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Parte 23

Espero que les guste mucho el capítulo de hoy, como les avise en los anteriores capítulos pues ya esta el final de esta historia, no se si decirles en que capítulo se va a terminar pero solo les diré que me he vuelto loca porque no quisiera acabarla, tenía muchas cosas pensadas para esta novela pero creo que obviamente cada cosa que empieza tiene que terminar. La cuestión es que como no me encuentro con computadora los últimos capítulos están escritos en mi celular así que si hay errores disculpen otra vez, en navidad espero ya llegue esa laptop porque muero si no tengo word para poder corregir.

Siento que siempre los atormento con lo mismo jaja pero se siente horrible, en serio no saben como se siente, es muy feo.

Gracias a todas y espero disfruten, besos y abrazos a todas las nuevas lectoras ;)


—¿Desea un poco de café, señorita Hunter? –me ofrece amablemente una mujer rubia con una sonrisa, inclinándose a mí para que pueda escucharla.

Estoy en la recepción de la oficina de Peter, estoy esperando que termine una reunión, la mujer me dijo que me recibiría en seguida en cuanto le dije mi nombre, así que no me pareció incorrecto esperarlo unos minutos sentada en la pequeña habitación en donde además de mí, unos más lo esperaban.

Levanto la mirada de una revista empresarial que hojeo con mucha rapidez, el contenido es un poco confuso así que termino por dejarlo en la mesita de centro donde hay un montón de revistas y periódicos.

—No gracias. Estoy perfecta –le respondo en voz baja, sonriéndole a medias.

Ella asiente y se va hacia su puesto, vuelve a teclear en su computadora y a contestar el teléfono, como no hay mucho que hacer mientras lo espero miro un poco por los alrededores, me sorprendo de lo amplia que es, bastante luminosa, tiene unos colores azules y blancos, con piso de madera tallada que resuena al toque de los zapatos de tacón de las secretarias que no dejan de pasar, hay algunos árboles que decoran cada rincón, me inclino hacia uno que tengo justo a mi lado, verifico que es de plástico, estoy segura de que la mujer de recepción no le da tiempo de poder regar una de verdad con lo ocupada que debe estar.

Miro a la recepcionista que se levanta de su asiento y vuelve a caminar hacia donde estoy, por un momento pienso que le hablara justamente al hombre de cabello dorado que esta alado mío pero cuando pronuncia mi nombre me siento aliviada.

—Señorita Hunter, el señor  la solicita en su despacho, ya esta saliendo de la junta. ¿Gusta pasar por favor?

Me levanto torpemente con mi móvil (ya que no tengo una grabadora especial para una entrevista elaborada) y un cuaderno con la portada de cuero viejo que tengo años en no usar, le sonrió mientras me lleva hacia la puerta que esta cerca de la sala de espera y me abre la puerta, entro al despacho de Peter que en seguida me embarga de un olor a tinta de impresora y a lápiz, arrugo la nariz mientras la secretaria me guía hacia el escritorio y me señala una silla acojinada hecha de madera de roble.

—Ya viene el señor Hawkins, señorita, ¿No le gustaría en verdad un café?

Niego con media sonrisa.

—No muchas gracias, en verdad, estoy bien.

—¡Oh! Charlotte, ya que estás aquí ¿Podrías traerme mi capuchino descafeinado? Me harías un gran favor.

Rápidamente me vuelvo hacia la puerta y veo que Peter esta entrado al despacho, trae un traje de corbata azul oscuro y el cabello hecho hacia atrás, trae un portafolio cuadrado en la mano que en seguida le entrega a Charlotte, mira hacia su escritorio y da una gran sonrisa de oreja a oreja cuando me ve sentada allí.

—¡Felicity! Que bueno que estás aquí, me da un gusto verte.

Le sonrió

—Igualmente, Peter.

