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Capítulo 6 ✡

Kelly:

A la mañana siguiente despierto debido a un ruido afuera de la casa. Giro mi rostro y veo a Seth durmiendo profundamente. Me levanto con cuidado y voy a mi habitación. Me doy una ducha breve ya que el estúpido ruido sigue, esta vez con más intensidad.

Me visto rápidamente y peino mi cabello, suelto un bufido ante ese insistente y misterioso ruido. Bajo las escaleras rápidamente, ignoro completamente a mi mascota y abro la puerta de la entrada.

Nada.

No hay nadie afuera.

Me doy la vuelta y cuando estoy por entrar siento un pinchazo en mi cuello, ¿qué mierda? Mi cuerpo se siente débil y el líquido arde al entrar en mi sistema, es verbena. Volteo con las pocas fuerzas que me quedan y veo es una cabellera rubia.

—Le haces da-daño a Seth —balbuceo—. Y te mato, hija de…

Es lo último que digo ya que me golpean con una roca en la cabeza.

                           ✡  ✡  ✡

Mi cabeza palpita y siento el olor de mi propia sangre. Lucho por abrir mis parpados, sin embargo es imposible. Intento moverme, pero unas cadenas en mis muñecas me lo impiden.

¿Qué demonios? ¿Dónde estoy?

Estoy segura que esto no es una pesadilla, ni obra de él.

Agudizo mi audición para intentar reconocer el lugar donde me encuentro. Escucho leves murmullos arriba, debo estar en una planta baja.

O peor… en un sótano.

Trago saliva nerviosa cuando los recuerdos del fatídico día llegan a mí. Debo salir de aquí, aunque me siento muy débil para eso. Luego de un par de minutos por fin abro los ojos, una luz tenue me recibe. Estoy sentada en una silla y mis manos están amarradas en los reposabrazos de estas con cadenas fuertes.

Recuerdo salir de mi casa por haber escuchado un ruido insistente en el antejardín. Luego apareció ella, Agatha Sallow, inyectándome verbena. Juro que cuando la vea sufrirá.

Seth…

Si le toco un solo pelo será mujer loba muerta, lo juro como que me llamo Kelly Deveraux.

Mi cabeza sigue palpitando y me garganta está seca, mala idea secuestrar a una chica que tiene parte vampírica sin darle sangre. Estoy tan hambrienta que soy capaz de saltar en la yugular del primer idiota que entre por esa puerta.

Parece que el destino escucho mis suplicas internas porque escucho pasos acercándose, agacho un poco la cabeza dejando que unos mechones rubios cubran mi rostro y me hago la inconsciente.

Evan me enseño que si estoy en aprietos me haga ver débil e indefensa, ellos bajaran la guardia y ahí es cuando muestro mi verdadero yo.

Todos estos años preparándome para ser un arma mortal no han sido en vano. Soy capaz de matar a alguien y limarme las uñas al mismo tiempo si estamos en igualdad de condiciones. Solo alguien que sabe el verdadero poder que poseo me amarraría con estas jodidas cadenas, que para peor son de plata.

La debilidad de mi lado licántropo, deben imaginarse como tengo mis muñecas.

Siento la puerta abrirse y sigo mi plan.
Saldré de aquí así deba hacer una maldita masacre, y luego me asegurare de que Seth este sano y salvo.

—Prometo que mi familia no te hará daño —dice una voz conocida. Creo en sus palabras, aunque sigo alerta—. Esto es una locura y no seré parte de ello.

—Puedo salir de esta sola, pero gracias —susurro, aun con los ojos cerrados—. No te pondré en contra tu familia, pero lo tendré en cuenta si las cosas se ponen feas.

No pasan más de cinco minutos para que la habitación se llene de gente. Si las cosas se ponen difíciles correrá mucha sangre.

Y a una parte de mi le encanta y emociona esa idea.

Mark:

Mamá está loca, la amo, pero está completamente loca.

Secuestrar a Kelly es lo más estúpido, irracional e impulsivo que alguien podría haber hecho. Papá está realmente furioso, y no lo culpo. Si Aiden se entera estamos todos muertos.

—No quiero morir, aun soy muy joven —alega Max—. Y el hermano de Kelly nos matara, a no ser que ese cazador lo haga primero.

—No metas a Seth en esto —gruñe mi hermana.

Se me olvidaba la parte en donde el mejor amigo de Kelly resulto ser el compañero de vida de Mila, está de más decir que esta fascinada con la idea. Yo por mi parte lo veo riesgoso, después de todo es un cazador.

Está en su naturaleza matar seres sobrenaturales.

No sé cómo ha vivido con Kelly sin intentar matarla en el proceso, o tal vez lo ha intentado. No tengo certeza de ello.

—Agatha, te quedas aquí —le dice mi padre con suavidad—. Estoy seguro que si te ve se alterara.

Mi madre rueda los ojos antes de irse al despacho. Suelto un suspiro aliviado, ella haría las cosas mucho más difíciles.

—¿Y que se supone que haremos? —la voz de Mila es casi un susurro, está nerviosa.

—Intentar convencerla de que no nos mate y de que es un error —mi padre suspira—. Y no será una tarea fácil…

—Está muy linda la charla y todo —interrumpe mi hermano—. Pero, ¿dónde diablos esta Dyl?

Recorro el salón con la mirada y solo hay cuatro personas presentes. Mierda. Él siempre se mostró en desacuerdo con esto, paso las últimas dos horas reprochándonos hasta por respirar. Si la libera estamos muertos.

Mi padre no lo piensa dos veces y corre hacia el pasillo que conduce al sótano. Mis hermanos y yo hacemos los mismo, bajamos las escaleras rápidamente una vez allí vemos la puerta entre abierta.

«Maldita sea, Dylan».

Mi padre abre la puerta con cautela y su expresión se relaja. Entra y nos hace una seña para que lo sigamos. En la esquina del lugar esta Dylan con expresión de enfado y decepción. La chica rubia sigue atada a la silla con la cabeza gacha y unos mechones cubren su lindo rostro.

Yo tampoco estoy de acuerdo con secuestrar gente, pero supongo que ya está hecho.

La razón por la que mamá hizo esto es para pedirle que se vaya y que no nos delate. Hubiera sido mejor tener una conversación civilizada, sin embargo Agatha Sallow no lo quiso así.

Escucho su respiración pausada y hago una mueca al ver las quemaduras que provoca la plata en sus muñecas. Si esta chica o sus hermanos no nos asesinan será un verdadero milagro.

—Vaya, vaya, vaya —alza la cabeza, sonríe de forma siniestra—. Si son la familia Sallow, tanto tiempo sin vernos.

Su voz nos toma por sorpresa, la verbena que mi madre le inyecto debería seguir haciendo efecto. Pensamos que tendríamos más tiempo para idear un plan, ya veo que no. Solo queda improvisar.

Mi hermano que se había mantenido en la esquina se acerca cuidadosamente a ella.

—Kelly…

—Mantente al margen, Dylan —gruñe, no está molesta con él—. No perderé el control, por ahora.

Mi hermano como un perrito obediente vuelve a la esquina. ¿Qué diablos les pasa a esto dos? Y lo peor es que su rara cercanía me molesta, se conocen hace menos de un día y Dylan ya le hace caso en todo.

Suelto un bufido involuntario haciendo que las miradas se posen en mí. Nuestra secuestrada entrecierra los ojos en mi dirección.

—¿Algo que decir, Mark?

Niego con la cabeza, ella asiente satisfecha.

—Eso creí.

Mi padre carraspea para llamar su atención. Gracias al cielo lo consigue ya que me sentía algo intimidado por su mirada.

—Ya sabemos quién eres en realidad, estudiamos tu historia familiar.

Lejos de sentirse intimidada, nerviosa o algo parecido, nos sonríe como si esperara que hubiéramos investigado sobre ella. Me pregunto si habrá algo que logre desestabilizarla, lleva todo el tiempo esa fachada de que nada le importa.

Arquea una ceja rubia con interés.

—Y según los lobitos de Darkwood, ¿quién soy?

—Una de las personas más fuertes de la tierra —responde Max. Mi padre le da una mirada de advertencia, la cual ignora—. Por no decir la más poderosa.

Suelta un bufido y rueda los ojos.

—¿Solo eso averiguaron? —Niega con la cabeza—. Me esperaba más de usted, alcalde.

—Eres hija de uno de los primeros vampiros y de una licántropo, además de ser nieta de una de las primera brujas de este mundo —expone mi progenitor—. Eres una rareza en la naturaleza, y lo sabes.

La rubia desvía la mirada al piso y suelta un gran suspiro. Vuelve a alzar la cabeza y veo sus ojos ligeramente cristalizado, al parecer sus padres son su punto débil.

—Si lo soy —admite, para sorpresa de todos—. Puedo hacerte caer de rodillas y hacerte suplicar para acabar con tu dolor, nadie lo podría impedir.

Trago saliva. La frialdad con la que habla es impresionante, no dudara en matarnos a todos si se lo propone.

—Kelly…

—Tranquilo, gruñón —me guiña un ojo—. No haré eso.

—Eso es increíble —exclama Dylan aun en la esquina—. Eres realmente poderosa.

Nuestro padre pone los ojos en blanco. A mi hermano no le agrada la idea de ser licántropo, pero sí que Kelly sea una rareza en la naturaleza, ¿quién lo entiende?

—¿Por qué viniste hasta aquí? —Richard coloca una silla frente a ella y se sienta—. Respuestas.

Asiente totalmente despreocupada.

—Vi las múltiples muertes luego de la tragedia en mi hogar. Quiero saber quién o quiénes están detrás de ello y sus motivos.

Mi hermana palidece.

—¿No crees que sea solo un licántropo?

Fija su vista en ella antes de hablar.

—Puede ser —murmura pensativa—. Pero me preocupa más saber la razón, hay algo oculto. Es turbio y peligroso para todos los que viven aquí.

El silencio se apodera del sótano. Solo se escucha el ruido de nuestros corazones y respiraciones aceleradas.

—Darkwood no es un pueblo seguro —prosigue al ver que no decimos nada—. Nunca lo ha sido, y dudo que algún día lo sea.

Max se rasca la cabeza es un gesto de nerviosismo.

—Te trajimos aquí para pedirte un pequeño favor.

Suelta una sonora carcajada sin una pisca de humor, es una risa un tanto diabólica.

—¿Y era necesario encadenarme? —mueve las manos y las cadenas provocando un ruido molesto—. ¿Qué es lo que quieren?

—Discreción —hablo con firmeza, sus ojos recaen sobre mí—. Nadie puede saber lo que en realidad somos. Hemos permanecido en las sombras…

—¿En las sombras? Claro, y yo soy un ángel —me interrumpe con burla—. Ese animal salvaje no parece opinar lo mismo, la discreción no está en su vocabulario.

Estoy por responder cuando mamá entra en el lugar, debió escuchar todo. Se supone que ella se quedaría arriba. La mirada de Kelly se traspasa a ella.

No va a salir nada bueno de esto.

—Ese monstruo no es parte de nosotros, de serlo ya estaría muerto por incumplir las reglas del lugar.

—Lo estamos buscando —agrega papá—. Sabe esconderse muy bien.

La rubia remoja sus labios, quiero besarla. Niego con la cabeza disimuladamente. No puedo querer besarla, es una vampira.

—Puedo intentar encontrarlo y torturarlo hasta que diga la verdad —mira sus uñas—. Es algo que se me da muy bien.

—No harás nada eso —dice mamá con seriedad—. Es mejor que te largues de nuestro pueblo.

Papá se pasa la mano por la cara, esta frustrado. Mi madre es todo un caso, a todos nos pone de los nervios al menos una vez al día.

—Agatha…

Como era de esperarse ignora la advertencia que sale de los labios de su esposo.

—Te vas con tus hermanos, o lo que sean, por las buenas o…

—¿O qué? ¿Me mataras? —La desafía, es raro que alguien desafíe a mamá—. Mira como tiemblo.

