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CAPÍTULO XVI

¿Visita? En un momento crucial y definitivo para saber si continuaría con vida, se le informa a la prisionera que tiene visita.

Cuando Dael salió de aquella prisión, dio una última mirada a su alrededor y cuando pensó que todo aquello se encontraba calcado en su memoria, dirigió su mirada a su, hasta ese momento desconocido visitante.

-No puedo creer lo que ven mis ojos, mi querido contrincante y posible futuro esposo Frederick Welseyer.

-Cuando dices posible esposo, no se cómo responder a eso.

-No es necesario responder. Mira, no se porque te encuentras aquí, realmente ¿qué esperabas encontrar?

-Sólo quería cerciorarme por mí mismo que te encontrarás bien. No pude o realmente no se me permitió venir aquí antes, pero ahora estoy aquí contigo.

Risas, era lo único que se podía escuchar, ante las miradas atónitas de aquellos expectantes Dael reía sin limitaciones, para ella todo lo que había escuchado eran palabras absurdas.

-¿Cómo se puede querer a alguien, cuando no sabes nada de esa persona. Y sabes que es lo peor Frederick, que lo único que sabes de mi es que soy una traidora a la corona.

-Lo único que sé es...

Antes de que Frederick terminara de hablar, a aquel lugar llegó un mensajero del Rey, quien informó que la presencia de la prisionera era requerida con gran urgencia ante los Siete Sabios.

Cuando se disponía a salir de aquel horrible lugar, una mano se encontraba suspendida hacia ella esperando ser estrechada. No entendía porque Frederick hacia aquello, pero decidió que rechazar aquello sería lo mejor.

-Había dicho que su presencia aquí era para cerciorarse que me encontrara bien y como no tengo en mi cuerpo más que golpes y moretones causados con anterioridad no hay nada por lo cual deba preocuparse -Dael decía aquello dirigiendo su mirada directamente a su "amigo", después miró a los guardas- será mejor que nos larguemos de aquí, estoy segura que si propongamos mi espera os perjudicará.

Dicho aquello, Dael salió de los calabozos custodiada por dos guardas a sus costados y detrás de ella venía Frederick con cuatro guardias más.

Las apariencias engañan, cuando por fuera la Ermita era considerada una hermosa construcción, no era lo mismo por dentro. Se podía apreciar su aire lúgubre, sus ostentosas decoraciones, solo eran eso decoraciones de un lugar donde la oscuridad, la desesperación e inclusive el miedo, reinaban allí; el aire frío se colgaba por los pasillos y traspasaba los muros.

Altas puertas que se veían siempre cerradas, ahora estaban abiertas permitiendo así un pequeño vistazo a los interiores y a su alrededor. A medida que los guardias se acercaban, se podía sentir la tensión en el ambiente; en un momento Dael se vio caminando sola, los huesos se encontraban ahora vigilantes en lágrimas entradas, aquellas puertas antes abiertas estaban ahora cerradas, de nuevo.

Mientras se acercaba a su lugar, el único sonido que era apreciable en el lugar, era el hecho por el vestido que llevaba Dael, largo y negro. No entendía porque tenía que llevar aquel atuendo, pero los Siete Sabios apreciaban la belleza y no importaba si aquella belleza precedía a la muerte.

En en centro de aquel salón Dael podía sentir las miradas como dagas que atravesaban su cuerpo, pero lo resistió, sabía que aquello sería pasajero, tal vez no tan pasajero como lo esperaba, pero tendría un final.

En los estrados, frente a ella en un palco superior se ubicaban los Siete Sabios, con los atuendos más pulcros y elegantes, de un blanco impoluto; a unos cuantos pasos, los Reyes de Rellintogn, ¿qué podrían estar pensando sobre ella? Los recuerdos de los momentos compartidos pasaban por su mente, tan vívidos, tan reales, como si frente a ella todo volviera a pasar, pero no siempre se vive de momentos felices, no siempre se repiten dos veces. Son aquellos momentos que te marcaron la vida los que realmente quieren salir a la luz.

La reina Maritza bella y dócil, mirada de cielo y amor. Nunca había tormenta en aquellos ojos que la vieron crecer y ahora destruirse. Una madre daría la vida por sus hijos, podría ir al infierno por ellos si fuera necesario, pero Dael no quería aquello, sentía que estaba en el mismo infierno y no quería que la mujer que con tanto cariño llamó madre, ardiera en kas llamas de la desesperación.

Un rey debe mantener la cordura, la seriedad, el carácter, debía olvidar los sentimientos que atan y nublan la razón; pero un verdadero padre nunca olvida lo que realmente importa en ese momento. Tal vez muchos le reprochen, pero no podía negar que era su hija la que se encontraba a puertas de encontrar la muerte. Pensaba que su hija era la más delicada rosa que había cultivado con esmero, pero recordó que cada rosa tiene espinas y creyó que lo más correcto era quitarle aquello que le adornaba, pero que equivocado estaba, lo único que hizo fue transformarla a su manera, haciendo que aquella rosa se marchitara lentamente. Era una rosa que trataba de sobrevivir a la tempestad que se acercaba.

Los condes más importantes del Reino se encontraban presentes, se les considero como los principales afectados de aquel evento devastador protagonizado y organizado por Dael. Todos se sintieron utilizados, pero, ¿alguno le preguntó a la rea, el principal motivo de sus actos? Nadie creería en una inocente cuando todas las supuestas pruebas apuntaban lo contrario.

La libertad no es una opción cuando se está en contra de unos cuantos...

Pensó Dael

...sobre todo cuando esos cuantos ansiaban tener el poder.

* * * * *

Se le había acusado a Dael como traidora, una usurpadora del trono, una conspiradora del Rey. Para ellos, aquella prisionera representaba el mayor peligro en todo el Reino, que cada paso que ella daba, a su espalda los rebeldes avanzaban.

-Tu nacimiento ha sido maldito por nuestro Dios, cómo permitirte a ti la vida, cuando nos arriesgamos nosotros a la muerte.

-Sí tanto lamentas mi vida, ¿Por qué no me la arrebataron cuando era una niña? ¿Por qué me permitieron vivir tantos años, si o único que traería sería la desgracia?

Dael quería gritar, darle al mundo las razones de su tristeza, pero sobre todo de su rabia y enojo.

-Se te ha permitido vivir por la gran compasión de tus reyes, por la sabiduría de nuestro linaje.

¿Cómo podía una persona que prefería la muerte hablar de sabiduría? Definitivamente los Sabios eran personas sin el real conocimiento, para Dael ellos eran los parásitos que se alimentaban del dolor y tragedia de unos cuantos desdichados y decir que sus decisiones eran obras de su Dios.

Mientras el tiempo transcurría sólo se podía escuchar palabras de desprecio hacia Dael, pero ella estaba perdida en sus pensamientos, más en aquellos dos cielos dulces. Ocasionalmente Dael miraba a la mujer que la crió, quien procuró verla feliz, pero fue esa misma mujer quien la lanzó al agujero más oscuro de su existencia. Al ver esos espejos de agua, podía ver a sus dos hermanos. Había decepcionado a Daniel, él había confiado el ella, pero Dael quería que él entendiera que cada paso que ella daba en el castillo era una mentira, y en su interior quería creer que la que una vez pensó que era su familia lo seguía siendo, pero no era así. Ya no vería a él pequeño Rob convertirse en un gran hombre o ver a Daniel formar su propia familia.

Todo aquello se esfumó de su mente cuando vio entrar al salón a Dorothy y a Amber. Algo dentro de Dael se quebró cuando levantó su mirada y vio en los ojos de aquellas muchachas el miedo, talvez algo de confusión, pero lo que realmente la sorprendió era el ver rabia, ¿sería verdad lo que estaba mirando? No estaba segura, pero quería que aquellos sentimientos fueran verdaderos ¿cuál era el motivo?