—En seguida vengo con su capuchino señor Hawkins –le dije Charlotte –Oh espere señor Hawkins, debe pasar un momento a recepción, tiene que firmar algo, llego una solicitud esta mañana, le tomara solo un segundo.

Peter hace medio gesto con la boca pero va detrás de Charlotte, antes de cerrar la puerta tras de él, me da una sonrisa grande de nuevo.

—Ya vengo, querida.

Me quedo quieta mirando la oficina de Peter, igual de espaciosa, bueno, más espacio que recepción, tenia también varias plantas sintéticas que decoraban el lugar, un montón de ventanas que estabas justamente cubriendo parte de todas las paredes del lugar, su escritorio era de una madera barnizada que brillaba como si tuviera caramelo derretido sobre este, instintivamente levanta mi mano y lo acaricie, era suave y debía tener un olor embriagador, mis ojos reconocieron el periódico dejado sobre su escritorio bien acomodado, nadie puede evitar encontrarse con las enormes letras del "The New York Time" así que me incline para tomarlo y leer solamente la noticia de la primera plana, mi estomago se encogió cuando leí el encabezado una y otra vez como si estuviera tratando de enterrarlo en mi cabeza tratando de poder tomarle realismo a lo que decía ahí, era imposible o tal vez una coincidencia. "Violación en callejón de Brooklyn ayer por la noche cerca de un bar, no hay testigos" Joder ¡No! Mi mente entra en un Flashback imposible de controlar, llenándome la mente de la imagen del hombre que compro mi primer cuadro, aquella sensación extraña e incomoda cuando lo vi y me pareció vagamente reconocible, aquel rostro, aquella sonrisa...Oh no.

Dejo rápidamente el periódico en su lugar cuando escucho el abrir de la puerta y el sonido de los tacones de los zapatos de Charlotte entrando al lugar, trato de controlar mi alterada estabilidad dándole una sonrisa a Peter cuando viene hacia su escritorio y toma su asiento, Charlotte le deja su capuchino a un lado y se va.

Peter me regala otra sonrisa, se quita el saco y lo deja sobre el escritorio. Teclea algo en su computadora y luego se va hacia el teléfono oprimiendo un botón verde.

—No me pases llamadas Charlotte, ni tampoco citas.

—Si señor,Hawkins.

Deja sus manos sobre el escritorio entrelazándolas.

—James me dijo que ibas a entrevistarme para un trabajo de la universidad, asi que adelante, puedes preguntarme lo que sea –me da una sonrisa.

—Trataré de ser breve para no quitarle mucho tiempo, en realidad porque no tengo cita –me muerdo el labio.

—No la necesitas –me responde con rapidez. –Eres como de la familia y por cierto, feliz cumpleaños, no tuve suerte de poder felicitarte personalmente, espero que el regalo de James te haya encantado.

Me rió entre dientes, ruborizando sin poder evitarlo, las manos comienzan a temblarme, no puede ser que este hablando con un gran empresario acerca de mi cumpleaños y sobre su hijo ¿Debería comportarme como alguien realmente conocida para su familia?

—Fue hermoso, me gusto mucho. Se los agradezco.

Peter se encoge de hombros, toma una taza color arena que humea a causa del capuchino y le da un pequeño sorbo.

—No fue nada, nos hubiera encantado poder celebrarlo con algo más pero bueno...-su voz comienza a perder algo de fuerza –Las quimioterapias de James fueron al siguiente día.

Trago saliva a cómo puedo, evitando ponerme lo suficiente nerviosa para que pueda notarlo, bajo la mirada solo un poco, jugando con un hilo suelto del suéter morado que llevo puesto.

—Lo sé.

—Nunca has podido ir a nuestra casa ¿Por qué no vienes algún día? Quizá este sábado, Joan se acaba de recibir de su maestría y regresara a Nueva York, tú puedes venir.

