Capítulo 1 ✡
Kelly:
Mis tacones resuenan en el pavimento mientras camino a paso lento hacia la entrada de la gran mansión Patterson. Introduzco la llave en la cerradura y mi mano rodea la fría perilla con rapidez.
Debí llegar a casa hace exactamente cuatro horas, mi hermano adoptivo estará histérico, tal vez furioso o ambas.
Con Evan Patterson nada se sabe.
Cierro la puerta a mis espaldas y tiro las llaves en la mesita que está en la entrada, me da igual hacer ruido ya que nuestra audición es… sobrenatural.
Frunzo el ceño al no ver su semblante serio y cargado de reproche.
Siempre que llego aunque sea un minuto tarde me espera en la sala y ahora no hay rastro de él.
Mi corazón martillea con fuerza contra mi caja torácica cuando la idea de que le ocurrió algo llega a mi mente.
No puedo perder a más personas, no lo soportaría.
—¿Evan? —cuestiono temerosa—. ¿Dónde estás?
El sonido de un puño estrellándose contra una pared me alerta, siento su olor y el latido frenético de su corazón.
Mierda.
Mi querido Evan y su ligero problema de ira.
Me deshago de mis estúpidos tacones y corro a una velocidad sobrenatural hasta el sótano de la mansión donde tenemos un gimnasio y otras cosas. Los litros de alcohol que estuve tomando hace un rato ya se están yendo de mi sistema, cosa que agradezco.
Son las ventajas de ser una rareza en la naturaleza.
Abro la puerta de golpe causando un estruendo, lo que ven mis ojos me destruye por dentro. Su torso está desnudo y solo lleva sus shorts de deporte, su cabello rubio oscuro cae por su frente sudorosa, sus puños están ensangrentados y sin ninguna lesión gracias a nuestra curación rápida.
Hace caso omiso a mi presencia y sigue golpeando la pared con brutalidad.
—¡Evan, basta! —Lo tiro del hombro y lo empujo contra la pared—. ¿Qué es lo que ocurre?
Sus ojos azules me observan detenidamente, un remolino de emociones se ve en ellos.
—Llegas tarde —habla luego de unos segundos—. Me tenías preocupado, sabes que afuera es peligroso para ti.
Mi mirada viaja al piso inconscientemente, un retrato tirado en el suelo llama mi atención. En la foto se ven mis padres abrazados, una pequeña rubia de ojos azules en los brazos del hibrido.
La foto es de cuando todo estaba bien, de cuando éramos felices…
Si bien no eran sus padres biológicos él siempre estuve en nuestras vidas como un hermano mayor para mí y un hijo para ellos, la muerte de ellos le afecto tanto como a mí.
Un nudo se instala en mi garganta al recordar esos terribles meses.
—Lo siento tanto…
Pone un mechón de mi cabello detrás de la oreja y cierro mis ojos de inmediato.
—No fue tu culpa, pequeña rubia.
—Si yo solo los hubiera podido proteger, si no hubiera sido tan inútil —agacho la cabeza—. Juro que si pudiera tomaría su lugar…
—No —me corta—. Debes dejar de culparte y de decir estupideces.
Suelto un suspiro.
—Yo también los extraño —señalo la foto.
—Lo sé —veo dolor en su mirada—. Eran tus padres.
Mi pecho se aprieta debido a la culpa que siento, ellos murieron por protegerme. Muchas veces la culpa no me deja dormir o pensar con sensatez.
—Creo que… —remojo mis labios—. Nunca podré perdonarme lo que ocurrió ese maldito día.
—Solo eras una niña de cinco años —toma mis manos y me da una sonrisa tranquilizadora—. ¿Qué podrías haber hecho? Protegiste a tu mejor amigo y a ti del fuego, eso ya es mucho para una bruja de esa edad.
Aprieto los puños con fuerza, mis uñas se clavan en mis palmas y estoy segura que dejaran marcas.
—¡Pero yo no soy solo una maldita bruja, también soy licántropo y vampiro! —Espeto con dolor—. Soy más fuerte que muchos otros, tendría que haber hecho algo y fui cobarde…
Recuerdo esa fatídica noche a la perfección, me atormenta todos los días durante los últimos trece años. Lagrimas mojan mis mejillas, ni siquiera note que había comenzado a sollozar.
