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Capítulo 9 ✡

Kelly:

La mirada de Hades sigue en mi menta esta mañana, agradezco haber dormido algo anoche. Mark fue increíble conmigo. Sea quien sea, ese vampiro quiere venganza y es el principal sospechoso para ser él.

Tuve la idea de quedarme en los brazos de Mark todo el día pero tengo un viaje que planear. Nuestra ida a Irlanda es hoy por la tarde.

Mis hermanos fueron temprano al aeropuerto a revisar que todo estuviera en orden.

—Tengo hambre —se queja la castaña por milésima vez.

—¿Lo único que hay en este lugar es sangre? —agrega Seth.

Bebo un sorbo.

—Es rica y nutritiva para mi sistema.

Estoy sentada en el regazo de Mark y sus manos se aferran a mi cintura. Por el rabillo del ojo puedo ver que hace una mueca de asco cuando bebo del líquido carmesí. Apoyo mi espalda en su pecho y suelto un suspiro.

—Ya va a llegar el almuerzo, tranquilos.

La puerta de la entrada se abre con brusquedad y frunzo el ceño. Seth saca su arma del pantalón y se acerca lentamente a la puerta de la cocina. Todos mis sentidos están alerta, Mark está ligeramente tenso ya que ni siquiera ha notado que intento zafarme de su agarre.

Mack:

Abro la puerta de la casa con brusquedad, ¿enserio creían que se podrían ir de viaje sin mí? que poco me conocen.

—¿Familia? Ya llegue —cierro la puerta principal, avanzo hasta la cocina—. ¿Kelly?

Mientras me acerco reconozco el olor de mi mejor amiga y el de Seth. También huelo a licántropos. Iugh, odio a esos malditos perros. Dejo mis maletas en el piso y pongo un pie dentro del lugar.

—¡Macky! —grita Seth antes de abalanzarse sobre mí.

«Maldito, hijo de…».

Comenzamos a forcejar como si tuviéramos dos años, nuestra relación siempre ha sido así. En un descuido de tu parte lo tomo de la sudadera y lo estampo contra la pared. Seth me sonríe con burla y alza sus cejas.

—Tanto tiempo sin vernos, Macky.

Un bufido se escapa de mis labios y lo suelto.

—No me digas así, sabes que lo odio.

Fijo mi vista en las otras personas en la sala. Kelly me sonríe mostrando todos sus dientes, ¿qué le pasa a esta chica? No me pasa desapercibido que está sentada en las piernas de uno de los licántropos. Una chica de cabello castaño me mira con curiosidad.

Siento una fuerte mirada sobre mí, un chico de impresionantes ojos azules y cabello rubio oscuro me observa como si nunca antes hubiera visto a una chica. Mi corazón comienza a latir con una fuerza que nunca antes había sentido.

Es guapísimo, me roba el aliento.

—¿Cómo te llamas? —no despega su vista de mis ojos, yo tampoco puedo hacerlo.

Su voz es como música para mis oídos, calma la tormenta que hay en mi interior. Una tormenta sedienta de sangre humana. Pestañeo como idiota repetidas veces. Siento las miradas curiosas de todos, pero las ignoro y me obligo a hablar.

—Mackenzie, Mackenzie Patterson —mi voz es neutral, alzo una ceja oscura—. ¿Quiénes son ustedes y que hacen en mi casa?

—Relájate, Mack —mi amiga no deja de sonreir—. Hay muchas cosas que debes saber.

—Me entere de algunas, como el viaje a Irlanda —entrecierro los ojos en su dirección—. ¿Creías que podías irte sin mí? —Niego con la cabeza—. Eres una amiga horrible.

Claramente no lo digo enserio, Kelly Deveraux es la mejor amiga que cualquier persona podría tener.

Se levanta del regazo de ese chico pelinegro, hay muchas cosas que debe explicarme. Se acerca a mí y envuelve mi delgado cuerpo con sus brazos en un abrazo cariñoso.

—Únete al abrazo, cazador amargado —masculla en dirección al castaño—. Somos el trío inseparable.

Seth acepta a regañadientes, no le gustan mucho las muestras de afecto. Nuestro abrazo dura un par de segundos hasta que la voz del chico rubio nos interrumpe.

—Eres muy bonita, Mackenzie —está casi babeando.

La cara de todos es un cuadro menos la de Kelly, claro ella puede leer la mente. Una sonrisa boba se forma en su rostro, y me pregunto por qué.

—Ya lo sé, no debes decirlo —respondo con una sonrisa—. Pero gracias, pulgoso.

—Mack, creo que debes hablar unas cosas con Dylan —Kelly me hace ojitos—. Él debe decirte algo importante.

Se gana una mirada de furia, no soy gran fan de los licántropos por una gran razón. La furia invade cada poro ce mi cuerpo, aprieto la mandíbula. El tal Dylan la mira algo agradecido.

—No tengo nada que hablar con un lobo —gruño entre dientes.

Todos están atentos, pero prefieren mantenerse al margen cosa que agradezco. No tengo ganas de pelear o herir a alguien.

—Mackenzie, lo digo enserio.

Me froto la cara con ambas manos en señal de frustración.

«Es un buen chico, solo escucha lo que tiene que decir, luego hablamos nosotras» —escucho la voz de Kelly en mi mente.

Odio que pueda comunicarse con todos de ese modo, lo aprovecha en situaciones como esta.

—Está bien —accedo, mis ojos irradian enojo—. Hablemos afuera, pulgoso.

Aun no sé qué podrá querer hablar un lobo conmigo, pero no pierdo mucho al hacerlo. Siento sus ojos sobre mí, finjo que no lo noto. Y mucho menos demuestro que su mirada me pone nerviosa.

Dylan:

Mi compañera es muy hermosa.

Su cabello oscuro como la noche cae como cascada por su espalda y tiene leves ondas en las puntas. Sus ojos marrones son fríos y no expresan nada. Es delgada y viste de colores oscuros. Su olor a vampiro no me desagrada como los de otros de su especie.

Es simplemente perfecta.

Nunca creí que encontraría a mi compañera tan pronto, y menos que sería gracias a cierta rubia. Kelly llego a cambiar la vida de los Sallow, solo falta que Max encuentre a su compañera.

—Y bien, que quieres hablar —su voz es fría—. Ha sido un viaje agotador y quiero descansar.

Mi corazón late tan fuerte que creo que se va a salir de mi pecho, se me dificulta respirar. Carraspeo antes de hablar.

—Bueno…

¿Cómo le explico a una vampira que es mi pareja destina por la diosa de la luna, que debemos estar juntos de por vida y hay un lazo que nos une, sin sonar como un maldito demente? Lo que menos quiero es abrumarla.

—¿Soy tu compañera? —jadea horrorizada.

Mierda, se me olvida que puede escuchar mis pensamientos. Muevo mi cabeza en una afirmación ya que no sé qué decir.

—Debes estar bromeando, no puedo ser compañera de un lobo —da vueltas en círculos con las manos en la cabeza—. Yo los odio, los he odiado toda mi vida.

¡Auch! Creo que nunca me habían dolido tanto unas palabras. Ningún sonido sale de mi boca. Siempre odie ser licántropo, pero que te me lo diga mi compañera es peor.

Me observa con el ceño fruncido, niega con la cabeza.

—Yo… tengo que irme.

Se da la vuelta y comienza a caminar de forma elegante. Algo en mi reacciona, no puedo dejarla ir ahora que la encontré. Muchos licántropos se deprimen cuando no tienen a sus compañeras, incluso algunos han muerto. Sin pensarlo dos veces la sigo y la acorralo contra un árbol cercano.

Sus ojos marrones me observan con asombro y curiosidad. Su respiración esta acelerada y puedo sentir el latido de su corazón, está igual de frenético que el mío. Mi vista se posa en sus labios pintados de un color morado oscuro, son carnosos y apetecibles. Quiero saborearlos.

Cuando nuestros ojos se encuentran siento una corriente eléctrica recorrer mi columna vertebral, sin contar la leve opresión en mi entrepierna. Se muerde el labio inferior y cierra sus ojos por un par de segundos. Huele a rosas y siento un leve olor a chocolate.

Puedo detallarla un poco mejor. Tiene una nariz pequeña y piel clara sin imperfecciones, es como una muñequita de porcelana, sus cejas están perfectamente depiladas y su cabello es tan negro como la noche. Aparto un mechón de su rostro y abre los ojos. Acerca su rostro al mío con lentitud, no puedo moverme, incluso creo que me olvido de como respirar. Estoy en shock.

Une sus labios a los míos, es un beso intenso. Sus manos se enredan en mi cabello y tira de este. Poso mis manos en su cintura y la atraigo más a mi cuerpo. En un movimiento rápido sus piernas rodean mi cintura, suelta un leve gemido haciendo que la atraiga más a mí. Mordisquea mi labio inferior con fuerza, siento un sabor a metal, me rompió el labio.

Nos separamos por la falta de oxígeno, une nuestras frentes. Nuestras respiraciones están agitadas, tiene los labios hinchados y el labial corrido.

—Consíganse una habitación en un motel —dice una voz conocida—. Hasta acá puedo oler su deseo.

Mack se separa de mí enseguida y volteamos a ver al dueño de la voz: Ares Kingston. Su mirada recae en la chica a mi lado y le da una sonrisa coqueta, aprieto los puños. Por lo que tengo entendido el rubio anda detrás de Kelly, cosa que tiene de los nervios a mi hermano mayor.

—¿Y tú quién eres, pelinegra sexy?

—Vivo en esa casa —señala la mansión frente a nosotros—. ¿Qué haces en mi territorio, patán?

Abro los ojos con sorpresa y Ares igual. Esta chica tiene carácter y no se deja seducir por nadie.

«Tal vez me deje seducir por ti» —me guiña un ojo, trago saliva con dificultad—. «A no ser que seas un patán, no me van los patanes».

—Soy Ares Kingston —se acerca y extiende su mano, la pelinegra la acepta con desconfianza—. Vengo a traerle el almuerzo a Solecito.

—¿Solecito? —frunce el ceño.

—Es Kelly, vive en la casa que dices que es tuya —responde con diversión—. Ahora me voy o me asesinara, y no es broma. Fue un gusto conocerte, pelinegra sexy sin nombre.

El chico se da la vuelta y camina en dirección a la casa. Toca el timbre un par de veces y espera impaciente. Mack me da una mirada que no logro descifrar por lo que frunzo el ceño.

—Deberíamos entrar —señala la puerta ahora abierta—. No le digamos esto a nadie, fue un error.

Me deja con la palabra en la boca ya que entran en la casa a una velocidad impresionante. Me desordeno el cabello y suelto un suspiro. Decido entrar en la casa porque recuerdo que estoy en territorio vampírico.

Cada vez que escuchaba la historia de cómo papá conoció a mamá encontraba que era fácil establecer algo con tu compañera. Ahora veo que no, Mackenzie Patterson demostró ser reacia a esto a pesar de haberme besado, pero no voy a rendirme, quiero a esa chica en mi vida y no solo por el lazo.

Kelly:

Los hermanos Sallow y Seth me miran expectantes. Quieren que les cuente la razón por la cual saque a Dylan y Mack de aquí. Suelto un suspiro, pensé que se darían cuenta.

—Son compañeros —suelto sin previo aviso—. Vi como Dylan miraba a Mack, y me metí en sus pensamientos.

La sonora carcajada de Seth hace eso en la cocina, su risa es la más estrepitosa que he escuchado en mi vida.

—Quiero ver como intenta conquistar ese corazón muerto —sigue riendo—. Si creían que nosotros éramos difíciles, Mackenzie Patterson lo es más.

Mark alza sus cejas oscuras.

—¿Eso es posible?

Asiento.

—Mack tiene un ligero odio a los licántropos, le hicieron mucho daño en el pasado —explico breve—. Su odio es comprensible.

Están por responder cuando suena el timbre, con mucha insistencia para mi gusto. Corro a ver quién es, aunque por el olor ya sé quién es.

—Almuerzo a domicilio —alza un par de bolsas sobre mi rostro, sonrío como idiota—. La fila era interminable. Y encontré a Dylan transmitiéndole saliva a una chica pelinegra.

Suelta una carcajada, al parecer Dylan si consiguió ablandar el corazón de mi amiga. Ares me observa con diversión, me gusta la amistad que estamos formando.

—Apúrate —entra, dejo la puerta abierta para los chicos—. Los demás se mueren de hambre.

Voltea y alza una ceja.

—¿Tú no?

—Yo bebo sangre —me encojo de hombros—. A ellos no les gusta.

Hace una mueca de asco y yo río enérgicamente, no puede ser más descarado.

—Por favor, tú has hecho cosas peores...

Pone un dedo sobre mis labios para callarme.

—Secretos son secretos, Solecito —sus ojos amarillos me observan fijamente—. Además todos hemos hecho algo malo, las cosas malas son divertidas y nos llenan de adrenalina.

Un carraspeo varonil nos interrumpe, nos separamos sin prisa ya que no estábamos haciendo nada malo. Veo a Mark de brazos cruzados tirando dagas por los ojos a Ares. No puedo evitar pensar en lo guapo que se ve con esa camiseta blanca, pero no es momento para eso.

El demonio revuelve mi cabello rubio.

—Llevare esto a los chicos —lo veo desaparecer camino a la cocina.

Mark me mira con el ceño fruncido y ruedo los ojos.

—Dijimos que sería a mi modo —me acerco a él—. Y mi modo no incluye tener celos por todo lo que me rodea.

Suelta un suspiro antes de estrecharme en sus brazos. Apoyo mi mejilla en su pecho y rodeo su cintura con mis brazos. Su olor inunda mis fosas nasales, sonrío. Podría acostumbrarme a esto.

—Lo sé —murmura contra mi cabello—. Pero Ares no hace las cosas fáciles.

Tiene un punto, Ares coquetea descaradamente conmigo cuando tienen oportunidad, y eso es casi todo el tiempo, a pesar de que sabe que estoy con Mark. Yo no le doy mayor importancia, es Ares Kingston, el demonio coquetea hasta con una hormiga.

—Es solo un amigo para mí —le aseguro, lo miro con burla—. Tal vez tú tienes amiguitas y por eso estas tan alerta.

Niega con la cabeza, eso confirma que no tiene nada con esa tal Ivonne. Toma mi mentón y lo levanta para besar mis labios, sabe a menta y café. Enreda sus dedos en mi cabello para atraerme hacia él. Es un beso profundo y apasionado, da pequeños mordiscos en mi labio inferior haciéndome reír para luego volver a besarme. Nos separamos y acaricia mi mejilla con ternura, creo que nunca tendré suficiente de esto.

—¡Deja de explorar la boca de Mark! —grita Seth en tono burlón—. Trae ese lindo culo a la cocina, Sunshine.

Sonrío.

—¡Metete en tus malditos asuntos, pequeño cazador!

—Vamos a tu amigo me matara —deja un beso corto en mis labios.

Entrelaza su mano con la mía. Al principio me tenso, nunca había andado con alguien de la mano así. Parece notarlo ya que afianza su agarre y prácticamente me arrastra a la cocina.

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Los Sallow se fueron a su casa luego del almuerzo, cosa que agradezco así podré hablar con mis amigos sin que ellos se enteren. Estamos en la habitación de Mack tumbados en la cama, el demonio está en el patio para darnos privacidad.

—Nos dirás que pasa por esa cabecita loca —Seth expulsa humo—. Te conocemos, ¿Dylan te hizo algo? Si es así lo matare con mis propias manos y…

—Me bese con Dylan —lo interrumpe—. Cuando salimos a conversar.

—Al parecer no conversaron mucho —el castaño sonríe con burla—. Quién lo diría, Mackenzie Patterson besando a Dylan Sallow.

¿Pensé que serían tan rápidos? La verdad es que sí, mi amiga es una chica hermosa y decidida cuando se trata de hombres. El problema es el odio de Mack hacia los licántropos.

—¿Y fue malo? —indago.

—No —agacha la cabeza—. Y eso lo hace peor.

Doy un suspiro cansado. No soy la mejor dando consejos amorosos, basta con ver mi estado sentimental para darse cuenta, y Seth no se queda atrás.

—¿Le dijiste la razón de tu rechazo? —Curiosea el cazador—. Estoy seguro que te comprenderá.

—No —responde de inmediato—. Sabes que es un tema delicado que solo sabe mi familia, ósea ustedes.

Los padres de Mack fueron asesinados por una manada de licántropos delante de sus ojos cuando solo tenía seis años. Aiden la encontró llorando en la cima de un árbol cuando vivíamos en Canadá y no dudo en traerla a la familia, la acogimos de inmediato. Su odio hacia los lobos viene desde ahí, a los únicos que soporta son a nosotros porque somos su familia.

Nuestra unión es fuerte ya que los tres hemos perdido a nuestros padres, sabemos lo que es crecer sin ellos. Los de Seth pueden estar vivos, pero eso no significa que hayan sido buenos con él cuando lo tuvieron bajo su cuidado.

Seth la pasa un brazo por los hombros y le da un leve apretón.

—¿Y qué sentiste cuando se besaron?

Sonríe, pero es una sonrisa triste. Pobre Mack ha sufrido mucho, como todos en esta familia.

—Me encanto, fue como si ningún otro beso tuviera sentido —susurra algo avergonzada—. Ustedes saben que no puedo hacerlo, no después de sus muertes.

—Dylan es un excelente chico, creo que debes conocerlo —le aconsejo—. No pierdes nada con intentarlo.

Suelta una carcajada sin gracia.

—Puedo perder mi cordura.

—Inténtalo —concuerda Seth—. ¿Escuchaste la parte en la que estamos destinados de por vida?

Asiente pensativa.

—Es raro que alguien pueda sentir tus emociones y tus pensamientos.

—Muy raro —arrugo la nariz—. Estaba acostumbrada a ser yo la que invadía la privacidad de los demás.

—Cambiemos de tema —la vampira sonríe con picardía—. ¿Qué ocurre entre tú y Mila? —señala a nuestro amigo, luego se vuelve hacia mí—. ¿Y qué pasa entre tú y Mark? También tienes que contarme sobre tu relación con Ares.

—Muchas preguntas —carraspeo—. Mark es mi compañero, Mila es compañera de Seth y Ares es un buen amigo.

Me mira con los ojos entrecerrados esperando a que le diga algo más, ningún sonido sale de mi boca. Vuelve su vista a Seth y le empuja el hombro de forma juguetona.