Me quedo boquiabierta a punto de dejar caer el móvil al suelo, rápidamente niego con las manos en un ademan, mi nerviosismo aumenta haciéndome temblar la voz, el tan solo colocarme a mí entre la gran familia Hawkins y en su gran y hermosa casa me deja a mí sin espacio para lucir, no encajaría ahí, no con su familia, podría ser como la chica que no ha tenido tan grandes logros como todos ellos.

—Yo no me sentiría del todo cómoda, es la celebración para su hija, no creo que yo deba estar ahí.

—¿Y por qué no? –Inquirió con las cejas fruncidas –Tú eres la persona más importante para James, si no estás ahí, es como si la mitad de James no estuviera con nosotros, Joan te adora, Emily, Clarisse, todos te adoramos asi que ¿Aceptas?

Pienso en la insistencia de James si se lo niego a su padre así que prefería mil veces el poder decirle que sí a Peter a un James rogándome por toda una semana y asi enfrentarse a mi paciencia hecha trisas y sufrir las consecuencias. Mis labios se deslizan en una sonrisa de suficiencia y asiento.

—Claro, me gustara estar ahí –imagino a un James realmente complacido.

Peter sonríe de oreja a oreja.

—Perfecto, así que ¿Comenzamos?

Rápidamente preparo la grabadora del móvil dejándolo sobre el escritorio, abriendo mi cuaderno y sacando un bolígrafo de tinta negra lista para hacer la primera pregunta.

—¿Cómo empezó su gusto por el negocio?


(...)


Peter esta abriéndome la puerta de su despacho después de haber terminado la entrevista de veinte minutos, para ser sincera me han parecido un tiempo de diez minutos, habíamos hablado con mucha confianza y Peter era un hombre muy transparente, simpático y afable, el tipo de persona con el que cuentas el tiempo demasiado corto.

Afuera, Charlotte espera a Peter con un hombre justo a su lado, es alto de cabello canoso, va bien vestido con traje y corbata roja.

—El señor Walter esta listo para la cita de hoy señor Hawkins.

—Gracias, Charlotte.

—¿Peter? –escucho su voz justamente hacia los asientos de la sala de espera.

Mi cabeza se gira automáticamente al igual que la de Peter, sorpresivamente ahí esta, sentado sosteniendo la misma revista que yo había dejado sobre la mesita de centro, nos sonríe a ambos, mis ojos se clavan en los suyos cuando guía su mirada a la mía

—James, me alegra que estés aquí, no te esperaba.

—No te esperábamos –corrijo sin dejarle de mirar.

James da media sonrisa, aquel brillo de sus ojos tiembla un poco cuando se dirige a Peter, me quedo parada en donde estoy mientras escucho la voz de James tranquilamente.

—Espero no haber interrumpido nada.

Peter hace un ademan y arruga la nariz, Charlotte tiene el rostro ansioso, tal vez porque el hombre llamado Walter necesita hablar con él y un montón de gente en espera también.

—¿Interrumpido? Para nada, acabamos de terminar la entrevista ¿Verdad?

Asiento sin quitarle la mirada a James, este me sonríe casi a escondidas.

—Sí.

Charlotte carraspea y Peter rápidamente invita a Walter hacia su despacho.

—Lo siento chicos, tengo que irme. Nos vemos en la noche, James.

—Claro, Peter –susurra.

Doy un suspiro largo, colocándome un mechón de cabello detrás de la oreja, escucho unas carcajadas alado mío provenientes de James, me vuelvo hacia él, mantengo las cejas alzadas preguntándome ¿Cómo ha llegado aquí? James lee mi expresión, quizá dándose por enterrado mi notable curiosidad.

—Charlotte –me responde en tono suave –La llame y me dijo que estabas haciendo la entrevista.

—Eso lo explica todo –pongo los ojos en blanco.

—¿Cómo te fue en la entrevista?