El rubio me abraza y hundo mi cabeza en el hueco de su cuello, su olor no es el más agradable debido al sudor, sin embargo me da igual. Me aferro a él con todas mis fuerzas, se siente bien estar protegida entre sus brazos como cuando era pequeña y tenía pesadillas.
Pesadillas horrorosas que me recuerdan que mi vida no es y nunca será normal.
—Yo tendría que haber llegado antes y no haberme detenido a matar a esos idiotas —musita contra mi cabello—. Debí salvarlos, yo...
—Deja de justificarme —lo interrumpo—. Fue todo mi culpa y lo sabes… todos lo saben.
Me aparta con delicadeza, sus ojos me miran con reproche y a la vez veo secretos.
Secretos que descubriré por las buenas o por las malas.
—Evan…
—No eres la culpable y punto final —me señala—. Vamos a cenar.
Rodea mis hombros con su brazo y comenzamos a caminar. Pasar tiempo con la familia que me queda me hace olvidar lo miserable que es mi existencia.
Una pregunta surge en mi cabeza y sonrío con diversión.
—¿Cocinaste? —arqueo una ceja.
Me mira con horror y suelto una sonora carcajada.
—¿Crees que la casa seguiría intacta si yo hubiera intentado cocinar?
En eso somos parecidos, la cocina no es nuestro fuerte y siendo sinceros nunca lo será.
—Entonces… ¿Aiden volvió? —pregunto esperanzada.
Ese sentimiento decae cuando su mirada amable cambia a una fría y resentida.
—Compre comida para llevar en el restaurant de siempre —evade el tema—. Te encantara y también hay sangre recién donada, la enviaron del hospital esta tarde.
Aiden Patterson, hermano menor de Evan, supongo que está de más decir que su relación como hermanos nunca ha sido la mejor.
Siempre intentaron darme un hogar y éramos muy unidos, en realidad ellos eran unidos a mí. Un día pelearon y el menor decidió irse. Hace un año que se fue de casa y se comunica poco.
Lo extraño demasiado…
—Ve a cambiarte, apestas —hago una mueca—. Te esperare en la cocina, no quiero cenar en ese comedor tan grande si solo somos dos personas.
Revuelve mi cabello.
—Como quieras, pequeña rubia.
Lo veo desaparecer a una velocidad impresionante rumbo a su cuarto que está en el segundo piso. En vez de ir a la cocina espero a que entre a la ducha para ir al despacho y revisar sus cajones.
No me considero alguien intrusa, pero esta situación requiere que invada su privacidad.
Tiene que haber algo sobre Aiden y donde está viviendo, aunque no se lleven de maravilla se preocupan el uno por el otro. O sobre los que mataron a mis padres.
Luego de revisar todo el maldito lugar y no encontrar nada suelto un suspiro cansado.
—No te pudo haber tragado la tierra —digo a la nada—. Eres un maldito híbrido, ¿dónde iría yo si fuera Aiden?
Dejo caer mi peso en la silla del escritorio y apoyo mis pies en la mesa. Muerdo mi labio inferior mientras espero que la computadora se encienda, coloco la contraseña y comienzo a revisar los archivos.
Mis amigos y hermanos adoptivos dicen que debería avanzar, dejar descansar la memoria de mis padres y retomar mi vida. La carga sobre mis hombros me impide hacerlo.
Y esa carga es la culpa. La estúpida y miserable culpa.
¿Cómo vives sabiendo que pudiste haber hecho algo para evitar la tragedia de tu vida?
¿Cómo sigues adelante luego de eso?
Son cosas que quisiera saber y que nadie me las ha podido responder.
Mientras siga tocando la herida esta nunca sanará y parte de mi es masoquista, no sanaré hasta vengarlos y ese pensamiento me está autodestruyendo lentamente.
Especies sobrenaturales de todo el mundo me siguen por mi poder desde antes de nacer, es un asco. Mis padres murieron por protegerme de unos locos que querían secuestrarme, sus cuerpos quedaron hechos cenizas al igual que la casa.
Mi corazón deja de latir cuando leo una carpeta con el nombre del pueblo en donde los perdí.
Darkwood…
A simple vista parece un sitio normal con gente ordinaria, pero la realidad es otra ya que allí viven vampiros, licántropos, brujas y humanos. Claramente los humanos no tienen idea de nuestra existencia, eso sería catastrófico.
Y como lo dice su nombre, cosas oscuras pasan ahí. La muerte de mis padres es un ejemplo de ello.
