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Capítulo 2

Los golpes de la puerta no cesaron hasta que Alan, con un nuevo cambio de ropa, atendió a esa persona. Él se sorprendió al ver a uno de sus alumnos frente a él, algo sumamente extraño luego de que ambos habían expresado que no les interesaba tratar con un plasmioformo discapacitado. Alan les había dado el nombre y ubicación de otros profesores con el fin de ayudarlos, pero ya debieron haberse marchado hace días.

—¿Qué haces aquí? ¿Y tu amiga? —preguntó curioso y un poco confundido al ver sólo al "gótico elegante", así es cómo lo nombró porque no le habían dicho sus nombres anteriormente.

—Ella desapareció, estábamos ahorrando dinero para viajar en estos días pero no regresó —comentó mientras entraba al departamento, su mirada se dirigió hacia la mujer de cabello negro, ella simplemente le sonrió para luego ir a su habitación—. Mmm, creí que ella era humana.

—¿Por qué no buscas a tu amiga? Perdiste tiempo valioso viniendo aquí —cuestionó Alan en un tono agresivo, aunque no fue su intención sonar así. Debía mantener la calma para no levantar ninguna sospecha.

—Me vi obligado a contactarte porque no conozco este lugar. Es patético tener que pedirle ayuda a un discapacitado —comentó en un tono despectivo, haciendo a Alan soltar un suspiro.

—Te recuerdo que este discapacitado es tu única opción —dijo para luego sentarse en el sillón, también le ofreció un lugar a Gótico pero este no aceptó, en cambio lo tomó del cuello de su ropa.

—Tú lo dijiste, no tengo tiempo para estupideces.

—Siéntate y hablemos.

—¡¿Hablar?! ¡Debemos salir a buscarla! Ya es el colmo que tenga que tratar con un discapacitado —exclamó para un momento sentir una fuerte presión alrededor de su cuello.

—Ya comienza a hartarme que me llames discapacitado, mi nombre es Alan —murmuró a unos centímetros de su rostro. Él estaba sujetándolo del cuello con su cola—. No me subestimes sólo por mi condición.

De la espalda del muchacho comenzaron a extenderse sus vectores, 4 extremidades de unos 2 metros de extensión. Las utilizaban especialmente para cazar y pelear. Alan reaccionó, esquivando el vector que iba directamente a su cabeza.

—Siéntate y hablemos —repitió tomando el cuello con su mano esta vez, de esta forma liberó su cola para envolver el resto del cuerpo junto con los vectores. Inmovilizó al joven haciendo mucha presión—. Cálmate, no quiero que rompas nada del departamento.

—E-Es im-posible... —respondió apenas, sintiendo la falta de aire y uno que otro hueso roto.

—Esto no es nada —habló para luego liberarlo completamente—. Siéntate y haz memoria, ¿cuándo fue la última vez que viste a tu amiga?

El joven frotó su cuello debido al dolor, el cual poco a poco desapareció así como las fracturas de sus huesos. Un poco más calmado se sentó en el sofá. Alan volvió a hacerle la misma pregunta.

—Fue ayer, ella trabaja en un lugar llamado "bar" de noche y no regresó esta mañana —contestó cabizbajo—. Es extraño, ella es muy puntual.

—Tal vez se distrajo con algo —supuso pero su invitado negó inmediatamente.

—La conozco bien, por favor... Quiero encontrarla.

—Entiendo, ¿ustedes formaron el enlace? De esa forma sabríamos dónde está —Alan vio negar nuevamente al muchacho. Las opciones se agotaban.

—Nuestra amistad no es tan fuerte como para llegar a ese extremo.

—¿Se han expuesto de alguna manera? Tal vez ella fue interceptada por Venegas —comentó pero el joven no sabía a lo que se refería—. Ah cierto... Llevan poco tiempo en la Tierra. Venegas es una organización que se asegura que los humanos no sepan de nuestra existencia, está formada por los nuestros enteramente y son los que impusieron las reglas que debemos seguir.

—Ah, entiendo... pero no hicimos nada. Nos habías dicho que no expongamos nuestra verdadera identidad cuando llegamos —respondió, dejando notar un poco de desesperación en su voz.

Él vio al mayor ponerse de pie y dejar la sala en silencio, un momento después regresó con una bolsa negra, la cual arrojó sobre su regazo. Alan observó atentamente cómo el muchacho abría la bolsa para encontrar una gran cantidad de billetes.

