Capítulo 10
Sehun se estiró en su lugar y luego caminó hasta su amigo. No notó la mirada de horror, se agachó y tomó el celular que había salido ileso. Guardó el aparato en su bolsillo cuando fue arrastrado hasta el departamento.
La muñeca le dolía un poco, Kyungsoo se había pasado con la muestra de cariño. Él también lo extrañaba, pero no le removía una capa de la piel en el intento.
—Kyung, ¿qué sucede? ¿Ocurrió algo malo? —Fue liberado en el centro de la habitación y su amigo le señaló la mesa.
—Tú, ¿pediste algo? ¿Compraste algo? —le recriminó sin bajar la mano.
—En verdad no lo recuerdo, pero voy a ver mis actividades en la computadora. Puede ser un error o algo que llegó muy tarde.
—Sehun, ¡un tipo raro lo trajo hasta la casa! ¡Parecía un asesino! Casi entró aquí. —Miró la mesa y se cruzó de brazos—. Hay que deshacernos de esto.
—Bien, voy a ver los datos del paquete y lo devolveremos. —Tomó la bolsa y leyó los datos. Todo estaba bien, no había nada fuera de lo normal—. Es como si lo hubiera pedido. Están todos mis datos. —Un calor intenso le recorrió la espalda cuando se atrevió a pensar en una estafa. Alguien podía estar comprando cosas...
Destrozó el empapelado gris y retiró lo que había dentro. Un sentimiento amargo subió hasta su garganta y se quedó en silencio. Kyungsoo se acercó a él y no hizo ningún comentario. Un pequeño traje colgaba en las manos de Sehun que lo dejó sobre la mesa y se sentó en el sofá. Lo había visto en un negocio dos cuadras antes de su trabajo, le había gustado mucho y lo había dibujado sobre su hijo. No podía pagarlo, al menos no sin ahorrar lo suficiente; un lujo que no se podía dar sin lamentarse. Incluso una de sus compañeras le había consolado con la idea de que tenía todo el tiempo del mundo para mimar a su hijo.
—Yo no pedí esto. Esa tienda no tiene una página web. —No se había atrevido a tanto, incluso se había desenamorado de la idea—. Debe ser una equivocación. Sí, eso es.
Kyungsoo le ayudó a acomodar el objeto dentro de la caja y lo empapelaron nuevamente. Después Sehun revisó sus tarjetas y las páginas: no había rastro alguno. Los montos estaban intactos. Se desperezó y pensó en llevarlo hasta la tienda, tal vez allí tendrían una explicación. Alguien había hecho el pedido y todo terminó mal. Pero, ¿cómo ocurrió? Él ni siquiera era un cliente regular.
—Estoy muy confundido. ¿Dijiste que lo trajo ese hombre? Entonces el vio al repartidor o algo parecido. —Tomó su saco y caminó hasta la puerta.
—¿Qué piensas hacer? ¿Estás loco? —Sehun separó a su amigo de la puerta y cambió su semblante.
—Kyungsoo, esto puede ser muy perjudicial para mi. Si el repartidor se equivocó, tengo que devolver el paquete o tendré que pagarlo y no tengo el dinero. Iré a hablar con él y volveré pronto.
—Voy contigo.
—Kyung, no podemos dejar a Hyo solo.
—Lo llevaremos. Me sentiré más seguro si voy contigo. Ese tipo no me agrada. —Tampoco quería exponer al bebé, pero tenía un mal presentimiento. El tipo había prácticamente ingresado a la casa unas horas antes y había perseguido a Sehun.
—No lo sé.
—Él y yo nos comportaremos. Estaremos al margen mientras le quitas la información al vecino raro.
—Kyungsoo, ¿tan mal estaba? —le consultó con dobles intenciones, pero su amigo torció la cara y Sehun desistió. No iba a recibir un castigo por culpa de un desconocido.
Sehun sonrió cuando vio a su hijo cubierto como un pijama de osito y una pequeña bufanda. Apenas podía reconocerlo. Se veía adorable y caótico.
—Pero... ¿Qué te ha hecho el tío Kyung? Eres un bebé osito. —Este y más piropos le soltó al abrir la puerta y de camino al departamento que estaba en frente del ascensor—. ¿Lo viste entrar aquí?
—Sí, se escapó como una cucaracha. Ya no me siento bien, ¿podemos volver? Hyo necesita comer. —Retrocedió un poco cuando Sehun golpeó la puerta. Toda la valentía se había esfumado y sus ojos se habían clavado en la espalda de sus amigo. Un leve mareo se hizo retroceder aún más. Estaba a punto de caer, pero algo lo detuvo.
—Eres muy descuidado enfermero. Tienes buscar algún tipo de compañía... —Con el quejido de Kyungsoo, Sehun ignoró la puerta abriéndose y se volteó para encarar a su casi desfallecido amigo.
—Kyung, ¿qué te sucedió?
—Kai, otra vez estas asustando a los vecinos.
Kyungsoo frenó en seco el brazo de Sehun y le pidió que regresaran al departamento. El pequeño había empezado a llorar y los otros inquilinos también eran trabajadores agotados. Si bien aún seguía molestó, escuchó a su mayor y se tranquilizó.
—Señor...
—Park Chanyeol. —Sehun tomó su mano y le devolvió el saludo—. ¿Su paquete estaba bien, señor Oh?
—De eso quiero hablar. El cartero o repartidor, ¿dejó algún número con el que pueda comunicarme? ¿Le dijo algo? Porque el paquete no es mío.
—¿Elegí mal el regalo? ¿No fue de su agrado?
—Mire, no estoy bromeando... ¿Qué? Si usted lo compró, ¿por qué lo dejó en mi casa?
—Señor Oh, tenemos que hablar.
—Escúcheme. ¿Qué le pasa? Necesito una solución, esto se siente cada vez peor. —Tomó a su hijo en brazos y sujetó la mano de Kyungsoo.
—Señor Oh, ha hecho un maravilloso trabajo con mi hijo.
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