He leído varias noticias de muertes misteriosas: cuerpo sin una gota de sangre, otros desmembrados por completo y también desapariciones.
Vaya fama…
Cualquiera en su sano juicio huiría de allí.
Lo último que leí fue horrible: Una chica desconocida de alrededor de diecisiete años fue encontrada muerta en el bosque. Su cuerpo estaba sin una gota de sangre, mutilado y quemado. Su cabeza fue hecha pedazos, no queda nada de ella. Y su corazón fue clavado en una rama del árbol más cercano. Los forenses determinaron que fue un ataque animal.
¿Qué clase de animal clava un corazón en una rama?
A mi parecer eso fue un vampiro o un hibrido. Los licántropos no les quitan la sangre a sus víctimas.
Se pueden encontrar varias noticias de ese tipo y gracias a ello ya no reciben turistas. Si siguen eliminando humanos solo quedaran especies sobrenaturales.
Hago doble clic en la carpeta y espero impaciente a que cargue.
Dolor, rabia y decepción es lo que siento al ver la pantalla.
Hay fotos de la casa en donde murieron mis padres con la diferencia que esta restaurada y convertida en una linda mansión. Lo que rompió mi corazón fue ver el auto de Aiden en la entrada.
Mi hermano adoptivo está en Darkwood…
Hay más fotos que lo confirman, incluso fotos del interior de la casa con desconocidos allí.
Dejo todo igual como estaba y salgo del despacho rápidamente rumbo a mi habitación. Busco mi móvil con manos temblorosas.
Decido enviarle un mensaje a Aiden el cual responde de inmediato, vaya milagro.
Yo: Hola, ¿cómo estás?
Aiden: Hola, cariño. ¿Bien y tú?
Yo: Bien.
Yo: Te extraño, si me das tu dirección podría ir a visitarte.
«No me mientas, por favor no lo hagas».
Vuelvo a escribir al ver que no responde.
Yo: ¿Sigue ahí?
Aiden: Me encantaría, pero no estoy en un lugar fijo. Cuando encuentre uno te aviso.
Aiden: Ahora debo irme, buenas noches.
Yo: Buenas noches, Aiden.
Próximo destino: Darkwood, el lugar donde perdí todo.
Necesito respuestas, muchas explicaciones y tal vez algo de venganza. Evan no estará de acuerdo y no podrá hacer nada para evitarlo porque no se lo diré.
Cuando a Kelly Deveraux se le mete algo en la cabeza es muy difícil hacerla cambiar de opinión.
—¡Kelly! —Escucho la voz de mi hermano—. ¿Todo bien?
—Bajo enseguida —dejo mi móvil en la cama y salgo de la habitación.
Al llegar a la cocina me siento en el taburete frente al hibrido y comienzo a comer mi pasta en silencio. No quiero hablar con él, hasta respirar cerca de él se me hace difícil.
Me mintió, todos me mienten…
Carraspea llamando mi atención, clavo mis ojos azules en los suyos del mismo color.
—¿Has hablado con Seth?
—Solo sé que anda de cacería en… la verdad no se en que lugar —me encojo de hombros—. Pero prometió volver a casa pronto.
Seth Hunt es mi mejor amigo y se podría decir que mi hermano menor adoptivo. Mis padres lo rescataron de sus abusivos progenitores el año en que fallecieron y desde ese entonces vivimos juntos, él es un cazador de seres sobrenaturales.
—Y… ¿te sientes mejor? —indaga.
A Evan siempre le ha costado ayudar en este tipo de situaciones y conmigo no es la excepción. Muchas veces cuando estoy triste, enojada o ambas no sabe que decir, es lo contrario a Aiden ya que él siempre sabe que decir.
—Si —miento mientras bebo un sorbo de sangre—. ¿Tú?
Suelta un suspiro.
—Lo estaré —me da una sonrisa de boca cerrada—. Kelly, debes tener cuidado.
—Solo me quede tomando un par de tragos en el bar de la plaza, no es para tanto.
Niega con el dedo y me señala.
—No creo que quiera empezar de cero en otro país, otra vez.
Me tenso de inmediato, el tenedor queda a medio camino de mi boca.
Huir es uno de nuestros pasatiempos, me he mudado más veces de las que puedo contar para evitar que me dañen o que me maten. Si bien hemos matados a los que lo intentan, siempre se corre el rumor y llegan más y más personas.
