CAPITULO XIII
Sin siquiera pensarlo, salgo de mi habitación corriendo hasta la dirección, en donde me encuentro con las chicas, las que quedan mirando con los ojos llorosos. De seguro están asustadas, no es de menos, después de todo, no solo supieron de sus justificaciones falsas, sino que, además, sus padres sabrán que estuvieron yendo a fiestas universitarias, con tal de conseguir novio. «Eso les pasa por no llevarme». Pienso, mientras me acerco a ellas, olvidando por completo que salí con tan solo una polera larga, la que, para mi suerte, tapa gran parte de los moretones.
—Jessica —dice Laura, intentando consolar a Alondra, quien llora, como si fuese el final de su vida escolar. Pero qué dramática.
Simulando estás preocupada, toco el hombro de dos de las chicas, preguntándoles que fue lo que sucedió, pues las luces de la patrulla, me alertaron ante su dramática llegada. Según parece, Jason; mi amigo policía, no solo ordenó la detención de mi abusador, por utilización de drogas, sino que, además, las trajo de vuelta a la escuela por ser menores de edad. Exactamente, cada una de las cosas que le dije, las cumplió.
—Y ¿Qué es lo que deben esperar ahora? —interrogo curiosa, intentando disimular mi preocupación por Axel.
—La directora aún no habla con nosotras, no sabemos que represalias tomara —responde Margot, inquieta —ahora está con Axel, ni siquiera sabía que también estaba allí, si no fuera por las golpizas que se dio, con el exnovio virtual de Alondra, quizás hubiese pasado desapercibido.
—Ya veo —murmuro pensativa, después de todo, ahora comprendo por qué se fue desesperado, luego de nuestro encuentro —siento mucho lo que sucedió chicas, de verdad —continúo hablando, intentando no morir de la risa.
Con el paso de los minutos, Axel al fin sale de la oficina, dándole el pase a mis acompañantes, para ingresar a ser regañadas, mientras que Jason continua adentro. Ansiosa, por hacer contacto visual, intento acercarme al joven golpeado, quien, en silencio, no voltea la mirada en ningún momento, mientras se intenta alejar de mí. Molesta, corro hasta él tomándolo de la muñeca, exigiéndole ser escuchada por al menos un minuto.
Me siento culpable, no quiero admitirlo, pero deseo ayudar, es por eso que decido no hablar, mientras lo llevo casi a arrastres, hasta mi habitación. No soy la mejor haciendo curaciones, pero al menos cuento con todo lo necesario para ello, motivo por el que, una vez con el botiquín a mi disposición, comienzo a limpiar sus heridas, ignorando por completo, el hecho de que está sentado sobre mi cama, mientras que yo además de estar con poca ropa, me siento atraída por sus labios.
—No debiste hacer eso —digo, limpiando la herida de su boca —además, ¿Cómo es qué supiste donde era?
—Como si eso importara —refunfuña molesto, hasta que hago un movimiento brusco, el que le produce más de un dolor, por el alcohol —¡Ah! —me mira en silencio —escuché a esas tontas hablar de la fiesta, te vi salir con ellas ayer y no hay que ser tan inteligente, como para no percatarse de las coincidencias.
—Ya veo —doy una leve sonrisa.
No quiero entrometerme, lo que menos deseo es parecer mal agradecida, pero la verdad es que no comprendo por qué lo hizo. Desde un comienzo, fui desagradable con él, quise aprovecharme de su coqueta forma de ser y sacarle celos a Bastian. ¿Por qué ser amigable con quien no lo es contigo?, recuerdo bien lo que dije, un hombre de su tipo se conquista siendo poco amigable, pero no cualquiera se arriesgaría, como él lo hizo, por un simple coqueteo.
—¿No preguntarás por qué lo hice? —me queda mirando fijo.
—No— respondo, comenzando a guardar los materiales utilizados, hasta sentir como me toma de la muñeca, acercando su rostro a mí.
—Te lo diré igual —sonríe con perversidad —es por Vanessa, ella me pidió ser amable contigo.
—¿Por qué? —interrogo con curiosidad, sentándome junto a él —Y ¿Por qué hacer lo que ella te dice?
—Dos cosas. Uno, está enterada de tu quiebre de amistad con Jenny o como se llame y dos, sabe cosas de mí que preferiría mantener en secreto —da un leve vistazo a mi cabello —ahora, una pregunta para ti ¿Cuánto más piensas llevar esa tintura en el cabello?
Lo olvidé por completo, estaba tiñéndome cuando fui en su búsqueda y salí con este aspecto tan deplorable, que espero nadie en la escuela lo haya visto. Inquieta, corro hasta la ducha, en donde suelto mi cabello y lo meto bajo la regadera, intentando quitar todo exceso de producto en él. Estoy incómoda y no puedo ver nada, pero en menos de un minuto, siento como alguien junto a mí la sostiene, intentándome ayudar.
—No tienes que... —intento hablar.
—Solo quítate eso de la cabeza —contesta Axel —luego hablas.
No sé qué es lo que siento, pero es la primera vez que mantengo contacto con un chico, sin sentirme deseada. De seguro así se percibe la amistad. Una vez lista, me seco la cara, cogiéndome el pelo con las manos, hasta llegar a mi cama, en donde me dispongo a comenzármelo a secar, pero soy interrumpida nuevamente por mi acompañante, quien, sentándose en mis espaldas, comienza a hacerlo por mí. Sigo sin comprender lo que desea, si su objetivo era intimidarme, lo ha logrado y la verdad es que ni siquiera sé qué decir.
Ya con el cabello seco, el rojo se logra alcanzar a ver, permitiendo que mi cambio de look sea más notable ante los ojos de otros, que cuando aún estaba mojado. Con seriedad, doy media vuelta quedando frente a Axel, a quien parece gustarle como me ha quedado, pues no ha dicho nada desde que me giré.
—Dime que es lo que Vanessa sabe de ti —sonrío con curiosidad. Si se quedará a fastidiarme, al menos espero que me cuente un buen chisme.
—No —responde, mientras se recuesta sobre mi cama —ni que estuviera loco, como para decirte.
—Qué fastidio —me recuesto junto a él, mirando al techo —Mm—murmuro pensativa —dime, ¿Verdad o reto?
—No jugaré contigo —mira al techo, quedando en la misma posición que yo.
—Entonces, ¿Por qué sigues aquí? —pregunto molesta —vamos, ¿Verdad o reto?
—Bien —puedo percibir su enojo —verdad.
Este es mi momento, no desaprovecharé la oportunidad para saber lo que siente por mí. La verdad es que lo dude por un momento, pero no veo otra razón para ayudarme y quedarse en mi habitación por tanto tiempo. Sonriente, le pregunto qué es lo que su hermana sabe de él, viéndose obligado a contestar, aunque su respuesta es la última cosa, que creí escuchar hasta ahora.
—¿Es en serio? —no puedo contener la risa, necesito saber si lo que dice es cierto, porque nadie que lo haya escuchado, sería capaz de creerlo —. ¿De verdad estás enamorado de Tracy?
—¡No te burles! —exclama molesto.
Por un momento creí que yo le gustaba, pero parece ser que me equivoqué, no puedo creer que Tracy sea la chica que lo hace suspirar, de verdad este chico está perdido. Consciente, de que, ante el despido de David, tiene oportunidad, decido ofrecerle mi ayuda para conquistarla, no porque me importe su felicidad, sino porque estoy segura, de que podré sacarle provecho de una u otra manera.
—Desde que despidieron al profesor por tu culpa, me has caído mejor —dice sin quitarme los ojos de encima —cuando supe que estaba enamorada de él, me sentí molesto, pero gracias a ti, pude quitarlo de la lista de enemigos con facilidad —sonríe —espero no te moleste, que haya sido el responsable de delatarlos.
—¿Es broma? —interrogo molesta, siempre creí que fue Bastian el responsable, pero ahora resulta ser él.
