Parte 2
Espero les haya gustado el primer capítulo, les subo dos partes porque sentí que la primera estaba muy light, así que dije ¿Por qué no?
No se olviden de dar estrellita y comentar
Necesito encontrarme a mi misma en estos momentos, hay demasiada gente aquí que me siento realmente enferma, no puedo permitirme respirar porque me siento exactamente como en el avión, tan impotente que tengo ganas de llorar. Miro por todos los lados a mi alrededor, chicos riendo, otros corriendo, gritando, inclusive perdidos como yo con tan solo el horario en mano y un croquis del campus.Mierda. No hay nadie que pueda auxiliarme y si lo hay deben estar tan ocupados que no pueden tener tiempo para mí. Tengo la suerte de ver a una mujer informando a unos jóvenes perdidos, al parecer les esta explicando donde quedan sus aulas y el campus al que pertenecen, yo creo estar en el correcto ¿No? Bueno, debe ser así, me he pasado más de una hora buscándolo y aquí estoy.
Me acerco a ella y le explico que estoy demasiado perdida.
—Disculpe ¿Este es el campus oeste? No se si estoy en el correcto, necesito llegar a mi primera clase en media hora.
Ella toma mi croquis y le echa un vistazo rápido, asiente.
—Así es, esta en el campus correcto y su siguiente clase queda al final del pasillo.
Doy un suspiro de alivio, lograre mi primer día sin ningún solo error, espero no equivocarme de aula o al menos equivocarme de materia, corro por el pasillo verificando cada aula, es la número 22 y en efecto es la del extremo final, tomo fuerzas para entrar y preparar este día tan agotador. Antes de dar por comienzo mi día perfecto una chica choca contra mí, dejando caer sus libros al piso y un montón de papeleo al aire, ella suelta un gritito cuando me agazapo y sin intención la golpeo con mi cabeza.
—¡Auch! —exclama con el gesto torcido.
—¡Disculpa, disculpa! —me tiemblan las manos.
Ella recoge todo en un solo montón y se levanta acomodándose su moño casi deshecho, me echa un vistazo de pies a cabeza, yo me ruborizo, debo haberle arruinado el día también.
—No te sientas mal, fue mi culpa, yo era la que corría por el pasillo —añade tranquilamente y luego alza su mano —Soy Beth, recién ingresada.
Le muestro una sonrisa en disculpa y le tomo la mano.
—Felicity Hunter. Hola.
—¿Te toca clase en esta aula?
Asiento.
—Sí, hubiera llegado aquí antes si no fuera por el retraso que tuve para encontrarla.
Se encoje de hombros, la miro con atención, lleva puesto un vestido corto a la medida, zapatos de ligero tacón y el pelo castaño rizado, maquillaje y accesorios, si que se lucio para verse bien el primer día, yo visto con mis simples vaqueros azul pálido, mi sudadera de cuadros y mis tenis.
—Bueno, eso hubiera evitado que nos encontráramos —sonríe.
Me muerdo el labio.
—Tienes razón, fue un gusto conocerte.
—Oye espera ¿Te sientas a mi lado? Ya sabes, siempre es agradable tener con quien platicar el primer día. ¿Sí?
—Claro.
Sonríe de oreja a oreja y comienza a platicarme sobre su llegada al campus, tenemos unos quince minutos para conocernos mientras llega el profesor, es interesante, dice que ha vivido con su madre aquí en Nueva york desde que era una bebe, su padre murió en un accidente y ahora su madre piensa casarse con el hombre que le trae el correo, no puedo evitar contarle mi historia también, sobre que viví casi toda mi vida en Fresno y me fui un tiempo a Chicago con mi madre y su esposo, le cuento sobre el amorío de John con Rose, esperando que él pueda ser feliz también. Su familia es pequeña, tiene dos hermanos mayores que se han ido a estudiar a España y ella desea ser una mujer de negocios algún día.
—¿Te gustan las leyes entonces? —me pregunta cuando le cuento lo que pienso planear de mi vida.
Me miro los dedos, este plan de vida no es el mío, es el de mis padres, mi sueño es poder estar sentada en la carrera de literatura inglesa, no aquí.
—Eso creo, la verdad no es algo que yo haya deseado —susurro.
Me mira con cautela.
—¿Entonces si no te gusta, porque estás aquí?
Eso es lo que yo mismo quisiera saber ¿De verdad quiero que mis padres me vean fingir cuando me sienta orgullosa saliendo como una gran abogada?
Me encojo de hombros.
—Creo que nunca lo sabré, el día en que quiera salir de aquí ya será demasiado tarde.
—Oh no —me da una palmada en el hombro —No piensas así, aun tienes tiempo, dime ¿Qué quieres estudiar?
Me aclaro la garganta, nadie excepto yo ha sabido cual es lo que más me gustaría estudiar, espero que después no rompa a reír.
—Literatura inglesa.
—¿Literatura? —repite extrañada —¿No me digas que te gustan los libros?
A juzgar por su tono de voz se que a ella no le parece bonito que hable acerca de libros y lo sé ¿A cuanta gente de ahora le gusta leer? Me vuelvo hacia ella y le dedico una media sonrisa, los libros con mi pasión, mi compañía cada noche que no puedo dormir o pensar.
—Sí, no puedo vivir son ellos —admito con un ligero suspiro.
Arruga la nariz y niega con la cabeza, suelto una risita, es más que cierto que ella los odia.
—Wow, debes ser toda una intelectual —alza las cejas.
—No soy tan lista como piensas, me gusta leer novelas y algunas biografías.
—Hum...Yo me volvería loca.
Reímos juntas, nuca me había divertido con alguien que odiara tanto los libros.
—Pues Felicity no te haría mal pasar por la biblioteca del campus, estoy segura de que para ti sería un manjar, cuando quieras podemos ir, estoy segura de que te encantara.
¿Biblioteca? ¿Aquí? Estoy ansiosa porque acabe el día para ir corriendo hacia allá, sacar algunos libros interesantes y echarme a leer entre tanta soledad de mi departamento, sin duda Beth a tenido más tiempo de indagar por el lugar que yo, no me extraña que sepa donde están los baños. Nuestra conversación se ve interrumpida por el maestro, es cuando decidimos guardar nuestra charla para el almuerzo, rápidamente nos pone a trabajar, saco mi libreta y me pongo a apuntar, parecer ser que estos primeros días serán de mucho trabajo, hay tanto que ver que terminare agotada. Salgo corriendo de mi primera clase hacia la segunda, no sin antes despedirme de ella, ha sido la primera persona que conozco y la verdad es que ha sido muy agradable. Las clases se pasan tan lento cuando miro el reloj, mi estomago gruñe otra vez y debe ser a causa de olvidar desayunar esta mañana, muero por un jugo de naranja y un pan tostado con crema de cacahuate y un dona glaseada. Doy gracias a dios cuando el timbre del almuerzo retumba por los pasillos, salgo y me encamino con la demás gente, todos vamos por el mismo camino asi que todos vamos hacia el comedor. Cuando llego no puede extrañarme encontrarme con tanta gente, es peor que estar apretada hace unas horas en el pasillo tratando de encontrar el aula 22, siento mi cuerpo estremecer cuando la gente pasa demasiado cerca de mí y los chicos me miran perturbados para evitar que rosen con mis brazos.
Corro en busca de aire y rápidamente alguien me toma del brazo, me gira completamente que me aturdo.
—¡Felicity! ¡Aquí! —escucho la voz aguda de Beth.
Dejo escapar el aire por la boca y le miro, me lleva hacia una mesa hacia el rincón, alejada de toda la tertulia que se acumula en la barra de comida. Me siento tranquila mientras recupero la compostura.
Ella se da cuenta de mi estado y me mira preocupada.
—¿Te sientes bien?
Asiento, la cabeza me da ligeramente vueltas y mi estomago me gruñe.
—Sí, es solo que olvide desayunar —miento, la gente me produce malestar.
—Debes tener hambre —acepta con tono cortés —Te puedo traer algo ¿O prefieres venir?
Mis ojos se dilatan y mi cuerpo se encoge repentinamente, imaginarme entre tanta gente a mi alrededor me hace sudar, niego rápidamente, saco dinero de mi bolso y se lo entrego.
—No por favor, solo te pido una limonada y un plato de ensalada.
Toma el dinero y asiente, me echa una mirada llena de escepticismo y se va, estoy segura de que esta creyendo que soy una loca claustrofóbica. Espero a que traiga lo que le pedí, tomo calma, los chicos siguen mirándome y uno que otro se detiene y me da una sonrisa, cierro los ojos e intento no pensar. No otra vez, por favor. Los recuerdos me embargan, intento desaparecerlos y es cuando Beth regresa con mi pedido.
—¿Felicity? Dios, estas pálida —me dice.
Los oscuros recuerdos desaparecen de mi mente cuando veo que tiene mi ensalada y mi limonada en mano, le agradezco y empiezo a comer con velocidad, de verdad debe pensar que soy una loca, como sin mirar a nadie más que a los pequeños trozos de tomate que mastico con lentitud.
Sé que me mira inquisitivamente y no puedo evitar levantar la mirada para comprobarlo.
—¿No te gusta la gente? ¿Eres claustrofóbica?
No se que pensar, la única cosa para salir bien librada es darle la razón, no odio a la gente en general, solo a los chicos y a los hombres y es que a decir verdad ella no conoce mi oscuro y doloroso pasado.
Trago limonada y hablo.
—Tengo complejos, es todo, es como la mayoría de la gente se siente y a decir verdad no salgo mucho.
Veo que le brillan los ojos y se que se le ha cruzado una gran respuesta, espero que no piense que obligarme Salir será una gran solución porque no es así, salidas nocturnas no son lo mío, para nada.
—Te invitare un día de estos a mi departamento, de hecho estoy viviendo en uno de los del campus, la mayoría de los estudiantes viven aquí, podemos pasarla bien nosotras ¿Te parece?
Parece ser una idea inocente, además no habría chicos más que nosotras, discutiendo sobre nuestras vidas y conociéndonos más, Beth parece ser una chica bastante comprensible, tal vez con el tiempo pueda darle a conocer mi verdad.
Asiento.
—Me parece una idea genial —coincido
De repente Beth cruza los ojos hacia el otro extremo del comedor y saluda con la mano a un chico que esta parado en la entrada con un montón de libros, él le dedica una gran sonrisa y corre hacia nuestra mesa, mi temperamento vuelve a fallar y no puedo evitar congelar y contraer mis músculos cuando esta cerca y abraza con fuerza a Beth.
—¡Donde has estado, cariño! —le dice y le da un gran beso en los labios.
¿Cariño? Oh dios, deben ser su novio. No, no más chicos por favor. Se sonroja, le da un asiento vacío y el deja sus libros sobre la mesa.
—Yo también te he estado buscando mira —apunta a mi dirección —Ella es mi nueva amiga Felicity, él es Ben, mi novio.
El chico de pelo rizado y rubio me saluda con una sonrisa, lo miro y de repente no puedo evitar sonrojar, desvío mi mirada hacia un lado cuando se inclina y me da la mano, la tomo con rapidez evitando sentir el tacto de su mano sobre la mía.
—Hola, Felicity, un placer —murmura
Me aprieto los labios, vamos Felicity, debes controlarte.
—El mío también –masculló.
Beth le acaricia el cabello y le da en la boca un pedazo de pan, él lo mastica mientras la mira con ternura, debo permitirme borrar cada recuerdo que me viene a la mente, debo controlarme...eso debo hacer.
—Estoy segura de que Beth te ha abrumado con su loca actitud, Felicity —me dice Ben—Se le da por desaparecer de mí.
Beth se echa a reír y le da un golpe a Ben en el hombro, yo hago todo lo posible para no mirar, contemplo como rosa su mano sobre el rostro de Beth y me pregunto ¿Cómo puede soportar su contacto sin estremecer?
—¡Cállate Ben! Me avergüenzas —le saca la lengua y el la ataca a besos.
¡Quítenle a ese salvaje de encima!. Pienso, estoy segura de que ella no puede defenderse. Ríen ignorando que me encuentro frente a ellos, no hago otra cosa que ocultar mi rostro entre mis hombros, carraspean cuando la mitad del comedor observa su divertida presentación de amor.
Beth me mirada avergonzada.
—Perdón Felicity, no queremos incomodarte.
Ben la interrumpe.
—¿Dónde Esta Emily, Beth? ¿Te quedaste de ver con ella esta mañana?
¿Emily? ¿Quién es ella? Debe ser su hermana o alguna prima, el hecho es que no es varón. Beth se encoje de hombros dándole una mordida a su pan y un trago a su café.
—Debe estar ocupada, creo que tiene tres clases extra esta semana. Al parecer nuestra noche de compras quedara anulada —asegura con tono bajo.
—¿Y su hermana Joan? —agrega Ben.
—Debe estar en Praga.
Ben suelta un bufido.
—¿Te llevas bien con ellas, no?
Ella asiente.
—Claro, hemos estado juntas desde la secundaria —se da cuenta que yo estoy ahí —Oh Felicity, debemos estar aburriéndote nosotros dos
Sonrió.
—¿Ellas también estudian leyes? —murmuro.
Niega.
-Emily estudia Medicina y Joan arquitectura pero no aquí, de vez en cuando viene en vacaciones y salimos.
-El único raro de la familia es ese tal James, siempre parece tener una pena de vida detrás de la espalda —Ben se carcajea y Beth le da un codazo en el abdomen. El parpadea. —Es la verdad, es el único de la familia que no estudia una carrera "brillante"
—¿Qué estudia? —pregunto.
—Artes plásticas, pero trabaja medio tiempo en la biblioteca, creo que asi gana para pagar un departamento donde realiza sus obras. La verdad Emily y James siempre están juntos, siempre le pregunto si su hermano esta bien pero nuca me responde —admite Beth.
—Sí, creo que James tiene algo raro —concluye Ben.
—¿Raro? —aventuro —¿Cómo que?
Ambos se encogen de hombros.
—Nadie lo sabe.
Seguimos comiendo mientras yo pienso en el tal James y Emily, deben ser personas reservadas, me pregunto que puede estar ocultando ese tal James, es un chico ¿A que le puede temer? Nuestro timbre de entrada toca, necesitamos retomar nuestras clases, mi siguiente clase queda en el cuarto piso, esta vez no tardo tanto en encontrar las escaleras, creo que seguir a la mayoría de la gente en manada me ha servido mucho. Todo va de maravilla, las clases parecen ser interesantes, la teoría es bastante agradable, si tengo suerte puede llegar a gustarme si me lo propongo, no hay nada que puede interferir. Solo me faltan tres clases para acabar el día, el reloj marca la una de la tarde y yo aun siento el estomago lleno por la ensalada y la limonada del mediodía, si no sigo comiendo como antes, Danielle se dará cuenta que estoy bajando mucho de peso, si tenerme cerca siempre le he parecido irresponsable con mi alimentación, lejos debo estar matándola de preocupación. En un receso de veinte minutos me como una barra de granola y un yogurt natural, esto podrá darme algo de energía también para acabar las clases
Al salir me despido de Ben, bueno solo si le llamas despedir a un ligero apretón de manos, Beth me abraza y me da un beso en la mejilla.
—Te veo mañana ¿Tienes auto?
Niego, me agotare todo mi dinero en taxis antes de que encuentre un trabajo de medio tiempo.
—No, pero no vivo lejos de aquí, me es fácil tomar un taxi.
Ella niega con la cabeza y me pide anotar mi dirección en un pedazo de papel.
—Claro que no, yo te recogeré, así no tendrás que pagar más en taxis, tómalo como un inicio de nuestra amistad, además no tendré que llegar sola a la universidad.
Le sonrió, me da un cálido abrazo y se despide.
—Nos vemos, Felicity.
—Adiós, Beth.
Tengo que caminar un extremo para conseguir un taxi, no tardo más de cinco minutos, le pido al chofer llevarme a casa, tengo cosas que hacer de sobra esta tarde, tarea e investigaciones, me alegra sentirme ocupada, no tendré que pensar nada en la solead de mi departamento. Saco mi móvil, tengo diez llamadas perdidas de mi padre, tal vez se le olvido recordar que hoy era mi primer día en la universidad, prometeré llamarlo en cuanto llegue, no sin antes dejarle un mensaje de texto corto diciéndole que me le pasado bien y que no se preocupe por mí, el chofer se detiene frente a la puerta del edificio, le pago y me bajo, maldigo para mis adentros cuando recuerdo que debo ir al super mercado a comprar cosas para la cena de esta noche, tal vez pueda sobrevivir un día más comiendo cereal, ahora no tengo mucho tiempo.
Entro y me encuentro con la recepcionista, le deseo buenas tardes y ella hace lo mismo, llego a mi habitación y en seguida tomo el teléfono, llamo sin dudar a mi padre, con un solo timbre me contesta.
—¡Felicity! ¿Cómo estas? ¿Todo en orden?
Sonrió para mis adentros, eso definitivamente lo llamo un "John angustiado"
—Estoy bien papá, acabo de llegar, no te preocupes por mí.
Escucho que resopla al otro lado del teléfono.
—¿Qué no me preocupe? Vaya Felicity parece que no me conoces lo suficiente, soy tu padre, es más que obvio que este preocupado, solo espero que me estés diciendo la verdad.
Pongo los ojos en blanco.
—Lo estoy haciendo, jamás te mentiría, además se cuidarme sola, gracias por tu preocupación.
Escucho que gruñe.
—No me des las gracias por ser tú padre angustiado y preocupado Felicity, sabes que soy así.
Ahora yo resoplo y no puedo evitar dar una sonrisita.
—Lo sé, por algo eres mi padre.
—Amen —admite.
Suelto una carcajada, aquí viene el carismático John.
—Te quiero papá, mándale saludos a Rose de mi parte, por favor.
—Claro, ella pregunta por ti, le diré tus saludos y por favor Felicity, cualquier cosa que necesites, solo llámame, yo también soy parte de tu vida.
Sabía que en cualquier momento terminaría con aquella declaración, John es una persona especial para mí, es mi padre, pero normalmente no recurría a él cuando se trataba de mis gastos universitarios, sabía que ganaba poco y yo no deseaba abrumarlo con mis problemas, necesitaba mantenerse solo y sin duda sabía que tenia planes nupciales con Rose.
Se que es tarde y que el tiempo vale más para él que para mí y yo sin duda necesito hacer mis deberes.
—Sabes que si papá, te adoro, te llamare lo más pronto que pueda.
—Esta bien hija, te quiero mi chiquilla, cuídate mucho —se escucha demasiado nostálgico, no siempre habla mucho conmigo y sí lograba estar en contacto conmigo era por teléfono.
Escucho que cuelga, dejo el teléfono donde esta y me preparo para hacer mi primer deber: La tarea. Saco rápidamente mis cuadernos, mi libreta de notas y los libros que me han entregado esta mañana, oh dios, ahora que veo todo expandido sobre mi cama se que tengo trabajo que hacer. Enciendo mi laptop y comienzo a hacer mi investigación, tengo que buscar un diccionario, Mierda, No tengo diccionario aquí en el departamento, tendré que buscar uno mañana en la biblioteca de la Universidad, mi pluma parece encender fuego sobre él papel, apenas logro verme escribir, me duelen los nudillos y me tiembla como gelatina y es solo el comienzo.
Logro terminar mi trabajo antes de las once de la noche, me da tiempo para cenar un cereal como ayer, así que saco mi cereal (o más bien el único que ha en la alacena) y la leche que aun conserva el litro, le agrego un plátano entero y me siento sobre una de las sillas que están en la barra de la cocina, de nuevo solo escucho el sonido de afuera, esta vez se escucha más fuerte, debe haber un carnaval o algún feria cerca. Sea lo que sea no me hace sentir tan sola, tal vez si enciendo el televisor...Es algo tarde, quizá mañana, por ahora parece sentarme bastante bien el sonido de afuera, tal vez pueda acoplarme bien a esta ciudad, siempre y cuando no me encuentre mi oscuro y viejo destino.
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