—Soy la que menos quiere eso, Evan —susurro—. Huir no es vida y lo sabes, además no me gusta arrastrarlos a todo a eso.
Nunca me mude yo sola, y ese era el problema ya que arrastraba a mi familia a toda esa mierda. Cambiarse de país no es como cambiarse de tacones y es algo que todos en esta familia sabemos.
En parte me odio por eso, Seth es un año menor que yo y se perdió muchos momentos de adolescentes por tener que huir conmigo.
Estoy completamente jodida, y al estarlo le arruino la vida a los que amo. Es algo que no puedo evitar.
—Tu cumpleaños es pasado mañana —cambia de tema la ver mi incomodidad—. ¿Qué quieres hacer? Es tu día y haremos lo que tú quieras, sin excepciones.
—No lo sé —juego con la pasta de mi plato—. Aún tengo tiempo.
«Si tan solo supieras que ya no voy a estar aquí ese día».
Sé que quiere protegerme de todo, incluso de mi propia sombra, pero necesito saber qué es lo que me hace tan especial para que todos quieran mi poder.
Debo saber de qué me protegían mis padres cuando murieron, y nadie me lo impedirá.
Cuando algo se interpone en mi camino, es simple: lo elimino. Suena crudo y así es mi mundo, si no te defiendes te matan sin piedad.
Es matar o morir, siempre elijo matar.
Puede que mi vida sea miserable y llena de culpa, sin embargo quiero vivir. No creo que la muerta sea la solución a mis problemas.
—¿Dónde está Aiden? ¿Por qué no viene de visita? —Suelto de repente—. ¿Por qué murieron mis padres? ¿Qué me hace especial? ¿De qué me protegían?
Clava sus intensos ojos azules en mí de inmediato, su expresión se vuelve seria.
—Debes dejar el pasado atrás, Kelly —me aconseja en tono serio—. No te sirve de nada recordar eso.
—Necesito respuestas sobre…
—Creo que necesitas un hobby —me interrumpe—. Así mantendrías ocupada esa cabecita curiosa que posees.
Entrecierro los ojos en su dirección.
—Ya tengo un maldito hobby —resoplo.
—Matar personas y querer saber todo no es un pasatiempo.
Ruedo los ojos al darme cuenta que está desviando la conversación.
Solo conseguiré la verdad si voy a Darkwood. Si nadie quiere ayudarme lo haré sola, nunca he necesitado a alguien porque soy independiente y muy poderosa.
—Me refería al boxeo, no a matar personas —enfatizo—. Hace mucho que no mata a alguien… inocente, claro.
En nuestra extraña familia tenemos reglas, una de ellas es no matar personas inocentes, va en contra de nuestros principios. Podemos ser monstruos ante los humanos, sin embargo tenemos algo de decencia.
—Solo quiero saber sobre él, demonios —insisto con el tema—. También es mi hermano, aunque no lo sea de sangre.
—Kelly, basta.
Sé que lo estoy fastidiando, y no me interesa. Él puede tener más de cien años y aun así soy más fuerte y letal que él.
Intento leer su mente, pero como siempre está en blanco así que no puedo hacerlo. Leer mentes es un don extraño que tengo desde siempre, es raro ya que nadie se explica porque lo tengo. Los seres sobrenaturales no tienen dones extra, excepto yo.
—Pues entonces vete a la mismísima mierda —gruño.
Me levanto de golpe e ignoro sus llamados, subo rápidamente las escaleras y me encierro en mi habitación. Al entrar cierro la puerta de golpe y apoyo mi espalda en esta mientras dejo caer mi peso en el suelo.
Los toques en mi puerta no tardan en llegar, claramente los ignoro, aunque no sirve de nada ya que puede escuchar mi respiración.
—Intentar saber sobre el pasado no es para nada sano, pequeña —su voz es calmada—. Me duele demasiado ver cómo te hundes en esto cada día.
Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, pestañeo rápidamente alejándolas. Hace mucho tiempo me di cuenta que llorar no me servirá de nada, ellos no volverán aunque llene el mar con mis lágrimas.
—¿Y piensas que ocultarme todo lo que ocurrió me ayudara en algo?
—Por favor, escúchame —suplica, él nunca lo hace—. No quiero perderte a ti también, y lo haré si sigues intentando remover el pasado.
—¡¿Me dices esto luego de trece malditos años?! —exploto, cierro los ojos tratando de calmarme—. Bueno te informo que no puedo dejar el pasado atrás, no puedo y no quiero.
—Yo también los quería y sufrí… demasiado —admite en un susurro—. Viste como me comporte los primeros años luego de la tragedia y no quiero eso para ti.
—Entonces ayúdame —una lágrima se desliza por mi mejilla—. Dime todo lo que sabes.
—Yo no sé nada…
—No me mientas, Evan —lo interrumpo—. Sabes mucho más de lo que dices al igual que Aiden, y no comprendo por qué no me lo dice. ¡Eran mis padres, maldita sea!
Lo oigo soltar un suspiro y muerdo mi labio inferior.
—Nunca seremos normales, lo sabes —hablo ante su silencio—. La normalidad no está hecha para ninguno de nosotros, así que no pretendas que me enamore y tenga una hermosa familia. La gente rota como yo no hace eso.
—Vas a cumplir dieciocho y merecer vivir, seguir adelante —musita—. ¿Has pensado a que universidad quieres ir?
La escuela nunca fue algo que me importara, siempre tome clases particulares gracias a nuestras múltiples mudanzas, y la universidad ni siquiera me llama la atención. La eterna juventud que poseo juega en mi contra con… casi todas las carreras universitarias.
¿Qué podría estudiar? Una doctora tríbrida, muy normal.
—¿Ahora me dirás que fuiste a la universidad e hiciste un doctorado? —respondo a la defensiva.
Su risa, un tanto diabólica, resuena por todo el segundo piso.
—Sí —dice, sorprendiéndome por completo—. Estudie administración de empresas y marketing, ¿Por qué crees que tengo una gran empresa y mucho dinero en nuestras cuentas bancarias?
—Tal vez porque eres un narcotraficante de órganos o drogas, mentiroso y una mezcla de vampiro-lobo.
—No soy un narcotraficante ni mentiroso, Kelly —estoy segura que puso los ojos en banco—. Yo si estudie, Aiden también, incluso Seth y Mackenzie lo están considerando.
—Pues yo no pienso en ello, no tengo cabeza para los estudios —respondo cortante—. Solo pienso en vengar a mis padres, lo siento.
—Estás perdiendo la cabeza, hermana —suspira—. Eso no te hace bien.
Aprieto los puños con fuerza e intento controlar mi respiración agitada.
—¡No estoy loca! Y si lo estuviera, ¿qué? —La rabia tiñe mi voz—. ¿Me enviaras a un psiquiátrico para seres sobrenaturales?
—Claro que no —suena incrédulo, apoya su mano en la puerta—. Solo te pido que vivas sin rebuscar en el pasado, para avanzar debes soltarlo…
—Y yo te pido que me dejes sola —le interrumpo—. No quiero seguir hablando contigo, vete o me iré yo.
Siento como quita su mano de la madera.
—Estaré en mi cuarto, por si me necesitas —accede a mi petición—. No olvides que te amo más que a mi propia vida, y solo quiero protegerte.
Un nudo se instala en mi garganta como una serpiente que me impide respirar con normalidad.
¿Por qué la gente se empeña en guardar secretos?
No lo sé, y tampoco puedo juzgar demasiado ya que a veces oculto cosas.
—Yo también te amo, demasiado —susurro más para mí misma—. Y eso es un gran problema.
No dice nada, siento como sus pasos se alejan de mi puerta y suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo. Me lanzo a mi cama abatida.
✡ ✡ ✡
Guardo lo necesario en mi maleta: ropa, maquillaje, dinero, cosas de aseo personal y algunas fotos. Algo me dice que mi estadía en Darkwood será larga. El lugar queda a unas cinco horas de Denver.
Nada ni nadie me hará cambiar de opinión sobre este viaje.
El sonido de mi teléfono me alerta y corro hacia él.
Sonrío al ver el nombre de mi mejor amigo en la pantalla.
—¡Hola, Sunshine! —La alegría es notoria en su voz—. ¿Cómo va todo?
—Bien, ¿y allá?
—Normal, como siempre —informa—. He estado matando algunos lobos y chupa sangre que hacen caos.
Seth como todo buen cazador siempre hace este tipo de misiones, varias veces me sume a ellas para descargarme, pero esta vez no quise ir.
—Volveré a casa para tu cumpleaños —comenta con entusiasmo—. No te atrevas a irte algún lado con algún idiota.