—Son mis ahorros, es suficiente para sobrevivir por un mes. Podrás llegar a la dirección que les di con uno de mis colegas y allí te ayudarán. Yo no puedo hacer más —le explicó.

—¿No es demasiado?

—Lo necesitarás para el viaje. Asegúrate de comer tres veces al día como los humanos para no levantar sospechas —luego de darle un par de consejos más, Alan despide al joven y cierra la puerta. Un momento después Narahi sale de su habitación, encontrándolo golpeando su cabeza contra la madera.

—Mis ahorros —se lamentó para luego abrazarla.

—¿Por qué no lo ayudas en la búsqueda? —cuestionó mientras palmeaba su espalda como consuelo. Las paredes de las habitación eran bastante gruesas pero ella estaba pegada a la puerta, escuchando el chismecito.

—Viste lo que pasó en el café, no puedo salir hasta saber qué me está pasando.

—Venegas puede ayudarte, ¿verdad? —propuso, aunque Alan soltó un suspiro.

—No quiero tener nada que ver con ellos, seguramente no les interesa ayudar a un discapacitado —comentó al separarse. Él se acercó al sillón para recoger su gorro rojo de hilo, por suerte no lo destrozó al cambiar de forma.

—No es tu culpa ser así.

—Teniendo en cuenta que nosotros somos diseñados, es raro que un discapacitado nazca. También está el hecho de que un error como yo haya sobrevivido hasta ahora, los normales se disgustan —le explicó, estaba seguro de que ella podía entenderlo porque también existían discapacitados en la raza humana.

—¡Es una pelotudez! —exclamó indignada—. Pero yo te veo normal, digo, no te falta alguna extremidad o algo así. ¿El problema es tu cabeza?

—La pregunta ofende. Si falta algo, no tengo vectores —Alan le dio la espalda, levantando un poco su camiseta para mostrarle una marca diferente a las otras. Parecía ser una cicatriz—. En ese lugar deberían estar, son 4 extremidades como tentáculos que todos los de mi especie tienen —agregó.

—Ya veo. En su lugar tienes esta cola —indicó la morocha, tomándolo del extremo—. Parece muy útil.

—Lo es aunque no puedo usarla todo el tiempo... hasta ahora —presumió para luego tomar a Narahi de la cintura y acercarla a él.

Unos golpes en la puerta los interrumpió nuevamente, Alan supone que es la vecina loca que cree que Narahi es una extraterrestre. Siempre aparece ante él con supuestas pruebas de que su esposa es un alíen.

—Yo atiendo —comentó ella. Al mirar por la mirilla vio que se trataban de dos hombres de trajes, lucían como testigos de Jehová—. Les diré que somos ateos.

Alan cubrió su boca rápidamente, indicándole que guarde silencio. La razón era sencilla, se trataba de otros plasmiomorfos y los detectó gracias a su olfato.

—Conozco a esos dos, por favor no digas nada que te comprometa —susurró.

Debido a que tardaron en responder, los hombres de traje se tomaron la libertad de abrir la puerta por la fuerza. Alan reaccionó, colocando a Narahi detrás de él para protegerla.

—Lo sentimos por la cerradura —comentó uno de ellos mientras daba unos pasos dentro del departamento—. Buenos días Alan, revisión sorpresa.

—Mierda —masculló el nombrado por lo bajo.

—¿Quién es ella? Alianzas... ¿te casaste? —preguntó el otro trajeado al ver los anillos en las manos de ambos.

—Ella no les interesa, también es una discapacitada —comentó Alan en un tono serio.

—Es muy extraño. La posibilidad de que dos discapacitados se encuentren en el mismo país y se casen es muy baja.

—¿Cómo te haces llamar? —interrogaron a Narahi, ella era el centro de atención en ese momento. Se sentía intimidada pero cerró los ojos por un momento e hizo unas señas con sus manos—. Es lenguaje de señas, ¿no?

—Si, dice que se llama Narahi y pregunta si somos amigos de Alan —lo traduce su compañero—. Debe ser por eso que es una discapacitada, no puede hablar.

—Como sea, nos enviaron a buscarte porque Venegas quiere verte. Parece que una cámara te captó cambiando de forma en plena calle. Supongo que tienes una buena explicación y ellos quieren escucharla.

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