Cuando llegué a este planeta pensé que ya habíamos dominado la Tierra, porque los humanos eran muy débiles, no tenía otra arma más que su inteligencia aunque la mayoría de ellos eran idiotas. La realidad era muy distinta y había profesores de mi especie repartidos por el mundo, llegué a una ciudad y uno de ellos me interceptó. Se hacía llamar Raquel Ojeda y me ordenó elegir un nombre para mí, fue muy extraño pero lo hice. 

Alan será tu nombre a partir de ahora y no puedes cambiarlo mientras esté en la Tierra, me dijo. No quería discutir así que lo dejé así pero ella siguió ordenándome qué hacer, había muchas reglas. No podía mostrarle a los humanos lo que era realmente, no podía cambiar de forma cuando quisiera, no debía decirle a ningún humano acerca de los viajes al espacio y esas cosas. En fin, no se podía hacer nada.

Raquel me dijo que yo había llegado a la Tierra para aprender, era cierto, tenía mucha curiosidad por saber de dónde venía, cuál era mi historia, de qué clase de planeta proveníamos. Ella no me quería dar las respuestas dijo que debía buscarlas por mí mismo. 

Quién hubiera imaginado que yo decidiría quedarme en la Tierra para ser un profesor más, después de todo entendía mis limitaciones, para ser un discapacitado había llegado muy lejos.