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Cap. 6.- Papel en blanco 2/2

Me gustaría decir que como Alana es una persona pacífica casi en todo el sentido de la palabra, es completamente sencillo hablar con ella, pero no, conociéndola, es más seguro que un cerdo vuela antes de que Alana haga sencilla una conversación.

El problema es que ella es dulce, demasiado. Es gentil, directa y razonable. Ella usa su cabeza la mayor parte del tiempo, si no es que todo.

Yo no, yo soy más de moverme por impulso, de hacer lo que el corazón me diga. Tal como él me guíe. A veces el corazón humano cree que tiene la razón y por eso toma decisiones. Como todo en la vida, las decisiones tienen consecuencias, a veces buenas, a veces malas. 

Mi corazón y yo somos especialistas innatos en sentir de más, expresar menos y tomar con ello decisiones que nos darán como resultado las peores consecuencias. Creo que así he sido desde muy niño, no es que no he querido cambiarlo, no, no he podido ser diferente por mucho que lo he intentado.

— ¿Qué sucede? —Con esa frase comienza. Ya quiero irme.

— Nada que deba preocuparte.

— ¿No?

— No.

— Querías golpear a Oswaldo.

— Sí.

— Tuviste un ataque de ansiedad.

— Sí

— Entraste en crisis.

— Sí.

— Lloraste casi tres horas.

— Sí.

— ¿Por qué eso no debería preocuparme?

— ¿Por qué debería preocuparte?

— Jandry.

— Alana.

— Williams, hablo enserio.

— Friedman, yo también.

Sí, ella lo vuelve difícil. No yo, ¿ok? Sé que no parece, pero el problema es ella. Tú solo créeme a mí.

— Cielo santo —. Pasa las manos por su cabello, quizá tratando de relajarse un poco. La he estresado muy rápido, eh. Debería ser un nuevo logro, ¿y mi estrellita dorada?

No parece dispuesta a decir nada y eso es lo que más me preocupa, la chica que yo recuerdo rara vez cerraba la boca. Las mujeres son algo bulliciosas.

Aunque yo puedo serlo más si me lo propongo. Ay, onvres.

— Estoy bien, de verdad que sí. Gracias por preocuparte, a ti y a los demás —digo cuando finalmente siento el silencio volverse incómodo.

— Una persona que está bien no llora como tú lo has hecho.

— Es porque llorar sana y hasta los que estamos bien a veces necesitamos sanar.

— Si necesitas sanar entonces hay algo que no va del todo bien. ¿Qué es, Jandry?

— No sé —agacho la cabeza mientras busco formas de evitar su mirada, los ojos me arden nuevamente y sé que si la veo no podré evitar las lágrimas—. Es que no esperaba verla, no así. Tenía todo planeado para una vida sin ella y de pronto aparece de la nada con alguien más, supongo que..., en este punto de mi vida no sé qué dirección tomar o qué hacer.

— ¿Estás en blanco? —asiento aún sin poder mirarla— ¡Eso es muy bueno! El no saber qué hacer siempre es buena señal.

— ... —callo un segundo, parpadeando despacio para ordenar mis ideas antes de responder—. Deberías llamar a la aerolínea en la que viajaste.

— ¿Por?

— Por si aún no es muy tarde para que aparezca tu cerebro, seguro se ha quedado en el avión que te trajo —alzo la cabeza y me encuentro con que me mira feo. Sí, feo. Lo merezco, pero es que... ¿tú la has escuchado? ¿Cómo va a ser bueno estar estancado sin saber qué hacer? ¿En qué lugar? BrainlessPlanet.com. ¡No! Aún si existiera. No. No es bueno.

— No es gracioso y hablo en serio.

— No trataba de ser gracioso, trataba de ser realista —suspira y de sus labios sale un aish, ese sonidito que hacía antaño cada vez que algo comenzaba a molestarla. La niña Alana sigue ahí—. Va, explícate.

Con una sonrisa dulce se pone de pie y camina un poco hasta llegar a mi escritorio donde deja el peluche de perezoso, durante un segundo toda mi atención recae en el animal y el recuerdo que lleva a cuestas. Alana, por su parte, abre un cajón y de allí saca una hoja en blanco y varios marcadores. Lanza todo en mi cama, justo a mis pies y le devuelvo la sonrisa. Bien, nos pondrá a hacer dibujitos sobre nuestras emociones, como los psicólogos, ¿no? No. Agarra la hoja, la alza y asiente. 

Está chiflada.

— Cuando no sabes qué hacer la vida es como esta hoja. Un nuevo lienzo en el que solo puedes escribir encima. Y es ahí, cuando no sabes qué dirección tomar, que es válido el hacer rayones y garabatos, incluso tachones.

