Parte 24
Hola a todos, recordandoles que ya quedan pocos capítulos, espero que estos últimos les guste. Gracias por su apoyo y sus comentarios y votos.
Besos.
El día en la universidad había estado tranquilo o al menos la mitad del día ya que aun no podía contar mi salida todavía, hoy me iba a quedar hasta tarde, había pedido permiso al trabajo y Beth se iba a quedar conmigo también, mi trabajo le encanto al señor Cooper, tuvo éxito tanto como el que esperé, al señor Cooper le fascino que yo conociera a Peter como un gran amigo, le conté que salía con su hijo James Hawkins y que por ello se me facilito un poco hacerle la entrevista, eso fue lo que al menos paso cuando le entregue el trabajo de la entrevista y los trabajos restantes que completaban una perfecta nota para contar mi pase hacia segundo semestre, al principio pensé que le degradaría mis otros trabajos pero creo que con lo demás logre mi objetivo.
Beth se sentó conmigo en la cafetería, aun así siendo pasada de las cuatro de la tarde la gente en la universidad nuca terminaba, tuvimos que hacer fila para comprar nuestra comida, como hoy no tenia apetito solo me compre una coca cola y un paquete de Pop-Tarts. Mi cabeza aun tenía el recuerdo amargo de ayer por lo que había descubierto en el periódico, ni siquiera podía estar segura de que podía olvidarlo, mi cabeza era un manojo de plegarías.
—¿Felicity? ¡Felicity!
La voz chillante y furiosa de Beth hizo que lograra recobrar el sentido, me aleje un poco de los pensamientos cuando la vi frunciendo el ceño y sus labios contraídos en un gesto.
—Perdóname, estoy distraída por el día de hoy ¿Me decías?
—¿Qué es lo que te mantiene así, Felicity? ¿Todo va bien con James?
Mi poca concentración este día la ha mantenido seguramente muy curiosa y no podía culparla, las cosas se habían puesto difíciles, mi concentración era algo que apenas lograba sostener cuando hablaba con alguien o tenía que prestar atención. Negué con la cabeza, solté un resoplido.
—Todo va increíble, no pudo estar mejor.
—Entonces ¿Qué es? –suspira –Escucha Felicity, admito que no me gusta como estas actuando el día de hoy y cada vez que trato de sacártelo siempre me evades. Dímelo, ten confianza en mí.
—Beth, no es nada –le repito con la voz temple, le doy una sonrisa por si logro así tranquilizarla.
—¿Estás segura? –frunce las cejas.
—Muy segura –le muestro los dientes en una sonrisa –Ahora dime que es lo que querías que supiera.
—¡Oh sí! –exclama, saca de su mochila una cajita azul, las deja frente a mí, sus ojos dan un giro sorprendente cuando los notó codiciosos y pícaros. No puedo evitar sospechar —¿James y tú usan protección?
Abro los ojos como plato, casi expulsando el gas de la coca cola por la boca ¿En serio deberíamos hablar de esto? ¿Y más cuando estamos comiendo? Suerte que llevo poco en el estomago para lograr sentirme tan mal.
Jadeo.
—¡¿Qué?!...—vacilo, miro hacia nuestro alrededor, la gente es escasa pero aun así siento mucha desconfianza –Claro que sí usamos.
—¿Estás tomando algo o es él quien se protege?
Estoy cien por ciento segura de que las preguntas son demasiado intimas para revelarlas si quiera con mi mejor amiga, pero si alguien debía saber sobre esto prefería un poco a Beth quien era un poco más confiable para mí que Danielle. Me inclino hacia ella para evitar que mi voz logro ser escuchada por imprudentes.
—Él es quien usa protección –murmuro.
—¿Y resulta muy incomodo a veces? ¿Verdad? Ya sabes, quisieras que no tuviera que utilizarlo.
Suelto una risa nerviosa, me toco las mejillas ligeramente cálidas por la vergüenza.
—Am...bueno tenemos que, no quiero embarazarme, no ahora que estoy estudiando y siendo todavía muy joven.
—Exacto –musita, entonces desliza la caja azul frente a mí y alza una ceja –Te presento los parches anticonceptivos, son lo mejor que me receto el ginecólogo.
Trago en seco cuando veo la cajita azul frente a mí, la tomo y la suelto sintiendo una sensación ácida en el estomago.
—¿Parches? Beth pero esto no se si sea correcto usarlos en una persona como yo, me refiero a que tú fuiste con el ginecólogo porque ya te ha examinado ¿Qué tal si yo necesito otra cosa?
Pone los ojos en blanco.
—Felicity, esto ya están a la venta sin receta médica, son de libre venta y cualquier mujer puede utilizarlos.
Toma la caja, la abre y saca frente a mí dos parches de un color traslucido, las deja sobre mis manos, yo solo quiero tirarlos al piso.
—Tómalos, ponte uno esta tarde y el otro cuando ya haya pasado una semana ¿De acuerdo? Quizá te alteren la conducta pero será normal, es la hormona.
Tomo con cuidado el parche del tamaño de una bandita, lo inclino para olerlo, arrugo la nariz, tiene un olor a pegamento.
—¿Desde cuando vas con un ginecólogo? –repuse aun con mala cara.
—Desde la semana pasada, no había venido mi regla, me espante horrible así que sali corriendo por una prueba, dio negativo pero me asegure consiguiendo la cita con un ginecólogo del hospital de centro, desde entonces voy con él para revisión. Y me dio los parches
Sonríe, niego con la cabeza preguntándome si de verdad disfruta del momento porque yo no. Escuchamos el timbre para la siguiente hora de clase, rápidamente guardo los parches mientras Beth mantiene la calma guardando los suyos, la observo intrigada.
—¿Qué te mantiene tan despreocupada? –le pregunto molesta.
Se levanta recogiendo su mochila y sonriendo de nuevo como si las cosas para ella nuca fuesen tan complicadas.
—El saber que podré seguir disfrutando sin ninguna restricción.
(...)
Hoy no tenía ganas de quedarme en el departamento, tengo la noche libre y sin trabajo que cumplir lo único que pienso es estar con James en estos momentos, así que con una llamada lo tengo manejando por Manhattan hasta acá para irnos juntos hacia su departamento a charlar, necesitaba escuchar su voz, estar con él y tenerlo tan cerca como pudiese y después de lo que había descubierto necesitaba distraerme, respirar otro aire, congeniar con otra persona que no fuera Beth.
Mientras lo esperaba en el estacionamiento de la universidad aproveche el momento para verificar el parche sobre mi hombro, podía sentirlo como una marca o un tatuaje que me hacía sentir extraña, ni siquiera puedo entender como logre convencerme de que esto sería algo para mí, ni tampoco el tiempo que use en el baño entre clases para ponérmelo. Mi cuerpo se sacude completo cuando su auto se estaciona frente a mí, camino casi corriendo hacia donde esta y abro la puerta, tiro mi mochila hacia la parte trasera y le sonrió.
Su sonrisa logra hacerme vibrar hasta el aliento cuando me recobro para respirar.
—¿Cómo estuvo tú día en la universidad? –quita el cambio y se prepara para acelerar.
Evadiendo el momento de los parches y lo de Beth...estuvo bastante bien.
—Tranquilo, yo diría bien –respondo.
—¿Beth no estará esta noche?
Me giro para mirarlo, esta dando vuelta hacia la avenida así que no pueda mirarme, examino su perfil con mucha atención mientras gira el volante para entrar a la avenida recargada de autos, debe ser la hora en la que todos salen del trabajo, siete de la tarde con veinte minutos, creo que debí esperar al menos dos horas antes de llamarlo para evitar ponerlo en un embrolló.
Parpadeo, mi dificultad de concentración esta empeorando cuando me acuerdo de su pregunta.
—Sí pero decidí darme un respiro de ella y todo lo demás.
Me echa una mirada furtiva, suelta una carcajada de esas tan suyas, alza una ceja.
—¿Darte un respiro? Mmm... es razonable, todo esto del semestre nuevo debe mantenerte muy estresada.
Si tan solo supieras que no es lo único. Respiro, no, ni siquiera me perdonaría el preocuparlo con mis problemas, no hoy que he decidido una noche para ambos. Maneja con tranquilidad cuando el trafico logra sosegarse y los autos minuto a minuto desaparecer por diferentes rumbos, mi estabilidad se destroza poco a poco cuando me pongo a jugar con la radio, luego con la puerta de la guantera.
James logra desaparecer su vista del parabrisas y me examina con suspicacia.
—¿Nervios?
—Algo –hago un gesto –Debe ser ese parch...
Me muerdo la lengua, ahora mi siguiente problema se ha convertido en hablar de más, desvió la mirada hacia la ventanilla que tengo a mi lado, me concentro en las personas, los arboles, los edificios que veo muy difuminado cuando pasamos a gran velocidad por la acera. Maldigo con los dientes apretados cuando James se detiene en un alto del semáforo, me aprieto los labios tan fuerte que no se si podré mantenerme así por mucho tiempo, no hasta que James intente escudriñar.
