levanto solo un poco para mirarme mejor sosteniéndose de sus codos, me sonrió delicadamente y me acaricio la mejilla con lentitud, disfrutando del ligero pero notorio rubor que comenzó a sumergir de mi piel.
—Pero eso no me ayuda a entender que todo anda bien, nadie me dará una respuesta firme si no es un doctor, yo se lo que te digo ¿Lo harás?
Nunca había ido con un ginecólogo, ni siquiera cuando comenzó mi regla a los doce años, nunca me había preocupado por saber que ocurría en mi interior ni tampoco le prestaba atención porque realmente jamás había presenciado ninguna molestia que necesitara ir a una visita, me daban tanto miedo como los dentistas, yo no era partidaria a los doctores.
—Pero...—me mordí el labio, el rubor incremento —Nunca he ido con un ginecólogo, Danielle nunca me ha llevado y yo tampoco creí necesitar ir con uno.
—Eso esta muy mal —respondió con severidad —No es posible que jamás te hayas ido a checar. Iré contigo.
—¿¡Que!? -exclame cuando sus palabras comenzaron a tornarse demasiado serias. Pestañee —¿No piensas ir conmigo a un ginecólogo? No voy a dejarte ir conmigo.
—No hay nada de malo con ello ¿O piensas llevar a Beth? —alzo una ceja.
En sí Beth tenia más experiencia con esto que yo así que ella sería una perfecta candidata si decidiera ir con alguien a ese lugar. Bajo la mirada pero James logra mantenerla a su altura alzando con un dedo mi barbilla y luego sosteniendo mi cabeza con sus dos manos, me obliga a responderle con una mirada apremiante.
—No lo sé —conteste con voz bajita.
Cierra los ojos y los vuelve a abrir dando un suspiro más largo que el mío.
—Iré yo entonces, hablaré con Emily, ella conoce a una muy buena, creo que se llama Audrey Stone, ella podrá darte más seguridad si tu intención es que sea alguien de confianza.
Los ginecólogos no solo me daban pavor por ser doctores, si no por el motivo de ser hombres, de tener como obligación mirar a las mujeres en un lugar donde a una mujer le cuesta mucho mirar o siquiera tocar, no me sentía segura, ni confiada de que algun hombre pudiera verme así y más con todo lo que me había pasado, no quería hacérselo saber a James, no quería romper nuestro momento juntos sin ser yo quien lo echara a perder, sabía que yo andaba mal, demasiado mal como para detenerme a no ir con un ginecólogo, yo sabía que iba a dolerme mucho.
Trague saliva y mis ojos brillaron pidiéndole a gritar suplica.
—Por favor, dile a Emily que me lleve, ella puede ayudarme un poco más con esto ¿Sí?
—¿A que te refieres? ¿Quieres que ella sea quien te lleve entonces?
Asiento.
—No es nada contra ti, lo digo en serio —le explico acariciando sus manos sobre mi cabeza, mi voz se vuelve mortecina, sin vida —Necesito un tiempo, solo déjame pensarlo y yo misma hablaré con Emily. Lo prometo.
James me sonríe con ternura, inclina su rostro hacia el mío y me deposita un suave beso sobre los labios, me clava la mirada con seguridad y entonces me envuelve en sus brazos, manteniéndome la cabeza sobre su pecho, me vuelve a acariciar los hombros y me besa cada parte de mí que tiene al acceso.
—Entiendo, no te obligaré, dejaré que te tomes tu tiempo, lo único que quiero es que estés bien y con mucha salud.
Deposito un beso sobre el grosor de su mandíbula y dejo mis labios sobre su piel unos segundos, recobrando un poco el momento mágico que teníamos hace un rato.
—No necesito nada más que tú a mi lado para sentirme más que bien, es por ello que a veces entiendo porque la vida nos ha unido.
Me estrecha más a su pecho y yo me deleito escuchando sus latidos resonándome en el oído y su calor que se adhirió al mío de inmediato.
—Y estaremos unidos para siempre, eso tenlo por seguro. Ya verás -me dijo con cierta seguridad que me dejo entre las indiscutibles incógnitas de la duda.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro