Narra Estarossa

El ambiente en aquella pequeña habitación se estaba tornando bastante candente. Katja estaba encima de mí, moviendo sus caderas tortuosamente, frotando su intimidad contra la mía y mojando sus bragas amarillas con cada obsceno movimiento.

Atrapé sus tetas con mis manos, comenzando a acariciarlas y a estrujarlas a mi antojo. Katja gemía complacida por la atención en su pecho y entonces ella se acercó a mi rostro para besarme. Sus labios eran tan similares a los de su primera reencarnación y no pude evitar sentirme deseoso por hacerla mía cuanto antes.

Nos besamos el tiempo suficiente como para sentir que nuestros cuerpos se fundirían con el calor que emanábamos y entonces Katja se quitó la ropa interior para después bajarme los pantalones. Para su sorpresa yo no usaba nada debajo, nosotros no teníamos la necesidad de hacerlo, además de que en nuestra época lo que menos importaba para los demonios era la ropa interior.

—Vaya, venías preparado —dejó escapar una risita graciosa al no ver nada debajo de mis pantalones.

—Nosotros los demonios no necesitamos usar calzoncillos. No creas que soy un pervertido —le dije sonriente.

—¿Entonces andas por el mundo con las pelotas al aire? —volvió a reír.

—Claro y eso es bastante cómodo. Aunque en las batallas no tanto, porque mi miembro y mis bolas se mueven mucho.

—Entiendo, pero justo ahora es bastante eficiente —sonrió y bajó de mí para despojarme por completo de mi ropa.

Ahora estábamos en iguales condiciones y ella contempló mi desnudez un momento.

—Nunca imaginé que mi primera vez sería con un demonio —admitió.

—Y será así a partir de ahora —le contesté, acariciando su rostro.

Ella asintió y acercó su boca a mi virilidad con la intención de devorarla. Suspiré hondo cuando sentí que ella lamió el glande de mi pene y su lengua acarició toda mi longitud hasta ensalivarme completamente. La sensación era demasiado deliciosa, yo quería que ella siguiera haciéndome eso, pero ella en verdad estaba ansiosa por tenerme dentro.

Luego de que Katja lubricara mi falo, se posicionó encima mío y lentamente bajó para penetrarse poco a poco. La expresión en su rostro pasó del deseo al dolor, joder, no quería verla sufrir, así que hice que mi oscuridad envolviera mi pene para que el dolor y ardor en su interior fuera menor gracias al poder curativo de mi magia demoníaca.

—¡Ah! ¡Tu pene está envuelto por algo negro! —dijo sorprendida.

—No te preocupes, no es nada malo. Sólo ayudo a tu cuerpo a disminuir el dolor que te causo —le dije para que se tranquilizara.

—Vaya, nunca lo hubiera imaginado. Gracias por preocuparte por mí —su sonrisa volvió a aparecer en su rostro.

En cuanto pude entrar por completo en ella, recorrí su espalda con mis manos y le hice saber que no me movería hasta que ella se sintiera lista para hacerlo. Por fortuna Katja se recuperó rápidamente y luego de un instante inició el vaivén de nuestros cuerpos.

Me montó de una manera exquisita y yo me sentía complacido por poder tocarla después de tanto tiempo. Sus pechos danzantes en verdad me traían recuerdos y mis ganas de darle duro como antes se hicieron presentes, ella pasó de ser la dominante a la sumisa en menos de unos segundos.

Los gemidos de Katja eran demasiado excitantes y cada que la penetraba sentía que ella me apretaba deliciosamente. Mi pene parecía ser acariciado por sus estrechas paredes y el calor en su interior era demasiado reconfortante. Ella era todo lo que necesitaba.

La hice mía en distintas posiciones y en todas ellas pude soportar las ganas de correrme. Aguanté lo suficiente para que ella pudiera llegar al orgasmo primero y cuando la escuché gemir mi nombre dejé salir todo en su interior.

Era tanto el semen que había salido, que tardé un poco en retirar mi pene de su interior. En ese momento Katja estaba ya muy agotada y me sonrió dulcemente en cuanto terminamos de tener sexo. Me dijo al oído que nunca la volviera a dejar sola, pero no le dije nada al respecto, pues esa noche tuve que marcharme y dejarla sola de nuevo.

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No puedo creer que mi última actualización haya sido en octubre del año pasado, discúlpenme por no haberla continuado como dije. Aunque me alegro mucho de haberla pausado para así tener mejores para ideas.

An Airad