Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

Decidió almorzar en su habitación con la chimenea encendida para evitar la hipotermia. Después de probar las tostadas de su anfitriona, concluyó que podía renunciar al servicio de comidas de la casa. Ella incluso fue tan previsora de anotarle el contacto de los mejores restaurantes que hacían envíos a domicilio, y se ofreció a recibir los pedidos a su nombre. Gene sobreviviría de ellos a partir de ahora.

No había mesas ni sillas en su dormitorio, razón por la cual esa cama se convertiría en su nuevo escritorio. Con eso en mente, usó los almohadones para que su viejo portátil quedara a mayor altura. Se sentó con las piernas cruzadas, y esperó paciente mientras se encendía.

El cartel de instalando actualizaciones estuvo a punto de despertarle un tic en el ojo. Fantaseó con la idea de lanzar el aparato contra la pared, pero mejor reservarlo cuando tuviera un respaldo.

«Cómo si fuera tan fácil...», lamentó.

Al vivir rodeado de entidades cargadas de energía, el acceso a los aparatos tecnológicos le era limitado. Simplemente explotaban o se bloqueaban. Rompió récords en quemar celulares, motivo por el que elegía con cuidado los objetos que se adaptaban a su energía.

Una eternidad después, apareció su fondo de pantalla: una cámara fotográfica, el recordatorio permanente de su misión autoimpuesta.

—¿Dónde estás, Mael? —murmuró con impaciencia mientras abría el navegador.

Tenía las redes sociales de su amigo en la barra de marcadores para acceder más rápido. Por infinita vez, buscó las publicaciones más recientes.

La última databa de hacía cinco meses, un lugar a miles de kilómetros de aquí. Senderos de ensueño, en contra de su encantador nombre, era un pantano con más cocodrilos que habitantes. En la zona residencial habían construido las viviendas a gran altura para evitar tragedias en sus frecuentes inundaciones. Aunque no fuera un lugar muy confortable para vivir, la zona comercial era realmente activa. Se especializaban en gastronomía y espectáculos artísticos de diversa naturaleza.

Un pueblo tan singular era una tentación para un artista errante.

Gene conocía los hábitos de Mael, en cierto sentido era una persona predecible. Visitaba un pueblo. Lo capturaba en fotografías mientras encantaba a los corazones de su gente y se aseguraba de tener una puerta abierta por si deseaba regresar. Para no morir de hambre, a veces publicaba sus servicios en los medios locales. Finalmente subía sus mejores obras a la red durante el trayecto a su siguiente destino. Era su forma de dejar un rastro, de guardar sus recuerdos en el pasado, pero nunca en tiempo real.

¿Dónde estuvo sus últimas tres semanas? No encontró ni siquiera un comentario en internet. Sus seguidores le habían brindado su apoyo desde la distancia, y más de uno había deseado saber su ubicación en ese momento. Entre ellos tenía a sus patrocinadores, al igual que otros artistas digitales. Pero Mael era inflexible, prefería conservar el efecto sorpresa.

Si de algo podía estar seguro, era que Senderos de Ensueño no fue su último destino. Gene había ido en persona para confirmarlo. Recorrió cada posada que se atravesó en su camino. Localizó el último hostal donde se hospedó, los dueños lo recordaban por obsequiarles una fotografía retocada.

Ningún hospital lo tuvo como paciente. El único cementerio no guardaba registro de un cuerpo con su descripción.

Nada. Mael se había vuelto humo. O cenizas, esa era su mayor inquietud.

—No soy un maldito hacker —masculló presionando el puente de su nariz—. Sabías cuánto detestaba jugar a los detectives. ¿Qué te costaba enviarme tu ubicación cada vez? Teníamos un acuerdo.

Gene era su botón de pánico. En caso de emergencia, Mael había configurado su teléfono para enviarle su ubicación inmediata. ¿Qué le impidió contactarlo?

Su frustración fue interrumpida por la invitación a una videollamada. Al reconocer el nombre, no dudó en acceder desde la computadora. La pantalla mostró al instante esa sonrisa serena que había conocido toda su vida.

—¿Qué quieres? —soltó con sequedad.

—Mis más sinceras disculpas por interrumpirte —fue el afilado saludo de Blaise—. Olvidé solicitar un turno para comunicarme con mi adorable hermano menor.

Gene no pudo reprimir la risa. Su hermano siempre había sido un zorro con las palabras.

—Buenos días, Blai. ¿A qué debo el honor de tu llamada?

Su interlocutor lo analizó a través de la pantalla. Gene supo que estaba leyendo cada gesto, escaneando las sombras que la falta de descanso dejaba bajo sus párpados.

—Luces como si necesitaras terapia de sueño. ¿Cómo estás?

—Linda forma de decir que me he vuelto un zombi. Estoy...

Estoy bien ocupa el puesto número uno en frases que detesto —lo interrumpió. Gene estudió el teclado para evitar la mirada directa de su compañero de infancia. El efecto no era menor detrás de una pantalla—. Si sabes que puedo reconocer las mentiras, ¿por qué lo intentas?

—¿Ustedes se turnan para hostigarme una vez por semana? La última vez fue una llamada de papá. ¿Hasta cuándo van a seguir tratándome como un niño? Puedo manejar mis propios problemas.

Blaise soltó el aire con paciencia.

—Sé que puedes conquistar tu mundo, Gene. Solo quiero recordarte que no estás solo. Pasaste por una experiencia traumática...

—Ser testigo de la muerte es como me gano la vida. Estoy acostumbrado a esas visiones.

—Pero nunca te golpeó tan cerca —continuó Blaise, uniendo las puntas de su dedos de forma distraída—. No te guardes el dolor. Si necesitas llorar, hazlo.

Como si no hubiera tenido suficiente duelo. La primera semana se encerró en su vieja habitación de Bosques Silvestres, en la casa de Blaise. El rechazo a lo evidente dio paso al dolor, descubría lágrimas en su rostro aunque sus pensamientos estuvieran en blanco. Se volvió un cascarón que apenas salía a la plaza vecina por un poco de sol. Cuando vio venir la ira, decidió que no quería convertir a su familia en blanco de su temperamento.

Las siguientes semanas en su departamento fueron una interacción frecuente entre la negociación y la ira. La victoria de esta última lo motivó a iniciar su viaje.

—Tendré en cuenta el consejo. ¿Eso es todo?

Su hermano le dirigió otra de sus miradas letales ante esa contestación.

—¿Qué esperas encontrar con exactitud?

—Respuestas.

—¿Hasta entonces vas a pausar tu propia felicidad? La vida sigue, Gene. Déjalo ir de tu mente, Mael ya se fue de este plano. No tenía ataduras que lo retuvieran, un alma libre no necesita ni sepultura. Ya... no importa.

—Estás diciendo que él estaba solo. Te equivocas. ¡Yo estaba aquí! Él no se habría ido sin despedirse —Se llevó las manos a los oídos. Estaban despertando, no conseguía callar los gritos que lo atormentaban—. ¡Nada de esto tiene sentido! No había una sombra de muerte la última vez que lo vi. Lo habría sabido. Su destino era diferente, incluso mamá lo dijo esa vez que le leyó las cartas. ¡Algo le robó su futuro, maldita sea! ¡Algo le impide descansar en paz! Solo lo sé. Puedo sentirlo. Y a todos parece importarle un carajo. ¡Soy el único al que le importa lo suficiente como para hacer algo!

Temblaba de furia cuando terminó de gritar. Había tanto que guardaba, por momentos las teorías paranoicas lo volvía loco. ¿Por qué, con el avance de la tecnología, no había una sola noticia sobre un cuerpo con sus características?

Blaise lucía más relajado, su espalda reclinada contra el sofá y los párpados algo caídos, luego de presenciar ese arrebato. «Maldito brujo, esa fue su intención todo el tiempo», comprendió.

—¿Te sientes mejor ahora?

—Un poco —admitió por lo bajo.

—Nunca menospreciaría tu dolor. Te comprendo más que nadie en este mundo, Gene —comenzó con suavidad, un deje de tristeza en su voz—. Sé lo que se siente entrar a la habitación de tu mejor amigo y saber que nunca regresará. Conozco el dolor de quebrarse en dos por los fantasmas de lo que pudo haber sido.

Gene tragó saliva para deshacerse del nudo en su garganta. De alguna manera, sus palabras lo reconfortaban. Siempre había sido así con su hermano. La oferta de hablarle cuando se estuviera hundiendo, aunque fueran las tres de la madrugada y se encontraran en distintos puntos del continente, seguía en pie.