—¿Qué dijiste? –me examina con los ojos clavados en mí.
Carraspeo, juego de nuevo con la puerta de la guantera.
—Pash.
—¿Qué?
—Capichi
—¿Capichi? ¿Pash? ¿Qué demonios es...?
—¡Parche! –grito sin poder contenerme, de todos formas no habría forma de ocultar la palabra "parche" cuando ya has hablado de más.
—¿Parche? –repite confuso, enarca las cejas para mirarme fijamente al rostro, trato de mirar hacia otro lado pero es imposible cuando James esta realmente perplejo mirándome de ese modo.
Asiento.
—¿Al menos podrías decirme para que te pondrías un parche?
Me muerdo el labio, la forma correcta sería diciéndole para que sirve el parche, quien me lo dio y que es completamente seguro pero mis nervios me sacuden la carne al punto de quedarme muda sin siquiera poder responderle, respiro aliviada cuando el color del semáforo se pinta de verde, James pisa el acelerador tan fuerte que me sacudo en el asiento, aferro las uñas en el asiento, levanto las rodillas y me hago un ovillo en el asiento, James mantiene la mandíbula tensa, los labios apretados y la mirada inquebrantable hacia la avenida.
Me inclino con cautela hacia delante para lograrle mirar el semblante, mira por el espejo retrovisor.
—Me lo dio Beth ¿No sabes realmente para que es?
Me extraña que no lo sepa, bueno, me extraña que al menos Emily no se lo haya mencionado, sabiendo que ella sabe más de medicina que yo. James aprieta las manos en el volante, las venas se le marcan en la parte de sus nudillos, me olvido de dificultades y se lo digo sin resentimientos.
—Es un parche anticonceptivo, evitara que tengas que cuidarte, sirve muy bien o al menos eso leí en una revista.
—¿Anticonceptivo? –gira su cabeza hacia mi dirección, los ojos se me dilatan ahora que él ya no mira hacia la calle –Felicity pero ni siquiera has ido con un ginecólogo ¿Cómo pretendes que aquello te haga bien?
—Porque es de libre venta, no yo he ido con un ginecólogo pero Beth fue hace una semana, él se los recomendó. Hasta ahora me siento bien.
—Es una estupidez –masculla con los dientes apretados, vuelve la mirada hacia la calle.
—¿Cómo puedes decir eso? Necesitamos recapacitar el estar cuidándonos, es algo que debe estar en nuestros planes de vida hasta que...—enmudezco al imaginar aquella palabra, aquel sentimiento que me eriza la piel.
—Hasta que pensemos en casarnos ¿Es eso?
Me quedo petrificada, siento mi cara palidecer y mi boca cae en un gesto de inmensa sorpresa.
—Nadie menciono aquello –susurro con cierto desdén. Me recobro cuando trago de nuevo –Escucha, es solo que no esta en mis planes tener hijos a esta edad ¿Bien?
Otra para de alto en el semáforo me hace estremecer, esta parada será tan eterna como esta charla sin final. James espera detrás de un Jeep que enciende sus luces traseras, nuestros rostros se tiñen del rojo brillante de las luces.
Se vuelve a mi con el rostro sereno y las facciones completamente suavizadas, suspira, el brillo de sus ojos se vuelve abrazador solo por un segundo.
—¿Nunca has pensando en el matrimonio? ¿En tener hijos?
Me quedo sin aliento retorciéndome en el asiento lentamente, parpadeo, lo observo por si intenta explicarme si se trata de una broma pero no se muestra alterado, mi estomago se hunde en un fuerte dolor que me impide hablar. James espera mi respuesta con una ceja alzada y media sonrisa a punto de posarse sobre sus labios.
—¿Y bien?
La imagen de un bebe recién nacido en mis brazos me hace temblar, siento un aire frio cruzándome por la espina dorsal que me hace fruncir el ceño.
—No esta en mis planes ahora, ni mucho menos si estoy en la universidad, Danielle y John estarían...decepcionados, no sé, ni siquiera se cual podría ser su reacción en tal caso.
Sonríe, las luces rojas sobren nuestros rostros desaparece cuando el conductor avanza, James vuelve la mirada hacia la calle y avanzamos sin decir nada hasta su departamento, me quedo hecha bolita sobre el asiento mirando la ventanilla otra vez, el único sonido que podemos presenciar es el ronroneo del motor cuando acelera, me quedo rígida cuando veo el edificio, James entra al estacionamiento, maniobra para quedar con la defensa del auto de frente y apaga el motor. Mi cabeza no deja de pensar en sus palabras de hace un momento "¿Nunca has pensando en el matrimonio? ¿En tener hijos?" Tantos pensamientos me hacen querer vomitar, estoy tan confundida, tan ansiosa por las cosas que están pasando que no se realmente lo que quiero ahora, mi vida se encoge a cada segundo que pasa por culpa de aquel hombre que presiento que esta más cerca de mí de lo que pensé.
