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Atrapado Infraganti

Capítulo 38: Atrapado Infraganti

La jornada laboral proveniente de las vacaciones de invierno era ardua y dura, los comensales no dejaban de ingresar minuto a minuto y una larga fila se disponía en la puerta del restaurante. Los meseros se movilizaban sin parar, los cocineros no se distraían ni en el más mínimo detalle y Gabriel no dejaba de supervisar el movimiento de cada uno de sus trabajadores.

La gente iba y venía, siendo en una de esas tandas el momento en el cual dos comensales muy especiales ingresaron en el apogeo de las ventas.

Al acomodarse en el sector especializado de Aarón, este no tardó mucho tiempo en hacer acto de presencia para tomar las órdenes de sus dos clientes. Cubiertos por la carta hasta el rostro, el joven mesero no sospechaba en lo más mínimo la identidad de sus comensales, no hasta el momento en que su voz fue el detonante para hacer estallar el momento.

- Bienvenidos a La Peatonal, mí nombre es Aarón y esta tarde seré su mesero. ¿Están listos para ordenar o necesitan un rato más?

- Así te quería agarrar- Soltó repentinamente, mostrando su rostro oculto por la carta. Era Alessandro, su padre.

Podía jurar que su corazón se aceleró repentinamente, sufriendo un terrible nerviosismo recorrer su sangre y alma. Observar su serio mirar, tan aniquilante como lo era su mera presencia. Y claro, enfrentado a su posición, ahí estaba su calvario personificado, su maquiavélico hermano.

- Padre... Yo... - Sus ojos no hacían más que abrirse conforme retrocedía torpemente. Podía sentir como poco a poco las miradas del resto de comensales se fijaban en su posición.

- ¿Qué vas a decirme ahora Aarón?, ¿Que estuviste trabajando a mis espaldas siendo menor de edad?, ¿Qué desafías mí autoridad?, ¿Que ya ni siquiera me respetas?- Se lo oía serio, retador y muy furioso, pero manteniendo la cordura al encontrarse en el lugar público.

- No... No es nada de eso, nunca lo haría con esa intención...- En su mirada se reflejaba el miedo, nunca se atrevió a pensar que podría llegar a ser descubierto infraganti.

- ¿Entonces qué es?- Se puso de pie, enfrentando a su primogénito cara a cara- ¿Quién piensas que eres Lucero?, ¿Que te hace creer que tu eres alguien para retarme de manera tan rebelde?

- ¿Rebelde? Es mí por venir... Es mí futuro...- Respondió en un sutil hilo de voz, manteniendo su mirada fija en la del adulto sin poder parpadear.

- ¿Futuro? Tu futuro lo aseguras ¡Estudiando! Tu única prioridad es estudiar, ¡Y ser un buen hijo, nada más te pido maldito desagradecido!- La impotencia fue más que su cordura, subiendo el tono de su voz.

- ¡¡Pues no son ningún desagradecido!!- Su semblante se tornó en uno molesto y furioso, apretando fuertemente sus dientes como mecanismo de control- ¡¡Tu no eres bueno conmigo, jamás lo fuiste desde que mamá murió!!, ¿Que pensabas que iba a hacer? ¿Llorar toda la vida?, ¡¡Yo también soy una persona y tengo sentimientos!!, ¡Y estoy harto!, ¡Harto de ti! No me interesa que todos se enteren, no me interesa avergonzarte, no me importa quedar como el hijo malagradecido ante toda la gente que no me conoce, ¡¡¡Ya no voy a permitirte que me denigres como lo haces!!!

El ambiente se transformó por completo, nadie era capaz de digerir la comida ante la aniquiladora tensión. El conflicto fue aún más tentador que un tranquilo sobremesa, la curiosidad por saber cómo desencadenaria el encuentro entre padre e hijo era más apetecible que las tentadoras rabas marplatenses. No obstante, nadie interfería, puesto que la lógica de todos era jamás meterse en los problemas ajenos.

- ¡Yo trabajo y me mato trabajando!, ¡Me rompo el lomo como todos aquí! ¡Tal vez no gano 40 mil mensuales como tú!, ¡Ganó 70 pesos por hora, 350 semanales, después de gastos tan básicos como cómo cargar la sube!, ¡¡Con suerte ganó el salario mínimo vital y móvil!!

La impotencia con la cual Aarón se expresaba reflejaba mucho más que furia, mostraba la impotencia que retenía con dolor en su corazón. Cegado ante su cruda realidad, se había olvidado por completo que estaba en su trabajo, no era capaz de observar su alrededor, ni siquiera podía reconocer el cínico mirar de Gael, quien disfrutaba con gran gula de tan exorbitante tensión.

Pudo sentir cómo de repente una mano lo tomaba por su hombro, volteandolo bruscamente en su eje. ¿Qué más podía esperar? Paso de observar el atemorizante rostro de su padre al intimidador semblante de su jefe, el cual reflejaba su notoria disconformidad a semejante espectáculo en su establecimiento.

- Aarón- Con solo mencionarlo, fue capaz de devolverlo a realidad, observando un temeroso brillo en sus temerosas orbes marrones- Aarón Lucero, ¿Que habíamos hablado?

Llego a notar el más mínimo error, no importa de qué índole, considerate despedido.

