Querer y Amar
Capítulo 19: Querer y Amar
El sol comenzó a ocultarse, el cielo desde aquel tono celeste fue tornándose de un tono ocasional, llamativo como la gama del fuego, en sus tres tonos cromáticos, rojo, naranja y amarillo, esos colores fusionados en un bello atardecer. El sol adornaba aquel gran manto mientras que su reflejo se reflejaba en la cristalina agua del mar dando un paisaje que solo se encontraba en un cuadro.
Valentín había decidido ir a buscar unos licuados de fruta en el puesto mas cercano de Bristol dejando a Aarón esperando en el mantel. A causa de las personas que realizaban sus pedidos de comida, causo cierto retraso de su presencia.
Sin embargo Aarón sintió que era el momento indicado para comenzar con su típica rutina de ejercicio, ya que en cierto momento prometió enseñarle al mayor sus habilidades. Aunque no todo siempre sale como uno desea. En el momento que intentó realizar una media luna se percató de la presencia de ciertos alumnos de su institución. Esos dos alumnos normalmente pagaban por sus servicios una vez por semana, sin duda alguna ambos eran adictos al sexo.
- No puede ser, Mateo y Thomas... Por favor, que no me vean- Comenzó a suplicar por no ser reconocido por ambos, ya que podrían ocurrir varios sucesos en menos de un minuto.
Comenzó a verse atentado por el miedo, temía ser descubierto y para así evitarlo ocultaba su rostro miedoso e inseguro en su campera.
Su respiración se agitaba sin cesar, lentamente comenzó a tensarse por solo imaginar las millones de probabilidades de que ambos alumnos le lanzaran dinero como si de una prostituta se tratara... Aunque la situación se denominaba de esa manera.
Lentamente fue bajando su cabeza hasta el interior de sus piernas en un intento de ocultarla, no tomó en cuenta el detalle de su vestimenta pues ese pequeño detalle lo delataba frente a su intento.
Su mente entró en shock al sentir unas manos rozar en su delicada piel, esas manos comenzaban a aventurarse por todo su cuerpo, pasaban por su espalda, nuca, cabello, piernas y brazos. A sus oídos llegó la famosa frase que él oía por parte de sus clientes: Déjate llevar...
Esas manos intentaban acceder al resto de su cuerpo, luchaban por adentrarse en sus zonas más íntimas: Sus pezones y su miembro. Estás eran sus debilidades.
Al desear que la paz reinará para su mente y cuerpo, cerraba fuertemente sus ojos mientras evitaba moverse. Las lágrimas se retenían en su acuosa mirada, ellas patinaban por sus mejillas hasta caer e impactar en su piel.
- Déjenme...
El no lograba reaccionar a la situación, no podía enfocarse en la realidad, se sentía atrapado en una jaula sin cerradura, sin llave, sin salida. A pesar de ser una de esas pocas personas en disfrutar un atardecer de película frente a las maravillas de la playa, no lograba observarla con los ojos de otra persona, ya que él era infeliz y solitario... Todo lo veía en blanco y negro...
Una voz comenzó a iluminar aquella situación horrorosa, además de sentir una mano cálida acariciar su mejilla con gran sutileza. Era su salvador.
- ¿Aarón...? - Al escuchar su nombre, saltó de un susto dejando ver su rostro algo rojo como consecuencia de su silencioso llanto.
- Valentín...
- ¿Estás bien... Por que lloras?- Al ver el estado en que su compañero se encontraba, comenzó a preocuparse.
Aarón comenzó a dudar si decir o no su situación, quién sabía si tal vez era un pequeño miedo o delirio, o si su imaginación le había jugado una mala pasada en un gran día.
- Sentí... Que... Me tocaban...- Expresó mientras su pulso sucumbía en la tembladera.
- ¿Qué... Como... ¿Quién fue? - En su interior la furia y el disgusto se hacían presentes- Que no me encuentre a quien fue, porque te juro, no va a terminar muy bien. No voy a permitir que nadie te haga sentir de esa manera
- No lo sé, igualmente no necesitas golpear a nadie por mi... Sucede que vi a Mateo y Thomas. Creo que los vi... - Sus palabras parecían divagar mientras observaba un punto inexistente en la arena. Antes de finalizar su explicación Valentín logró descifrar la situación con tan solo oír ambos nombres.
- Ya se que paso, te asustaste- Le devolvió la tranquilidad en una pequeña sonrisa- Estás muy acostumbrado a esto de tu trabajo en la escuela que ya sientes que es algo normal... Entonces al verlos tu mente interpretó una situación algo realista... Quédate tranquilo que no fue nada- Concluyó tomando suavemente sus manos.
- Lo dices con tanta naturalidad, como si supieras más de lo evidente- Su sonrisa le fue contagiada, pudiendo expresarla en la tranquilidad mientras acariciaba sus manos.
- Por cierto, compre unos licuados para compartir- En el mantel reposaban dos vasos llenos hasta el borde con diferentes sabores de la zona.
- ¿Cómo sabías que me gustaba el licuado de banana de leche?- Curioso.
- Lo supuse -Río de tal manera que ruborizo al menor.
- ¡Pervertido mal pensado!- Intentó darle varios golpes en forma de broma al mayor, pero este solo acomodo su vaso de forma de que no volcara.
Evitó cada golpe de tal manera de que ambas manos del castaño dejaran de fastidiar, pues con su dedo índice manchó la punta de la nariz del menor.
- Eehh- Sin percatarse de la situación Valentín comenzó a jugar con sus emociones hasta tal punto de confundirlo. Casi a la velocidad del rayo le brindó un tierno beso en toda su frente adornando las mejillas del menor de un tono carmín. Acto seguido, como consecuencia empujo el cuerpo de Valentín para así evitar su sonrojo- ¿Qué te pasa?
- Nada, solo juego- Tomó las manos del menor para así lanzarlo hacia su cuerpo uniéndolos más de la cuenta.
- ¿Llamas a esto jugar?- Interrogó con una expresión risueña.
- Nop- Contradijo.
- Enton... - Por su cabeza pasó una idea algo alocada, tal vez era cierta o tal vez no- Acosta... Acosta Valentín está enamorado de mi... No puede ser posible: La invitación, el que me siguiera, el que se sentara conmigo, el licuado, el que me haga reír. Incluso se muestra muy interesado y preocupado por mí, por mí bienestar. Sus intenciones no van dirigidas a una simple amistad, hay algo mucho más fuerte de por medio. Y a mi... Eso me agrada... Me Gusta... Me hace sentir tan agraciado, tan especial, que solamente me hace vivir de otra manera... Y es algo que no siento con tanta facilidad, ¿Y si yo... Yo también? Creo que yo siento algo por el menor de los Acosta.
-Te callaste- Comentó de repente, despojando a su compañero del trance que lo envolvía.
- Aahh no... Nada... solo es... Nada...
Un silencio incomodo comenzó a rondar en aquel cuadro, ambos jóvenes no lograban mirarse al rostro, uno de ellos dudaba de sus sentimientos y el otro deseaba que sus deseos se conviertan en realidad. Ambos observaban a las gaviotas que sobrevolaban el azul del océano, pues inconscientemente sus manos estaban pasando un pequeño límite, sus dedos apenas llegaban a rozar entre si, solo era cuestión de confianza.
Valentín bajo su faz y observó detenidamente la posición de sus manos. Ese era el famoso ahora o nunca.
Tomó la mano del castaño sin ninguna duda, el menor al sentir aquel tacto un bajón sintió en su interior. Su corazón bajó de golpe ante tal acción, pues no se había imaginado aquel gesto de parte del mayor.
Ambos se miraron mutuamente, mientras el sol comenzaba a esconderse dejando una bella estela del color del fuego, las mejillas del menor adaptaban un tono similar pero intenso.
La mano disponible del mayor comenzó a acariciar en un leve y suave movimiento esa misma dejando claro que no debía preocuparse de nada. Lentamente fue acercando sus labios a los del menor para así unirlos en un tierno beso. El mayor cerró sus ojos y sin dudarlo plantó sus labios en los suaves labios del castaño. Aarón se vio sorprendido ante tal acción por parte de su amigo, abrió sus ojos lo más que logró para así comenzar a cerrarlos al compás del momento.
Aquel beso no se comparaba a los de sus clientes, pues ellos con tal de satisfacer sus deseos sexuales lo utilizaban con gran desespero y nunca logro disfrutar, siempre fue todo lo contario.
Sus lenguas chocaban entre sí uniéndose casi en un baile, se movían al ritmo del momento sin abandonarse la una de la otra.
No faltaba el breve sonrojo del menor quien nunca experimento un beso de esa forma, y aunque no podía evitarlo, la forma en que el mayor lo hacia sentir era un tanto excitante.
Ambos se separaron, pues sus labios se unían por un pequeño hilillo de saliva que automáticamente fue borrado pues el mayor le brindo un tierno abrazo de cariño y protección al menor seguido de un comentario que perduro en aquel retrato.
Valentín - Te quiero...
Continuará.
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