—¿Cómo es Mila?

La conversación se puso interesante. Seth nunca habla de las chicas que le gustan, siempre tiene esa actitud de amargado y de que nada le importa.

—Bien —se encoje de hombros—. Es buena chica.

Frunzo el ceño.

—¿Solo bien? —Cuestiono incrédula—. No sentiste una rara corriente eléctrica al besarse o siquiera tocarse.

—Yo lo sentí —agrega Mack.

El chico le da una calada a su cigarrillo y evade nuestras miradas curiosas. Exhala el humo con lentitud y vuelve a mirarnos.

—No nos hemos besado —admite—. No la he querido presionar, me conto que nunca había tenido novio o algo parecido.

La boca de Mackenzie se abre de la impresión mientras yo pestañeo confusa. ¿Escuchamos bien?

—Creí que si se habían besado —miro mis uñas—. Como ella te hablo para pedirte salir y…

—¿Seth Hunt tuvo una cita? —la vampira nos mira como si fuéramos alienígenas—. ¿Quiénes son ustedes y que hicieron con mis amigos?

El cazador suelta un bufido y se levanta de la cama.

—Mejor me voy a hacer la maleta —se detiene antes de salir—. Deberían hacer lo mismo, estamos en la hora.

Decido dejar a mi amiga sola para que arme su maleta, aunque no creo que tenga mucho trabajo ya que llego hoy. Si yo estuviera en su lugar no iría, viene llegando de un viaje largo, pero a Mack le encanta subirse a los aviones tanto como le gusta beber sangre.

Decido ir en busca de Ares. El sol me recibe en cuanto pongo un pie en el patio, hoy hace mucho calor. Veo al demonio tomando sol en una tumbona y me acerco a él.

—¿Los demonios toman sol? —pregunto burlona.

—Hacemos cosas de humanos con la diferencia que somos mejores que ellos —contesta orgulloso—. Y mis alas son una prueba de eso.

Ruedo los ojos. Creo que nunca había conocido a alguien con tanto amor propio. Me acomodo a su lado en la otra tumbona.

—Háblame más sobre tu especie.

Suspira y se quita las gafas para mirarme con esos impresionantes ojos color ámbar. Cualquier persona estaría impresionada al ver su iris.

—No hay mucho que decir —se encoje de hombros—. No envejecemos, pero si podemos morir con algunas cosas que claramente no te diré. Algunos tenemos poderes especiales, yo tengo el de invocar y controlar serpientes.

—¿Y cuáles son los otros?

—No he conocido otro demonio con poderes especiales en todos mis años de vida…

—¿Me dirás tu edad? —sueno curiosa.
—Quinientos ochenta, Solecito.

Mi boca se abre debido a la impresión. Casi seiscientos años y se ve como un jodido modelo, me debe estar jodiendo.

—¿Debes estar bromeando?

—Te dije que era mucho mayor que tú —responde sonriente.

—Pero tú… —quedo sin palabras.

—¿Me veo igual de delicioso que una barra de chocolate? —se señala a sí mismo—. Lo sé, no tienes que decirlo. Mis admiradoras me lo dicen mucho.

Idiota, arrogante y guapo.

—Sigamos con el tema de los demonios.

—Como quieras —rueda los ojos—. Podemos persuadir personas y a veces seres sobrenaturales. En mis tantos años de vida no he experimentado emociones humanas, y la verdad es que pocos demonios pura sangre como yo lo hacen.

—Háblame más sobre ese extraño cuento del otro día.

Sonríe de lado y se remoja los labios antes de contestar.

—Es una leyenda antigua de nuestro mundo, algunos la creen y otros simplemente la ignoran creyendo que es solo fantasía. No hay mucho que decir sobre ella, a excepción de lo que te dije.

Asiento poco satisfecha.

—¿Y tú crees en ella?

—¿Mi opinión sobre ella es importante? —contraataca.

—Claro que lo es, eres uno de mis guardianes y te considero un amigo.

—Creo en ella, más de lo que quisiera —responde pensativo—. Pero la pregunta importante es, ¿tú crees en ella, Solecito?

Frunzo el ceño, estoy un poco cansada de los acertijos de Ares. Sin embargo sé que no dirá nada directamente.

—Ya no sé qué creer —admito—. Supongo que si tú lo haces yo igual.
—Respuesta incorrecta —niega con el dedo—. Nunca debes confiar en un demonio.

Eso no me lo esperaba.

—¿Me estás diciendo que no debo confiar ti?

Suelta una sonora carcajada.

—No veo lo gracioso de la situación —sueno irritada.

—Yo tampoco —dice entre risas.
Si las miradas mataran, ya lo habría matado unas cien veces.

—¡Entonces deja de reírte de mí!

Levanta las manos en señal de paz.

—Levántate —ordena—. Quiero hacer algo.

—¿Qué cosa? —Frunzo el ceño—. No sigo órdenes de nadie.

Suelta un suspira de fastidio.

—Solo hazlo, no te matare.

Pongo los ojos en blanco antes de aceptar su mano y levantarme de la tumbona. No sé qué quiere lograr con todo esto.

—Bien, aquí me tienes…

No alcanzo a terminar ya que me carga como un bebé y se lanza a la piscina conmigo en sus brazos. Salgo a la superficie roja de ira. Acaba de empapar mi jodido vestido, esto no se quedara así.

—Toma las cosas con humor —despeina su cabello, el agua salpica en mi rostro—. No todo en la vida es hacer preguntas.

—Puedes meter tu humor donde mejor te quepa—lo señalo—. ¡¡Mojaste mi ropa!!

Mis ganas de vengarme aumentan cuando su sonrisa se amplia. Quería irritarme y lo logro.

—Perdone, damisela —agacha la cabeza a modo de reverencia—. Intentare no volver a cometer tal acto maligno en contra de usted, ruego que me perdone.

Una sonrisa se escapa de mis labios sin que pueda detenerla.

—Deja de hablar como idiota.

—No quieres también que me haga una estatua, para no molestarte.

—Eres irritante —gruño, se ríe—. ¡Agh! Olvídalo.

Nado con rapidez hasta la orilla y salgo del agua seguida de él.

—Molestar a las personas es mi talento.

—Pues no lo muestres —respondo, molesta—. Me irritas, lo sabes y lo disfrutas.

Escucho su estúpida risa y mi rabia aumenta.

Maldito Ares.

—No voy a mentir, amo hacerte enojar —acelera el paso cuando pasamos la puerta de la casa—. Te ves sexy enojada, por eso lo hago.

Me doy vuelta y choco de lleno contra su pecho. Levanto la mirada, sus ojos ámbar me observan con diversión.

—Tú me haces enojar porque se te la puta gana —lo apunto con el dedo, silencio—. ¿Sabes qué? Mejor vete al infierno.

Su sonrisa se amplía más aún, si es que eso es posible.

—No le puedes decir a alguien como yo que se vaya al infierno.

—¿Todo bien? —escucho la voz de Seth.

—Si —responde el demonio.

Entrecierro los ojos en su dirección.

—No.

—¿Sí o no? —mi amigo suena confundido, me observa con detención—. ¿Qué le paso a tu ropa, Sunshine?

—Olvídalo, voy a terminar mis maletas y sacarme esta ropa.

Sin esperar respuesta me encamino a mi habitación. Espero que este viaje traiga las respuestas que tanto quiero, y que sea lo más tranquilo posible. Necesito un poco de paz después de estos días caóticos.

Mark:

Estoy emocionado de que haya aceptado intentar esto conmigo a pesar de que fui un idiota al principio. Cuando encuentras a tu compañera los sentimientos son muy intensos, lo único que quieres es estar cerca de ella. Al encontrarnos nos complementamos, nos volvemos uno solo. Mis hermanos y yo somos afortunados de haberlos encontrado a esta edad, hay licántropos que tardan años.

Sin duda mi mundo cambio por completo desde su llegada.
Cuando vamos llegando a casa siento su olor. Mierda.

—Ivonne está en casa, genial —ironiza Dylan—. Ruego para que no se una al viaje.

—No será muy bienvenida —agrega mi hermana—. A Kelly no le cae bien, y dudo que a Mack le agrade. Esa chica parece odiar a todo lo que le rodea.

Sonrío y pongo una mano en el hombro de mi hermano.

—Te toco una chica difícil —chasqueo la lengua—. Vas a tener que esforzarte para conquistarla.

—Mack ni siquiera es conquistable —se burla Mila, nuestro hermano nos da una mirada cargada de odio—. Pero sabes que no se puede resiste mucho tiempo al lazo, la necesidad de estar juntos llega tarde o temprano.

En cuanto cruzo la puerta unos brazos me rodean el cuello y me sujetan con fuerza. Escucho las risas de mis hermanos. Separo a Ivonne de mi con delicadeza, no quiero ser descortés con ella, después de todo es nuestra amiga y se lleva muy bien con mamá.

—¿Dónde estabas? —Frunce el ceño—. Habíamos quedado de vernos hoy.

Lo había olvidado por completo. Mi madre me observa con reprobación y tiene los brazos cruzados, ella siempre ha querido a una chica como Ivonne para mí: tranquila y predecible, todo lo contrario a Kelly. No puedo negar que Ivon es una chica guapa y es una excelente amiga, pero no puedo verla con otros ojos y nunca lo haré.

En el pasado con Max cometimos el error de acostarnos con ella, y se obsesiono con ambos. Aún sigue teniendo encuentros con mi hermano, lo que es yo, lo corte de inmediato porque sabía que estaba mal.

—Encontré a mi compañera, estaba con ella —le digo sin anestesia, su mirada refleja dolor—. Es la chica de la cafetería, Kelly Deveraux…

El ruido de unas pisadas fuertes bajando las escaleras me interrumpen. Veo a Max cargando una maleta de color amarillo, al llegar al final suelta un suspiro cansado. Nos mira a todos y sonríe.

—¿A qué hora nos vamos?

—¿Ir a dónde? —cuestiona Dylan.

Max rueda los ojos.

—Irlanda —me señala—. Tu chica me llamo para invitarme, no tengo idea de cómo consiguió mi número, pero lo hizo. Es increíble.

—¿Cuándo pensaban decirnos que se irían? —Pregunta mamá—. Ya no tienen respeto por nosotros, les recuerdo que siguen viviendo bajo nuestro techo.

—No tenemos que avisarte nada —Mila suena molesta, su convivencia no es la mejor en estos momentos—.Buscaré otro lugar donde vivir, ya que te molesta que pase tiempo con mi compañero. Cualquier madre en tu lugar se alegraría por nosotros.

Eso nos deja a todos sorprendidos, mi hermana siempre fue la niña que se callaba las cosas y dejaba que nuestra madre la moldeara a su gusto. Al parecer encontrar a su compañero la cambio, me alegro que por fin empiece a hacerse respetar. Se va su habitación dando fuertes zancadas, Max deja la maleta tirada y la sigue.

Dylan mira a nuestra progenitora completamente decepcionado. Si bien nadie es perfecto, Mila tenía razón en algo, ella debería alegarse de que hayamos encontrado a nuestras parejas predestinadas.

—Yo también encontré a mi compañera —admite, no creí que lo dijera aún—. Es la mejor amiga de Kelly, es una vampira y no quiero que la mires con desprecio cuando venga.

—Gracias, diosa de la luna. Les están dando excelentes compañeros de vida a mis hijos —dice con ironía—.  Una es una chica que parece el mismísimo Lucifer cuando se enoja, otro un cazador y para finalizar una vampira que debe ser igual de desagradable que los otros dos.

El desprecio es notorio en su voz, aprieto los puños.

—Ni siquiera te has dado el tiempo de conocerlos o hablar con ellos —gruño, molesto—. Son buenas personas, han sufrido y perdido mucho. No todos tenemos una vida relativamente normal.

—Y nunca lo hará, sabes cómo es —espeta Dyl—. Solo piensa en ella misma, le da igual la felicidad de sus hijos. Yo ya me acostumbre a eso, por eso tu opinión sobre Mackenzie no me interesa.

Sin esperar a que mamá pueda responder desaparece rumbo a su habitación. Quedo solo antes la mirada de ambas rubias, cualquiera pensaría que mi madre es hermana mayor de Ivonne, mi madre no parece tener más de cuarenta años.

—Dylan tiene razón, mamá —admito—. Deberías estar felices por nosotros…

—Ellos solo traerán destrucción a la familia —me interrumpe—. Están rodeados de peligro, muerte y cegados de ira. No son buenos para ninguno de mis hijos.

—No sabes nada sobre ellos —alego—. Y hagas lo que hagas estaremos con ellos igual. No somos niños, no debemos pedirte permiso para salir con alguien.

—Solo queremos decirte que te alejes de esa chica antes de que sea tarde —Ivon se encoje de hombros—. Ella misma te dijo que era peligrosa para ti.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo sabes lo que ella me dijo?

Mi madre desvía la mirada, ella le fue con el chisme a Ivonne. Ni siquiera puedo confiarle algo a mi madre porque va y se lo cuenta a mi amiga.

—Kelly tiene un lado oscuro bien oculto —sus ojos azules me observan fijamente, veo rechazo en ellos—. Simplemente no quiero que eso te lastime.

—¡Todos lo tenemos, mamá! —Exploto, estoy harto de sus comentarios sobre mi compañera—. Todo el mundo tiene algo que ocultar a los demás.

Niega con la cabeza.

—El día que conozcas toda la oscuridad y maldad que lleva dentro entenderás lo que te digo. Es como un veneno que te va a consumir lentamente.

—No me separaras de ella.

Dicho esto me encamino a mi habitación para hacer mis maletas. Iré a ese viaje, está decidido desde que lo propusieron los hermanos Patterson. Ella me necesita y voy a estar ahí para ella.

Meto en mi maleta la ropa necesaria, todo con rapidez ya que los hermanos de Kelly dijeron que saldríamos a las cinco. Agradezco que por lo menos papá este feliz por nosotros, él es todo lo contrario a mamá. El ruido de unos motores me alertan miro por la ventana y los veo bajarse del auto, mi chica cierra la puerta del deportivo rojo con tanta fuerza que creo que la va a romper.

Al parecer no llego de buen humor.
Y eso no mejorara cuando se entere que Ivonne se acoplo a nuestro viaje. Mamá la convenció de que lo mejor era que ella fuera para saber si estoy a salvo, y la rubia le hace caso en todo a Agatha Sallow.

Ares le sonríe con diversión y ella le arroja un par de piedritas, claramente el chico las esquiva con gran agilidad. Al parecer su enojo es con el rubio.

Cierro mi maleta y bajo rápidamente al igual que mis hermanos. Al llegar a la sala podemos escuchar su discusión a media que se acercan a la puerta. Mi mirada se cruza con la de Ivonne y suelto un suspiro.

—Vamos, Solecito, solo fue una broma —se excusa Ares—. ¿Dónde quedo tu sentido del humor?

—Solo cierra tu maldita boca, Kingston —Kelly suena irritada—. Me lanzaste a la piscina tres malditas veces, arruinaste tres de mis vestidos y lanzaste pintura en una de  mis camisetas favoritas ¡Eres un maldito demonio!

Se escuchan las risas de sus amigos, la de Seth es inconfundible.

—¿Ahora lo notas, Solecito?

Mi chica suelta un  grito de frustración antes de abrir la puerta de golpe. Su mirada cae sobre Ivonne, quien está sentada junto a mi madre y con una maleta entre sus manos. La vampira frunce el ceño en su dirección y Seth va a ayudar a mi hermana con sus cosas.

—Ves que las cosas si pueden ser peor, Solecito malhumorado —susurra en su oído—. Tu día acaba de empeorar, y yo no fui el causante.

Su cercanía me molesta, pero no puedo decir nada. Kelly le dejo claro que solo pueden ser amigos. Además él la conoció primero que yo, y si fue amable no como yo.

—¿Vamos o qué? —La voz de Mack es dura—. No tenemos toda la tarde.
Ivonne la mira de pies a cabeza como si fuera un bicho raro.

—¿Dónde quedaron tus modales, chica?

Los ojos marrones de la vampira transmiten enojo. Se acerca a paso decido a nuestra amiga y le toma el mentón para que la mire. Sus ojos cambian de color, venas amoratadas adornan su hasta sus pómulos. Abre la boca para hablar, dos filosos y blancos colmillos se hacen presentes.

—Mira, loba, no tengo la mínima intención de ser amable contigo —sonríe con frialdad—. Es mejor que no molestes en el viaje, soy conocida por tener mal humor.

Ivonne se encoje en su asiento y murmura una afirmación.

—Matar licántropos es mi pasatiempo favorito —la pelinegra la suelta, sus ojos vuelven a la normalidad—. No creo que quieras ser mi próxima víctima, ¿o sí, Ivonne?

La nombrada niega.

—Me parece bien —se da vuelta y nos observa como si nos odiara a todos—. Vamos, ¿o quieren una invitación con flores?

—Me agrada —Ares le susurra a Kelly—. Es temeraria como tú.

—¿Y tú quién eres? —Cuestiona mamá—. No puedes venir a hacer amenazas a mi casa así como así.

—Es Mackenzie, mi compañera —habla Dylan, la vampira lo mira asombrada—. Ya es hora de irnos. Hasta pronto, madre.

Mi padre sale de la cocina y mira con clara curiosidad a Mack, estoy seguro que escucho la conversación y quiso salir a ver quién era la compañera de Dylan.

—Soy Richard Sallow, padre de los chicos —le extiende su mano, la pelinegra la acepta dudosa—. Un gusto conocerte, Mackenzie.

—Solo Mack —fuerza una sonrisa—. El placer es mío, Richard.

—Que tengan un buen viaje —nos desea papá—. Si necesitan cualquier cosa me llaman.

Mi compañera le sonríe.

—Gracias, lo mismo para ustedes.

Nos da una mirada y sale por la puerta seguida de sus amigos. Nos despedimos brevemente de mis padres y salimos. Hay tres medios de transporte esperando, un deportivo rojo que reconozco como el de Ares, el jeep del cazador y una motocicleta roja a la cual se sube la vampira.

Nos subimos la jeep y Seth conduce camino al aeropuerto. Por alguna razón Kelly se quiso ir con Ares y mi querida amiga Ivonne no ha dejado de decir que tal vez me engaña con él. Mila está conteniendo sus ganas de lanzarla fuera del auto.

Kelly:

Son las seis de la tarde cuando llegamos al aeropuerto y veo a mis hermanos esperándome con claro reproche. En mi defensa el idiota de Ares hizo que me cambiara tres veces de ropa.

Con respecto a Ivonne, claramente me molesto llegar a la mansión de los Sallow y saber que ella vendría. Esa chica no es nada mío y dudo que haga las cosas fáciles durante el viaje. Si bien pude haber hecho un escándalo o decirle que no iba a viajar con nosotros, preferí no hacer nada de eso, no caeré en las provocaciones de ambas, y digo de ambas ya que Agatha Sallow no me soporta y por eso decidió que era buena que esa licántropo viniera.

Me bajo del deportivo y Ares ayuda con mis maletas. Ivonne esta con una hermosa cara de culo, aun no entiendo su actitud, si tanto le molesta estar aquí para que vino. ¡Oh ya lo recordé! Esta flechada por Mark. Mack llega a mi lado sonriente, nos encanta viajar.

—Llegas tarde —reprocha Evan.

Ruedo los ojos.

—Solo una hora, relájate —le lanzo un beso—. Te saldrán arrugas si sigues así.

Aiden señala a la rubia.

—¿Y ella es? —cuestiona.

—Amiga de los Sallow —responde Mack—.  No te preocupes no es nadie importante.

Mis hermanos me dan una mirada y yo asiento en respuesta. Sé que se preocupan por mí pero puedo lidiar con esto. No soy una niña inmadura que asesinara a la chica que se fije en Mark.

—Ten un buen viaje hermanita —Evan besa mi frente y fija su vista en Mark—. No dejes que haga nada estúpido.

Mi compañero asiente.

—Te quiero, demasiado —Aiden no reprime sus ganas de abrazarme.

Luego de separarnos fijo mi vista en los Sallow quienes están asombrados al ver no uno, si no cinco aviones privados.

Dylan señala unos dibujos.

—¿Qué significan esas cosas?

—Son cosas que nos representan a cada uno —explica Mack, orgullosa.
Fue idea de ella personalizar nuestros aviones.

—Iremos en ese —Seth señala el avión negro con una bola de fuego—. Es el de Sunshine, es el más grande de todos.
Un hombre mayor se acerca a buscar nuestras maletas.

—Señorita Deveraux —saluda, le sonrío.

Escucho las instrucciones de Aiden por enésima vez mientras mi compañero fue levemente secuestrado por Evan Patterson. Solo espero que se comporte, Evan es todo un caso cuando se trata de mí.

Mark:

—Mark —escucho la voz de Evan—. Quiero hablar contigo un momento.

Trago saliva y asiento. Nos alejamos del resto, desde aquí puedo ver como Kelly se ríe a carcajadas con mi hermana, me alegra que se lleven bien ya que son las mujeres más importantes de mi vida.

—Sé que te han hablado de mi —rompe el silencio.

—Me han dicho cosas buenas…

Una carcajada un tanto siniestra me interrumpe. Sus ojos azules me observan, la diversión brilla en ellos.

—Eso es raro porque soy un completo idiota la mayor parte del tiempo.

—¿Está todo bien con Kelly?

—Te preocupas por ella —suena más a una afirmación.

—Es una persona importante para mí, es mi compañera y en este poco tiempo me he acostumbrado a su compañía.

—No soy gran fan tuyo y Aident ampoco —saca una petaca de acero inoxidable y bebe un sorbo. El alcohol es una de sus cosas favoritas, anotado—. Pero se ve que le importas, y si quiere darte una oportunidad yo también lo haré.

—Solo quiero lo mejor para ella.

—Le haces aunque sea el mínimo daño, y te buscaré por todo el mundo si es necesario para hacerte pagar —amenaza—. No soy como mi hermano, yo actúo por impulso.

—No le haré daño, lo prometo —digo seguro—. Tienes mi palabra.

Niega con la cabeza.

—No prometas cosas que no sabes si vas a poder cumplir —susurra—. Las palabras no tienen valor hasta que se cumplen, Mark.

Nos sumimos en un silencio, sin embargo no es incómodo. Me ofrece whiskey y acepto por educación, el líquido pasa por mi garganta y evito hacer una mueca. Soy más de beber cerveza.

—Cuida a mi hermana como si fuera el diamante más valioso de esta maldita tierra.

—No tienes que pedirlo —respondo de inmediato—. Es lo más importante en mi vida de ahora en adelante. Es mi otra mitad.

Se ve poco satisfecho, dudo que algo lo haga estar conforme.

—Es lo más valioso que yo tengo —asegura—. Le pasa algo y soy capaz de hacer arder todo a mi paso para recuperarla.

—Debemos irnos —Kelly llega a nuestro lado—. Cuídate mucho, Evan.

El nombrado asiente con desinterés. Veo la duda en los ojos de mi chica, le doy una sonrisa para incentivarla. Se acerca a su hermano y le da un abrazo breve. Luego toma mi mano y caminamos juntos hasta el avión.

Se siente increíble tener a Kelly como mi compañera, pienso en ella cada segundo de mi vida. Esta chica me tiene en la palma de su mano.

Kelly:

Dude en abrazar a Evan ya que evitamos las muestras de cariño en público, pero esta era una excepción ya que no sé cuándo volveremos a Darkwood. Cada uno se sienta en uno de los asiento de cuero de color negro y me abrocho el cinturón, Mark se sienta junto a mí.

—El piloto despegara en cinco minutos —informa la azafata y yo asiento sonriente.

Veo como Ivonne se sienta de mala junto a Max. Se me olvidaba el hecho de que esta fascinada con mi compañero.

—No pensé que tuvieras tu propio avión, Solecito —Ares bebe un shot de vodka, me guiña un ojo—. Eres una chica increíble y hermosa.

Sonrío mientras niego con la cabeza. Mark se tensa a mi lado, agarro su mano y se relaja mientras su amiga tira dagas por los ojos. Seth me mira como si estuviera loca, no le agrada la idea de que Ivonne este aquí, pero si deje que viniera es para hacerle saber que si presencia no me afecta en lo más mínimo.

Mila está perdida en uno de sus libros sobre romance que le gusta leer mientras Seth se coloca sus audífonos. Mack está mostrándole su perfil de redes sociales a Dylan quien la mira encantado.

No sé si esa chica quiere darla una oportunidad o no, antes de ir a la casa de los Sallow dijo que quería estar lejos de él y ahora está sentada a su lado.

El demonio bebe vodka como si no hubiera mañana, Ivonne bebe una copa de vino encantada con todo el lujo del jet y Max coquetea con una de las azafatas.

Desearía que este fuera un viaje de placer y no de investigación.

El avión se enciende y minutos después estamos despegando, dejando Darkwood atrás y a mis hermanos.

Mark se acerca a mi oído, su aliento eriza la piel de mi cuello.

—Lamento que ella haya venido —susurra.

Frunzo el ceño para luego soltar una risa.

—No es tu culpa —juego con sus manos—. Estaré bien, gruñón.

Me da una de sus características sonrisa que estoy empezando a adorar.

—Muy madura, ¿eh?

—Siempre lo he sido —arqueo una ceja—. Mientras no se meta en mi espacio personal o el de mis amigos estaré bien, si no seré su peor pesadilla.

Digo todo consciente de que me escucha, quiero que sepa que no se juega con la paciencia de una Deveraux.

—Así se habla, princesa.

Debo tener una sonrisa estúpida, me gusta que me llame así pero soy muy orgullosa para admitirlo delante de él.

Une sus labios con los míos en un beso profundo, paso mis manos por sus músculos y suelta un leve gruñido. El beso dura por un par de minutos hasta que alguien nos separa interrumpiendo nuestro momento.

—Si quieren tener sexo vayan a la habitación —Mack señala la puerta que efectivamente da un cuarto—. No queremos ver como se succionan.

Un leve rubor cubre las mejillas de Mark y suelto una risa divertida, se va tan tierno ¡Demonios! Yo no pensé algo así, ¿qué me está pasando?

—Vete a tu asiento, linda Macky —respondo burlona.

Me da una mirada cargada de odio, no les gusta ese apodo. Se devuelve al lado de Dylan, espero que le da una oportunidad. Todos merecemos a alguien que nos ame por lo que somos y no intente cambiarnos.

En ese instante la azafata se acerca a nosotros, el uniforme le queda muy bien y luce sus largas piernas. Pero Mark ni siquiera la mira.

—¿Quieres servirte algo? —pregunta amablemente.

Le tengo dicho a todo el personal que no me traten de usted porque me hacen sentir como si tuvieran cien años, y todos lo entienden. A excepción de los nuevos, pero luego les diré que me tuteen.

—Un jugo para mí, por favor —respondo—. ¿Qué tienen para comer?

—Tenemos sushi, filete, salmón ahumado, hamburguesa, ensalada de pollo y de frutas —me sonríe ampliamente—. Tus hermanos querían que tuvieras todo lo que te gusta.

Mi corazón se llena de felicidad, mis hermanos siempre pensando en todo. Los amo incondicionalmente, hagan lo que hagan siempre serán mi familia.
—Sushi estaría bien para mí.

Enfoca su vista en Mark.

—¿Usted desea algo, señor…

Reprimo una risa por el hecho de que lo trata de usted.

—Sallow, pero solo dime Mark —suena tímido—. Una hamburguesa con una bebida estaría bien.

—A la habitación —agrego—. Por favor.

Ella asiente y se retira para preguntarles a los demás.

—Sígueme —susurro.

Nos desabrochamos lo cinturones y nos encaminamos en dirección a la habitación. Siento una mirada sobre mí y sé que es Ivonne, ruedo los ojos. Abro la puerta y entramos a la habitación. Hay una gran cama con sabanas de seda color crema, una televisión en la pared y un sofá cama gris.

El pelinegro la mira con detalle.

—Se parece a tu habitación.

Tiene razón, el diseño es muy parecido con distintos colores. Cierra la puerta y siento sus brazos rodear mi cintura, mi corazón experimenta distintas emociones que creí incapaz de sentir por alguien.

—No eres la única que se siente así —confiesa al leer mis pensamientos.

Nos acostamos en la cama y me apoyo en su pecho. Sus manos trazan caricias a lo largo de mi espalda y sonrío.

—Tu amiguita me odia —comento divertida—. Debe ser porque ustedes se acostaron.

Mark se tensa en respuesta, incluso parece que deja de respirar. Por favor, estoy segura que solo fue sexo. Además yo no soy una santa.

—Creyó que tendría oportunidad contigo ya que tiene a tu madre de su lado y tu ayudaste al acostarte con ella —prosigo, me gusta molestarlo—. Meterme en la mente de los demás es un pasatiempo que adoro.

—Paso hace tiempo —admite claramente avergonzado—. Además fue solo una vez, lo prometo.

—No quiero detalles, pero quiero que sepas que tampoco me molesta —digo la verdad—. Ambos estábamos solteros y nos dejábamos llevar por el momento. Yo tuve mucho sexo casual en mis viajes.

Arruga la nariz.

—Tampoco quiero saber detalles.

—Lo que hicimos en el pasado da igual, en ese tiempo no nos conocíamos.

—Pero… —hace una pausa dramática—. Ahora estamos juntos, así que nada de sexo casual con idiotas.

Suelto una carcajada y el frunce el ceño. Intento dejar de reír pero no puedo, su expresión seria me lo impide.

—Está bien —respondo entre risas—. Nada de sexo con idiotas, aunque, ¿el término idiota también te define a ti?

En un movimiento rápido me posiciona debajo de su cuerpo y contengo el aliento, no vi venir eso. Ahora es él que se ríe. Deja un breve beso en mis labios, quiero más.

—Eso ya lo veremos, princesa.

Unos golpes en la puerta interrumpen y por el olor sé que es la comida. Salvada por la campana, o en este caso por el delicioso sushi y la hamburguesa de Mark.

—Gracias —respondo luego de recibir la bandeja.

Mark mira con asco mi sushi y yo le doy una mirada de furia. Adoro el sushi mucho más que la hamburguesa.

—Deja de mirar así a mi comida.

—Podrías estar comiéndome a mí —arquea una ceja—. Eso suena un mejor plan.

—Mmm… —finjo pensar—. Me quedo con el sushi, pero gracias por la oferta.

Pone una mano en su pecho fingiendo estar ofendido para luego besar mis labios con ternura.

Nuestro vuelo se resume en besos y bromas, me siento muy a gusto con él.



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Besos!🖤

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