La nostalgia me invade al recordar que no estaré aquí para ese entonces, sin embargo no puedo decirle eso ya que se lo dirá a alguno de mis hermanos. Odio mentirle.
—Me alegra que vuelvas a casa, Little Hunter.
Escucho su risa al otro lado de la línea, estoy segura de que todo el mundo la escucho ya que se ríe bastante fuerte.
—Es el cumpleaños de mi mejor amiga y hermanita mayor, claro que debo volver.
—Te quiero mucho, Seth.
—Y yo a ti, Sunshine —escucho como intercambia palabras con alguien—. Ahora debo irme, lo lamento.
—No te preocupes, nos vemos pasado mañana —miento—. Adiós, cuídate mucho.
—Adiós —finaliza la llamada.
Espero pacientemente a que sean las cuatro de la mañana para poder largarme de este lugar, la razón: esperar a que Evan se durmiera.
Me dirijo sigilosamente a su habitación y compruebo que está profundamente dormido con su cabello rubio desordenado, beso su frente y luego su mejilla, se ve en inofensivo y en paz. Dejo la nota encima de su mesita de noche y salgo de ahí con el corazón en la mano, literalmente.
Le escribí solo lo más importante: me voy a buscar respuestas, que por favor no intente traerme de regreso y lo mucho que lo amo.
Siempre hay que decirles a las personas cuanto las amas cuando tienes la oportunidad de hacerlo, luego vienen los arrepentimientos.
Luego de meter la maleta en la parte de atrás me subo a mi auto y apenas puedo respirar, nunca creí que podría dolerme tanto alejarme de alguien. Por alguna razón no quiere decirme lo que oculta y debo descubrirlo por mí misma. Limpio el borde de mis ojos mientras conduzco, con cada metro que me alejo lo opresión en mi pecho se agranda.
Antes era una pequeña que vivía en la sombra de sus hermanos y no tenía el valor para hacer este tipo de cosas, ahora soy una mujer adulta, bueno casi ya que aún tengo diecisiete, pero eso no me quita lo poderosa.
Veo que el estanque marca poco combustible y maldigo entre dientes, debí revisar eso antes. Me detengo en la primera gasolinera y lleno el estanque, luego de pagar sigo mi rumbo. Me tomara al menos cuatro horas llegar a Darkwood desde donde estoy.
En ese lugar Kelly Deveraux, ósea yo, es conocida como un puto milagro. La única sobreviviente al incendio y ataque de los vampiros que ocurrió en la mansión Deveraux.
Seth también lo es porque estuvo ahí junto a mí y por su seguridad mis hermanos dijeron que solo yo me encontraba en el sótano.
Mis parpados pesan demasiado ya que no he dormido nada en más de veinticuatro horas, irse de fiesta el día antes de hacer un viaje no fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado. Manejar alrededor de cuatro horas sin parar es un poco agotador.
No sé dónde demonios estoy, solo veo la carretera vacía siendo iluminada por el amanecer aunque aún está un poco oscuro y es aterrador. Desbloqueo mi teléfono para verificar que voy en camino correcto, lo que menos quiero es conducir sin rumbo.
Levanto mis ojos al sentir otra presencia en el lugar. Suelto un grito y piso el freno con fuerza, el cinturón de seguridad me detiene antes de que mis pechos choquen contra el volante.
¿Qué mierda acaba de pasar?
Tomo un par de inspiraciones y hago lo que cualquier persona en su sano juicio no haría: bajar del auto y revisar.
Miro a mi alrededor y a pesar de ser las ocho de la mañana parece sacado de una película de terror, el bosque a los lados le da un toque sombrío.
—Si hay alguien aquí —espeto a la nada—. Créeme que no sabes a que monstruo te enfrentas.
No soy una niñita en apuros, soy una mujer que puede hacerte vivir el peor calvario de la vida con un solo chasquido.
Una ráfaga de aire me golpea de lleno por la espalda haciendo que mi cabello rubio se enrede, genial. Observo el capo de mi auto al recordar que choque algo y muerdo mi labio inferior con fuerza.
Acabo de atropellar un perrito, mierda…
Es una cosita adorable, está tendido en el frío pavimento y apenas respira. Lucha por su vida tal y como lo hago yo a diario. Hay sangre en su estómago, pero no hay nada incrustado y mi auto esta extrañamente intacto.
—¿Cómo fui tan despistada? —Me golpeo la frente con mi mano—. Lo siento, bonito. No fue mi intención hacerte daño.