—Increíble –saco de mi bolsillo el móvil y lo meneo ante su vista –Material perfecto para el trabajo final. Gracias

Sonríe de oreja a oreja, levanta una mano hacia mi rostro y pasa sutilmente sus dedos por mi mejilla, me muerdo los labios dando un leve respingo ante su tacto cálido y electrizante, miro a mi alrededor asegurándome si alguien pudo haberlo notado.

—No hay nada que agradecer, me gusta ayudar. ¿Quieres comer algo? Te veo un poco nerviosa.

Mi corazón da un latido fuerte que casi me perfora el pecho, mi estomago empieza a darme un cosquilleo desagradable que me hace pensar en el semblante que pude haber puesto cuando salí de la oficina de Peter, gracias a ese encabezado del periódico.

El tan solo recordarlo me hace estremecer, doy una sonrisa casi forzada y asiento.

—Si bueno, no estoy nerviosa, lo estuve porque bueno Peter es alguien importante, no me sentí tan preparada de entrevistarlo.

—¿A Peter? ¿El que tanto te adora? –suelta una carcajada y me toma de la mano, conduciéndome por la recepción directo al ascensor –Creo que es solo la apariencia, las cosas no son como parecen.

Las cosas nunca son como yo lo creo, por ello me equivoque tanto acerca de Harper. Subimos juntos al ascensor, no puedo mantenerme tranquila en todo el trayecto que pasa hasta llegar a la planta baja, me siento tan nerviosa y no precisamente por la entrevista, algo me golpea el pecho tan fuerte, una premonición tan intensa.

Cuando las puertas del ascensor se abren salimos hacia la recepción principal de la empresa, James levanta la mano para despedirse de la mujer detrás del escritorio.

—Adiós, Estela.

La mujer de mediana edad le da una sonrisa a James. Salimos hacia la calle, en frente de nosotros esta un puesto de revistas y periódicos, mis piernas comienzan a temblar cuando reconozco el encabezado y como la gente lo compra como si fuera pan caliente recién horneado, James esta a punto de seguir pero yo me detengo, voy hacia el puesto y le doy al hombre dos dolares, tomo el periódico y lo guardo en mi bolso para que James no pueda mirarlo, yo tengo que leerlo a solas.

Voy hacia donde James se queda perplejo esperándome con una expresión neutra.

—¿Qué fuiste a comprar?

—Una revista que me ha pedido Beth –le miento, mirándole a los ojos para que no pueda descubrirme.

No me pregunta más, me vuelve a tomar de la mano, cruzamos la calle directo hacia el restaurante Applebee's, entramos y rápidamente nos instalamos en una mesa, toman nuestras ordenes y esperamos tomando limonada, yo mordisqueo un pedazo de pan de fibra, dejando migajas sobre una servilleta. James me contempla con mucha firmeza, le sonrió cuando veo que alza una ceja.

—¿Todo bien, Felicity?

Asiento, sin dejar de hacer trisas las migajas del pan.

—Estoy bien –carraspeo, trato de tener una buena escusa para cambiar de tema –Cuando te llame me dijiste que tenias la cita con ese hombre, el que te dio la tarjeta ese día en tu subasta ¿Anderson, se llamaba? ¿Cómo te fue?

El brillo de sus ojos vuelve a transcender hacia sus pupilas que se dilatan, lo hacen ver más relajado, su sonrisa lo dice todo cuando me lo platica, aquello me hace sentir mucho mejor.

—Estupendo, hablamos por dos horas acerca de un contrato por veinte mil dolares –se le dilatan los ojos —¡Veinte mi dolares! Me dijo que le gustaría que le llevara dos pinturas para poder asi exhibirlas en su museo y que algún cliente pueda comprarlos. Todo el dinero será para mí, no se que haré con tanto dinero.

—Es tuyo, es por tu trabajo –sonrió.

—Tal vez ya se en que pueda utilizarlo. –dice casi para si mismo, aun asi logro escucharlo, sus ojos se clavan en mi semblante.

