Capítulo 25
Sehun despertó con una sensación agradable, cálida en su mejilla. Se permitió buscar más comodidad y una fuerza igual de exquisita lo atrajo. Su almohada se movía con un compas agradable y empezaba a reconocer algo parecido a caricias en su espalda baja.
—Buenos días.
Ignoró la voz y siguió adelante con su imperturbable sueño, presionando su rostro hacia abajo y apretando entre sus manos una tela que era muy suave al tacto. Gruñó y ajustó el agarre ante el primer movimiento.
—Me gusta que seas demandante, pero no deberías forzar la situación. —Sintió calor cerca de sus oídos—. Me puedo quedar aquí todo lo que quieras, solo tienes que decirlo.
Sehun asintió y respondió sin saber muy bien sin saber qué dijo, pero sabía que era lo correcto cuando las caricias volvieron a su espalda.
Chanyeol besó con cuidado la frente de Sehun, la imagen al despertar había sido fantástica y no esperaba menos. Borró de su mente las oscuras ideas que no lo habían dejado dormir durante la noche. Se había levantado varias veces para descargar su energía sin tocar al hermoso muñeco que tenía al lado. No, no iba a tocar la pieza equivocada para que derribara sus avances. Ahora tenía las manos llenas y nada escaparía entre las separaciones de sus dedos.
Contuvo en su garganta una enorme maldición al ver entrar a Kai; por suerte su pequeño angelito seguía emperrado en sus sueños. Levantó su brazo derecho, el movimiento fue tan sigiloso, pero efectivo: Kai cerró la puerta con más cuidado del que la cerró y no hizo ningún ruido hasta llegar a la planta baja. Nunca le explicaría que no fue el gesto, sino la mirada lo que le hizo retroceder.
—¿Y? —le interrogó Kyungsoo—. ¿Qué pasó?
—No va a bajar. —El más pequeño apretó el ceño—. Tu amigo está aferrado a él como una garrapata. Te diría que subas a ver, pero no servicio de limpieza hoy.
—No hay de otra...
Kai se resignó y esperó a que el chico fuera arrojado por las escaleras, y tan bien que la estaban pasando; pero se sorprendió y molestó al escuchar el llanto del hijo de Chanyeol... Ese enano era cruel y despiadado. Ni él hubiera utilizado al niño para fastidiar a Chanyeol y tampoco quería saber cómo lo había hecho llorar. Sacó un cigarrillo y se despidió de su mañana de descanso.
Sehun se levantó de un tirón por el llanto de su hijo, un dolor se instaló en su estómago y los empujó a correr hasta la otra habitación. Los gritos eran desgarradores y él no sabía qué había ocasionado tanto impacto en su hijo, Hyo nunca despertaba de esa forma. Iba a ahogarse ante el inconsolable malestar de su bebé, pero Chanyeol le quitó al niño y se hizo cargo de la situación.
—Si no te calmas, él no lo hará. —Sehun se limpió las lágrimas y observó atónito como su pequeño cedía ante la voz de Chanyeol—. Oh Sehun, estás criando a un Park. —Le sonrió—. No dejes que su energía te devore.
—Gra-cias —liberó—. ¿Qu-é le pa-só? —Tomó aire—. Él no es así.
—No lo sé. —Le entregó su hijo a Sehun y después empezó a revolver las mantas de la cuna—. Está mojado.
—Bueno. —Sehun besó la cabeza de u bebé—. ¿Tienes ropa para él? —Tenía que darle un baño y cambiarle por completo. Chanyeol asintió y le señaló un mueble que combinaba con la cuna; obviamente había comprado todo el mobiliario en algún catálogo o con ayuda de alguien.
Kyungsoo arrojó el vaso con agua fría entre los arbustos de la mansión. El mocoso había sido tan rápido para armar un alboroto, ni la alarma más sensible hubiera sido tan efectiva y, como pensó, los sensores de Sehun fueron tan efectivos como su cría. Estuvo tan cerca, para no ser atrapado tuvo que esconderse debajo de una mesa y gatear hasta la puerta de salida.
Su corazón dejó de latir cuando escuchó la voz de Chanyeol cerca de él.
—Mal nacido.