Agatha Sallow irradia enojo. Sus ojos cambian a un color amarillo y sus uñas se transforman en garras. Kelly suelta una risa burlona.

¿Qué diablos hace esta chica? Acaso quiere morir.

—Vamos, ven —la provoca—. Atácame, no tienes los ovarios, eres una cobarde…

Intentamos retenerla, pero ya es demasiado tarde. Mamá se abalanza sobre Kelly y rasguña su rostro, brazos y estomago ¡Auch! Por una extraña razón siento su dolor físico y sus emociones.

Siente rabia, mucha rabia.

—¿Eso es todo lo que tienes? —Escupe sangre en la cara de mamá—. Creí que eras mejor que eso.

—Tú te lo estás buscando —gruñe mi madre.

—Anda, mátame —sonríe de lado—. Mis hermanos se encargaran de buscarte y matar a todo tu maldita descendencia, y tú serás la siguiente en morir en sus manos.

Ella ignora la advertencia, mete su mano dentro del pecho de Kelly y aprieta su corazón. La rubia tose sangre y sus ojos se empañan en lágrimas sin derramar. Aun así no agacha la cabeza, le sostiene la mirada.

Mi mundo deja de girar, dejo de respirar. No puedo morir, no quiero que muera.

—¡Mamá, no!

La nombrada se da vuelta y me observa claramente confundida, saca la mano del pecho de la chica y vuelvo a respirar. Kelly aprovecha esa distracción y se suelta de las cadenas con gran facilidad.

Su mirada es odio puro, sus ojos cambian como ayer y se vuelven aterradores. Ella da miedo, mucho miedo. Cualquiera saldría corriendo ante esta imagen, sin embargo nadie se atreve a dar un paso.

—Soy una Deveraux Patterson —se limpia la sangre la boca con la mano—. No es fácil deshacerte de uno de nosotros, somos guerreros.

Dylan la observa completamente sorprendido, al igual que todos.

—¿Siempre pudiste huir?

—Hay muchas cosas que puedo hacer, Dylan —se encoje de hombros—. Se los dije una vez, no me subestimen.

—Esas cadenas nos han frenado a nosotros —Mila frunce el ceño—. ¿Cómo…

—Soy más fuerte que todos ustedes juntos, mi fuerza es triplicada —suelta un bufido—. No soy como ustedes, soy más letal y astuta.

La veo caminar hasta la puerta y antes de que llegue le bloqueo el paso. Su mirada está cargada de irritación, tanto que dan ganas de salir corriendo.

—Me voy —su voz es dura, no me muevo—. Sale de mi camino, Mark.

Mi vista viaja a sus hermosos ojos azules, es como si pudiera ver a través de mí y saber todo lo que pienso o incluso todo lo que he hecho en mi vida. El olor que desprende es abrumador, extraño, pero abrumador. Me siento hipnotizado por ella.

Cierra su mano en forma de puño y suelta un bufido. Aún enojada se ve hermosa.

—Te quedaras aquí hasta que Aiden te venga a buscar —informa mi padre—. Mark te mostrará tu habitación.

—¿Me van a secuestrar dos veces en un solo día? —Alza una ceja rubia—. Son imposibles.

—Suena mejor decir que vamos a esperar que tu hermano te lleve a casa —Dylan le sonríe—. Secuestrar es una palabra muy fuerte.

Kelly fija su vista en él y sonríe de forma sincera.

—Masacre es una palabra fuerte —remoja sus labios, me mira de reojo—. Prefiero que Dylan me lleve a mi supuesta habitación.

—Está bien, como quieras —bufa mi madre—. Dylan te llevará.

Me dedica una mirada cargada de odio y puedo ver algo de dolor, se encamina a la plana de arriba dejando un leve rastro de su aroma. Cuando mi hermano pasa por mi lado lo retengo del hombro.

—Cuídala, sí —desvío la mirada algo avergonzado—. Creo que hicimos mal en encerrarla aquí.

Quita mi mano con brusquedad, me sorprendo ya que él siempre es pacífico. Nos mira a todos con odio y decepción, eso se clava en nuestro pecho como una daga de plata.

—Ella estuvo en un maldito sótano mientras sus padres morían por protegerla —niega con la cabeza—. ¿Quiénes son los monstruos ahora?

Sale del lugar dejándonos a todos en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. La culpa se hace presente en mi sistema, fuimos unos tontos inconscientes.

Kelly:

Idiotas, idiotas y mil veces idiotas.
Lagrimas amenazan con salir sin control y pestañeo rápidamente para alejarlas, no es momento de llorar. Miles de recuerdo me invadieron al abrir los ojos, pero en ese entonces pude retener lo que sentía, ahora no estoy tan segura de poder hacerlo.

El humo, los gritos de la pelea, mis sollozos, el miedo de Seth, la mirada de dolor de los hermanos Patterson por sus muertes.

Espero a Dylan en la sala, podría irme, sin embargo quiero saber más sobre él. Ya me dejo en claro que a mi mejor amigo no le había pasado nada, o este lugar ya estaría hecho cenizas. Cuando el chico llega junto a mí lo sigo escaleras arriba.

—Quiero gritar —espeto, molesta—. Gritar tan fuerte que duela, que me desgarre la garganta. Soltar toda esta ira mediante un grito.

Siento su mirada sobre mí, no se la devuelvo. Odio sentirme débil y rota, quisiera ser fuerte como Aiden y Evan.

—Lo lamento —susurra—. Yo estuve en contra todo el tiempo.

Eso ya lo sabía gracias a la pequeña conversación que tuvimos antes y a que leí los pensamientos de todos. El único sensato fue él. Además parece ser uno de esos famosos guardianes, siento una rara conexión son él.

—Lo sé, no te preocupes.

—Puedo ayudarte a encontrar al culpable de las muertes —sugiere, nervioso—. Podemos trabajar juntos.
Suelto un suspiro.

—Me gusta trabajar en solitario —admito—. No quiero que veas el monstruo que hay en mí. Y dudo que lo encontremos pronto.

—No hay que perder la fe.

Abre la puerta de una habitación y me deja entrar primero. Se ve cómoda y acogedora, es de color blanca y tiene una cama matrimonial.

—Por cierto, no diré nada sobre tu familia —sonrío a medias, no me agrada quedarme callada sobre esto—. Tu secreto está a salvo conmigo, hoy y siempre.

Me da una sonrisa radiante.

—Gracias, Kelly —se pasa la mano por el cabello—. Aunque no me gusta esta vida, te lo agradezco.

Me detengo frente al ventanal, tomo la manilla y lo abro. Al salir el viento revuelve mi cabello rubio, me apoyo en la baranda del balcón y miro hacia el frondoso bosque. Le hago un gesto para que se acerque, cierra la puerta de la habitación y se posiciona a mi lado.

—¿Oveja negra? —indago.

Suelta un sonoro suspiro y se pasa la mano por la cara.

—Si —admite luego de unos segundos—. Hubiera preferido una familia más normal.

—Normal… a veces lo normal es aburrido —comento distraída—. Pero en nuestro mundo un poco de normalidad no nos vendría mal.

—Quiero que sepas que yo no pienso igual que mi familia —me mira de reojo—. Podríamos intentar ser amigos.

—Claro —le doy una sonrisa de boca cerrada—. Eres el único que no me ha mirado con desprecio.

—Si pudiera pedir un deseo, creo que sería ser un humano con una familia normal —fija su vista en el suelo—. ¿Tú que pedirías?

—Volver el tiempo atrás y salvar a mis padres, los extraño mucho —mi voz sale en un susurro, me trago las lágrimas.

—Si comparamos nuestros problemas, tú tienes problemas más graves —sonríe—. Lamento lo de tus padres.

—No voy a parar hasta encontrar al culpable —digo con firmeza—. Y también a los asesinos de mis padres.

—No esperaba que te rindieras, demostraste ser una chica fuerte —señala el bosque—. Puedes saltar por el balcón e irte, o salir a dar un paseo antes de que llegue Aiden. Tengo entendido que no está la ciudad.

Mierda. Se me había olvidado que mi hermano ayer viajaba a Denver.

—¿Me estas incentivando a huir de tu loca familia?

—Es justo como suena.

Suelto una carcajada involuntaria y él me acompaña.

—Gracias, Dyl.

Me da una última mirada antes de salir de la habitación. Cierro la puerta con llave y me lanzo sobre la cama. Ni siquiera tengo mi celular para hablar con Seth y decirle que estoy bien, debe estar preocupado hasta la mierda.

Se me ocurre una idea. Busco un lápiz y papel por toda la habitación. Luego de unos diez minutos encuentro lo que necesito.

Estoy en la mansión de los Sallow, dile a Seth que estoy bien. Vengan por mí, cuanto antes mejor.

                                —Kelly, tu hermana.

Arrugo el papel en mis manos y lo mantengo en estas. Cierro mis ojos, murmuro unas palabras en latín y una electricidad recorre mis brazos hasta llegar a la bola de papel, la suelto cuando esto ocurre. Abro mis ojos y veo como la hoja comienza a quemarse hasta no quedar nada, ni siquiera cenizas.

Espero que llegue a manos de Aiden y no a otra persona. Me ha pasado que me he confundido de destinatario y eso no ha resultado para nada bien.

Sin embargo no esperare a que vengan a rescatarme, soy suficiente yo sola. Puedo salir de esta situación por mi cuenta.

Sin pensarlo mucho me acerco al balcón, miro hacia abajo y trago saliva. No le temo a las alturas, pero si a las caídas y huesos rotos. Cierro mis parpados y me lanzo, caigo de pie. Para mi mala suerte me acabo de torcer un tobillo, sin detenerme a arreglarlo comienzo mi carrera hacia el bosque.

Leve sudor corre por mi frente, hace un calor insoportable. Intento correr a la velocidad de siempre, mi tobillo lo impide. Esquivo los árboles y arbustos con gran agilidad.

El ruido de ramas quebrándose detrás de mí me alertan. Volteo y veo a un gran lobo de color café claro y suelto un suspiro aliviado al reconocerlo como Dylan.

—Me asustaste, Dylan.

Suelta un leve rugido, decido entrar en sus pensamientos. Él sabe que puedo leerlos ya que se lo comente antes de su desquiciada familia entrara al sótano.

«Espera, quiero hablar contigo».

—Mi tiempo es oro, transfórmate —miro al cielo, casi no se ve debido a los árboles—. Prometo no mirar.

Luego de unos quince minutos el chico aparece en mi campo de visión completamente vestido. Afirma su espalda en el tronco junto a mí. Me siento en el suelo con cuidado y hago una mueca al ver mi pie, él lo nota. Se sienta junto a mí.

—Tu tobillo —hace una mueca de dolor—. ¿Debo pedir ayuda?

Niego despreocupada. Tomo mi tobillo entre mis manos y lo giro para volverlo a su estado natural. Muerdo el interior de mi mejilla para no gritar, creí que dolería menos.

El rubio me observa asombrado.

—Tú sí que estás loca.

—Completamente —sonrío.

Nos quedamos en silencio, ambos sumidos en nuestros pensamientos. Sé de qué quiere hablar, aunque yo no quiero hacerlo.

—Así que eres la leyenda Deveraux —rompe el silencio—. Eres una celebridad en este lugar, desde que tengo memoria he escuchado hablar de ti.

—Desearía que no fuera así. 

La nostalgia me invade, siento como mis ojos se humedecen y cierro los párpados de inmediato. Odio llorar frente a cualquier persona, no quiero que me vean débil. Agarro un puñado de tierra y luego lo esparzo en la misma.

—Lo siento, no debí haber tocado el tema —carraspea—. Soy un idiota.
Abro los ojos y lo miro mal, se encoje ante mi mirada.

—No eres un idiota, y yo sí que se dé idiotas —guiño un ojo—. Mis hermanos encabezan la lista.

—Junto a los míos.

Nos volvemos a quedar en silencio, aunque no es incómodo. Muevo mis manos algo inquieta, siento la necesidad de botar esta ira de algún modo.

Su voz me saca de mis pensamientos.

—Grita.

La confusión tiñe mi rostro.

—¿Qué?

—Grita, dijiste que querías gritar. Anda hazlo —se levanta y me extiende la mano—. Conozco un buen lugar.

Acepto su mano y me levanto del piso. Limpio la tierra de mis shorts.

—No creo que sea buena idea, además muero de hambre…

—¡Kelly! ¡Dylan! —Reconozco la voz de Mila—. ¡Dylan!

—Mierda —da vueltas en círculo buscando a su hermana, no se ve—. Creo que si tendremos que irnos después de todo.

Estoy por negar hasta que escucho la voz de Mark llamando mi nombre. Comenzamos a correr en dirección opuesta a su casa, dejo que él me guie mientras yo miro hacia todos lados como la paranoica que soy.

Seguimos corriendo hasta que llegamos a una colina bastante alejada. Suelta mi mano y doy un par de respiraciones para recuperar el aliento.

—¿Este es el lugar? —Analizo el paisaje, está rodeado de árboles—. Es perfecto para gritar.

—Te escucho —se recuesta en el pasto.

—Promete no asustarte —bromeo—. O no salir corriendo.

Tomo una gran bocanada de aire mientras mentalizo lo que voy a hacer, esto sería más fácil y más seguro si estuvieran mis hermanos. No quiero perder el control, no otra vez.

Lo suelto. Dejo ir todas mis emociones mediante un grito. Mi piel se eriza, lagrimas corren por mis mejillas, mi garganta duele. A mi alrededor la naturaleza sufre las consecuencias de mi arrebato. Un viento incontrolable nos envuelve, las hojas de los arboles caen como cascadas, el cielo comienza a tornarse de un color gris. El piso debajo de nosotros tiembla levemente haciéndome sentir indestructible. Dejo de gritar y recupero el aliento para volver a hacerlo, es liberador.

Volteo para buscar a Dylan, ya no está. Mejor para mí, a si no ve lo destructiva que puedo ser.

Leves gotas de lluvia caen en mi cuerpo, con los segundos se intensifican y mi ropa está toda empapada. Truenos y relámpagos se hacen presentes, estoy causando una tormenta eléctrica. El ruido es algo ensordecedor, pero lo ignoro. Algunos árboles caen debido a la intensidad del viento, y debo esquivar una rama que por poco me vuela la cabeza.

El temblor en la tierra cada vez es más fuerte, siento que estoy perdiendo el control. Mierda, no debí haber hecho esto sin ellos aquí. La lluvia no deja de caer sobre mí y me impide ver con claridad. Los relámpagos iluminan el cielo y luego los ruidosos truenos. Veo como un par de árboles a mí alrededor se comienza a incendiar.

«Piensa en cosas positivas, piensa en cosas positivas, piensa en…»

—¡Demonios! —Aprieto los puños, suelto un bufido—. ¡Cálmate, Kelly!

Estoy enfadada conmigo misma, no tengo autocontrol. Soy un peligro para todos, soy destructiva. Necesito a mis hermanos conmigo, algo que me calme

Me muevo de un lado a otro hecha un manojo de nervios e ira. Aunque deje de gritar y puse mi mente en blanco el clima no cambia. No sé qué diablos hacer. Está bien, quería destruir Darkwood al llegar, pero no tan pronto.

Las emociones tienden a cegarme, las negativas son las que sacan provecho de eso. Algo dentro de mi quiere destrucción, y no parara hasta obtenerlo.

Siento la sangre correr por mis mejillas y mis lágrimas se convierten en sangre que corre por mis ojos. Mi pecho sube y baja con rapidez, pareciera que tengo en el corazón en la boca. Mi cuerpo se siente débil, espasmos me recorren de pies a cabeza. Estoy usando demasiado poder.

Solo quiero que esto acabe de una maldita vez, no lo soporto.
Necesito que alguien me diga que hacer…

Una mano se aferra a mi brazo y mi piel arde, se quién es antes de voltearme. Su mirada se suaviza al ver mi rostro, luzco como la mierda ya que estoy casi rodeada de sangre. Ahueca mi cara entre sus grandes mano y sin darme tiempo de reaccionar me besa.

Mark Sallow me está besando.

Me quedo estática, no sé qué demonios hacer. Intento resistirme lo más que puedo, no quiero besarlo a él. Al final cedo. Cierro mis ojos y me concentro en el dulce beso. Lo que siento ahora mismo es completamente indescriptible, he dado muchos besos y con ninguno me paso algo parecido. Sus manos se aferran a mi cintura y rodeo su cuello con mis brazos. Profundiza el beso como si no tuviera suficiente, tira de mi labio inferior. Enredo mis dedos en su cabello y tiro de él, un leve gruñido brota de su garganta. Cada vez me acerca más a su cuerpo, si es que eso posible.

Seguimos besándonos hasta que una voz conocida nos interrumpe.

—¡Sunshine! —Aparta a Mark con brusquedad—. Es peligroso acercase a ella cuando esta así.

Remojo mis labios y pongo un par de mis dedos sobre mi labio inferior, como si pudiera tocar el beso que me acaban de dar. Veo a los hermanos Sallow y a un preocupado Seth, los cinco están completamente empapados. Miro mi entorno, mierda.

Por lo menos la tormenta ya se detuvo y los arboles ya no están incendiándose. Estuve a punto de destruir un pueblo entero en menos de media hora.

¿Quién soy en realidad y por qué tengo tanto poder?

Caigo al piso de rodillas completamente abatida, está con barro y ensucia mi piel, aunque no importa. Los pensamientos nublan mi concentración. Pude matar a mi mejor amigo en el proceso, matar a cientos de inocentes y dejarlos sin hogar.

—¿Qué clase de monstruo soy? —Susurro—. ¿Qué acabo de hacer?

Unos brazos se aferran a mí como si intentara unir mis piezas rotas. Su olor a cigarrillo inunda mis fosas nasales. Mi corazón martillea contra mi pecho de una forma desesperante y mi respiración se acelera. Lo que acabo de hacer me dejo completamente agotada, mis parpados pesan.

—Sunshine, mantente despierta —me toma entre sus brazos, descanso mi cabeza en su hombro húmedo—. Sé que puedes, aguanta.

—¿Qué le pasa? —escucho la voz de Dylan a lo lejos.

—Uso mucho poder, esta exhausta —mi mejor amigo comienza a caminar—. Debe descansar, ha pasado por mucho el día de hoy.

Un chillido femenino me hace sobresaltar levemente.

—¡Oh, Dios! Sus manos.

Intento enderezarme para ver mis manos, pero es inútil. Estoy muy débil. Respirar se me hace difícil y mi cuerpo entero comienza a tener pequeños temblores. No sé si son por estar empapada o por usar mucho poder.

—¿Qué tienen mis manos, Seth? —mi voz apenas se escucha.

—Nada, todo está bien.

—Pero… —rebate la chica.

—No tienen nada —la voz de mi mejor amigo es dura—. Están en perfecto estado, Sunshine.

Claramente aquí pasa algo, sin embargo no estoy en condiciones de descubrirlo. Luego le preguntare que ocurre y como supo dónde estaba. Con mis últimas fuerzas le susurro algo al oído.

—No le hables así, no tiene culpa de nada. Yo me descontrole.

Lo escucho apretar la mandíbula, aunque no dice nada. Sabe que la cago, no debió hablarle así a Mila. Y para eso estoy yo, para decirle cada vez que comete un error.

Poco a poco voy cediendo y me voy quedando dormida. Mi respiración se normaliza y mi corazón late normalmente. Los pequeños espasmos tampoco están, solo queda la sangre en mi rostro y el desastre que deje en la naturaleza.

Eso solo me demuestra que soy un monstruo sin control.

Un peligro para todos, incluso para mi propia familia.

¿De dónde he sacado tanto poder?

Miles de preguntas sin respuestas invaden mi mente antes de quedar profundamente dormida en los brazos de mi mejor amigo.





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