—Me agradaste mucho más, cuando vi como lograste lavarte las manos, con ese asunto —da una leve sonrisa —tienes mis respetos.
Con seriedad, me pongo en pie, quedando frente a él, preparándome para comenzar con las lecciones que he decidido comenzarle a dar. Sin comprender lo que sucede, Axel se sienta sobre la cama, quedándome mirando fijo, durante toda la explicación. Como alguien que sabe de coqueteos, estoy segura de que el continuar haciéndolo, no es una buena opción, después de todo, una de las cosas que, hacía atractivo al profesor, era el tener por seguro, que no se fijaría en ti.
—Desde hoy no la mirarás, pasarás junto a ella y la ignorarás por completo ¿Está claro? —digo con entusiasmo.
—¿Por qué me ayudarías con ella? —interroga, mirándome con una ceja levantada.
—Digamos que te lo debo —sonrío falsamente —¿Has visto las cien cosas que odio de ti?
Ante su respuesta, corro hasta la televisión y la coloco, sacando de entre mis cajones picadillos para comer, segundos antes de recostarme nuevamente, junto a él. Sin percatarnos de la situación, nos encontramos viendo la película con atención, ignorando por completo, el hecho de que me encuentro con poca ropa y estamos acostados juntos, lo que podría parecer extraño, si fuésemos vistos por alguien más.
La película dura una hora y tanto, dándonos casi las doce de la noche. Pensativo, mi acompañante me queda mirando unos cuantos segundos, hasta decidirse por hablar.
—Entonces, ¿debo esperar a que alguien me pague, para poder conquistarla? —dice serio, mientras se arrastra, hasta quedar sentado en los pies de la cama.
—Sí que eres estúpido —contesto. No puedo creer su poca capacidad comprensiva.
Molesta, me pongo en pie para sacar la película y una vez de vuelta me empeño a explicarle, con detalles, cada uno de los puntos importantes de la película, en los que debemos saber, con seguridad, los gustos personales de nuestro objetivo. Es en medio de mi explicación, cuando me explayo tanto hablando, que me tropiezo con la alfombra, cayendo sobre él; lo que genera que nuestras bocas queden rozando levemente, mientras me sostiene de la cintura.
—Escóndete —digo nerviosa, al sentir como alguien golpea la puerta.
Uno de los reglamentos de la institución, es que los hombres no pueden ingresar a la habitación de las chicas, instrucciones que jamás cumplo, pero que, esta vez, pueden terminar dejándome castigada. Esperando que no sea la directora o algún profesor vigilante, abro levemente la puerta, mientras me aseguro que Axel ingrese al baño, pero al asegurarme de que no hay peligro, termino relajándome un poco más.
—Creí que ya me habías dicho todo —comienzo a hablar, mientras mantengo la entrada entre abierta —¿Qué es lo que deseas?
—¿Me dejarás entrar? —pregunta Bastian molesto, intentando poder mirar al interior de la habitación.
—¿Qué no ves mi vestuario? —señalando, la polera que llevo puesta —estaba durmiendo, por favor no me fastidies.
Intento cerrar la puerta, pero por algún motivo, parece saber que no me encuentro a solas, así que ingresa por la fuerza, observando cada extremo del lugar. No quiero que continúe buscando, así que intento convencerlo de que le digo la verdad, pero es imposible, Bastian es muy testarudo y sin permitirme negar, ingresa al baño en donde se encuentra Axel, sosteniendo para empeorar las cosas, mi brasier. «¡Mierda! Olvide por completo sacarlo de aquí».
—¿De verdad esta cosa tan pequeña y sensual sostiene bien tus senos? —le oigo decir sonriente, ignorando por completo la presencia de mi exnovio.
—Así que, amigo —habla Bastian, con ironía, mientras se acerca a él con lentitud —¿Se puede saber qué haces en la habitación de Jessica?
—Te tengo una mejor pregunta —responde Axel, acercándose a él con rostro intimidante —¿Qué haces a estas horas tú, en el cuarto de tu exnovia?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro