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Capítulo 23

—Chanyeol, yo no voy a separarte de Hyo, —dijo desde el asiento trasero del mercedes—. Tienes todo el derecho a formar parte de su vida y no voy a entrometerme, pero no voy a casarme...

—Sehun, vamos a hablar de esto en tu casa y después de que te recuperes. —Se desvió del camino hacia su mansión fuera de la ciudad. Ese departamento se le hacía muy pequeño para su hijo; les mostraría a Hyo y a Sehun las verdaderas ventajas de ser un Park—. Kai fue a conseguir las medicinas. Descansaras un poco y te llamaré cuando él llegue. 

Sehun asintió; la cabeza le pesaba mucho y solo quería apoyarla en una almohada. Su bebé estaba dormido, separado del mundo y de todas las cosas terribles que su padre vio unos minutos antes. 


—¿Qué estás comprando? 

Kai ignoró la pregunta, su mente intentaba descifrar la letra de Leeteuk; no podía distinguir las vocales de las consonantes y eso le estresaba demasiado. 

—¿Qué estás buscando, Kai? 

El abogado se dio vuelta.

—No tengo idea. —Agitó la hoja—. No se entiende nada. ¿En qué idioma les enseñan a escribir en la facultad de medicina? 

—Es por los apuntes... Algunos ya escribían así desde antes —le contestó Kyungsoo. 

—¿Demonio? —Lo observó—. ¿Dónde estabas? 

—Estuve trabajando aquí. —Señaló el cartel en su pecho—. Presenté un currículum unos días atrás. 

—Que bueno. Necesito tu ayuda, ¿qué remedios son estos? 

—No te ves enfermo —le comentó—. ¿Para quién es?

—Son para el hijo de Chanyeol y Sehun. 

—¿Sehun está enfermo? —Sus ojos se abrieron y brillaron—. ¿Es algo grave? ¿Dónde está?

—Tranquilo, solo es una gripe. Chanyeol se lo llevó a su casa para más comodidad. 

—¿Cómo que se lo llevó? —Le apuntó con la receta—. ¿Dónde vive ese psicópata? ¿Cómo es que Sehun se fue con él?

—No está muy consciente que digamos. 

—Llévame a la casa esa. —Se retiró hasta un apartado con la receta y volvió con los medicamentos—. Vamos. 

El abogado sonrió y lo guio hasta su auto. 

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En las afueras de la ciudad, Sehun se retorcía en sueños. Se veía muy poco en la habitación, la lámpara de mesa no era tan fuerte y, por leves segundos, parecía querer apagarse; con sus manos estiró las sábanas hasta su cuello, intentó ignorar el bulto de proporciones humanas que se levantaba entre sus piernas, se quedó en silencio para no alertar a esa cosa y apretó los dientes debido a un dolor punzante en su esfínter. Sehun relajó las venas de su cuello cuando ese "algo" se alejó de su parte baja, pero el alivio solo duró unos minutos; el dolor regresó con más intensidad, como un golpe violento. 

Pensó que se trataba, otra vez, de esas pesadillas que nacieron en su adolescencia; un recuerdo de su fallida primera vez, esa única vez que no contó porque salió espantado apenas fue consciente de lo que iba a suceder. En ese momento no le importó el dinero que su "compañero" había gastado en una habitación para no obtener nada, no quería que le pusiera un dedo encima. Tiempo después le comentaron que eso se podía remediar si la pareja tenía experiencia, pero a él no le convencían las palabras. Mientras estaba en la universidad una estudiante de psicología le dijo que podría tratarse de un caso de genofobia y para comprobarlo, ella lo había observado durante un tiempo. 

—No tienes problemas para comenzar con una relación —le dijo. Sehun se sentía culpable porque la chica llevaba muchas horas siguiéndolo y casi viviendo con él, pero ella le decía que eso le ayudaría en su trabajo final—. Puedes dar besos, abrazos, asistir a citas y no te da impresión la masturbación o los toques íntimos, pero no soportas la idea de que alguien te penetre y eso es muy problemático viniendo de un doncel... Bueno, viniendo de cualquier persona que tenga preferencia por los hombres en las relaciones. 

—¿Y qué se supone que haga? 

—Y, puedes tratarlo con psicoterapia. —Sacó su cuadernillo y anotó un número—. Deberías llamar  a este número, en ese centro pueden ayudarte. 

Esa misma tarde fue hasta el centro, pero sintió vergüenza y no entró; le intimidaba hablar de su caso y pensó que solo esperaría a que su amiga se recibiera para que ella lo atendiera. Jamás le contó a Kyungsoo, les hizo creer a todos que su trabajo le imposibilitaba encontrar pareja y se alejó de todos los que intentaban acercarse. 

—No quiero, aléjate —soltó en un quejido. Lo que parecía una cabeza se arrastró por su cuerpo hasta su pecho, estaba muy cerca. 

Sehun despertó a los gritos cuando esa cosa amenazó con salir. Había escapado del monstruo, sudor frío bajaba por su frente y le temblaban las manos. La habitación era desconocida, pero la bestia no estaba y eso era algo bueno. Hizo un esfuerzo por recordar lo sucedido en horas anteriores: la discusión con Kyungsoo, la fiebre de Hyo, la visita al médico, el padre de Chanyeol, Kai acogotando al padre de Chanyeol, el sofá, el mercedes... No había nada más. Corrió las sábanas, llevaba un pijama, su atuendo no estaba y tampoco su ropa interior. Tal vez el empresario se lo había quitado todo; aunque quería creer que tuvo un leve momento en el que despertó de su inconciencia para cambiarse. 

—¿Cómo te sientes? —Chanyeol abrió la puerta, en sus manos llevaba un vaso con agua y una caja azul—. Son las medicinas —Se las dio—. Tu amigo está abajo dijo que quería verte. 

—¿Dónde estamos? 

—En mi casa. —Se sentó a los pies de la cama—. Voy a decirle que vuelva mañana. 

—No. Dile que pase; no lo vi en todo el día y estoy preocupado. ¿Hyo está en otra habitación? 

—Nuestro hijo está en su habitación... —Hizo pequeña pausa que confundió a Sehun—. Y esta es nuestra habitación. —Se levantó y salió sin esperar una respuesta. 

Sehun quedó aturdido y la pesadilla se volvió real, adquirió un rostro y un cuerpo; se pinchó el muslo para detener sus pensamientos. 

—No, no. Chanyeol no me tocó mientras estaba dormido. No, él no haría eso. Solo fue un sueño. —Se repitió varias veces las palabras, como una oración, un consuelo. 

Kyungsoo golpeó un par de veces la puerta de la habitación, Chanyeol le dijo que Sehun estaba durmiendo y que no debía ser molestado, pero él no le creyó. Tenía que ver a su amigo, asegurarse, ver con sus propios ojos que las cosas estaban bien. 

—Kyung... —Su amigo lo abrazó con fuerza y lo subió a la cama por el impulso—. Te extrañé. ¿Dónde estabas? Kai me dijo que saliste y que te veías raro. 

—El que está raro eres tú. ¿Qué pasó? ¿Por qué estás en esta casa? 

—Kyungsoo, Hyo y yo teníamos fiebre y Chanyeol se ofreció a llevarnos hasta una clínica. —El cruzó de brazos y apretó los labios—. Después de eso no recuerdo. Estaba tan cansado y me dolía la cabeza. Chanyeol nos trajo aquí por alguna razón. 

—Es obvio que solo fue un paso más en sus locuras. Te diría que tenemos que irnos, peor te ves muy pálido y sigues con algo de fiebre. Toma la medicina y mañana veremos cómo salimos de aquí. —Le dio un beso en la frente y lo ayudó a recostarse en la cama—. Voy a echarle un vistazo a Hyo, no tardo. 

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—Es la última vez que lo digo: quiero a ese enano de mi lado o fuera de mi camino. 

—Y yo te dije que al demonio le gusta el papi de tu bendición. No me preguntes por qué, las cosas son así. —Encendió un cigarrillo. 

—Dijiste que podías manejarlo. 

—Tú y yo decimos muchas cosas. —Soltó el humo como una castada hasta su pecho—. Se suponía que ibas a quedarte con el niño, pero ahora quieres el combo. También me prometiste que solo te divertirías una noche con él y luego nos iríamos. ¿Recuerdas eso?

—Sehun es mío, Kai. 

—Sí, lo sé. Te obsesionaste de una forma muy peculiar con él. —Tomó una calada profunda—. Hice lo que estuvo en mis manos. —Sonrió—. Estuvo en mi cama y fue grandioso, pero a él solo le interesa Sehun. Y eso, mi amigo, me molesta como una patada en los huevos. —Apretó los dientes—. No voy a ser el premio consuelo. 

—Entonces, me haré cargo. 

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