Capítulo 5 ✡
Kelly:
Luego de contarle a Seth sobre la rara conversación Mark, tuve que impedir que saliera a darle su merecido. Mi mejor salió igual de sobreprotector que mis hermanos adoptivos, algo que a mí no me agrada ya que puedo cuidarme sola.
—¿Cómo fueron las cosas con Mila? —cuestiono, divertida—. Me agrado esa chica, tomo la iniciativa.
Niega con la cabeza de inmediato.
—Fue normal. Cero preguntas personales, solo charla sin sentido.
—¿Sabes que es una licántropo?
Asiente despreocupado.
—Siempre ando con balas de plata, no tienes que cuidarme todo el tiempo.
—No puedes pedirme eso —sonrío—. Mi instinto de mamá osa se intensifica con los años.
—¿Quién es Ares Kingston y por qué vino a dejarte a casa?
Sabía que este momento llegaría, aunque parte de mi creía que lo olvidaría. Pero estamos hablando de Seth Hunt, nunca se le olvidan las cosas importantes.
—Un… conocido —digo la verdad, no lo considero amigo—. Lo conocí en la cafetería, fue muy amable.
Me da una mirada cargada de preocupación.
—No te preocupes, no es como si fuera a contar mis secretos más oscuros —ruedo los ojos—. Sé muy bien que no debo confiar, no te preocupes.
Nos quedamos un silencio unos segundos. Comienzo a pensar en la amenaza de Mark, algo dentro de mí me dice que esto no puede quedar así. Demonios, soy una de las personas más fuertes del mundo, no puedo dejar que un licántropo me intente amenazar.
Me levanto del sofá donde estaba recostada bajo la atenta mirada del castaño, me dirijo a la cocina y abro el refrigerador para sacar algo de sangre. Busco la que este más fresca y la vierto en una copa. Vuelvo al living y me dejo caer en el sillón.
—¿Qué ocurre? —Indaga el chico a mi lado—. Estas muy callada.
Silencio, solo me dedico a beber de mi copa.
—Es por el chico Sallow, ¿no es así? —Suelta un suspiro ante mi silencio—. Demonios, Kelly, puedes confiar en mí.
—No se trata de confianza —sacudo la cabeza—. Si te lo digo intentaras convencerme de lo contrario, y no quiero eso.
Me dirijo a mi habitación ignorando sus llamados, al entrar cierro la puerta con llave. Tengo un plan respecto a la familia del alcalde y si se lo cuento intentara detenerme.
Mañana iré a hacerle una visita poco amistosa a Mark Sallow.
No sabe con qué demonio se está enfrentando.
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Recuesto mi espalda en el tronco de un árbol mientras espero a Ares Kingston, el será mi fuente de información.
Ayer por la tarde no salí de mi cuarto, ni siquiera cene. Necesitaba tiempo para mi sola y para pensar muy bien lo que haría hoy. La familia Sallow se va enterar que si le hacen algo a los míos soy capaz de destruir el mundo.
—Hola, Solecito —escucho su voz a mis espaldas.
—Hola, Kingston.
—Aquí me tienes —extiende sus brazos—. ¿Para que soy bueno?
—Necesito saber dónde puedo encontrar a Mark Sallow.
El rubio rueda los ojos.
—¿Estas interesada en él? —cuestiona, molesto.
Abro la boca completamente sorprendida por su actitud hostil. Pestañeo un par de veces antes de hablar.
—Solo debo conversar con él —carraspeo—. Es… ¿amigable?
—Cada vez que ocurre algo malo aquí los Sallow están involucrados —informa—. Varios dicen que su padre encubre cosas turbias. Y Mark es arrogante, reservado y algo impulsivo.
Muy interesante…
—Sabes mucho sobre ellos como para llevar aquí un par de días.
—Los chismes vuelva, Solecito malhumorado.
Arqueo una ceja.
—¿Ahora soy malhumorada? —digo indignada—. Eres imposible, Kingston. Te pido algo y terminas insultándome, vaya amigo.
—¿Somos amigos? —Alza sus cejas claras—. Creía que la gran Kelly no tenía amigos.
Empujo su hombro de forma juguetona.
—Respecto a Mark, llama la atención de la mayoría de las chicas, obviamente después de mí —la arrogancia tiñe su voz y no lo culpo, es muy sexy—. Una chica dijo que su familia era la responsable de la muerte de una de sus amigas. Aterrador, ¿no lo crees?
Me tenso enseguida. ¿Los Sallow se esconden detrás del poder y asesinan personas? Debo hablar con él, y si el rumor es verdadero matarlos a todos. No dejare que sigan matando.
—Solo dame la información que quiero —finjo impaciencia—. Mi tiempo es oro, Ares.
Vuelve a rodar los ojos.
—Su casa queda por el otro lado del río —señala el bosque frente a nosotros—. Es una mansión gigante, la reconocerás de inmediato.
—Gracias —beso su mejilla.
Se queda inmóvil ante mi acción y yo igual, no planeaba hacer eso. Pestañea un par de veces confundido y luego me sonríe como si nada hubiera pasado.
—Debo irme —se coloca sus gafas negras—. Hablamos al rato, ten cuidado.
Camina hacia su deportivo rojo sin dejarme responder. Lo veo subirse y alejarse de mi hogar hasta perderse por el camino y los árboles.
¿Qué me habrá querido decir con “ten cuidado”?
—¡Sunshine! —grita a mis espaldas y me sobresalto.
—¡Seth Adam Hunt Patterson! —Le propino un leve manotazo—. ¿Quieres matarme de un susto?
Me sonríe con malicia.
—No puedes morir, recuérdalo —golpea mi frente con su índice—. ¿A dónde iremos ahora? Ayer te encerraste en tu cuarto y no saliste hasta ahora.
—Yo voy a ir a la mansión Sallow —aprieto sus mejillas—. Y tú te quedaras a jugar ajedrez con Aiden, será divertido.
Se suelta de mi agarre y suelta un bufido. Saca el cigarrillo que tenía detrás de su oreja y lo posiciona en sus labios. Este chico es un adicto al tabaco desde los quince, no le hace mal debido a su lado sobrenatural.
—Enciéndelo, por favor —balbucea.
Hago una llama en mi índice y enciendo su cigarro. Ahora me volví su encendedor personal, genial.
—Nunca he entendido el ajedrez —le da una calada y expulsa el humo—. Aiden es un puto genio en ello, siempre me gana.
—Le gana a todos, con el tiempo te acostumbras —me encojo de hombros—. Ahora debo irme, que tengan linda tarde.
Beso su mejilla y me encamino a mi auto. Hoy no tengo ánimos de caminar. Enciendo el motor y me alejo de allí rumbo a la casa del alcalde.
✡ ✡ ✡
No tardo mucho en encontrar la mansión cerca de una colina, es enorme y tiene estatuas de lobo como decoración. Está rodeada de vegetación. El olor a licántropo inunda mis fosas nasales y hago una leve mueca.
No es mi olor favorito, aunque no los odio. Solo prefiero a los vampiros.
Parte de mi tiene una estúpida necesidad de volver a verlo, volver a oír su voz y ver su estúpida sonrisa. Incluso soñé con esos ojos color avellana. Puede que él tenga las respuestas sobre las muertes del lugar, pero también estoy ansiosa por encontrarme con él.
Niego con la cabeza, yo no quiero ver a ningún lobo. Estoy aquí solo por respuestas, no me interesa hacer nuevo amigos.
Me bajo del auto y cierro de un portazo, no puedo creer que tenga ganas de ver a ese idiota gruñón.
El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos. Contesto al ver que se trata de mi adorable hermanito Evan.
—Hola, pequeña rubia —está más animado que ayer—. ¿Te gusto la sorpresa de cumpleaños que te envié?
—Claro, siempre es bueno volver a ver a Seth —la comisura de mis labios se elevan en una sonrisa—. También me hubiera encanto verte a ti.
—Todo a su debido tiempo, hermanita —suelta un suspiro—. ¿Encontraste tus famosas respuestas o al asesino?
Muerdo mi labio inferior.
—Algo así…
—Eso es genial, mientras no bajes la guardia.
Frunzo el ceño. Me esperaba su típico regaño sobre volver a casa, mi seguridad, la familia y esas cosas.
—¿No me pedirás que vuelva? Eso es nuevo —admito—. Ya no me quieres como antes —finjo dolor.
Ríe. Su característica risa diabólica haría temblar a cualquiera, menos a mí. Conozco su lado dulce, ya no me intimida.
—Eres terca, sé que no volverás. No pienso gastar más saliva en ello —dice calmadamente—. Ya te dije que cometes un error, no lo repetiré. Eres inteligente y sabrás cuidarte. Supongo que tengo que entender que ya no eres mi pequeña e indefensa hermanita.
