Capítulo 7
04 de Mayo de 2024
Madrid, España
Pasaron pocos días desde que estuve en el hospital, me han dicho que no vea pacientes por una semana.
En este momento, me encontraba en los últimos detalles de mi vestimenta y maquillaje para la cena médica.
—¿Hay conductor designado? —preguntó mi pareja, desde la puerta.
—Alejandro me traerá de vuelta a casa, dijo que no tomará hoy. —mencioné.
—¿Tenemos unos minutos? —susurró, tomandome por la cintura.
En aquel instante se escuchó la bocina del auto de Alejandro.
—Cuando vuelva. —lo bese, tome mis cosas y me fui.
Al llegar al lugar, tomamos asiento, luego de pensar y discutir, ordenamos algo de comer y bebida, aunque muy variada.
—Martinez, ¿Que te pediste esta vez? —suspiró Alejandro, mirándolo.
Martinez, tenía su propia experiencia, en cada cena médica, probaba distintos tragos, luego los calificaba.
—Gin de mahón. —respondió. —Lo probaré.
—Nadie te cuidará cuando estes borracho. —recordó Ale.
El resto de la cena, ha pasado entre charlas, risas, discusiones y anécdotas. Hasta el momento donde han puesto una canción, que le fascinaba a Alejandro.
—Rodriguez, muestra el baile que sabes hacer. —gritó otro de los presentes.
Luego del pedido, para ver aquel baile, Alejandro se levantó de su asiento, se colocó frente a nosotros, cuando la música comenzo a sonar, sus movimientos eran precisos y controlados, cada vez más seguridad y sensualidad en su baile.
—¡Yo quiero aprender! —exclamó Martinez, para luego colocarse enfrente de Alejandro.
—Mira, así. —siguió Ale, cada vez más cerca uno del otro.
Bailaron juntos, demasiado. Por mi parte, fui a la barra y pedí un trago, para asimilar tal vez, lo que era el nuevo romance del hospital.
—Bueno... Alejandro recibió el regalo del striptease. —comentó un doctor, colocándose a mi lado.
—Diría que el que recibió un striptease, fue Martinez. —bromee.
Horas después, casi en la madrugada, estabamos volviendo en el auto, Alejandro ha estacionado en mi casa, para dejarme.
—Saavedra. ¿Puedo pasar al baño? —preguntó Martinez, desde el asiento de atrás.
—Martinez, joder. —Alejandro suspiró y soltó el volante. —¿Justo ahora? Quiero llegar a mi casa.
—Claro, Martinez. Pasa. —respondí. —Vamos Ale, serán unos minutos, entra.
Ambos entraron, Martinez paso al baño, Alejandro y yo nos sentamos en el living, en el sofa.
—Oye, Valeria. —nombró. —¿Como estas?
—Estoy bien, las cosas estan yendo bien. —afirmé.
Desearía haberle dicho la verdad.
El silencio invadió el ambiente, hasta que...
—¡Martinez, joder coño! —gritó Nicolas. —¡Debes avisar que estas en mi baño!
Con Alejandro compartimos una corta mirada y luego nos reímos, a los minutos, Martinez volvió hacía nosotros.
—Valeria, ¿Me traes un poco de agua? —pidió Alejandro. —En unos minutos, nos iremos.
Accedí, me fui y a los pocos segundos, volví nuevamente con un vaso de agua, pero me encontré con una escena, que no creí vivir para ver.
—Te quiero, aunque tú me odies. —murmuró Martinez, recostado al hombro de Alejandro.
El contrario, lo abrazaba, para luego proceder a responder.
—Yo también te quiero, Martinez. —susurró Ale. —No te odio, solo me sacas de mis cabales. Pero me hace feliz ser tú amigo y colega.
Vaya... Esto si era raro.
06 de Mayo de 2024
Madrid, España
Desde unos días hasta ahora, mi obsesión fue en aumento, me encerré en el trabajo, y en lo que fue la muerte de mi hermana.
No era capaz de parar, necesitaba alimentar mi curiosidad, por esa razón tenía planeado visitar lugares en los que mi hermana ha estado, lugares a los cuales no pertenezco, y por lo que me arrepentiría toda una vida, o casi...
Mi día se resumió en pacientes, emergencias y charlas con mis colegas sobre algunos pacientes... Lo normal.
Me encontraba en el ascensor, rumbo al primer piso para tomar mis cosas e irme. Tenía prisa.
—¡Saavedra! —exclamó Martinez, entrando.
—Buen día, Valeria. —saludó Alejandro, entrando detrás y apretando el piso dos. —No te he visto hoy.
—Estuve todo el día de paciente en paciente. —respondí.
—¿Puedo presionar el dos, el cero y luego el dos nuevamente? —preguntó Martinez, mirando a Alejandro.
Era un niño en el cuerpo de un adulto.
—No, lo vas a dañar. —suspiró Alejandro. —Además, ¿Para que quieres hacer eso?
—Pero si lo hago. ¿Hará ese orden de pisos o nos llevará al piso doscientos dos?
—Creo que la obvia respuesta, es la primera opción. —comenté.
—Que aburrida, Saavedra. —se quejó Martinez.
Las puertas se abrieron.
—Buena jornada. —dije y me baje.
En menos de quince minutos estaba fuera del edificio, camino a lo que iba a ser, mi destrucción.
Podría describir aquel lugar a la perfección, pero no perderé tiempo en esos aburridos detalles.
Cuando estaba allí, intentando encontrar algun indicio o incluso una persona, era capaz de hacer preguntas.
Un auto estacionó cerca, por lo que decidí esconderme, solo logré observar como bajaron a una persona con los ojos vendados, y comenzaron a gritarle.
—¿Donde carajo esta Pablo Garcia? —exigió un hombre, con un arma.
—No lo se. Lo juro. —respondió la persona, aparentemente secuestrada.
Sin esperar un segundo de margen, se escuchó uno, dos, tres disparos, rápidos e imapctando en el cuerpo de aquel hombre, que murió al instante.
—¿Y si enserió no lo sabía? —preguntó la otra persona presente.
—Por si acaso. —respondió y guardo el arma. —Pablo ha desaparecido luego de aquella muerte, y no debe estar en nada bueno.
—¿Donde piensas que puede estar Pablo?
—Pablo es gilipollas, no creo que logre llegar ni siquiera a Barcelona. —comentó.
Al cabo de unos minutos, ambas personas se fueron, y no me han visto. Vaya...
Ellos tenían razón, Pablo no estaba en nada bueno, el estaba internado en un maldito psiquiátrico. Y ahora, era donde más necesitaba respuestas.
"Ha desaparecido luego de aquella muerte"
¿De que muerte habla?
¿La muerte de Julia?
¿Todo estaba relacionado?
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