Kyungsoo se corrió al instante, pero no pudo prevenir el golpe que recibió en el estómago. Los ojos se le volvieron sangre y lágrimas, no podía respirar o gritar. El tirón en su cabello no se comparaba en nada, perdió la conciencia después de la cuarta bofetada.
—Saca a esta mierda de mi casa —le ordenó a Kai—. No lo quiero cerca de aquí. —Arrugó el cuello de la camisa de Kai en su puño—. ¿Me has entendido?
—Sí, Chanyeol.
—Bien. —Lo soltó—. Tómate el día.
Kai lo vio volver a la mansión: las venas de su cuello estaban infladas como las de un toro y los músculos de sus brazos estaban tensos. Calculó que Sehun querría ver al chico después y que la orden de Chanyeol era más que una advertencia de muerte. Lo que haya hecho Kyungsoo, Chanyeol lo descubrió y lo buscó para cobrarse.
Tomó con cuidado el cuerpo y se mezcló entre los árboles para no ser visto desde la ventana de la habitación de Hyo. Su amigo tenía terreno de sobra para hacer desaparecer dos cuerpos, si quería.
Sehun besó el rostro de su hijo hasta sacarle sonrisas y gritos de felicidad; como reflejo vio entrar a Chanyeol, pero este no se acercó a ellos, se giró un poco y notó que seguía de largo por un pasillo, con una de sus manos apretando su cuello. Apretó sus labios y regresó a la habitación en la que había pasado la noche, recostó a su hijo y sacudió sus manos con vergüenza al recordar el pecho de Chanyeol y las cosas que había hecho para que el empresario se quedara acostado con él.
—Hyo, tenemos que ir a desayunar. —Se cubrió su rostro con la almohada, aspiró el aroma y volvió a la realidad—. Te prepararé algo rico.
—Papá... —Sehun miró hacia donde apuntaba su hijo: Chanyeol regresaba por el pasillo—. ¡Papá! ¡Papá! —Gritó hasta que el mayor se sentó a su lado y le limpió una mancha de la frente.
—Hice café. —Le dio una taza—. Puedo prepararte otra cosa.
—Está bien. Gracias. —Bebió un poco y luego lo dejó lejos de las manos de su hijo—. Conseguí alguien para que limpie la cuna. Podemos salir a comer afuera mientras se encargan.
—Sí. —Sehun pensaba limpiarlo, pero Chanyeol había sido amable y comprensivo con Hyo y por eso iba a aceptar esa invitación/orden—. Voy a cambiar a Hyo. ¿Dónde iremos?
—Esta cerca de tu casa, iremos a pasar la noche allí. —Sehun sonrió porque conocía el lugar, era un ambiente familiar y, tal vez, el que se sentiría extraño sería Chanyeol.
—¿Estás bien con eso?
—No me molesta; solo los necesito a ustedes —respondió sabiendo lo que causaba en Sehun esa respuesta—. El desayuno estaba muy bien. —Se levantó con la taza en su mano—. Estaré en mi oficina, por el pasillo. Los esperaré ahí.
Sehun no se explicó la velocidad con la que cambió a su hijo y buscó algo que pudiera ponerse, en la habitación había un mueble completo con ropas que se acercaban a su talle y otras que funcionaban muy bien. Bajó las escaleras nervioso, suspiró y se respaldó en la alegría de su hijo para hacerle frente a los encantos de Chanyeol.
—¿Cómo está mi pequeño? —Chanyeol alcanzó con un brazo a sus hijo y con el otro abrazó a Sehun por la cintura—. ¿Recuerdas cosas de ese menú? Yo solo quiero una hamburguesa.
—Sí. —No quiso temblar con las caricias del empresario, pero no pudo—. Es algo común en cualquier menú.
—Es algo común, ¿no? —Comenzó a caminar con ellos a su alrededor; se sentía extraño con ambos sonriendo cerca de él—. Estaré feliz con lo que sea.
Hyo llevaba una hora durmiendo en su propia habitación: Chanyeol había instalado la cuna en la que le pertenecía a Kyungsoo. Sehun no entendía las acciones, pero todo cambió cuando el empresario lo besó. Sus brazos estaban en el cuello de Chanyeol y este le apretaba la cintura.
—Levanta las piernas, cariño. —Sehun le hizo caso y dejó que lo llevara hasta la habitación.
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