Capitulos 1 a 5
Capitulo 1
La adrenalina y el calor lo sofocaban. A cincuenta metros vio, por la ruta, las luces de un solitario camión que circulaba rumbo norte por la ruta. La luz de la luna le permitió hallar la bicicleta que había robado horas antes, convenientemente atada a un poste de un alambrado junto a una pequeña mochila, un par de zapatillas y otros efectos personales. Mirando hacia la ruta, se quito el improvisado traje negro y se calzó las zapatillas. Algo lo molestaba. Quitó de un brazo la venda que cubría la pequeña herida que había dejado el trocar por donde se había extraído la sangre. La observo unos segundos, tenía una pequeña mancha roja ya seca. Guardó todo en la bolsa de basura y la ató firmemente a la bicicleta, y luego montó en ella rumbo a Esquina.
Diez minutos después, ya en los suburbios de la ciudad, en el terreno baldío recobró el tacho y el botellón de combustible que ocultara en el camino de ida. Arrojó botas, guantes y bolsa de basura al improvisado fuego en el tacho y esperó a que todo se consumiera ardiendo. No había imaginado que las botas de goma echaran tanto humo y en breve amanecería. Intranquilo miro hacia las casas vecinas pero todo era oscuridad.
Quince minutos después, el fuego había terminado su tarea. Satisfecho lo apagó con tierra, montó en la bicicleta y llegó hasta la estación de servicios emplazada sobre la ruta. Disimulado entre las sombras abandonó la bicicleta no sin antes limpiar el manubrio con sumo cuidado. El cielo empezó a aclararse, Fuera de la vista del empleado nocturno espero su oportunidad. Por fin, un camión arenero se detuvo a cargar combustible. Charlie Wilson sonrió pensando en la ironía, diez minutos más tarde, semienterrado en la arena y habiendo burlado el espejo retrovisor del chofer, se dirigía a la ciudad de Corrientes. Por un momento se permitió relajarse y sonreír nuevamente... ¡Si el pobre chofer supiera que transportaba al presidente del holding más grande de empresas de Sudamérica, y que una de ellas era la propietaria del camión que conducía.... El encuentro no había sido casual.
Capitulo 2
El primero en notar su ausencia fue su mejor amigo José.
- ¡Vamos Charlie arriba!, Son las ocho de la mañana y los dorados no te esperarán, además hasta ahora te voy ganando. - Dijo jovialmente José golpeando la puerta de el cuarto.
Media hora después para José todo era un caos. De entrada notó la ausencia del auto de Charlie y obligó al regente de las cabañas de pesca a abrir la puerta de la habitación. Todo estaba en su lugar, hasta su teléfono móvil sobre la cómoda al lado de la cama. No faltaba nada salvo Charlie y la pequeña mochila azul de la que jamás se despegaba. Recordó que la noche anterior y antes de despedirse para dormir, Charlie le había dicho que iría a comprar cigarrillos al pueblo.
José se ufanaba de ser quizás el único amigo de Charlie. Se conocían desde la infancia y, aunque muy unidos la vida se ocupó de distanciarlos. José se casó muy joven y emprendió la administración de una farmacia en Córdoba. Casi todas las semanas se telefoneaban y, al menos una vez al año se juntaban en Esquina para pescar. Durante sus conversaciones José siempre le comentaba sobre su vida, sus penurias económicas, sus alegrías, Charlie lo escuchaba y aportaba algún consejo. Charlie en cambio, solo hablaba de viajes, comidas, recepciones y mujeres circunstanciales. José quería profundamente a Charlie; le apasionaban los relatos de sus viajes, fundamentalmente por Europa. Más de una vez lo había defendido en público ya que, al ser una figura de la sociedad no faltaban, en los comentarios de salón los chimentos negativos.
Tomando el móvil de Charlie, con un suspiro busco "oficina" y con un íntimo temor oprimió el botón de llamada.
Cuando José llego a la policía de Esquina ya lo estaban esperando. Allí repitió en qué circunstancias fue la última vez que lo vió, en tanto que los pocos vehículos policiales a los que se sumaron los de prefectura salían a buscar el auto de Charlie. El teléfono de la comisaría no paraba de sonar. Una hora después aterrizaba un helicóptero con un contingente de policías y detectives procedentes de Rosario en la explanada del puerto de Esquina. La búsqueda del auto de Charlie era la prioridad número uno. Recién entonces José tuvo clara idea de la importancia social que tenía su amigo.
Capitulo 3.
Charlie repasó su plan buscando algún posible error. Tenía frío y la pequeña mochila con sus escasos bienes. El camión ya había superado Goya cuando un grupo de por lo menos cinco vehículos policiales cruzó en sentido contrario haciendo sonar las sirenas...
- Ya lo saben - Se dijo a sí mismo.
Charlie sabía el destino exacto de el camión que lo transportaba. El depósito de una de las empresas constructoras del holding en la ciudad de Corrientes lo esperaba pacientemente. El conocía al dedillo la ruta y los semáforos que el camión atravesaría para llegar a su destino.
Una hora después, adormilado percibió que el camión empezaba a detenerse. Se asomo para mirar y un escalofrío le recorrió el cuerpo.
Capitulo 4.
José no daba crédito a lo que veía. Un improvisado cuartel general se montó en la estación de policía de Esquina. Varios vehículos policiales llegarían desde Corrientes, otros desde Santa Fe y Paraná y un nuevo helicóptero acababa de aterrizar procedente de Buenos Aires. El pueblo era un pandemonio. La radioestación policial no cesaba de trasmitir. Un sombrío oficial vestido con un impecable traje, y a quien todos llamaban "Capitán" dirigía con seriedad las operaciones. Celulares y teléfonos no dejaban de sonar. José recordó que no había desayunado y se acercó al policía de la puerta para informarle que iría a tomar un café al bar de la plaza. El capitán escuchó la conversación y le dijo.
- Usted no se mueve de esa silla - Y dirigiéndose al policía ordenó con tono amable - Por favor tráigale un desayuno al señor.
Fue entonces cuando un oficial con un handy en las manos entró apresuradamente.
- ¡Capitán tengo novedades urgentes, apareció el auto, por favor acompáñeme!.
El Capitán se dirigió a José:
- Ud. viene con nosotros.
Sonó como una orden.
Capitulo 5
El camión se detuvo y el motor quedó ronroneando. Una larga columna de vehículos y al final de la misma se observaba un impresionante despliegue de fuerzas policiales a la entrada a Bella Vista. A lo lejos, Charlie pudo ver a un vehículo similar al suyo que se encontraba sobre la banquina, a su lado un matrimonio se encontraba encañonado por armas del personal de policía.
- Carajo! No esperaba semejante respuesta...
Los minutos pasaban con desesperante prisa mientras el camión se acercaba lentamente al control policial. Faltaban solo tres vehículos para que llegara al camión cuando notó que el procedimiento incluía el descenso de todos los pasajeros y la revisión completa del automóvil.
El camión avanzó una vez mas y un ceñudo policía ordeno al chofer que descendiera. Charlie sumergió su cabeza en la arena y, dejando solo su nariz fuera se encomendó a su destino.
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