Me pongo de rodillas para tocarlo, se encoje de inmediato temeroso. Tiene claros signos de desnutrición y maltratos. Un feo y viejo collar adorna su cuello con el nombre de Odie.
La rabia me invade al darme cuenta que sus dueños lo maltrataron y luego lo abandonaron. ¿Para qué tienes una mascota si luego piensas botarlo como si fuera una basura?
—¿Qué haré contigo, Odie? —Acaricio su cabeza sintiendo su suave pelaje—. Eres solo un cachorrito.
Su pequeño cuerpo tiembla y la sangre comienza a brotar por su hocico, lagrimas empañan mis ojos al ver esta escena. No puedo dejarlo aquí, sería inhumano y aunque es raro de creer tengo sentimientos. Suena cruel, pero prefiero dejar a una persona herida que a un indefenso animal.
Terminaré con su sufrimiento, es la única opción.
—Prometo que estará bien, bonito —beso su cabeza—. Confía en mí.
Pongo ambas manos sobre la herida, la cual no ha dejado de sangrar ni un segundo. Suelta un chillido de dolor cuando lo toco, pero lo ignoro. Cierro mis ojos y me concentro en la herida, imagino que está cerrada y cicatrizada, no se está desangrando y todos sus órganos vitales están sanos. Siento como una energía corre por mis brazos en dirección a su abdomen, al principio se retuerce y luego de unos segundos se da cuenta que lo estoy curando por lo que deja de luchar.
Unos minutos más tarde abro mis ojos, quito mis manos de ahí y sonrío, aun no pierdo mi encanto. Su pelaje tiene sangre y ninguna herida es visible. Mi toque puede destruirte y también sanarte.
Es solo un animalito pequeño que acaba de ser sanado mágicamente y está débil para caminar, lo tomo entre mis brazos con cuidado y lengüetea mi cara repetidas veces.
—Te dije que estarías bien, bonito —sonrío.
No entiendo como hay gente que odia los animales
Lo subo en el asiento del copiloto y se acurruca en mi chaqueta manchándola con un poco de sangre, trepo en el asiento del conductor luego de limpiar el líquido rojo de mis manos con un trapo. Observo al canino hasta que se queda profundamente dormido.
Al parecer alguien acaba de ganarse este oscuro corazón. Al llegar a Darkwood veré que hacer con él. Perdí la esperanza en la humanidad cuando se trata del cuidado de animales.
También podría conservarlo, si es que a Aiden no le molesta o regalárselo a alguien de mucha confianza.
Vuelvo mi vista al frente y me quedo helada unos segundos al ver una nota en el volante.
Vete y no vuelvas a este lugar o lo pagarás caro, pequeña y dulce Kelly.
La única persona que me llamaba de ese modo era mi padre, y él está muerto. Esto debe ser una puta broma. Con manos temblorosas debido a la rabia y angustia arranco la nota para luego tirarla por la ventana como si me quemara.
¿Quién me haría algo así?
¿Qué clase de advertencia es esta?
Veo a unos metros un letrero que dice “Darkwood a 100 km”, si piensan que esta estúpida nota me detendrá están muy equivocados.
Soy Kelly Deveraux la persona más poderosa del maldito mundo, hasta el diablo debería temblar cuando me enojo.
—Seas quien seas, no me detendré —suelto una risa macabra—. Si te vuelves a interponer en mi camino te mataré, lo prometo.
Vuelvo a poner el vehículo en marcha y arranco a toda velocidad, las leyes pueden irse al demonio. Aprieto el volante con tanta fuerza que podría romperlos, mis fosas nasales están dilatadas y solo puedo pensar en una cosa.
Matar a alguien o algo, lo primero que me toque las narices morirá.
Intento controlar mi respiración y los oscuros pensamientos que invaden mi cabeza, pero es inútil nada me calma. Veo por el rabillo del ojo que algo se mueve inquieto, desvío la mirada del camino por un segundo.
Como si un milagro se tratara el solo ver la expresión asustada de Odie me hace volver en sí. Mi respiración comienza a ser regular, libero un poco de fuerza del volante y lucho por alejar mis malos pensamientos.
Cuando me descontrolo nada bueno ocurre, agradezco que eso no pasara.
—Gracias por eso, bonito —susurro, lo veo mover su cola.
No sería prudente comenzar mi estadía en Darkwood asesinando a medio pueblo, ¿o tal vez si?
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