Un nudo se instala en mi garganta.
—Sigo siendo tu hermana —susurro con la voz un poco rota—. Siempre voy a necesitarte, pase lo que pase.
—No —su voz suena seria, con algo de nostalgia—. Ya no me necesitaras más, debo aceptarlo y cuando antes lo haga será mejor.
El tono de colgar suena dejándome confundida y con el corazón acelerado. No sé a qué se refiere Evan, todo es tan confuso y él lo hace peor. Sé que puedo cuidarme sola, pero él siempre estuvo a mi lado. Por otro lado no ha querido contestar las llamadas de Aiden y no me ha podido contar nada sobre la muerte de mis padres o sobre mi poder.
Sacudo mi cabeza para alejar esos pensamientos. Me dirijo a paso decidido a la entrada de la gran mansión. Toco la puerta un par de veces, no tienen timbre. La casa tiene algunos ventanales en vez de paredes, y las que tienen pared son de madera. Es bastante moderna y creo que tiene tres pisos.
Una señora rubia abre la puerta. La reconozco como Agatha Sallow. Viste una blusa azul, una falda tubo de color blanca y tacones azules. Aros de oro y collar de diamantes. Todo en ella grita “soy millonaria”
—Kelly Patterson…
—Hola, busco a Mark —voy directo al grano—. Tengo que hablar con él.
Cruza los brazos a la altura de su pecho intentando parecer amenazante. Reprimo una risa, eso claramente no me intimida ni ahora ni en mil años.
—¿Sobre qué?
«Señora chismosa».
—Es algo privado, Agatha —entrecierro los ojos—. Se encuentra en casa, ¿o no?
Esta por responder cuando un rugido nos alerta. Volteo de inmediato, un hermoso lobo de pelaje negro y ojos amarillos le gruñe a lo que parece ser un vampiro, tiene sangre en la comisura de boca.
—¡Mark, cuidado!
Recorro el lugar con la vista. En menos de un minuto los hermanos Sallow están rodeados de vampiros. Richard no tarda en llegar y posicionarse junto a su esposa.
—¿Qué es lo que ocurre? —intenta sonar calmado—. Sea lo que sea se puede solucionar…
—Mataron a mi amigo —sisea el vampiro—. No se puede arreglar, pero si vengar.
No oculto mi sorpresa ante sus palabras, los Sallow si matan. Al parecer nadie nota mi presencia ya que siguen con su discusión.
—Yo lo mate, deja a mi hermano en paz —admite Mila entre sollozos—. Sabes que él no era bueno. Mataba humanos, Tristán.
Los ojos del chico cambian a un color rojo intenso y sus pupilas negras como la noche, leves venas amoratadas se marcan hasta sus pómulos.
—¡Era mi amigo!
Leo sus pensamientos. Una furia inexplicable me invade al saber que su objetivo no es Mila, es Mark. Lo veo moverse en dirección al gran lobo negro. Algo en mi cambia. Corro hasta allá, doy un salto en el aire, mis huesos crujen levemente y caigo en cuatro hermosas patas blancas. Me transforme sin pensarlo demasiado, eso es nuevo. Me gusta.
Suelto un rugido aterrador, los pájaros del lugar vuelan y los demás vampiros quedan estáticos. Nunca se esperaron esto, a decir verdad yo tampoco. Sin darle muchas vueltas al asunto me abalanzo sobre Tristán, una ira arrasadora corre por mis venas. Intento arrancar su cabeza con mi hocico, sin embargo no lo logro. Rasguño la piel de sus brazos y abdomen con mis filosas garras.
Alguien me toma del abdomen y hace presión, un leve aullido de dolor brota de mi garganta. Hijos de puta, rompieron mis costillas. Caigo al suelo aun en mi forma lobuna y gimoteo. Me cuesta respirar. Veo a Mark en su forma humana solo con un pantalón dejando ver los leves tatuajes de su abdomen y pecho. Su cuerpo irradia furia.
Cambio a mi forma humana y quedo completamente desnuda, encantador. Mis costillas rotas vuelven a la normalidad. Sonrío con burla en dirección a Tristán.
—¿Creíste que eso me detendría? —me burlo—. Acabas de despertar al peor monstruo.
Corro hasta él lo sujeto del cuello y lo estampo contra un tronco, suelta un gemido adolorido cuando una rama se incrusta en su espalda. La madera no es buena amiga de los vampiros. Mi desnudez no importa en lo más mínimo, solo quiero verlo morir, arrebatarle la vida. Volver a sentir lo que es matar alguien, hacer que la vida se vaya de su cuerpo.
Cuando me enojo demasiado casi siempre pierdo el control, solo pienso y las distintas formas de matar o torturar a alguien. Tengo mucha ira y odio guardado para descargar contra otros.
Meto mi mano en su pecho, agarro su corazón y lo aprieto. Sangre corre por su boca y veo el miedo en sus ojos, eso me gusta. Me gusta causar miedo porque me hace sentir poderosa.
—¡No lo hagas! —Escucho la voz de Mark—. Te puedes lastimar.
Se me hace tierno que se preocupe por mí. Alejo esos pensamientos, yo no soy así.
El idiota aprovecha mi distracción y me empuja. Caigo al suelo y me raspo la espalda. Auch. Intente controlarme, lo intente.
—Esta me las pagas, chupa sangre.
Me levanto a una velocidad sobrenatural, dejo ver mis afilados colmillos y mis ojos cambian a unos aterradores, son de un color rojo sangre mezclados con dorado y mi pupila es de un negro intenso. Los Sallow sueltan un grito asombrado, desprendo peligro en cada poro de mi cuerpo.
Ataco su cuello, comienzo a beber su sangre. No es como la de los humanos, pero después de todo es sangre. Aferro mis uñas a sus hombros para que deje de retorcerse. Hace mucho tiempo que no bebía de la yugular de alguien, y eso es por una buena razón.
Noto como el cuerpo en mis brazos deja de luchar. Tres pinchazos en mi hombro me hacen soltar al vampiro.
—¡Demonios! —suelto un chillido de dolor, esto quema.
Me dispararon dardos de verbena. Los retiro con cuidado, esto quema mi piel, y busco al responsable. Mis ojos rápidamente se encuentran con unos casi negros, Seth Hunt.
—¿Qué haces tú aquí? —me acerco a él.
Aún quedan vampiros y lo que menos quiero es que intenten devorar a mi mejor amigo. Los Sallow pueden esperar, la familia es lo primero.
—Hola, desnudista.
—No estoy para bromas, Seth.
—¡Todo el que no quería morir, fuera! —Le grita a los vampiros—. Tengo muchas estacas de madera que muero por usar.
De su mochila saca un par de afiladas estacas de madera, una en el corazón y eres vampiro muerto. Toman al idiota de Tristán y se van rápidamente.
—Ahora vístete —me lanza una sudadera—. Nunca debí haberte dejado venir sola.
Luego de ponerme la sudadera que me llega a medio muslo, decido que es hora de irnos ya nos hemos expuesto demasiado. Le hago un gesto a mi mejor amigo y comprende de inmediato. Nos damos la vuelta para irnos, sin embargo una voz nos detiene.
—Necesitamos hablar sobre esto —dice Richard Sallow.
El chico a mi lado alza sus cejas.
—No lo creo…
—Solo serán unos minutos —insiste el alcalde mientras abre la puerta de su casa.
Sin esperar respuesta los señores Sallow y sus hijos menores entran en la casa. El pelinegro en cambio se queda de brazos cruzados.
—Entren a la casa —ordena Mark.
Frunzo el ceño, nadie me dice que hacer. A mi mejor amigo tampoco.
—Vete a la mierda, Sallow —hablamos a la vez.
El chico arruga la nariz ante nuestro tono brusco.
—Como ya dijo mi padre hay cosas que hablar —expone—. Solo hablar, chicos.
Seth me da una mirada y terminamos por aceptar, caminamos hasta la casa. El cazador guarda su arma en su pantalón y saca un cigarrillo. Niego con la cabeza cuando lo señala, no mostraré más de mis habilidades delante de ellos.
—Aburrida.
Una vez adentro Mark cierra la puerta detrás de nosotros, todos mis sentidos están alerta y estoy dispuesta a atacar a quien sea si nos dañan. Mi paranoia está en su punto máximo desde la conversación con Dorothee y a eso le sumamos mis múltiples pesadillas y sucesos extraños.
—Es un lindo lugar para vivir —Seth mira por la ventana.
—Son las ventajas de ser los dueños del bosque —responde Mila, no le ha quitado la vista de encima al castaño.
Entro en sus pensamientos y una palabra llama mi atención, “compañeros de vida” ¿qué demonios es eso y por qué relaciona a mi pequeño hermanito con ello?
Frunzo el ceño.
—¿Son los dueños del bosque?
Mark sonríe con arrogancia y entrecierro los ojos en su dirección.
—De todo Darkwood.
Su padre carraspea para ganarse mi atención y niega.
—Eso era antes de que Aiden Patterson llegara al pueblo.
Con Seth nos damos una mirada y sonreímos de inmediato. Mis hermanos siempre han sido dueños de cosas importantes, tienen esa chispa de liderazgo en las venas y a varios les gusta su manera de manejar las cosas.
—Eso era obvio —el cazador expulsa humo por su boca—. Aiden es muy persuasivo, pero también le agrada a la mayoría de las personas. Tiene esa energía amigable.
—Tiene mucha amabilidad para mi gusto —ruedo los ojos.
Me detengo a observar la sala. Los muebles parecen igual de costosos que los míos. Los cuadros llaman mi atención, son todos relacionados a lobos y luna llena, cliché.
—¿Desean beber o comer algo? —ofrece el señor Sallow.
El chico junto a mí niega con la cabeza. Yo por mi parte me mantengo en silencio mientras sigo admirando la sala. El castaño rueda los ojos.
—¿Sunshine?
—Gracias, esto bien —contesto tajante.
La tensión se puede cortar con un cuchillo, como ya dije la amabilidad no va conmigo, debes ganártela y eso es difícil. La vida me enseño que si eres muy amable la gente se aprovecha o te lastima.
—Pueden sentarse —dice Richard.
Seth lo hace sin protestar y debo arrastrarme hasta el asiento del sofá. ¿Qué demonios le pasa a mi mejor amigo? El nunca sigue órdenes, y menos de desconocidos.
—¿Quiénes son en realidad? —cuestiona Agatha.
—Kelly Patterson y Seth Hunt —la molesto—. Eso ya lo saben, la pregunta importante es, ¿quiénes son ustedes en realidad?
—Somos nietos de los fundadores de Darkwood —admite el padre de Mark—. Vivimos aquí desde hace muchos años.
Seth le da una calada al cigarro y expulsa el humo. Hago una mueca, me desagrada ese olor, pero es característico de él.
—Tienen más de cien años —se encoje de hombros despreocupado, así es él—. Todos en este lugar son así, la mayoría tiene más edad de la que aparenta.
—Y agrega el hecho de que son licántropos —sonrío con frialdad—. Monstruos cuando se trasforman…
—No somos así —interrumpe el chico llamado Dylan—. Somos buenas personas.
Eso es lo que decimos todos; “no somos monstruos”, “somos buena gente”, “no te haríamos daño”, “lo que dicen sobre mi es mentira”, etcétera.
Me levanto y me acerco a él a una velocidad impresionante. Lo tomo levemente del cuello y lo estampo contra la pared, mi intención no es matarlo solo asustarlos. Cuando sus ojos azules me observan siento que lo conozco de toda la vida, me inspira confianza.
—“Tienes cinco guardianes, yo soy uno de ellos, tú los reconocerías de inmediato” —la voz se mi mejor amigo resuena en mi cabeza.
Alejo esos pensamientos y me concentro en lo que iba a hacer. Intimarlos.
—Todos somos monstruos en la historia de alguien —acerco mi cara a la suya, siento su aliento y corazón agitado—. Todos hemos hecho algo malo en algún minuto, nadie es un santo.
Quito la mano de su cuello y fijo mi vista en Seth, me observa con burla.
—Nos vamos —su voz suena seria—. No estamos para hablar de su historia familiar. Son lobos, genial por ustedes, a mí no me importa.
Nos acercamos a la puerta. El castaño fija su vista en Mila y le sonríe, una sonrisa coqueta. ¿Qué ocultan estos dos? Estamos por salir cuando la dulce Agatha Sallow habla.
—Los cazadores no pueden pisar este lugar, está prohibido y él rompió el tratado al venir aquí —expresa con calma—. Eso se paga con muerte.
Seth debe retenerme por los hombros para no ir a arrancar la cabeza de esa señora. La furia me invade por segunda vez en el día, mi respiración se vuelve pesada. Nadie amenaza a mi familia, nadie.
—Le tocas un puto pelo a Seth y tendrás la muerte más dolorosa de la historia —amenazo—. No conozco la palabra piedad, y no tengo ganas de conocerla.
Richard se aclara la garganta, está claramente nervioso. Y no lo culpo, soy un jodido monstruo cuando me enojo.
—Disculpen a mi esposa, supongo que se puede hacer una excepción. Si Seth no mata licántropos todo estará bien.
Una risa burlona brota de mi garganta.
—Protejo a Seth más que a mí misma, soy capaz de arrancar mil corazones si eso lo mantiene con vida y a salvo —mi voz es fría—. Soy una asesina sin corazón cuando se trata de mi familia, no me subestimen.
Silencio absoluto. Seguimos nuestro camino y antes de cerrar la puerta decido dejar en claro quién soy. Mi reputación no es la mejor. A la mierda con seguir ocultándome, deben tenerme miedo.
—No subestimen a una chica Deveraux —fijo mi vista en Mark—. No te metas con Kelly Deveraux Patterson, puedo ser tu peor pesadilla.
Me subo al jeep de Seth y cierro de un portazo, mi humor esta horrible. Quiero salir y arrancar la cabeza de algo, de lo que sea. Aprieto mi mandíbula en un intento de calmar mis instintos asesinos.
—Acabas de cometer una maldita locura —arranca el motor y nos dirigimos a casa—. Te investigaran y sabrán quien eres.
—Esa es la idea, pequeño cazador —mascullo—. Cuando lo descubran querrán respuestas o no acercarse más a mí, espero que elijan lo segundo o les ira mal.
—Eres impredecible —niega con la cabeza—. Un minuto quieres mantenerte en secreto y al segundo cuentas todo sobre ti.
—Solo soy una Deveraux.
Estallamos en carcajadas y dejamos el tema de lado. Le hice prometer que no les diría a mis hermanos sobre lo ocurrido, no quiero que se preocupen más por mí.
Al llegar a casa el primero en recibirme es Oddie, mueve su cola con efusividad y babea mis piernas. Lo tomo entre mis brazos y acaricio su suave pelaje, parece un pequeño lobito.
—¿Dónde estabas? —indaga Aiden con la vista fija en su computadora.
Le doy una mirada a Seth y niego.
—Quería transformarme, y no lo haría en el lado vampírico —miento descaradamente—. Seth fue a darme ropa y volvimos.
—Está bien, debes tener cuidado.
Me dejo caer en el sofá con mi mascota en brazos. Mi mejor amigo sube a su habitación claramente molesto, no le gusta mentirle a Aiden. Y siendo sincera a mí tampoco, pero el comenzó con las mentiras.
—¿Y tú qué hiciste en toda la tarde? ¿Has hablado con Evan?
Niega apenado.
—Iré en un rato a Denver —informa—. Si no contesta mis llamados tendrá que abrirme la puerta.
—¿Te vas en la noche?
Murmura una afirmación.
—Quedas a cargo, no hagan cosas que pongan en riesgo su vida —advierte, me mira por primera vez desde que llegue—. Volveré de inmediato y sabré si algo va mal.
Levanto las manos en señal de rendición.
—Me comportare, o eso intentaré.
—No es un juego, Kelly.
Suelto un bufido y dejo a Oddie de lado.
—Claro que sé la importancia del asunto, no soy ignorante.
Ignora mis palabras y sigue tecleando en su laptop.
—Ten cuidado con Kingston, no sabemos quién es en realidad.
—No te preocupes, lo he mantenido a raya.
Suelta una risa que me hace fruncir el ceño.
—Sabe dónde vives y estuvieron juntos toda la maldita mascarada, creo que tienes mal definido el concepto de mantener a alguien a raya.
—Vete a la mierda, Aiden —mascullo, molesta.
—De donde crees que vengo, hermanita.
Voy hasta la cocina, le dejo comida y agua fresca a mi mascota. Abro el refrigerado y saco un par de cervezas. Camino hasta las escaleras sin decir una palabra. Me detengo frente a la puerta de Seth y entro sin tocar. Solo lleva un short deportivo dejando ver su torso desnudo y musculoso, tiene cero tatuajes.
—¿Noche de películas? —propongo mientras elevo las botellas.
Me da una sonrisa.
—Claro, finjamos ser adolescentes normales.
Enciende la televisión y se tira en la cama mienta busca alguna película. Me tumbo a su lado y le entrego una botella. Tomo un sorbo y apoyo mi cabeza en su hombro.
Desearía que todos los momentos de mi vida fueran como este, tranquilos.
No se puede tener todo en la vida, y el hecho de ser una Deveraux lo empeora.
Solo espero que Evan llegue con algunas respuestas, no saber la razón sobre la muerte de mis padres es desesperante. Sin embargo me desespera más el no saber porque soy tan especial para otras especies.
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