Su mirada intimidante hace que me quede con media boca abierta y la sensación de estar siendo acariciada por aquellos ojos verdes que se aferran a mí completamente, mis nervios se ponen de punta cuando no puedo siquiera mirar hacia otro lado, la insistencia de sus ojos se vuelven profunda que me mantienen encerrada entre la agonía.

—¿Qué? –le pregunto en voz baja.

Niega, sostiene una sonrisa imborrable.

—Nada.

Y apenas cuando puedo objetarle con una pregunta la mesera llega con nuestros platillos, a mi me deja la ensalada con pollo a la plancha y a James una pasta de ravioles en salsa de albahaca. Me olvido un poco de la situación mientras comemos con mucha tranquilidad, no hay preguntas hasta que la simple curiosidad me mata con cada recuerdo que me viene a la mente, el hombre de la pintura.

—James ¿Ya hay algún comprador que te haya pagado por los cuadros que vendiste en la subasta?

Se limpia la boca de la sala de albahaca que tiene sobre la comisura de los labios con un pañuelo blanco, levanta la mirada.

—Sí, todos ya han pagado. ¿Por qué?

—¿Todos? –inclino la cabeza.

Asiente.

—¿El hombre que compro el primer cuadro también?

Asiente de nuevo.

—¿Y hablaste con él?

—No, normalmente ellos mandan un cheque ¿Qué pasa? ¿Qué tiene ese hombre? ¿Lo conoces?

El rostro de James se convierte en una fría muestra de escepticismo, me quedo un segundo callada y hablo para que no termine por hacerme escupir toda la información que tengo apenas en mente.

—No –concluyo en tono cortante -¿Pero sabes cómo se llama?

Suspira

—John Focus.

Me quedo petrificada con un zumbido que me taladra los odios, logro reconocer que es mi corazón quien lucha despavoridamente por salir, el pánico me inunda el estomago provocándome una nausea desagradable, mi garganta se contrae y lo único que quiero es olvidarme de haber escuchado aquel nombre en presencia de James, mis manos tiemblan sobre la mesa, rápidamente las oculto debajo respirando hondo tratando de evitar entrar en un colapso nervioso que ponga en peligro a James.

Por un segundo desvió la mirada de James para fijarme en algún otra cosa que no sean aquellos ojos que sostienen una fuerza que me perfora, de reojo se que me mira de forma especulativa, mi error fue haber preguntado demasiado.

—Felicity ¿Lo conoces? ¿Por qué te interesa saber acerca de él?

Tomo fuerzas para mirarlo a la cara y restarle importancia a la situación encogiéndome de hombros, tomo un poco de la limonada fría para humectarme la garganta.

—Me pareció interesante saber quien fue el comprador que le intereso la pintura en la que yo estoy ahí.

—Pero estás en la mayoría de ellas –me recuerda, sus ojos solo me examinan cada vez más o más bien cada vez que abro la boca para hablar.

—¿En serio? –Resoplo con aire despreocupado –No me acordaba.

Nos entretenemos más en comer, ya que nos hemos pasado el tiempo charlando y yo de verdad me moría de hambre, no había desayunado después de haber salido del departamento y la ensalada se veía realmente buena, no hablamos del tema, yo trato de hacerlo olvidar platicándole a James acerca de mis días en la universidad, el trabajo y Beth, lo enloquecida que se ha puesto con ese tal Jonathan, nunca la había visto tan emocionada, ni siquiera con Ben.

—¿Te asusta lo entregada que esta en su relación? –me pregunta James cuando le comento lo nerviosa que estoy al respecto.

—Sí, no quiero verla triste, no como su antigua relación, ya sabes en que termino –el tan solo recordarlo me hace estremecer, era algo que jamás querría volver a ver.

—Si tu le adviertes y no te escucha, será mejor que predetermine las consecuencias luego, aun así sería difícil hacerla entender.

Nos reímos juntos, Beth tenia una cabezota dura, valdría más que semanas para hacerla entender una cosa o más bien para lograrla convencer, era una tarea dura que yo me echaba sobre la espalda.

