No sé en qué momento me quedé dormido, pero para cuando desperté, me percaté de que ella estaba allí a mi lado. Reposaba su cabeza cerca de mi mano, mientras que su cuerpo estaba sobre el suelo. Tal parecía que había estado contemplándome hasta que el sueño la venció. Se veía tan linda con los ojos cerrados y sus labios ligeramente entreabiertos, mostrando apenas sus blancos dientes. En un intento de agradecer su atención, acaricié su cabeza un poco, enredando mis dedos en su suave cabello. Ella era tan diferente ahora, pero por algún motivo seguía siendo igual de atractiva que antes.

—Katja, deberías estar en otra habitación... Soy peligroso para ti —le susurré al oído mientras trataba de no lastimarme a mí mismo por mover mi cuerpo.

—No puedo, no hay otra habitación disponible —me contestó, inesperadamente.

—Creí que estabas dormida.

—¿Cómo podría dormir así? —señaló, mientras trataba de ponerse de pie.

—Entiendo, entonces iré al suelo. Tú quédate aquí —le dije casi enseguida.

—¡De ninguna manera, tu cuerpo no lo soportaría! —replicó algo alterada.

—Niña, soy un demonio. Mi cuerpo se regenera —admití.

—Los demonios no existen —espetó incrédula.

—Tu depresión de a mentis tampoco —me reí.

—¡Oye! —se enfadó un poco.

—Di justo en el blanco, ¿cierto? —le pregunté, con una sonrisa socarrona de por medio.

—Sí, pero justo ahora se ha ido —contestó, avergonzada.

—Es bueno saberlo —aseguré.

—Gracias. Fue algo difícil, pero estoy de vuelta.

—Déjame adivinar, problemas de adolescentes... Mmm... ¿Un amor tal vez? —le pregunté, curioso.

—No... Mi hermana... Ella es el problema —me respondió al instante.

—Ah, estamos en las mismas.

—¿También tienes una hermana? —preguntó, curiosa.

—No, pero sí dos hermanos.

—Seguramente ellos son iguales a ti —dijo, sonriendo levemente.

—Si te refieres a que son altos, te equivocas. Ellos son enanos y sus cabellos son de colores distintos al mío —expliqué.

—Menos mal que eres diferente —murmuró pensativa y algo desanimada.

—Sí, a mí también me alegra eso... Por cierto, te escuchaste algo triste dime, ¿acaso tu hermana se parece a ti? —busqué su mirada, pero ella me evadió de inmediato, quizá no quería que notara su triste semblante. Así que sólo asintió ante mi pregunta y después de unos minutos de silencio comenzó a hablar.

—Tengo una hermana gemela y ella siempre ha tratado de lucir exactamente igual que yo. No importa cuántas veces cambie mi look. Ella llega a los extremos con tal de estar a la par conmigo. Incluso se  hace pasar por mí y siempre es grosera con las personas. Gracias a eso todos creen que estoy loca y que soy una maldita bipolar —Katja se llevó las manos al rostro ocultando algunas lágrimas que apenas comenzaban a salir.

<<¿Gemela? Acaso... ¿Ariande será su hermana? No niego que tengan parecido, pero... Sería demasiado que así lo fuera... ¿Será que por eso sentí en ambas la esencia de Aria? ¿Es posible que ambas compartan la mitad de su alma? Eso sería una  locura>> pensé, mientras observaba a la chica con atención.

—Ariadne está loca, ella es capaz de lastimar a la gente. Ni siquiera siente empatía por nadie —agregó y gracias a eso pude confirmar mis dudas.

—Eso me queda claro... Fue ella quien me hizo esta herida en el cuello —los ojos de Katja se abrieron de la impresión y no pudo evitar llevarse las manos a la boca en un intento de ocultar su sorpresa. Seguramente no imaginó que su hermana menor había sido una de las causantes de mis heridas.

—¿Cómo es posible que hayas sobrevivido a eso? Se ve que fue algo serio —al parecer seguía sin creer mi verdadera naturaleza.

—Niña, ya te dije que soy un demonio. Ningún mortal podría soportar semejante cosa... Además, ¿ya olvidaste que de mi cuerpo invoqué una espada? ¿Crees que un humano podría hacer algo como eso? —la hice pensar un poco y después de asimilarlo volvió su mirada hacia mí.

—Entonces... Si tú eres un demonio... ¿A qué has venido aquí? Dudo mucho que sea a algo bueno... Los demonios son malos... ¿Acaso ibas a llevarte a mi hermana? —preguntó curiosa, esperando por mi respuesta. La verdad es que ya me la había llevado al purgatorio, pero gracias a eso casi la mato, aunque viéndolo de otra forma eso hubiera sido bueno... Pero obviamente no iba a decirle eso.

—Bien, aún no quería llegar a esa parte, pero ya que lo preguntas quiero que sepas la verdad... —tomé sus manos fuertemente y ella me miró, sorprendida —Estoy aquí por ti, Katja...

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Ya había pasado un mes desde la última actualización, perdón por tardar tanto, pero no tenía inspiración.

An Airad