Capítulo 8 ✡
Kelly:
—Sé que estuviste en mi despacho, en Denver —comenta Evan—. ¿Qué buscabas exactamente?
—Algo que me ayude a descifrar mi pasado —respondo como si fuera obvio—. Más información sobre la muerte de mis padres.
Alza sus cejas.
—¿Y no podías preguntarlo?
La furia me invade.
—Ustedes nunca dan respuestas concretas...
—Ahora tendrás algunas —interrumpe Aiden–. Eres una chica poderosa para tener solo dieciocho años, puedes destruir un pueblo entero con solo pensarlo e incluso sin pensarlo.
Evan asiente con una sonrisa en el rostro, le gusta que sea poderosa.
—Tus padres nunca nos dijeron que te hacía tan especial, lo único que alcanzamos a rescatar fue información sobre los...
—Guardianes sobrenaturales —interrumpe Seth—. Yo soy uno de ellos, faltan cuatro.
Aiden abre su laptop y comienza a teclear, el silencio se hace presente y me remuevo incómoda. La cercanía con Mark me está poniendo nerviosa, más nerviosa de lo que me gustaría. Por el rabillo del ojo puedo ver una leve sonrisa que se esfuma en cuando volteo a verlo directamente.
¿Qué demonios?
Decido ignorarlo ya que no es el momento para pensar en chicos que se transforman en lobos.
—De hecho encontré dos al llegar aquí —muerdo mi labio inferior—. Ares y Dylan, sentí una extraña conexión con ellos.
—Licántropo —sigue tecleando, fija su vista en el demonio—. ¿Y tú que eres? Según los registros de Vicent cada guardián es miembro de una de las especies más fuertes.
Ares mantiene su rostro sin expresión, se da vuelta y me observa.
—Ella sabe lo que soy —sonríe, idiota—. Díselo, Solecito.
Niego con la cabeza frenéticamente.
—Déjalo solo como Ares.
Mi hermano acepta dudoso. No quiero decirles a todos que es un demonio, sé cómo reaccionarían. Son seres malignos, servidores del diablo y no quiero que lo vean de ese modo. Siento la mirada de Mark sobre mí, pero finjo que no lo noto.
—¿Para qué necesita guardianes? —pregunta el pelinegro.
—Para que la protejan y la ayuden a no perderse en el camino, a que no pierda su humanidad —responde Evan como si fuera obvio—. Hay personas que quieren matarla.
Fijo mi vista en él.
—Y me encantaría saber porque me quieren muerta.
Silencio absoluto, se escuchan nuestras respiraciones. Aiden deja de observar la pantalla y me mira, desvío la mirada de inmediato. Sé que si lo observo dejaré de ser brusca con mis preguntas, y no quiero eso, quiero saber todo lo que me ocultan.
La chica que se quedaba callada cuando sus hermanos se lo pedían y dejaba de investigar sobre el pasado murió.
Estoy dispuesta a todo con tal de conseguir la verdad, no tengo nada que perder. Estoy segura que estos poderes no fueron entregados a mí por medio de un concurso, hay algo más detrás de mi existencia.
Mark:
—Mejor explícame quién diablos es él —dice Kelly molesta.
Sus hermanos se miran entre si confundidos, Ares por su parte no contiene la ganas de preguntar.
—¿Él?
—Dos personas ya me han dicho que me cuide de él —admite en un susurro—. Y no tengo idea de quién puede ser esa persona o que puede querer de mí.
Trago saliva, estoy seguro que esto no es nada bueno. Y la cara de los Patterson lo confirma.
—Rayna puede tener respuestas para eso —Evan pasa su dedo por el filo del vaso—. Tendrás que ir a Irlanda cuanto antes.
Su hermana le da una mirada cargada de confusión, está algo nerviosa. Sin pensarlo tomo tu mano, para mi alivio no la aparta.
—¿Por qué no te incluyes en el plan?
—Recuerda nuestra última charla por teléfono, no me necesitas más —bebe un sorbo de whiskey, se ha tomado casi dos botellas—. Tienes a tu compañero, puede que solo sea un licántropo que no tenía idea de la existencia de algunas cosas, pero no lo subestimes. Lo necesitas, y lo sabes.
Me entrega a Oddie, puedo sentir su enojo y dolor. Es increíble y a la vez abrumador poder sentir lo mismo que ella, e incluso leer sus pensamientos.
—¡Te necesito a ti, maldita sea! ¡Eres mi hermano! —Se levanta del sofá con las manos en puños—. ¿Crees que puedes cuidarme durante más de diez años y luego dejarme abandona como si fuera un simple juguete?
—Cariño, no es eso —Aiden intenta razonar con ella—. Solo debes darle una oportunidad al chico...
—¡¿Una oportunidad?! Estás loco —gruñe, algo dentro de mí se quebró—. ¿Qué paso con lo de no confiar? Regla número cuatro.
—Es diferente, Sunshine.
—Tú también, ¿es enserio? —Niega con la cabeza—. Váyanse al infierno.
Se va de la sala dando zancadas, desprende furia por cada poro de su cuerpo. Evan lanza el vaso de vidrio contra la pared haciendo que nos sobresaltemos, mi hermana se apega al cuerpo de Seth y él la abraza.
El mayor de los Patterson lanza la botella en dirección a su hermano. Aiden la atrapa con gran agilidad antes de que se estrelle contra la muralla.
—No sirve de nada alterarnos —deja el licor sobre la mesa—. Con uno de nosotros enojados basta y sobra.
El chico de ojos color ámbar se levanta de su asiento.
—Yo voy por ella, no quiero que incendie el lugar.
Sin esperar respuesta de nadie sigue el mismo camino por el que se fue Kelly hasta la salida. Dejo caer mi peso en el respaldo del sofá. El perro en mis brazos se remueve inquieto, creo que extraña a su dueña, y siendo sinceros yo también quiero estar cerca de ella.
—Mark, ¿podemos hablar un segundo? —Pide Aiden—. En el despacho, sígueme.
Hago lo que ordena, en menos de diez minutos nos encontramos en un elegante despacho. Cierra la puerta y camina hasta el escritorio, apoya su peso en este. Sus intensos ojos azules, que me recuerdan a Kelly, me observan con detención. Esta escaneándome.
Muevo mis pies con nerviosismo, tener una conversación con uno de los hermanos sobreprotectores de tu compañera no es muy agradable.
—Así que tú eres el compañero de mi hermanita —comienza a hablar, su actitud no es intimidante—. No creí que te conocería tan pronto, mejor dicho no quería conocerte nunca. Celos de hermano mayor, supongo que comprendes.
Asiento con claro nerviosismo. Mis manos sudan considerablemente, creo que nunca había estado tan nervioso en mi vida.
—Relájate, tu pulso se acelera. Sé que estás nervioso —me da una sonrisa tranquilizadora—. Descuida, no soy tan prepotente como Evan.
—Tu hermano es un poco...
Busco la palabra correcta para no ofender a nadie, no la encuentro.
—Temperamental, lo sé —termina por mí—. Lo peor es que Kelly se parece mucho a él en ese sentido. Y no es bueno tener a dos personas así bajo el mismo techo, aunque al final te acostumbras.
No digo nada, solo observo el lugar con detención. Una foto llama mi atención, Kelly sale en los brazos de Aiden cuando solo era una bebé, sé que es ella por el azul de sus ojos. Él vampiro tiene la misma apariencia física de ahora, lo que hace la inmortalidad.
—Quiero pedirte algo, Mark.
—¿Qué podrías querer de mí?
—Sé que Kelly puede ser una persona algo difícil, es terca y cree que puede resolver todo ella sola —expresa—. Eso lo saco a nosotros.
—Me di cuenta de eso.
—No la dejes sola, sé que ella te lo pedirá o intentará obligarte pero no lo hagas —pide—. Tú le harás bien, aunque no lo queramos admitir ella necesita a alguien como tú. Eres su compañero, debes estar junto a ella.
Lo que acaba de decir me dejo en shock creí que todos aquí me odiaban. Seth dejo muy en claro eso hace un rato mientras esperábamos a Kelly. Sus palabras fueron: "Esto de los compañeros es una estupidez, nadie te quiere en la casa"
—Creí que no te agradaba.
Sonríe.