— Entiendo, pero ¿si no me gusta el resultado? —pregunto al no sentirme muy convencido.

— Entonces te vuelves a perder y tienes otra vez en tus manos un papel en blanco.

— Como un círculo vicioso.

— La vida es un círculo vicioso.

— Sí. El papel por mucho que lo rayes no deja de ser papel. La vida por mucho que la cambies no deja de ser un círculo vicioso.

— La diferencia es que se vuelve algo tuyo, porque es mejor tener hojas llenas de tachones o que parecen arte abstracto a tener una pila de hojas en blanco que no llenaste por miedo.

Y aunque odie admitirlo, tiene razón.

El miedo a veces nos frena en seco, nos frena en el mejor momento, nos vuelve prisioneros en nuestro propio cuerpo y nos lleva a perdernos de grandes cosas. El miedo es ese diablito que te susurra al oído cada que el pánico te invade y se siente capaz de ganar. El miedo te obliga a perder, a perderte y no hay peor error que ese, dejar que el miedo te ahogue y se lleve todo lo bueno de ti hasta que ya ni tú logres reconocerte. 

Nosotros mismos no deberíamos permitirnos el hacernos tanto daño. Deberíamos saber cuándo ponernos límites. Deberíamos aprender y dejarnos ganar por una sola vez en la vida.

— Tienes razón.

— Siempre.

— ¿Qué debo hacer?

Sí, deseo que ella me dé la solución a mis problemas. Entendí su metáfora, ya por eso soy suficiente niño bueno. No puedo hacer más.

— Espera a que te contacte si va en serio con lo de ser amigos. Hasta entonces no finjas que no pasó, que no la encontraste o que no hubo nada entre ustedes, solo acepta que es pasado y debes concentrarte en el presente. Diviértete, sigue con tu vida y haz cada línea chueca que te plazca. Es tu vida, no dejes que ella vuelva a interferir.

— Suena sencillo cuando lo dices tú.

— Es sencillo. Oh, también debes disculparte con Oswaldo.

— Bien, creo que eso sí puedo.

— Perfecto.

Espera. Espera a que te contacte. Espera. Es-pera. E-s-p-e-r-a. ¿Cuánto dura la espera? ¿Días? ¿Meses? ¿Mucho? ¿Y si para cuando ella me contactase yo ya no quería ir a la fiesta?

Alana deja nuevamente cada cosa donde la encontró y se va, seguro a notificar que estoy más calmado y pueden hacer las paces conmigo. Bien, esperar es cosa de un pestañeo, ¿no? Solo es algo para hacer en compañía. 

La soledad a veces se siente mejor cuando hay alguien que puede acompañarte, pero nunca está de más convivir con la mera idea de estar tú mismo. Pero dejarme a mí con mi corazón idiota e impulsivo y mis pensamientos intrusivos cada tanto, no es del todo buena idea, ¿no?


Unas horas después me encuentro sentado en el sofá comiendo frituras. Alana habla con mamá en la cocina y Nora come helado desde el otro lado del sofá. Vemos Shrek, como por vigésima vez, solo porque conozco los diálogos de memoria y disfruto repasándolos a medida que avanza la película.

— ¿Al final no te llamó? —Menciona su voz de la nada causando que mi cerebro se aleje completamente de la voz de Eugenio Derbez que protagoniza a burro en aquella clásica escena donde se encuentran con el dragón. Niego—. Creí que tendría tu número.

— Seguro no lo recuerda y debió eliminarlo hace mucho. No creo que haya ido en serio, ¿sabes? A lo mejor no trata de contactarme nuevamente, no me sorprendería —. Trato de restarle importancia, agarrando un puñado de papas para llevármelo a la boca y tragar, solo tragar.

— Tienes razón, si quisiera hacer algo ya lo hubiera hecho.

— Claro que la tengo. Por favor, no es capaz.

Pero el mundo y yo no nos llevamos bien.

Incluso siento que nos traemos algo el uno con el otro, algo como problemas serios. Un odio irracional. Tanto es el furor que tiene contra mí, que pasa menos de una hora cuando a mi celular llega una notificación. Lo enciendo. Es de Gmail. Un nuevo correo. Lo abro. Y me arrepiento de inmediato.

De: Amanda Reyes.

Para: Jandry Williams.

Asunto: Invitación.

Williams., aún tengo tu correo, la verdad no sé si has cambiado tu número y por eso no me atreví a escribirte, pero espero sigas usando el mismo correo y puedas leerme. El cumpleaños de Nicholas es el próximo fin de semana, te adjunto la dirección al final del mensaje. Espero que puedan ir tú y tu novia, cualquier detalle que necesites házmelo saber.

Nath. R.

Genial, más mierda no puedo valer. ¿Verdad?

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