-Ante los Siete Grandes Sabios, nuestros respetados rey y reina de Rellintogn presentamos las declaraciones de la joven Dorothy.

En ese momento no sabía si eran los nervios o la ansiedad lo que Dael veía en Dorothy, nunca la considero una criada más, ella como Amber llegaron a ser mucho más, conocían sus pequeños secretos, aquellos que si llegaban a ser descubiertos no atentaban en contra de su vida, pero ahora no sabía si había sido correcto involucrar a aquellas muchachas en sus planes.

-Nos puede contar como había sido manipulada por la prisionera -uno de los Sabios habló de manera agria, como si referirse a Dael fuera un asco- recuerde que sus palabras son escuchadas por un Dios que todo lo sabe.

-Algo más ridículo por favor - susurró Dael, pero al parecer esas palabras habían sido escuchadas por los presentes que decidieron pasarlo por alto.

-Siento haber ofendido a mis señores, pero me podía más el miedo a ser castigada por mi princesa que obedecía en todo lo que se me ordenará.

¿Castigada?

-Por favor, recuerde que ahora ella no es la princesa, ya no tendrá que brindar pleitesía a esta impostora.

Dael no usa si aquella voz pertenecía al representante de la casa Weinberg o Proulx, ya que estos se encontraban a su espalda, podría solamente haber girado y saberlo, pero se le tenía prohibido siquiera realizar algún movimiento. No podía ver a los ojos a los Siete Sabios, mucho menos a sus Reyes, sino estaba hay mirando la nada, pero escuchado todo.

-Nos puede decir cuales eran el tipo de amenazas que los decía.

-Si no acatabamos sus órdenes, decía que ya no seríamos más útiles en el trabajo, que se aseguraría que ninguna de nosotras encontrará un trabajo digno y si comentábamos algo de lo que nos decía -en ese momento la voz de Dorothy se quebró y su mirada recayó en los ojos de Dael, fue una mirada que decía tantas cosas, tantos misterios y secretos, tantos días vividos y compartidos, todo eso en ese momento llegaba a su fin- nos decía que podríamos amanecer muertas.

-¡Hemos sido testigos de las salvaguardas de esta insolente, no sé cómo podemos llegar siquiera llegar a pensar que está merece vivir!

-No podemos procurar la muerte a alguien que ha luchado por un fin que no lastimó a nadie.

No importaba quien hablaba, pero aquella última voz fue quien más la alertó.

-Cómo podéis decir que su razón fue pura si ha amenazado a nuestro propio Rey, la muerte es su camino correcto ahora.

Palabras iban y venían, desde aquellas pacíficas hasta las más insolentes y grotescas.

-¡Silencio! -el rey habló, y fue así calmo a su gente- No podemos llegar a un acuerdo entre gritos y sandeces. Todos aquí somos conscientes de.

Un estruendo sacudió el recinto, de manera violenta las puertas habían sido abiertas. Aquello, en ese momento llegaría a ser imperdonable, pero el motivo intromisión tenía una justificación de gran peso.

Se podía observar a Endric Welseyer totalmente cansado, como si llevar allí era lo único que le importara en su vida. Con su mirada recorrió todo el lugar, deteniéndose unos segundos en Dael y otros cuantos en Amber; finalizó con mirar y saludar al Rey como acostumbraba, pero no con la misma seguridad de siempre, esta vez temblaba y pronunció lo que alguna vez pensó impronunciable.

-Belmort ha caído.

Hola a todos mis amigos volví estaba algo desaparecida, lo siento, pero aquí tienen un nuevo capítulo, espero de todo corazón que sea de su agrado, que lo disfruten y gozen. Se preguntarán por qué la demora, pues todavía no tengo compu que me ayude, así que estoy a la antigua, por decirlo así, escribiendo en un cuaderno.
Bueno, si les gustó el cap no duden en darle una estrella o dejen sus comentarios.
Que pasen un feliz día, muchos besos y abrazos.

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