—Y no lo haces, pero puedo aguantarte por mi hermana —admite—. Quiero lo mejor para ella, y si tú eres lo mejor para ella lo aceptare —se acerca a mí con expresión seria—. Si derrama aunque sea una sola lágrima por ti, olvidaré que soy el hermano pacífico.
—No te preocupes...
—Lo hago, y siempre lo haré —se aleja, vuelvo a respirar con normalidad—. Es lo único que tengo, siempre será mi prioridad.
—Y ahora también es la mía -sonrío inconscientemente—. La cuidaré con mi vida, lo prometo.
Asiente, me guía hasta la puerta.
—Ve a verla, sé que quieres eso -hace una pausa—. Los licántropos creemos mucho en eso de las almas gemelas.
Estoy por salir, pero volteo a verlo con clara confusión.
—Con Evan somos híbridos, sin embargo podemos ocultar nuestro olor —alza su mano y me enseña un anillo como el de su hermana—. Ve con ella, e intenta que no destruya todo a su paso.
Salgo en busca de mi compañera, es muy escurridiza. Sigo su confuso olor por el bosque, todos mis sentidos están alerta ya que estoy en territorio vampiro. La naturaleza y los distintos olores del bosque siempre me han transmitido paz. Ignoro el ruido de pisadas a lo lejos y sigo el olor de Kelly.
De pronto siento unas manos en mi boca y soy arrastrado hacia un árbol, mi espalda impacta contra este de una forma poco brusca. Estoy por zafarme cuando veo sus hermosos ojos azules, tiene lágrimas acumuladas.
Destapa mi boca y me hace un gesto para que guarde silencio. Sujeta mi mano con firmeza y cierra los parpados. Miro el entorno y me tenso al oír un par de voces masculinas.
—¿Seguro que sentiste olor a licántropo, Tristán? —Cuestiona una voz desconocida—. No son tan idiotas como para venir a nuestro territorio.
—Si lo sentí —afirma el vampiro que nos ataco ayer—. Pero ahora desapareció, será mejor que sigamos buscando.
Nos quedamos en silencio durante lo que me parece una eternidad hasta que suelta mi mano y mira hacia todos lados.
—¿Eres suicida? —Frunce el ceño—. Les dije a los chicos que no te dejaran salir porque es peligroso.
Alzo ambas cejas y sonrío como estúpido.
—¿Te preocupas por mí, princesa?
Entrecierra los ojos y suelta un bufido.
—En tus sueños, gruñón —me mira de reojo—. Deberíamos volver a casa, muchos vampiros sueltos y un licántropo no son buena combinación.
Ignoro el hecho de que entrelaza nuestros dedos y comienza a caminar devuelta a la mansión Patterson. Su pequeña mano encaja a la perfección con la mía, su piel esta helada mientras que la mía esta tibia. A pesar de tener las piernas más cortas que yo camina dando grandes zancadas y prácticamente me arrastra con ella.
Al llegar abre la puerta y cierra de un portazo alertando de nuestra llegada. Mira a sus hermanos con furia y decepción. Nuestras manos siguen entrelazadas y todos se dan cuenta de ello, pero lo ignoran.
—¿Te calmaste? —indaga Evan.
Mala decisión, eso la enoja aún más. Sus pensamientos son negativos, tan negativos que me dan escalofríos. Su rostro lindo no te hace imaginar las cosas horribles que pasan por su mente.
—Hay oscuridad en mi interior que no comprendo —traga saliva—. Quiere muerte y destrucción, eso me asusta y lo saben.
—Kelly...
—Pero no me dan respuestas, y tuve que alejarme de Ares o lo hubiera matado allí mismo —niega con la cabeza—. ¿Quién le dijo que me siguiera? Eso fue algo irracional.
Silencio nadie dice nada.
—Y aún peor es que hayas mandado a Mark allá afuera, Aiden —su voz suena a reproche—. Hay más de veinte vampiros rondando el lugar por el olor a licántropo y tú vas y lo envías a su muerte, gracias hermano.
Me arriesgo y entro en sus pensamientos, sonrío al saber que si se preocupa por mí y está considerando darme una oportunidad.
—No eres cualquier chica, eres única poderosa y destructiva, pequeña rubia —dice Evan con seriedad—. Puedes contra lo que sea, que nadie te diga lo contrario.
Escucho como la rubia aprieta la mandíbula. Yo igual estaría enojado si no me dicen nada sobre mi o sobre las habilidades que poseo. Ella ni siquiera sabía de los compañeros de vida.
—¿Cuándo iré a Irlanda?
—Cuando se irán —le corrige Aiden, frunce el ceño—. Tus guardianes te acompañaran y Mark también...
—¿Ahora me pones niñeros? —Aprieta más mi mano, evito hacer una mueca—. Sé cuidarme sola, y Rayna estará allá.
Evan suelta un suspiro cansado.
—Podemos hablar los tres en privado —nos mira a los demás—. Pueden irse a su casa o alguna de las habitaciones de arriba, da igual.
Hago el intento de irme, pero Kelly no suelta mi mano. La mirada fría que posee da miedo, sin embargo sus hermanos no se inmutan. Los mira como si los quisiera asesinar o hacerlos sufrir el mismo dolor que carga ella.
—«¿Quieres que te espere arriba?».
Sus ojos azules me miran fijamente y asiente.
—«Seth te mostrara mi habitación» —escucho su voz en mi cabeza—. «No tardare mucho».
Dejo un beso en su cabello y sigo al cazador rumbo al segundo piso. Debo estar alerta a sus emociones y pensamientos, no quiero que haga algo de lo que luego pueda arrepentirse.
Kelly:
Ares no debió seguirme al bosque, estuve a centímetros de arrancar su corazón. No tengo idea de cómo recupere el control de mi cuerpo y pude salir huyendo.
Nunca me perdonaría el si le hago daño a mi familia o amigos.
Sigo a mis hermanos hasta el despacho de Aiden, me lanzo al sofá y los miro desafiantes. Como era de esperarse ni siquiera se inmutan ante mi mirada fría y sin una pizca de amor.
—Soy un monstruo, estuve a punto de arrancar el corazón de Ares —digo con una frialdad sorprendente—. Una parte de mi lo deseaba con ganas, quería verlo morir. ¿Qué demonios pasa conmigo?
—Viajaras mañana por la tarde en algún jet, se hospedaran en la residencia. Nosotros intentaremos averiguar quién es él —Evan ignora mi pregunta—. Recuerda que es un viaje para investigar, no para...
Deja la frase suspendida en el aire.
—¿Para? —frunzo el ceño.
—Para traer sobrinos al mundo —Aiden rueda los ojos, me trapico con mi saliv—. No te estamos diciendo que no tengas relaciones, solo que te cuides.
—No pienso tener sexo con nadie —aclaro—. ¿Y por qué no lo podía explicar Evan?
El nombrado suelta un suspiro.
—Sigues siendo mi pequeña hermana.
Decido ignorar eso y concentrarme en lo importante.
—Soy maligna, ¿verdad? —lágrimas se acumulan en mis ojos—. Esto que está dentro de mí no es normal, y para empeorarlo un loco desquiciado me quiere secuestrar.
Aiden me mira preocupado.
—¿Te refieres a él?
Asiento.
—No ignoren la primera pregunta —una lagrima rueda por mi mejilla—. Puedo soportarlo, solo díganme la verdad, ¿soy mala?
Ambos desvían la mirada.
—¡Respondan, maldita sea!
—No lo sabemos, nadie lo sabe con exactitud —Evan es el primero en hablar—. Por eso es importante que mantengas a Mark cerca de ti.
—Estamos seguros de que el si es luz y te puede ayudar a controlarte &agrega mi otro hermano—. Además no puedes escapar del lazo.
—¿Y si lo daño? No han pensado en esa posibilidad...
El mayor de los Patterson me interrumpe.
—Kelly, sabemos que no le harías daño a alguien inocente o a tus seres queridos.
—Yo ya no estoy tan segura de eso —bajo la vista a mis zapatos—. No quiero dañarlo, ni dañarlos a ustedes. No sería mejor si me encierran y ustedes van a buscar a Rayna.
—No eres un animal salvaje —Aiden se acerca para limpiar mis lágrimas—. Y el viaje debes hacerlo tú.
—Tus lloriqueos deben terminar, ahora —la voz Evan es dura y fría, cala tus huesos—. Tuviste una horrible perdida cuando eras una niña, pero debes dejar de lamentarte y pensar en el futuro.
Como siempre él es el hermano frío y distante para decir las cosas. Aiden le da una mirada severa mientras me abraza por los hombros.
—Evan, estas siendo muy cruel con ella.
—Te entrenamos y criamos para que seas una chica fuerte, una guerrera —ignora a su hermano—. No vas a tirar más de diez años de preparación a la borda, ¿o sí?
Sus ojos azules no se apartan de los míos, brillan con desafío y a la vez orgullo. Él está orgulloso de mí, de lo que me he convertido y hay días en los que yo odio esta oscuridad.
—Soy una guerrera —afirmo—. Nadie se mete conmigo sin pagar las consecuencias, y él no será la excepción.
—Entonces, nada más de lamentaciones. Irás a Irlanda y descubrirás más sobre tu... oscuridad —Aiden acuna mi rostro entre sus manos—. Sé que ya sabes esto, pero estamos muy orgullosos de tu fortaleza.
—Gracias —sonrío—. Ahora iré a mi habitación.
Cuando voy llegando a la puerta siento un carraspeo y volteo. Evan me observa detenidamente.
—Puede que ese tal Mark no me caiga bien, sin embargo se preocupa por ti —suspira—. Considera darle una oportunidad, recuerda que puedes hacer lo que quieras así que no te sientas obligada a nada.
—¿Y el lazo? —cuestiono.
—Podemos arreglarlo si así lo deseas —responde indiferente—. Siempre tengo soluciones, incluso para lo que crees imposible.
Asiento pensativa y salgo de ahí. ¿Rechazaré el lazo? La verdad es que no sé qué hacer, una parte de mi quiere estar cerca de él con todas sus ganas y otra quiere alejarlo de mi mundo lleno de oscuridad.
Mark tenía razón, me preocupo por él y eso no debería pasar ya que lo verán como mi punto débil.
Entro a mi habitación, mi mascota está durmiendo en su cama y no hay rastros del licántropo. Me siento en la cama y tapo mi cara con ambas manos. ¿Por qué no podía ser una chica normal? Así podría estar con Mark sin preocuparme de nada más.
¡No! Yo no quiero estar con Mark, debe ser este estúpido lazo. Tengo que hablar lo antes posible con Rayna para saber qué hacer con esta conexión.
Mi decisión está tomada hace tiempo, alejare a este chico de mi vida llena de problemas. Merece algo mejor.
—Sabes que no conseguirás alejarme.
Doy un respingo al oír su voz. ¿Sabía que lo quería alejar? Eso es imposible.
—No es imposible —sonríe.
—¿Desde cuándo puedes hacer eso?
Frunce el ceño.
—¿Hacer qué?
—Leer mis malditos pensamientos —aclaro—. Desde cuando lo haces.
—Desde que comenzamos a hablar —admite confundido—. Es fantástico y a la vez aterrador saber lo que pasa por tu mente.
—Es extraño y está mal, muy mal —sueno seria—. Invades mi privacidad, y yo amo mi privacidad.
—Intentare no hacerlo si te incomoda —se encoje de hombros—. Pero no conseguirás que me vaya de tu vida.
—Sabes que es lo mejor para ambos, no quiero involucrarte en esto —no aparto la vista de sus ojos—. Mis padres murieron por estar a mi lado, no quiero eso para ti. Ya involucre a mi familia en esto, no quiero hacerlo con más personas.
—Quiero estar a tu lado en todo momento, princesa.
—Si es que en verdad soy tu compañera la vida debe odiarte.
Frunce el ceño.
—¿Por qué?
—Por ponerte a una chica que tiene más problemas que soluciones —desvío la mirada—. O se te olvida que hay un ser maligno persiguiéndome desde que nací.
Se queda en silencio, solo me observa con detención.
—No quiero involucrarte en esto, Mark.
—Eres mi otra mitad no hay nada ni nadie que me pueda separar de ti ahora que te encontré.
—Es peligroso, tú no lo entiendes —espeto—. Llevo toda mi vida huyendo de alguien que ni siquiera conozco, me he mudado más veces de las que puedo contar y ya he arrastrado a mi familia a este infierno no lo hare contigo ni con tu familia, además tu mamá ya me odia.
