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Objeto

La habitación de Marian quedó vacía, ella la dejó para buscar a Scarlett en la cocina. 

En el salón del trono el príncipe Juan recibía su lección de etiqueta como siempre, con Lady Rohesia haciendo frecuentes pausas para corregir su postura al sentarse en el trono y cambiar sus expresiones habituales por otras más apropiadas. 

Un guardia llegó a interrumpir la clase. Con desgano Lady Rohesia lo dejó hablar. 

- Majestad, ha llegado correspondencia de Lord Gudfred. Es sobre las negociaciones.

- Entonces es algo urgente - dijo el príncipe, mirando de reojo a su intitutriz - Lady Rohesia, le pido disculpas, mis deberes como monarca se anteponen a su clase - la mujer le dedicó una mirada dura y habría reclamado de no ser porque el muchacho se adelantó - Marian debe estar desocupada, adelante su lección y yo la veré esta tarde. 

Lady Rohesia no tuvo tiempo de responder, pues el príncipe escapó del lugar, dejándola con el guardia. La dama bufó y acomodó el chal de seda que caía de sus hombros, mirando con desdén al hombrecillo que permanecía firme, intentando no temblar ante la mirada inquisitiva que no se apartaba de él. 

- Busca a la princesa - le ordenó. El soldado no vaciló, salió del gran salón a pasos apresurados. 

La puerta de la recámara de Marian estaba entreabierta, un silencio se instalaba dentro, pero el guardia era valiente y decidido apretó con fuerza la lanza en su mano izquierda y con la derecha empujó la puerta; las bisagras de la puerta soltaron un ruido capaz de romper la quietud del lugar. Dentro, una figura encapuchada ponía una carta en el tocador, frente al espejo; sobresaltada, aquella silueta se alarmó y arrugó el sobre blanco entre sus dedos. 

- ¡Hay un intruso en la habitación de la princesa! - gritó el soldado alarmado. En ese instante bajó la guardia y la figura encapuchada aprovechó para golpearlo. El hombre se desestabilizó y en un segundo desapareció al doblar la esquina del pasillo.

La princesa regresaba de la cocina, sola, y los guardias corrían por las escaleras, un pelotón completo de ellos. Los encontró más adelante también, cuando faltaba poco para entrar a su habitación, aglomerados en el pasillo, bloqueando el paso. 

- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó en un tono alto, interrumpiendo el murmullo bajo generalizado. 

- Lady Marian - dijo un guardia, aquel que fue enviado por la institutriz. Se acercó en medio de la multitud, apartando a sus compañeros, abriéndose paso a la fuerza - Encontré a un intruso en la habitación. 

- ¿Robin Hood? - preguntó exaltada - ¿Lo atraparon? ¿Dónde está?

- No sabemos si es él, pero no descartamos esa posibilidad. Le informaré de inmeadiato al Sheriff para que abra una investigación, el sospechoso escapó y aún no hemos dado con él, pero puedo asegurarle que su habitación está segura y ninguno de nosotros va a dudar en venir apenas usted lo indique. 

- ¿Cómo era la persona que descubriste en mi recámara?

- Es mejor que no lo sepa, alteza, no altere sus nervios en vano. Yo hablaré en persona con el Sheriff y le entregaré la evidencia.

- ¿Hay evidencia? - el guardia asintió.

- El sospechoso dejó caer esto - en su mano descansaba un anillo brillante y apresurada Marian lo tomó. 

- Yo me quedaré con esto. ¡Gracias a todos por su ayuda! Hablaré con el Sheriff y el príncipe más tarde y me aseguraré de que sepan lo que has hecho. Todos pueden retirarse. 

El pasillo volvió a quedar desierto en cuestión de segundos. Marian entró a su habitación, en efecto, estaba vacía. Tomó el libro donde guardaba las cartas del estante y las sacó. 

- Te tengo - murmuró mientras contemplaba las dos cartas junto al anillo sobre su cama - Solo puedes ser tú - continuó, hablando para si misma - Robin es demasiado cuidadoso para dejar algo que lo incrimine de este modo y no tiene nada que hacer aquí - suspiró y salió nuevamente de la recámara. 

670 palabras 💚💙

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