Cuando llegamos a su departamento al menos puedo sentirme segura de esa presencia que me ha mantenido aturdida todo el resto del día, cuando entro junto con él veo algunos cambios que han transformado su departamento o al menos eso me hace notar, hay un montón de litros de pintura, botes de plástico transparente en una mesa de madera en el centro de la sala, montón de periódico en el suelo y pinceles, manchas y olor a agua oxigenada, veo una maquina con una pequeña bombilla y una manguera larga, esta justo en el rincón cubierto por las cortinas que se ondean por el aire de la ventana abierta.
Apenas me doy cuenta que James esta detrás de mí cuando esta quitándome la chamarra que llevo puesta.
—Pintura en aerógrafo o es así una forma más moderna de hacerlo –me informa con un tono ligeramente divertido.
—¿Para que lo necesitas?
—El señor Anderson me pidió algo nuevo, una nueva forma de realizar los cuadros –se acerca hacia una silla vacía y deja con delicadeza mi chamarra.
Miro a mi alrededor en busca de alguna pintura realizada o al menos incompleta para lograr entender un poco ese concepto que el señor Anderson esta alentado a James a probar, no veo ninguna sola pintura, ni siquiera una iniciada, los litros de pintura están sellados, al igual que las fibras de los pinceles que no han sido utilizados, a pesar de ellos el olor a pintura y agua oxigenada es tan intensa que no encuentro la fuente principal de lo que pueda ser aquello.
Me vuelvo hacia James pero para cuando creo que estará detrás de mí él ya lleva la ventaja de estar al otro lado del departamento con una paleta de pintura y un pincel largo hecho de madera con la punta fina, me sonríe, yo me quedo quieta esperando a que pueda decirme algo.
—No encuentro realmente algo que pueda hacer con esa máquina –me dice con voz suave –Busque en internet y encontré uno al menos bastante interesante. ¿Conoces el arte de pintar sobre el cuerpo de una persona?
Mis pocas sabidurías del arte no eran lo suficientemente buenas como las de él para lograr imaginármelo con precisión pero gracias a dios las revistas que alguna vez Danielle quiso tirar a la basura sobre el arte contemporáneo me ayudan a poder encontrar una imagen bastan precisa de lo que trata de explicar. Había visto bastantes cosas sobre el arte de pintar sobre personas pero jamás imagine que algo así se volvería bastante atemorizante.
Juego con mis manos una y otra vez antes de responderle, la presión que se estaba acumulando en mi interior me estaba dejando con la cordura trisas sobre el piso.
—Sí, algo me he encontrado en revistas. –hago un ademan, me voy hacia el sofá y me encorvo para tomar asiento.
Escucho que James se va hacia la cocina, puedo detectar que esta sacando algo de la alacena, no se que pueda ser y realmente me guardo la curiosidad mientras regresa, me inclino hacia la mesita de centro para echar un vistazo a unas impresiones acerca de varias muestras de pinturas en personas, me entretengo viéndolas y por supuesto a James realizándolas con perfecta concentración solo que, el imaginar aquella mujer que pueda estar realizando el rol de maniquí me produce bilis.
Doy un salto cuando James se para justo a mi lado con una botella de agua y uno de té lipton, el que tanto me gusta, le sonrió a medias con los labios temblándome por el desconcentro.
—Lo siento, no quería asustarte, te veías bastante concentrada –admite con tono casual, se sienta a mi lado y me da la botella de té.
Le agradezco con una sonrisa más recobrada, suspiro y dejo las impresiones a un lado.
—Yo no quería ser inoportuna, es solo que me llamo la atención todos esos colores y la forma –me encojo de hombros.
—Son bastante interesantes –coindice conmigo dándome una de esas miradas tan fijas que me dejan congelada de cada parte de mi inquietante cuerpo. –Creo que decidiré por aplicar la técnica, me gusta y muero por ver como queda en resultado final.
—Entonces ¿Es definitivo? –me dirijo a él con las cejas alzadas.
—¿La técnica? Por supuesto, será interesante como se desarrolla todo esto, los colores, las texturas, me muero por darle paso para comenzar.
Bajo la mirada hacia mis manos de nuevo, juego con la tapa del té escuchando cada vez más cerca sus respiraciones, no sé que hacer para evitar sentirme tan nerviosa, es como si estuviera pasando por aquella crisis de esta la primera noche con él, me siento como una novata.
Tomo una bocanada de aire y me incorporo para mirarle a la cara, esta tranquilo, observándome de esa forma tan protectora que me cubre con mucha delicadeza.
—¿Con quién piensas iniciar la pintura? ¿Has contratado a alguien?
Y de repente rompe a reír, no puedo sentirme más estúpida en estos momentos que estar causándole risa cuando mis peores temores, enojos y tristezas se están encontrando en un solo sentimiento, me quedo perpleja mirándole de forma acusadora, menea la cabeza como si intentara borrar lo que acaba de escuchar.
—¿Qué es gracioso? –le exijo saber con tono firme.
Se muerde los labios, menea de nuevo la cabeza y luego sus ojos me arrebatan otra ráfaga de aliento que me toma por sorpresa, jadeo, aquel brillo me tiene atrapada con firmes fuerzas de acero, es como si quisiera intentar salir pero cada intento fuese en vano.
Mis ojos no dejan escapar los suyos mientras me contesta.
—Sería una propuesta muy indecorosa, pero no estaría del todo seguro si no te lo preguntará antes –me susurra con la voz dulce.
—¿De que se trata? –le sonrío sin problema alguno, mi corazón ya empezaba a bailar al ritmo de mis desenfrenados latidos insaciables.
Sus ojos me miran mucho más firme que segundos después no puedo escuchar lo que me dice, su voz me resuena como un murmuro sin sentido, me ha atrapado con esas garras suyas de su mágico encanto, aquellos ojos que me atrapan sin piedad alguno aun cuando se lo suplico.
—¿Felicity? –me pregunta dudoso, escudriñándome el semblante.
Alzo una ceja, media desorientada pero segura de que me he recobrado.
—¿Sí?
—¿Quieres posar para mí?
Mi respiración se detiene por un segundo, mi mandíbula cae completamente dejándome con la boca abierta, mi cabeza junto con mi cuerpo se echan hacia atrás pero logro evitar caer lográndome sostener con las uñas aferradas al sofá, la sangre me recorre al principio como una chispa para luego convertirse en una explosión resonante de puritísima alegría que mi cuerpo no puede resguardar.
Me quedo un segundo en silencio analizando cada una de sus palabras por sílabas, mi cabeza quiere romperse en dos, la emoción como el estar tan confundida no me deja pensar con mucha claridad ni menos los ojos de James tan concentrados en mí.
—¿Posar? Espera ¿Quieres pintarme con aerógrafo?
—Claro que si aceptas, no estas obligada a hacerlo –añade en voz casual.
¿Imaginar a otra mujer en mi lugar haciendo el trabajo de que James pueda pintarle el cuerpo? Realmente estaría tan mal de la cabeza si dijese que no, sería aquella mujer tan estúpida que se ha tirado a su propio poso, inclusive aquello con Harper y las demás mujeres que posaron frente a James solamente para su trabajo me ha atormentado desde entonces, no puedo dejar que otra nueva historia me siga torturando más.
—No me siento obligada –respondo con un hilo de voz –Quiero hacerlo, me gustaría muchísimo averiguar como trabajas en estos casos.
Me sonríe y luego toma mi mano, la lleva hacia su boca y le da un beso en el dorso, la acaricia con esos dedos suyos que me hacen vibrar.
—Gracias Felicity, prometo no decepcionarte.
Me deslizo por el espacio que nos separa hasta llegar a su lado, me escurridizo directo hacia su pecho colocándome con mucha comodidad, apoyo mi cabeza debajo del hueco de su garganta escuchando su respiración tan cerca que me eriza la piel, trato de ocultar esa ansiedad en mi cuerpo al tenerlo tan cerca, tan maravillosamente mío.
—Soy yo la que espero no decepcionarte, no soy buena modelo –hago un mohín. –Nunca he modelado para nadie.
Sus dedos juguetean con mi cabello, lo siento respirar mi aroma tan cerca que mi pecho se encoge, la emoción, la necesidad me toma cada vez más fuerte.
—No necesitas ser una profesional, me encanta lo humilde que eres, le darás a mi trabajo una nueva identidad, además yo seré quien esté aquí, eso lo hará más fácil para los dos.
Rió.
—Eso es cierto ¿Qué hora es?
—Las siete ¿Por qué?
Me incorporo para mirarle a la cara y esta se ilumina al instante cuando le contesto:
—¿Por qué no comenzamos ahora?
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