—Eres como uno de mis tatuajes porque no te vas a borrar de mí —señala a la altura de su corazón—. Nunca saldrás de aquí.
—Es el lazo —suelto una risa—. Eso te hace decir estupideces como esta.
Se acerca a mí a paso lento, como si creyera que voy a salir huyendo, tengo que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para no hacer eso cuando coloca un mechón de mi cabello detrás de la oreja. Su tacto me relaja como nunca nada lo había hecho, no lo admitiré delante de él.
—Sé que me comporte como un imbécil cuando nos conocimos y sabemos poco el uno del otro, pero me gustas con el lazo o sin él. Estamos unidos de por vida —sonríe, tiene una hermosa sonrisa—. Nos unieron por algo, puede que sea esa luz que necesita tu oscuridad.
Quiero negarlo todo, sin embargo una parte de mí quiere estar a su lado. Quiero que me abrace y que diga que todo estará bien, que no estoy defectuosa como me han dicho otras personas.
Si lo dejo entrar a mi vida será otra persona a la cual proteger, sin contar a su familia. ¿Estoy dispuesta a hacer eso? ¿Puedo arriesgar mi vida por más personas?
No puedo creer que vaya a hacer esta estupidez. Digo estupidez porque se lo pongo en riesgo, y a su familia.
—Será a mi manera —respondo, su sonrisa se amplía—. Seremos un equipo.
La ilusión brilla en sus ojos, es lo único que necesito para saber que estoy tomando una buena decisión. No se contiende y me estrecha en sus brazos, al principio me tenso, pero luego le correspondo el abrazo.
—Significas mucho para mí —se separa, acuna mi rostro entre sus manos—. Eres mucho mejor de lo que espere. Mi otra mitad es increíble.
Ruedo los ojos con exasperación, las cursilerías no son lo mío.
Se sienta junto a mí con una sonrisa en el rostro. Estoy por responder cuando une sus labios a los míos. Intento zafarme, no me gusta que me tomen por sorpresa, termino rindiéndome y le correspondo el beso. Me separo de él con la respiración agitada.
—Sigo insistiendo en que mereces a alguien mejor.
—Y yo insisto en que eres todo lo quiero, y más.
Vuelve a besarme pero esta vez es más desesperado. Su lengua pide acceso y no dudo en dárselo, mis manos se aferran su cabello cuando me posiciona en su regazo. Es una sensación distinta, algo que nunca había experimentado con ningún chico. Sus manos se trazan caricias en mi cintura.
Nos detenemos cuando Oddie salta entre nosotros y le gruñe levemente a Mark. Al parecer mi mascota es celosa. Acaricio su cabeza y se relaja.
—Tu perro me odia —la diversión tiñe su voz—. No le he hecho nada malo.
—Besaste a su dueña —me encojo de hombros-. Creo que se pone celoso.
—Nunca me imagine que tuvieras mascota.
—Ni yo —suelto un suspiro—. Lo atropellé al llegar al pueblo, lo sane y me encariñe.
Lo siento tensarse, me separo de él y dejo al husky en su cama. No tengo idea de que hora es, pero sé que es tarde. Rebusco mi pijama en el armario bajo su atenta mirada.
—¿Qué ocurre? —rompo el silencio incomodo, niega—. Solo dilo, Mark.
—¿Aún quieres destruir el pueblo?
Me esperaba algo así. Tomo una gran respiración antes de acercarme a él.
—Nunca quise eso, si las cosas se ponían feas lo haría —explico—. Solo quiero muertos a los asesinos de mis padres, no solo los mataron a ellos también mataron mi infancia y la de mis amigos.
—Lo siento —susurra—. No quería que recordaras todo eso.
Hago un gesto con la mano restándole importancia.
—El dolor es inevitable, lo importante es lo que decidas hacer con el —sonrío de lado—. Yo lo ocupe como motivación para mejorar mis poderes y habilidades, soy muy poderosa.
—¿Debería tener miedo de hacerte enojar? —Alza sus cejas con diversión—. ¿Qué harías si te hago enfadar?
Coloco una mano en mi barbilla fingiendo pensar. Cuando veo que esta distraído empujo su pecho y cae sobre el colchón, me posiciono encima de él y acerco mi rostro al suyo.
—Nunca bajes la guardia cuando estés conmigo —guiño un ojo—. Y puedo torturarte de muchas maneras.
Atrapo su labio inferior entre mis dientes y tiro levemente de él. Hago como que lo voy a besar, estoy a milímetros de su boca, pero me levanto a una velocidad impresionante y lo miro con burla y le saco la lengua.
—¿Y mi beso? —suena indignado.
Me encojo de hombros.
—No lo sé —hago una mueca de asco—. No beso licántropos gruñones.
Hace un puchero infantil, pero lo ignoro y me concentro en cambiarme de ropa. Puedo sentir su mirada en mi cuerpo, dejo que piense que no lo noto. No me da vergüenza desnudarme frente a él, estoy segura de mi cuerpo.
—¿Oddie ha comido algo hoy? —le pregunto al pelinegro.
Asiente sonriente.
—Ahí si quería mi atención —rueda los ojos—. Es un perro interesado.
Suelto una carcajada.
—Quién habla sobre perros —hago referencia a su licantropía—. ¿Dormirás aquí?
—Si no te molesta, o a tus hermanos.
Niego. Tenemos reglas en la casa, una de ellas es que si uno de nosotros no quiere que alguien se quede, ese alguien debe irse. Mis hermanos estuvieron de acuerdo con que los Sallow se quedaran, es menos riesgoso que salgan por la mañana ya que los vampiros andan rondando.
—Debo advertirte algo —murmuro, me mira expectante—. Hay veces que tengo pesadillas, pero no intentes despertarme.
—Eso no tiene sentido.
—Debo vivir toda la pesadilla porque esas siempre tienen algo de decirme —explico breve—. Gracias a ellas sé que alguien me persigue.
Sé que no está cien por ciento convencido, sin embargo no insiste. Nos metemos en la cama, siento como su brazo rodea mi cintura y me atrae a su cuerpo.
Lo que no le dije de mis pesadillas es que no son normales como todo el mundo. Son escalofriantes. Siempre son en el mismo lugar, un sitio oscuro y con llamas de fuego. Hay veces en las que no llegan durante días y otras veces que son a diario. Las odio, pero siempre me dan leves pistas sobre mi pasado y a veces futuro.
Doy un gran bostezo antes de comenzar a quedarme dormida.
✡ ✡ ✡
Oscuridad y calor.
El calor es tan sofocante y la oscuridad ciega mi visión, apesar de tener sentidos mejorados me cuesta ver
Gritos de dolor se escuchan de fondo y mi piel se pone de gallina. Mis nervios aumentan cada segundo y respirar se me hace difícil.
¿Dónde estoy? No tengo idea solo logro distinguir unas llamas de fuego a lo lejos. Pero si sé que es el mismo lugar de todas las pesadillas.
Decido ir en esa dirección porque sé que esto no es real, es un mal sueño. O eso espero.
—Pequeña y dulce Kelly.
Escucho una voz a mis espaldas cuando llego a la fogata improvisada. Lágrimas se acumulan en mis ojos, aunque no las derramo.
—¿Papá?
Me giro en su dirección y lo veo. Ahora si lágrimas incontrolables caen por mis mejillas. Esta igual como lo recuerdo, cabello oscuro como la noche y ojos color miel. Lo extraño tanto, solo quiero correr a sus brazos y llorar como una niña pequeña.
—Han pasado muchos años, hija mía —sonríe—. Estás tan grande y hermosa. Estamos muy orgullosos de ti.
Las lágrimas ruedan por mis mejillas.
—¿Qué es lo que me pasa? —Sollozo—. Soy un monstruo, papá.
Se acerca y puedo sentir el calor de su piel cuando me abraza. Demonios, necesitaba tanto esto, me rindo es su brazos.
—Tú no eres un monstruo, eres una buena chica —acuna mi rostro entre sus manos—. Lamento que no tengas las respuestas que quieres.
—¿Por qué me buscan? —sueno desesperada.
—Porque en una forma extraña eres una princesa, la historia de Ares es verdad —murmura—. Yo tuve un hermano, lamentablemente murió por culpa de mi padre.
Mi cabeza da miles de vuelta, me pregunto cómo es que no me dijeron esto antes para evitar tantas cosas.
—¿Y qué quieren de mí?
—Sé que lo descubrirás, yo no puedo decir nada más. Lo lamento ahora debo irme, esto es arriesgado.
Se da la vuelta y comienza a caminar, yo me quedo estática en mi lugar sin saber que hacer o decir.
—¿Volverás? —sueno temerosa.
Me mira y sonríe.
—Nunca abandonaría a mi pequeña —dice antes de desaparecer.
Limpio las incontables lágrimas en mi rostro con rapidez. Debo hablar con Ares y descubrir más sobre esa famosa historia.
—Tu hija te ama y extraña mucho... —le digo a la nada.
Una risa macabra me alerta, me volteo y me congelo en mi lugar. Instintivamente doy un paso atrás.
Hay una silueta de un chico del cual solo se ven sus ojos azules y su sonrisa, me mira fijamente. Su sonrisa se amplía al ver mi cara de horror. Es una sonrisa siniestra y llena de maldad.
—Querida Perséfone, has tenido todo lo que yo siempre quise —su voz suena extraña, es el mismo chico del cementerio—. Tarde o temprano caerás y yo estaré ahí para verlo.
Soy Kelly Deveraux una chica que ha sufrido mucho en su vida, no mostrare miedo ante este imbécil. Cambio mi postura a una amenazante, no me dejare intimidar por un espíritu vengativo.
—¿Quién eres?
—Alguien a quien conocerás dentro de poco —no borra su estúpida sonrisa—. Podemos ser aliados o enemigos, eso lo decidirás tú. No olvides que tu destino está escrito.
—Acaso no tienes nombre —gruño—. Y deja de llamarme Perséfone, mi nombre es Kelly.
—Soy Hades, admito que es un nombre raro, pero mi padre quiso ponerme así.
¿Hades y Perséfone? ¿En qué mierda estoy metida?
—Nos volveremos a ver, querida.
Sus ojos, antes azules, ahora cambian a rojos mientras me sonríe de lado. Vampiro. Hades es un maldito vampiro. Aprieto los puños para contener mis ganas de patear su estúpido rasero. Sin decir nada más se da media vuelta y se va. Los latidos de mi corazón se aceleran al volver a oír su estúpida y macabra risa.
✡ ✡ ✡
Abro los ojos y me recibe la oscuridad de la habitación. Por favor no más oscuridad.
Mi respiración esta agitada, mi pecho sube y baja rápidamente. Muevo mi mano en busca del oxígeno que no quiere entrar a mis pulmones. Un grito se escapa de mis labios. Aún recuerdo esos ojos rojos que me miraban con tanto odio y rencor.
—¡Papá! —Lágrimas vuelven a nublar mi vista—. Hades...
Sollozos involuntarios salen de mi boca. Intento hacer una bola de fuego en mi mano para iluminar la habitación, pero mis nervios no me permiten pensar en nada más que no sea mi padre y la extraña venganza de Hades hacia mí.
Me hago un ovillo en la cama, las luces se encienden, sin embargo no saco mi rostro de mis piernas. No quiero que me vean así de destruida, así de rota.
Mi cuerpo tiembla demasiado cuando es abrazado por algo cálido. Me aferro a su calidez sin dejar de llorar. Me siento segura en sus brazos.
—Tranquila, princesa —susurra en mi oído—. Estoy aquí.
—Abrázame y no me sueltes —pido—. Fue horrible Mark...
Sus manos trazan caricias en mi espalda, los temblores cesan.
—No me iré a ningún lado, lo prometo —besa mi cabeza—. Solo fue una pesadilla.
Acomoda las sábanas, se vuelve a acostar a mi lado y me arrastra con él. Me abrazo a su cuerpo con todas mis fuerzas, al parecer si es la luz que necesita mi oscuridad.
—Duerme, todo estará bien.
Apoyo mi cabeza en su pecho y las lágrimas comienzan a disminuir.
—Gracias —elevo la vista, acaricio su mejilla—. Enserio, gracias.
—Descansa —deja un beso corto en mis labios—. Mañana hablamos.
Mis párpados pesan y me permito dormir encima de su cuerpo. Estar en sus brazos es una de las mejores sensaciones que he experimentado, no sé por qué no lo había descubierto antes.
Es un poco de paraíso en todo este infierno que me rodea.
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