Capítulo 2
Luego de hablar con Nicolas por llamada, conduje hasta mi casa, al llegar, me encontré a mi madre, dentro de la casa.
—¿Como tienes la llave? —pregunté al entrar.
—¿Como estas, mamá? —inquirió sarcásticamente. —¿Sabes algo? Deberías leer tus apuntes de la universidad, tal vez haya algo del buen trato hacía los padres.
—¿Como estas, mamá? Espero que bien, un gusto recibirte en mi casa, a la cual no fuiste invitada, y no se de que manera tienes la llave. —respondí sarcásticamente.
—Ay Valeria, deberías tomar algo para ese carácter, debe existir algún medicamento para el mal carácter. —mencionó.
—Mamá, no existen medicamentos para el mal carácter, pero cuando los inventen, te los regalaré para tú cumpleaños. —dije. —¿Como carajo entraste a mi casa?
—Yo tenía copia de la llave, pero mi querida hija, cambió la cerradura, ya que según, se siente invadida. —contó, sarcásticamente.
—Basta de sarcasmo. —pedí, dejando mis cosas. —¿Como tienes la llave?
—Se la pedí a Nicolas. —contó. —Deberías aprender de el.
—¿Dejaste a Nicolas, sin llave? —comenté, tomando el teléfono. —Mamá, por favor.
—Ay, que exagerada. —respondió. —¿Tienes café?
—Silencio. —pedí y estiré la mano. —La llave de Nicolas, ahora.
Al fin y al cabo, mi madre me devolvió aquella llave.
—Debo irme. —comenté. —¿Te pido un taxi?
—¿A donde te irás? Acabas de llegar. —reclamó.
—Me iré a buscar un geriátrico por la zona. —suspiré. —¿Prefieres aquí en Madrid o Barcelona?
—Que graciosa, hija. —mencionó. —Barcelona esta a seiscientos kilómetros de aquí.
—Es la idea, mamá. Ahora, vete, debo salir.
Después de tantas peticiones, ella se fue, yo volví a tomar mis cosas y me fui hacía el juzgado, entré, y en uno de los pasillos me cruce a Nicolas.
—Te veo luego. —le dijo Nico al hombre que estaba a su lado y luego se acercó. —Hola mi amor.
—Tus llaves. —suspiré y se las entregue. —Que sea la última vez, que se las entregas a mi madre.
—Me sentí culpable, parecía muy afectada, y sus palabras me generaron angustia. —confesó.
—Es manipulación, no debes dejar que te afecte. —lo miré. —Cambiamos la cerradura de la casa por una razón.
—Perdóname. —pidió. —No quiero problemas. Es tú madre.
—No se comporta como tal, no vuelvas a darle las llaves, no importa lo que te diga. —ordené. —¿Entendido?
El asintió y miró su reloj, para luego volver a hablar.
—¿Quieres ir a comer algo? Tengo un rato libre. —preguntó Nico.
—Claro, vamos. Aprovecho a contarte algo. —mencioné.
Nos retiramos hacia una cafetería, la cual estaba en la esquina del juzgado, tomamos asiento y ordenamos, para luego comenzar a hablar.
—Conseguí el historial clínico de mi hermana. —conté.
—¿Tú de verdad crees que es bueno revolver esa herida? —preguntó.
—Es simplemente... Buscar. —confesé, tomando la taza de café entre mis manos.
—¿Y que buscas con exactitud? —inquirió. —¿Lo sabes?
Un silencio invadió ese espacio, ambos nos miramos, intenté desviar la mirada, lo cual no fue posible.
—Valeria, mirame. —pidió. —¿Sabes lo que buscas?
—No. —suspiré. —Solo espero encontrar algo que me guíe a saber porque se suicidó.
—¿Te traería paz averiguarlo? —cuestionó, con su mano aferrada a la mia.
—Eso creo. —asentí.
—Si es así, tienes mi apoyó. —comenzó diciendo. —Pero estaré atento por si te hace mal.
Nicolas era el hombre de mi vida, nunca nadie me había amado de una forma tan sana y completa. Despertar todos los días y ver que aún esta a mi lado, me llena de esperanzas, y me demuestra que siempre hay algo mejor, aunque no siempre somos capaces de verlo.
A los pocos minutos Nicolas fue llamado del juzgado y se fue, yo por mi parte volví a nuestra casa, la cual estaba en un vacío tan inmenso y angustiante.
Tomé asiento, y abrí aquel historial médico.
Julia Saavedra
Madrid, España
Nacimiento: 26 de Septiembre de 1990
Fallecimiento: 14 de Abril de 2024
Hospital General Universitario Gregorio Marañon.
Esas fueron las primeras palabras que me recibieron, mi corazón se rompió un poquito más a medida que avanzaba la lectura, al principio era lo normal, consultas médicas, análisis, fractura de hueso, hasta que llegue a lo más reciente, a partir del año 2020 a los últimos meses.
¿Un embarazo perdido? ¿Multiples consultas con psiquiatra para pedir pastillas? ¿Ideas suicidas? ¿Miedo a salir? ¿Frases irracionales?
¿Que carajo es todo esto?
A medida que leía, no podía asimilarlo, eran tantas cosas, tantas situaciones en menos de cuatro años, logré percatarme que en 2020 fue el comienzo de todos aquellos episodios, muchas frases repetidas, donde mi hermana afirmaba no querer que yo me enteré de su situación, quedando aislada de su caso.
No se con exactitud cuantas horas pasaron, pero era de noche, ya que Nicolas había llegado.
—Amor. —llamó y se acercó hacía donde estaba sentada. —¿Sigues leyendo?
No respondí, pero lo escuchaba, volvió a hablar, esta vez más firme, a la vez que alejaba el historial de mi vista.
—Valeria. —nuevamente su voz. —Dejarás esto, y te irás a dormir.
—Necesito leerlo nuevamente, tal vez hay algo que no vi. —mencioné, a medida que las lágrimas caían.
—Hablamos de esto, Valeria. No te hace bien. —dijo Nico y paso una de sus manos para abrazarme. —Vamos a la cama y hablamos.
—Nicolas. —masculle.
—¿Tú viste de la manera en la que estabas? —repitió. —Tengo miedo, que vuelvas a entrar en aquel pozo, del que tanto te costo salir.
Mi pareja cargaba con algo de razón, cuando era adolescente tuve un cuadro depresivo grave, fue difícil para mi, pero también para el, quien estuvo a mi lado en todo momento.
—Valeria, por tú bien. —volvió a hablar. —Acéptalo, por más que leas su historial del derecho al revés, no la traerás de vuelta.
Eso, fue lo que me terminó de destruir, y todo lo que me guardé, lo que no pude soltar antes, lo estaba haciendo ahora, lloré, buscando desesperadamente el calor de Nicolas, buscando seguridad.
—Aquí estoy, amor. —susurró.
—No me dejes, Nicolas. —pedí, entre balbuceos. —Por favor.
—Me quedaré a tú lado, lo prometo.
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