Deseos inciertos
Estarossa volvió a contactarme después de mucho tiempo, aunque yo ya sabía que se encontraba bien ya que siempre iba de visita al mundo humano. En ningún momento dejé sola a su única hija, Gelda siempre procuró que yo no hiciera eso.
Por fortuna Meliodas comenzó a tener un fuerte lazo afectivo con Elizabeth y luego de que Estarossa desapareciera, nos traicionó al irse con el enemigo.
—Por ahora las cosas están bien —le dije a Estarossa, quien se notaba algo distinto y distraído.
—Oye Zel —rascó su cabeza un poco y miró hacia el cielo —¿Cuál es la probabilidad de encontrar la nueva reencarnación de Aria en un hombre? —me preguntó, notablemente ruborizado.
Alcé una ceja y me crucé de brazos ante la inesperada pregunta.
—Es de un 1% ya que por lo general, siempre debería ser una mujer gracias a ese hechizo de reencarnación que puse sobre el alma de Aria —expliqué.
—Entonces debo estar equivocado —murmuró pensativo.
—¿Acaso encontraste su nueva reencarnación en un hombre? —él asintió y no pude evitar reír —Debe ser un puto caos saber que ahora no es ella sino un él.
—Sí y eso me hace sentir confundido —dijo en voz baja aún más avergonzado —Es decir, ¿acaso podría relacionarme con un maldito hombre? —se quejó.
—No lo dudo, eres un idiota.
—Zel, no soy gay. No tengo esa clase de sentimientos por un hombre, pero cuando lo vi, supe que se trataba de su alma y eso me hizo sentir feliz.
—Entiendo. Debió haber sido una gran sorpresa para ti.
—Lo fue y eso me desconcertó mucho —expresó —Una parte de mí quiere conocerlo, pero la otra parte me dice que no me atreva a hacerlo. En verdad estoy confundido y yo…
—Hola... —dijo Gelda, quien interrumpió a mi hermano con su llegada —¿Es acaso esto una confesión de amor o algo por el estilo?
—Sí —respondí a secas.
—¡No! —exclamó Estarossa de inmediato.
—Carajo, Estarossa. Ya admite que ese hombre te gusta y que estás loco por ir tras él —grité.
—Vaya, pero qué inesperado —dijo Gelda sonriente.
—¡Maldita sea, Zel! ¡Se suponía que debía ser algo entre tú y yo! —se quejó.
—No se puede ocultar lo evidente, así que ve por ese culo. Seguramente terminarás follándotelo así como hiciste con las demás —bromeé.
—Zeldris… —Gelda intentó controlar mi pesado sentido del humor al llamarme por mi nombre usando un tono de voz aterrador.
—Bien, me callo. Pero que Estarossa admita que ese tal Yoshio le pone dura la polla —me crucé de brazos y Estarossa sólo volvió a ponerse rojo como tomate.
—¿Qué mierda dices? —exclamó enfadado y ruborizado.
—Vamos, no comiencen una batalla por algo como eso. El amor no tiene edad, ni género. Deberías darte la oportunidad de conocerlo. No pierdes nada con eso. Quizá sólo así te sientas más tranquilo contigo mismo —le sugirió.
—Bien, lo haré. Pero no crean que soy gay por eso —gruñó mi hermano el oxigenado.
—Nadie piensa eso, Estarossa
—le dijo mi amada amablemente.
—Yo sí —dije con una sonrisa burlona y Estarossa chasqueó la lengua.
—Buena suerte —dijo Gelda antes de llevarme a rastras lejos de mi hermano para que no siguiera insultándolo.
♠️♠️♠️
De momento sólo actualizaré hasta aquí, ya que el siguiente capítulo sigue en proceso.
Ojalá quede para hoy mismo en la noche...
An Airad
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