—Parece una maldición de los hermanos Del Valle Solei —comentó el médium mucho más calmado, recuperado su autocontrol—. Tal vez deberías advertirle a Aura.

—Aura no necesita advertencias. Si alguien desaparece de su vida será porque ella así lo dispuso.

—¿Sabes dónde está?

El cambio de tema aligeró el ambiente.

—Jugando a ser una gitana errante, donde sus sueños y una buena noticia la lleven. Antes de que me olvide, ¿vienes al cumpleaños de Leya?

Gene hizo una mueca. Consideró cubrir la pantalla con su mano y empezar a gruñir sonidos de interferencia, pero ese truco solo funcionaba con llamadas de audio.

La expresión de Blaise se oscureció.

—¿Me creerías si te dijera que me está fallando el internet y tendré que cortar la comunicación ahora?

—Gene... es el primer cumpleaños que Leya celebrará. Si te invitó fue porque eres importante. Nunca te disculpaste por llamarla detective corrupta, ¿ahora vas a escupir a su oferta de hacer las paces?

—¡Ella te envió al hospital! —gruñó—. ¿Se suponía que le dijera un cumplido nada más conocerla?

—Ya solucionamos ese incidente. Ven a su condenado cumpleaños y trae un regalo.

Solo los inocentes creían que se salvarían de las reuniones familiares indeseadas al llegar a la adultez. Gene resistió el impulso de levantar los ojos al techo. ¿Para qué engañarse? El único motivo de esa invitación había sido quedar bien con Blaise.

—Le ofrecí mi ayuda si algún día necesitaba deshacerse de un poltergeist, ¿no es suficiente disculpa?

—Génesis...

—No me llames así, maldita sea. ¿Qué más quieres de mí? —soltó exasperado—. ¿Le envío flores a tu novia?

—Si no vienes a la fiesta, ella se sentirá herida.

—De verdad no puedo ir. Estoy varado en medio de las montañas.

—¿Qué?

—Iba para Bosques Silvestres pero... yo... —Se llevó una mano a la parte posterior del cuello, la vergüenza se reflejó en su tono bajo— me equivoqué de tren.

—Toma otro. Tienes cuatro días.

—Tienes razón, ¿cómo no se me ocurrió antes? Quizás porque... el transporte aquí solo sale una vez por semana.

Blaise inclinó la cabeza, pensativo. Un latido pasó. Dos. Tres.

—¡¿Qué diablos, Gene?!

—La buena noticia es que encontré hospedaje. No moriré como un vagabundo, congelado bajo una farola del parque.

—Pero no vendrás a la fiesta. Qué conveniente.

—¿Quién no vendrá a qué fiesta? —preguntó una voz femenina del otro lado de la pantalla.

La sonrisa que iluminó los ojos de Blaise fue suficiente para darle un nombre a esa voz. La mujer se asomó a cámara de la computadora.

—Gene se ocultó en medio de las montañas —explicó Blaise con calidez—, tendremos que alquilar un todoterreno para arrastrarlo a tu cumpleaños.

—¿Tu hermano no podrá venir? —Los ojos de la joven resplandecieron de felicidad al oír la noticia. Rápido, se aclaró la garganta y compuso una expresión afectada. La sonrisa que continuaba tirando de sus labios la delataba—. Qué... lástima. Menos invitados en mi cumpleaños. ¡Estoy tan triste! Era mi sueño hacer una reunión social a reventar de gente.

—Eres una pésima mentirosa —la acusó Blaise. Atrapando su cintura, tiró de ella hasta que cayó en su regazo con una risita.

—Ni siquiera me estaba esforzando —lo provocó ella, rodeando su cuello con ambos brazos—. Al único brujo que quiero en mi fiesta lo tengo en frente.

—Podemos tener una fiesta privada en cualquier momento...

—¿Les importaría disimular? Si quisiera ver una escena para adultos abriría una ventana de incógnito —fue la forma seca de Gene de recordarles que seguían en línea.

—No dejes que la envidia te corroa —se burlóBlaise, inclinándose para apagar la pantalla—. Recuerda que eres un adulto,pero está permitido tropezar y pedir ayuda. Estamos en contacto. Somos una familia después de todo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro