
Muriendo
Después de pasar largo rato contemplando a mi amada Ariadne, ella al fin abrió los ojos lentamente y no pude evitar sonreír al verla despertar. Sus hermosos ojos color miel se toparon con los míos y fue solo cuestión de segundos para que su piel se erizara.
—Pensé que todo era un mal sueño, pero me equivoqué —murmuró mirando a su alrededor observando con detenimiento cada rincón de mi habitación —¿qué quieres de mí? —me cuestionó enseguida y sonreí ante tal pregunta.
—¿Qué no es obvio? —contesté y pronto se levantó de la cama de un salto asustada ante mi respuesta —Oh, ¿acaso imaginaste algo indebido? —reí.
—¡Por supuesto que no! —exclamó avergonzada yendo directamente a un rincón. Yo estaba en lo correcto. Mi pequeña se había imaginado eso.
—Sabes, hace algún tiempo tú fuiste mía —expresé, aproximándome hacia el rincón donde ella misma se había acorralado. Me incliné hasta quedar a su altura y la tomé del mentón —en el pasado eras preciosa, pero ahora eres perfecta —me acerqué a su rostro aún más, quedando tan cerca de ella, tanto como para que nuestros alientos se mezclaran.
Ariadne me miró confundida, quizá pensando sobre qué diablos estaría hablando yo. Aunque no era necesario que lo supiera todo, sino que al menos llegara a amarme tanto como yo lo hacía.
—No te acerques más —dijo ella moviendo su cabeza evitando el contacto visual que teníamos.
—¿Por qué debería? —alcé una ceja con una creciente molestia por su actitud repentina.
—¡Porque tengo novio! —exclamó.
—Eso ya lo sé y no me interesa —murmuré recordando la primera vez que la miré caminando al lado de él.
—Y me casaré con él en unos meses —agregó y eso ocasionó un vuelco a mis corazones. ¿Cómo que se iba a casar? ¿Me estaría mintiendo? ¿Acaso lo amaba tanto como para sacrificarse? Eso en verdad me había tomado por sorpresa.
—Ya veo —susurré y me alejé de ella de inmediato.
—Lo siento —contestó apenada.
—¿Que lo sientes? ¿Sentir qué? No me hagas reír —evidentemente yo estaba celoso, envidiando a ese miserable humano que se había ganado el corazón de Ariadne.
Ella no contestó, en lugar de eso, se quedó en silencio y eso me pareció bastante extraño, ya que por lo poco que la conocía, sabia que no se guardaba una.
—¿Ariadne? —repetí su nombre varias veces sin recibir respuesta a cambio y de inmediato me aproximé a ella nuevamente.
—¡Estarossa, abre la puerta! —gritó mi hermano menor de repente desde afuera de mi habitación.
—¡Ahora no Zel, necesito cuidar de Ariadne, creo que perdió el conocimiento! —exclamé.
—¿Qué has dicho? ¡Eres un grandísimo imbécil! ¡Ella se está muriendo! Los humanos no resisten más de 5 minutos estar en el purgatorio, pensé que lo sabrías. Además, Aria podía permanecer aquí sin problema porque ella estaba muerta —contestó mi hermano molesto —Llévatela ahora mismo a su mundo, tienes que aceptar que las cosas son diferentes ahora... o ella se queda y muere o te vas con ella y te adaptas a su estilo de vida... Solo piénsalo y decide rápido
—agregó. ¿Hablaba en serio? Por más que quisiera, yo en serio odiaba permanecer si quiera un momento allá. Todo me molestaba y me parecía absurdo. Ya simplemente no podia pasar de ser a un fuerte demonio a un pedazo de mierda inservible.
—Maldición... —murmuré mientras la cargaba entre mis brazos, pensando en todo eso que él había dicho, especialmente en que yo había sido un total idiota, ya que yo mismo estaba matándola sin darme cuenta —te veré después —me despedí de él y abrí el mismo portal para llevarla de vuelta a su mundo.
Narra Zeldris
En cuanto mi hermano se marchó, me recargué en la puerta lamentándome el haber aceptado colaborar con Meliodas. Aunque sabía que era lo mejor para que así Ariadne no sufriera las consecuencias.
En ese corto instante me llegó una idea descabellada a la mente, que a mi parecer era una buena solución para el problema que teníamos, pero él debía estar de acuerdo o de lo contrario no resultaría.
A decir verdad, era mejor que Estarossa no volviera al purgatorio jamás, al menos no con Meliodas tramando algo terrible, y para eso debía convencerlo de liberarlo de su decreto. Sí, planeaba revocar de su cuerpo el mandamiento que mi padre le había otorgado.
♠️♠️♠️
¡Hola a todos! Perdón por no actualizar en todo este tiempo, me emocioné tanto escribiendo mis demás historias que a esta la olvidé por completo :c
Espero poder actualizarla más seguido. Ojalá les haya gustado el capítulo de hoy💛
Bye ;3
An Airad
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro