Soledad
Los días pasaron, alternando soles y lluvia, pero el cuarto de la princesa permanecía en el mismo olvido. Ajena a las responsabilidades que aquejaban a todos a su alrededor Marian continuaba encerrada, hibernando, recuperándose del incidente del ataque, dejando que el tiempo pase a su alrededor.
La visita de Lord Gudfred ha terminado sin lograr concluir de ninguna forma, satisfactoria o no, sus negociaciones.
El príncipe Juan no ha desatendido sus labores en todo este tiempo, ni siquiera para dedicar una corta visita a su prima, pero está al tanto de su ausencia en todas las actividades que solía frecuentar y sus amplias responsabilidades, también sabía sobre su reclusión total en su habitación y a menudo dejaba salir a la luz su genuina preocupación cuando preguntaba a la servidumbre sobre ella. Casi nunca había respuestas.
La única persona que entraba en la habitación de Marian era Matilda. Esta era interrogada a menudo por el príncipe y como era una mujer de gran corazón y paciencia infinita le respondía siempre, cuidándose de mencionar la satisfactoria evolución de las cicatrices en la joven gracias a sus remedios caseros, pero manteniendo su optimismo latente, siempre asegurando que la vería pronto de mejor ánimo.
El príncipe concluía siempre sus entrevistas maldiciendo la noche de la cena con Lord Gudfred, Matilda sonreía y regresaba a sus labores a la cocina. Para el joven aquella cena tenía la culpa de todo, desde aquella noche Marian no fue la misma y pronto comenzó a buscar un infractor entre sus empleados, deseoso de darle plena responsabilidad a alguien.
Matilda ganó la confianza de su príncipe durante este periodo de tiempo, se encargó de seguir sus órdenes al pie de la letra, mantuvo viva a la princesa, le dio de comer tres veces al día y animó sus días de llanto sin entrometerse. Nadie más que ella llegó a enterarse de la profunda devastación de su alma.
Marian no se hundió en su depresión gracias a los cuidados de la madre de su mejor amiga, sin embargo esta no podía estar todo el tiempo cuidando su estado anímico. Durante esta temporada la princesa no tenía otra cosa que hacer que pensar.
Pasaron más de un par de semanas hasta que Lord Gudfred finalmente regresó a su reino por orden escrita de su médico de cabecera y tras esto la normalidad regresó al castillo de Nottingham. Aquel día, mientras la carroza del noble atravezaba el puente levadizo Marian miraba al techo de su habitación. Las sábanas de seda que la protegían del frío de la mañana fueron apartadas por su propia mano. Con un rostro inexpresivo se levantó por fin de la cama y se acercó a la ventana solo para contemplar el bosque que se extendía ante ella.
De pronto Marian se encontró de frente con aquello que temía: su soledad. Su pensamiento se entregó al desasosiego y se dejó llevar por la pena profunda, su llanto fluyó silencioso. Permaneció en su abandono largo tiempo, examinándolo y reconoció que aquel ser que tanto amor le provocó en el pasado era ahora el culpable de su miseria.
Como ocurre con frecuencia su memoria le trajo recuerdos poco placenteros, más bien dolorosos que continuaron arrancando lágrimas, entre ellos el de sus padres. La imagen de su muerte destelló solo un segundo pero la hizo proferir quejas desesperadas. El dolor de aquella herida aún era reciente y lograba descolocarla.
El ataque de llanto que sufrió se disipó cuando hubo pasado un buen rato. Con el rostro hinchado y las mejillas sonrosadas empapadas, se levantó de la cama y caminó hasta su armario, debajo de los estantes había un baúl de color oscuro, con mucho esfuerzo lo sacó de su sitio y lo abrió solo para encontrarlo vacío. Tomó con avidez prendas y las introdujo en el baúl desocupado.
Cerca del medio día, cuando el sol brillaba Marian entró en la aldea con dos de sus empleados cargando el gran cofre. Una niña que tomaba agua en la fuente llamó de inmediato su atención, se giró para abrir el cofre y buscar entre la gran variedad de telas, sin esperarlo siquiera de pronto tenía a la pequeña a su lado, observando curiosa.
- ¿Qué tal? - le preguntó cuando tuvo entre sus manos un vestido amarillo pequeño, lleno de detalles brillantes y con una apariencia tan cuidada que cualquiera diría que era nuevo. A la pequeña le encantó y se lo hizo saber con su rostro cargado de ilusión y sus balbuceos - Te puedes quedar con él. Es tuyo - la pequeña agradeció y lo tomó en sus manos.
En poco tiempo las mujeres de la aldea se acercaron para ver los vestidos del baúl y Marian, quien inesperadamente recobró el ánimo, sonriendo se apartó para que todos se acercaron con libertad a las prendas y se sentó en la fuente.
Los rayos del sol le abrazaron el rostro acompañado de una brisa fresca que la mecía con delicadeza. Su calma duró poco, pues apenas se había sentado a disfrutar de la genuina satisfacción que produce ayudar a otros cuando Robin apareció. Contra todo pronóstico fue él quien la saludó primero y debió producir alguna sensación de molestia o ansiedad en la princesa, porque de inmediato se levantó de su asiento y le dio la espalda sin responderle siquiera con un gesto.
- Que tomen lo que quieran - se apresuró a decirle a uno de los empleados que la acompañaban - Regresen con el cofre al castillo cuando no quede nada en él, yo volveré antes.
- ¿Quiere que alguno de nosotros la acompañe, Lady Marian? - preguntó el lacayo de forma confidencial.
- No es necesario, regresaré por mi cuenta.
Esto puntualizó la conversación. Marian cumplió su palabra y en menos tiempo del esperado estuvo de regreso en el castillo.
Antes de ir a su recámara, la princesa se detuvo en la cocina para tomar un vaso de agua fría que disminuyera la sensación de fatiga provocada por la carrera. Justo cuando se servía de la jarra de arcilla una voz conocida se escuchó a sus espaldas.
- No creí que volverías tan pronto.
- Yo tampoco - dijo y tomó un gran trago de agua.
- ¿Qué sucedió? - preguntó mientras guardaba el paño que llevaba a todas partes para limpiar superficies en un bolsillo de su delantal.
- Robin - Scarlett enarcó una ceja y se recargó en la pared esperando a que continuara - Creo que tus plegarias han sido escuchados en el cielo, mis sentimientos han cambiado.
- ¿Qué dices?
- Digo que las cosas han cambiado. Su presencia me ensombrece el corazón, siento que instala en mi una tristeza profunda y se niega a llevársela cuando se va de mi lado. Quiero estar con él en todo momento, pero cuando está me lastima porque nunca está completamente, siempre hay algo más ocupando sus pensamientos. Para mí él era todo, no importa cuan insignificante fuera su acto, lograba producir un sentimiento de devoción profunda, no era capaz de cuestionar nada. Si el hubiera sentido lo mismo por mi no habría sufrido tanto.
Marian tomó otro enorme sorbo de agua y acabó con el vaso que se sirvió. Scarlett la observaba esperando alguna otra palabra suya.
- No sé de qué otra manera podría explicarte lo que pasó, aún a mi me cuesta entenderlo.
- ¿Quieres decir que nada de lo que me has dicho es definitivo?
- Es confuso para mi pero también definitivo.
El vaso quedó plantado en la mesa y la princesa salió de la cocina sin despedirse. En su alcoba Derke la esperaba sentado cómodamente en un cojín de satín azul comiendo uvas.
- Hola Marian - saludó el hámster comiendo tres uvas al tiempo.
- Hola - respondió ésta cabizbaja.
- ¿Pasa algo? - inquirió preocupado.
- No lo sé - la joven se mantuvo de pie meditando la respuesta - Siento que el mundo espera de mi una contestación inmediata y mis pensamientos aún están enredados y no puedo hacer nada para remediarlo. Ya no quiero a Robin - aquella frase tomó por sorpresa a Derke, que de inmediato se giró a verla sin disimular su desconcierto - ¿Tú también quieres una explicación?
- Solo si puedes dármela, no moriré si no conozco los pormenores.
- Que afortunado, yo tampoco los conozco pero por el contrario siento que moriré de la angustia.
- Describe el problema de la manera que creas conveniente, hasta donde lo conozcas, eso ayudará.
- No quiero perseguirlo más. Eso es todo lo que sé.
- ¿Ya no quieres amarlo más?
- ¿No es lo mismo?
- No - respondió el dragón, paciente. Marian se sentó en el suelo, junto a la cama, de modo que podía ver a su interlocutor de frente - Buscar a alguien desesperadamente solo es una manera de demostrar que estás loca por él, quizá no tan conveniente a la hora de conquistar a alguien, pero no es el punto ahora.
- ¿Tampoco me reconoces? Scarlett me hablaba como a una desconocida - apoyó su cabeza sobre la cama y su pequeño amigo acarició sus cabellos con sus pequeñas patas.
- Estoy orgulloso de ti, estás entendiendo lo que nadie más pudo explicarte. Marian, no puede buscar en nadie más algo que ya tienes. Puedes obtener de ti misma lo que buscas sentir con otra persona, puedes construir tu propia felicidad. Robin es un buen chico, pero si hacía cosas que te lastimaban no puedes pensar que te quería tanto como tú a él - en algún punto las lágrimas de la princesa mojaron las sábanas.
Su llanto comenzó a tomar protagonismo y de un momento a otro fue el único sonido que se escuchaba en la alcoba. Derke no se interpuso para nada, dejó que se expresara. Incluso cuando rompió su juego de té de porcelana china - y aunque a este le siguieron un montón de delicadezas que en el futuro probablemente extrañaría - dejó que sus sentimientos afloraran de cualquier modo que a ella le sirviera. Pareció agotar su energía solo después de dejar la mitad de sus pertenencias destrozadas, solo entonces se sentó en el suelo y se limitó a llorar con desespero.
- No comprendo... Es injusto - dijo entre espasmos - Es injusto. Cuánto debes amar a alguien para pensarlo cuando estás enojada, porque preferirías pelear con él, cuánto para pensarlo cuando estás triste para simular que le cuentas las razones de tu tristeza. Cuánto para pensarlo cuando estás feliz y desear que comparta tu alegría y ser el motivo de la suya.
Derke continuó brindándole consejos. No era la primera vez que se encontraban en esta situación y aunque continuara repitiéndose no la abandonaría, tomarían todo el tiempo que fuera necesario para curar su corazón herido.
1790 palabras 💚💙
¿Ya escucharon la playlist de La Misma en spotify?
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