—Será una mujer obstinada, pero aun así tiene corazón de pollo.

Mi bolsillo comienza a vibrar justo alado mío, rápidamente abro la bolsa y saco mi móvil, es un mensaje de texto y es ni más ni menos que de Beth

—Hablando del rey de Roma –hago un gesto con los labios. Entro a la bandeja de entrada de mis mensajes de texto y leo cuidadosamente lo que me ha mandado

Felicity

No me esperes está noche a dormir ¿Ok? No llegaré hasta mañana, estoy algo ocupada

Te quiero.

Cierro el móvil con un solo pensamiento ¡Espero que esta vez no comete otra locura! Meto el móvil en mi bolso y regreso la vista hacia la mesa con un poco de exasperación presente en mi semblante, James me ve y se cohíbe un poco al preguntarme.

—¿Todo bien?

Asiento.

—Sí, solo que Beth no llegará a dormir o eso creo a menos que llegue hasta la madrugada –meneo la cabeza olvidándome de los pensamientos abrumadores –Creo que ese ya no es mi problema.

—¿Quieres ir a mi departamento?

Le sonrió de buena gana, inclusive la idea me parece maravillosa pero no creo poder con las miles de cosas que debo hacer.

—Me gustaría pero tengo que hacer el trabajo para mañana, creo que tampoco dormiré esta noche con tanto trabajo –suspiro y pongo los ojos en blanco, ahora mismo el señor Cooper acaba de arruinarme un día increíble en el departamento de James.

Él ríe, alarga su mano al extremo de la mesa y toma la mía, sus ojos se suavizan en un calor abrigador, su tono es dulce y tan suave que logra relajarme, me hace presenciar un cosquilleo en mi interior.

—No te preocupes, mañana podremos hacer algo juntos, además el sábado Joan viene de Praga...

Lo interrumpo porque se lo que se aproxima.

—Harán una fiesta por la maestría de Joan el sábado en tú casa, acepte desde hace una hora con tu padre, él me lo pidió primero.

Espero su reacción con bastante emoción, sus ojos se le abren como plato, se queda boquiabierto y alza una ceja completamente atónito, asiento aguardando una risotadas.

—¿Peter te lo pidió primero? A mi me hubiera gustado hacerlo.

—Creo que te hubieras cansado –arrugo la nariz.

—No lo creo ¿Recuerdas la vez en que dijimos que discutir sería más divertido hacerlo?

Mi mente se llena del recuerdo en el que James y yo peleamos por las llaves del auto en el que protestamos uno del otro y de repente él me tenía en sus brazos besándome sin dejarme respirar, a punto de casi follar de nuevo en el suelo, yo vestida con sus holgados tenis Vans

Me ruborizo mirando hacia mi ensalada, juego con las hojas de la lechuga sin mirar a James que por lo visto se mantiene regocijado por el recuerdo, se ríe para si mismo mientras yo me cubro con aquella sensación odiosa de mis mejillas.

—No sé, a lo mejor hubiera aceptado al primer intento.

—No lo harías.

Levanto la vista, sostiene una de esas sonrisas que le embellecen el rostro, me produce un estrujante sensación de saltar sobre la mesa y besarlo pero conservo la cordura recordándome que estamos en un restaurante con un montón de gente. Maldita sea si tan solo tuviera oportunidad de ir con él a su departamento.

Gruño, eso solo lo divierte más.

—Acepte con Peter al primer intento –enarco las cejas, dando una risa seca.

Se inclina sobre la mesa y me habla con voz baja, clavo mis ojos a los suyos que por un momento me roban la respiración, aquel control sobre la realidad.

—Eso fue trampa, tú sabes que caíste porque Peter te intimida.

Eso era cierto, ni siquiera sabía como debía actuar aun dentro de su despacho, a pesar de ser para él una persona muy preciada yo me sentía una extraña, como aquel sentimiento en donde crees que nunca serás suficientemente buena para la familia del hombre que amas.

Me recargo sobre el respaldo de la silla y le hago un mohín, vuelvo hacia mi ensalada comiéndomela para encontrar alguna distracción del tema, James sabe muy bien como distraerme con mucha facilidad. Lo miro a los ojos, muy especulativa.

—No lo sé, tal vez fue el hecho de que no quería que perdieras tu tiempo suplicándome. –me aprieto los labios, hago un gesto –Si, definitivamente fue eso.

—Tal vez pondremos a prueba la facilidad que tienes para aceptar la próxima vez –admite.

Asiento.

—Cuando quieras –levanto mi vaso con limonada y bebo sin quitarle los ojos de encima.


(...)


Enciendo las luces del departamento asegurándome si hay alguien, no puedo evitar sentirme aliviada, contenta de que Beth aun no haya llegado. Cierro la puerta con seguro detrás de mí, corro hacia mi cuarto y abro la puerta para dejarme caer sobre la cama, aun puedo sentir el pesar que me molesto desde la comida con James hasta el trayecto hasta el departamento lo que me ha causado ese periódico en mi bolso, mis más grandes miedos me brotan con facilidad desde mi interior hasta mí piel, me pongo a temblar, ni siquiera quiero sacarlo, no quiero leerlo pero tengo que estar segura de si se trata de una simple coincidencia o sí el destino me esta jugando una mala partida.

Tomo el bolso, deslizo el zíper mordiéndome los labios, el corazón se me acelera, puedo ver todo a mi alrededor como una amenaza, el ruido del aire desde la ventana hace que apenas pueda respirar. Saco el periódico y lo expando por todo el espacio de mi cama, leo el encabezado otra vez y luego a la noticia que lleva en sí toda la primera plana, me llevo la mano hacia la boca para evitar soltar un gran grito desesperado, mi corazón esta rasguñando mi pecho con tanta ansiedad que me produce un agujero insoportable, el dolor viaja hacia la garganta impidiéndome tragar, mis ojos se humedecen conforme sigo la lectura, mis manos se estremecen cuando lo levanto para leer el último párrafo, la mujer describe aquel hombre, que le arruino la vida.

"Llevaba un abrigo grande color negro, sus ojos eran enormes, y su voz era áspera, sus manos también, todo en sí en él era horrible, tenía una marca en el brazo izquierdo, parecía la cicatriz de una quemadura, es lo único que logré ver antes de que me cubriera la cara con una bolsa de plástico, su rostro estaba cubierto con un pasa montaña, pero aun así logre verle la felicidad en los ojos cuando me tomo."

Cicatriz... ¿Una cicatriz? Una tormenta de recuerdos agonizantes me abruma, todo se vuelve un flashback, me quedo fijamente mirado hacia la nada cuando el recuerdo de aquella noche gélida y oscura en Fresno marco mi vida, la voz de esos dos hombres, sus rostros sobre mí, el lloriqueo de una chica, quien era débil como yo, porque era yo quien sufría, era yo quien me sentía sola, maldita y sucia, el recuerdo del maldecir de uno de aquellos hombres cuando le rasguñe el rostro y luego el brazo, su cicatriz logro sangrar y lo vi pero jamás logre recordarlo porque me propuse a olvidarme toda señal de aquellos hombres. Ahí estaba, la cicatriz, su cicatriz.

Mi pecho junto con mi cuerpo sufrieron el descontrol del recuerdo y me empujaron con fuerza hacia atrás como el recibir un golpe asfixiante, parpadee desorbitada, asustada, cubriéndome con los brazos intentado cuidar de mí mientras podía.

—Es él –murmuré, los sollozos no tardaron en iniciar –Es él.

¿Qué podía hacer? Repentinamente me sentí verdaderamente sola, sintiendo que nadie podía protegerme, ni siquiera James.


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