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Capítulo 16

—Deja de seguirme... —susurró cuando el abogado se paró junto a él en el supermercado.

—Estoy comprando.

—¿Queso para bebés? —El hombre tomó uno igual al que sostenía Kyungsoo y lo cargó en el carrito, luego tomó un par más, y así con todas las compras.

—Son para mi sobrino. Quiero saber qué es lo que le gusta.

—Le gusta que su padre esté tranquilo y feliz.

—Bueno, eso no depende de mi. —Cruzó levemente su carrito frente al de Kyungsoo y se inclinó para ver al bebé—. Tuviste que sacar las orejas...

—Oye, no le hables así al niño.

—¿Por qué? A su padre Chanyeol le gusta la honestidad. Viene en la sangre.

—No sabemos si es el padre. En la orden decía que esperarían a tener los estudios.

—En realidad, los que van a esperar son los jueces. Chanyeol y yo no somos jueces.

—¿Le agrada reconstruir las cosas a su favor?

—No, son formas de ver... Hay que hacer una lectura más profunda.

—Solo diga que piensa hacer lo que se le venga en gana. —Quitó el carritó de su camino y siguió por el pasillo.

—Esa es una perspectiva negativa. Yo hablo de derechos. Mi cliente tiene derecho a conocer a su hijo—. Tomó un juguete que Hyo intentó tomar y lo agregó al carrito—. Se puede llegar a un acuerdo. ¡Es lo más beneficioso para el bebé! —gritó cuando Kyungsoo subió rápidamente a un taxi, arrojando todas sus compras en el asiento contrario.

—Hyo, por favor, no le digas a tu padre nada de esto. —El pequeño lo observó y estiró la manito para tomar un paquete de la gran bolsa blanca.

Todas las copias cayeron al bote de basura y, aún así, no dejaba la copiadora en paz. Cada vez que una copia tenía una mínima mancha era arrojada al bote. Varios se habían acercado a prestarle ayuda, pero él pronunciaba "el presidente Kim..." y todos salían huyendo. Algunos avisaban a otros, y esos a otros.

—¿Por qué siempre es la última hoja? —Minho apareció junto a él y le quitó la lapicera azul de las manos—. ¿Qué pasó?

Sehun miró la lapicera, la mano de Minho y después la cara.

—Voy a enloquecer.

—¿Mucha exigencia?

—Exigencias... ¿Exigencias? ¡¿Cómo se atreven... —Minho lo detuvo cuando un par de colegas se formaron detrás de ellos.

—No es un buen lugar. Vamos.

En la oficina general los esperaba Boah. Se veía tan vació. Su escritorio había sido trasladado y no se animó a llevar las fotografías de su hijo. Boah prometió que las iba a cuidar muy bien.

—¿Cómo te fue? —Se levantó de su escritorio y fue a abrazar a Sehun.

—Estoy sorprendido y mareado. Creo que voy a vomitar... —Boah lo alejó y Minho le acercó una silla.

—¿Discutieron?

—Si escuchar una tontería, no aceptarla y esconderse durante horas en la sala de copias cuenta... Sí. —Se inclinó en la silla y dejó que el viento frío del aire acondicionado le bajara el calor de los ojos—. El jefe es el donante que seleccionó mi doctora. El tipo había "donado" por dinero y olvidó retirar la muestra.

—Eso sí...

—Da miedo —completó Boah—. Pero, tu hijo no es de otro...

—No lo sé. ¡No sé quién es el padre de mi hijo! —El estúpido hospital había arruinado su vida y sus planes. Tenía al amor de su vida, pero esa dulzura tenía una carga muy pesada para sus espaldas.

—Solo uno de ellos es el padre de tu hijo. Si los jueces dicen que es Park, pues solo será él.

—Boah, puede que esto termine en una enorme y prolongada guerra legal entre esos dos sujetos —aclaró con algo de pesar Minho—. Según lo que sé, los dos son individuos complejos.

—Tengo que ir hasta mi oficina, pero no quiero.

—Espera; ese tipo dijo que iba a despedirte porque eras padre, pero ahora quiere a tu hijo... ¿Qué le sucede?

—No lo sé, Boah. Estoy pensando seriamente en renunciar.

—Sehun, tienes gastos y un hijo. No puedes renunciar. Además eso solo empeorará las cosas.

—Ya no quiero estar aquí.

Llevaba demasiado tiempo fuera de su "oficina", quería asomarse a la oficina de su jefe solo para retirar sus cosas y desaparecer en algún desierto. Sus amigos intentaban despertar su optimismo, pero Kim se lo había cargado muy temprano en la mañana. Su celular temblaba en el bolsillo del saco y no sabía a quién culpar primero. Su deseo le terminó colgando dos problemas; y la única solución que circulaba por su cabeza lo convertía en un criminal. 

...

—No hay nada peor que Kim Junmyeon rondando lo que es mío. —Kay se estiró en la cama y se cubrió la cabeza con dos almohadas. 

—¿Puedes esperarme en la sala? —Chanyeol abrió la ventana. 

—Levántate. Tengo que deshacerme de Junmyeon y tú eres parte importante de este plan. 

—¿No puedes usar los resultados de ADN? 

—No creo que el bastardo entienda de esa forma. Solo hace todo esto para fastidiarme; sus monitos parlanchines ya están rondando el departamento de mi hijo. —Kai tomó su celular y revisó algunas imágenes. Su amigo con complejos de jefe se veía demasiado tranquilo comentando algo que a otros alarmaría bastante. 

—¿Qué le hiciste a los monitos? 

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