Esas palabras resonaban crudas en su memoria.

- ¿Que habíamos hablado Aarón?

No era capaz de objetar nada ante la palabra de su superior, nada más sentía su cuerpo temblar ante la cruda realidad que esperaba jamás ocurriera. La advertencia la había aceptado, llegando incluso a querer mejorar su desempeño ante su deplorable tristeza, solamente que jamás se vio venir semejantes situación desde el día en que se colocó el uniforme de su labor.

- Es una decepción, una terrible decepción. Más aún que te advertí las consecuencias del más mínimo error. Esto no es la escuela muchachito, es un trabajo y un trabajo es una responsabilidad más grande que sacar dieces en matemática. Yo no voy a permitir que un joven tan escandaloso esté aquí para perturbar la paz de mis comensales, más aún causando tremendo quilombo, disculpen la expresión, en un lugar familiar. Tus problemas no son nuestro problema, ¿Quieren solucionarlo?, ¡Perfecto! Pero puertas afuera de mí establecimiento- Acto seguido extendió su mano hacia el cuerpo del más joven, entendiendo a la perfección lo que significaba.

Sus ojos a duras penas contenían las tan amenazantes lágrimas de su día a día, su corazón sufría en un acelerado palpitar y esa mano extendida era el detonante. Aquel día que, se supone, debía ser el más importante de su vida, se había convertido en una oscura nebulosa dónde el sufrimiento lo envolvía en un frío abrazo.

- Yo que tu tomaría lo poco de dignidad que te queda y me iría- Completamente sentido, entrego en su mano el gorro del uniforme, siendo una clara alusión a su anunciado despido.

- ¡Espere!- Inesperadamente Dante intercedió a favor de su amigo- ¿Lo va a despedir tan injustamente?- Fue el único que metió las manos al fuego por Aarón.

- Esto no te incumbe Dante. Vuelve a tu labor- Ordenó.

- ¡Esto es inaudito! Es injusto. ¿No se da cuenta que el pobre está pasando una situación difícil?, ¿Y aún así tiene el descaro de despedirlo? No fue culpa de Aarón, es culpa del insensible que tiene por padre y lo humilló frente a todos aquí. Sea más razonable, está perdiendo a un mesero increíble.

- Un mesero que será sustituido por alguien mejor y con mayor desempeño, que será capaz de hacer su labor y el tuyo si no cierras la boca- Finiquito seriamente, amenazando con retirarlo de su puesto laboral.

- Dan... No insistas... - Expresó de repente con la intención de proteger aquello que permitía a su amigo salir adelante en la vida- No quiero que por mí causa pierdas tu trabajo...

- No me importaría perderlo ahora. No te puede hacer esto, no de esta manera tan vil e injusta- Respondió.

- Yo acepte...- Suspiro- Lo acepte antes de venir... El más mínimo error, no importa de qué índole y estoy fuera... Gabriel me advirtió en llamada... - La pesadez con la cual se expresaba reflejaba la aceptación de su destino.

- ¿Y tu feliz cumpleaños...?- Había quedado en segundo plano.

- Es lo de menos, habrán otros cumpleaños y mejores que este. No hay nada más por hacer, solo seguir...

- Aarón...- Posó su mano en su hombro, sintiendo un triste nudo en su garganta y estómago ante la desfavorable situación del más joven. Observar cómo este mismo comenzó a recoger cada una de sus pertenencias en vista de todos los presentes, no solo le generó una triste sensación de impotencia y dolor, a su vez le dolía sentirse incapaz de no poder hacer algo por alguien que en verdad necesitaba una mano.

Al desviar su mirada, su triste mirar se vio sustituido en uno completamente desconcertado, confundido y muy shockeado. ¿Acaso era verdad lo que sus ojos estaban observando? Optó por mantenerse inmóvil para así observar con lujo de detalle aquello que marcó sus latidos, pues el pequeño hermano de Aarón mostraba una macabra sonrisa y una deleitante expresión a la horrenda situación que el Lucero mayor experimentó. Su cínica posición acabó por dejarlo más que helado, puesto que recordaba a la perfección todas aquellas historias que Aarón le contaba sobre el dulce jovencito que era Gael.

El solo hecho de observar tan siniestra expresión desató sus más serias dudas sobre si el dulce y tierno Gael era lo que aparentaba, ¿Cómo era posible que alguien de apenas 14 años disfrutará del sufrimiento ajeno? Más aún tratándose de su propia familia.

Más triste y desoladora fue la escena en la cual, sin ninguna clase de esperanza, Aarón se retiraba rendido de La Peatonal, acompañado del verdugo que tenía por padre y el mismo diablo que se hacía llamar su hermano.

Continuará.

La verdad... Estos días fueron complicados en cuanto a trabajo para poder subir en tiempo y forma los capítulos. Además que estos últimos que he subido les estoy prestando mayor atención, ¡Puesto que! En la idea original ya planeada, había olvidado la existencia de estos 3 capítulos: Nuevas condiciones, atrapado infraganti y el precio de la rebeldía.

Igualmente, La Meta de 27 pronto llegará a su final ✨ Momentos decisivos están ocurriendo y poco a poco el final va llegando. Tranqui... Aún falta, pero no mucho 🤫

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